Capitulo 15

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—Esto esta de total agrado, pruébatelo—Nicolás dejó un vestido en mi hombro.

No se quien estaba equivocada, si yo al creer que de verdad elegiría el regalo para la chica o ellos que querían que me probara toda la tienda, solo para ver si la compraban o no.

Ya llevaba mis brazos llenos de vestidos, tops, pantalones, bolsos y zapatos. Si, ahí estaba yo, con tres chicos, que solo lanzaban ropas y accesorios a mis brazos, como si fuera su sirvienta.

Más bien, carrito humano.

—Creo que es suficiente— aclare, sin ser escuchada.

Estaba así de cerca, de tirar todo al piso.

—Uf amigo, este está hermoso—hablaba de unos zapatos negros muy altos, simplemente los tiro al montón, sin consultarlo.

Seguían y seguían acumulando ropa, debo admitir que tenían buenos gustos y que me agradaba lo que elegían, pero, simplemente la ropa no era un regalo para pedir disculpas, era más bien como no lo sé, llevarle ropa a tus hermanas o algo por el estilo.

¿Cómo decírselo sin soñar tan desgraciada?

Bueno, creo que era momento de aplicar las clases de amabilidad que mi madre me habia dado antes de empezar clases en el pueblo.

—¡Alto!—grité llamando la atención de los tres chicos—se dan cuenta que estoy apunto de caerme con todas estas cosas que dicen llamarles "regalos" y no son más que trapos costosos.

Todos me observaron, Nicolás extendió sus brazos, crei que me ayudaría con el peso de las ropas, pero, solo extendió sus brazos para agarrar un sombrero muy chic y ponerlo en mi cabeza, el sombrero estaba lindo, si y además combinaban con las gafas que Daniel me había puesto, me veía como una loca, una con mucho estilo.

Santiago al ver que estaba apunto de dejar caer las cosas, vino y ayudo, dejando libres mis brazos. 

—¡Aleluya!— respire aliviada de tremenda carga.

Me giraba para agradecerle precisamente a Santiago, Nicolás me agarro de los brazos, llevándome a los vestidores.

—Estrellita, es tu momento de mostrar tu feminidad— golpeé fuertemente su brazo— ¡Auch! Eso dolió mucho— se quejó, sobando su brazo—eres mala, ¡muy mala!

—Pruébate esas cosas y nosotros te diremos que se ve bien y que no— Daniel me dio una pequeña sonrisa.

Iba a negarme, pero, ya me estaban empujando al vestidor, dejaron todas las prendas en el pequeño mueble y salieron, me miré en el espejo, resoplé y sin más armé rápidamente los outfits.

Ya que tenía un nuevo labor, al menos tenía que lucirme.

Lo primero que me puse fue una blusa color negra, un short a la cintura y unos zapatos con pelusa.

Salí, encontrándome con los tres señoritos, sentados y bebiendo té.

—Mmm, y bien?— tuve que alzar un poco la voz, al ver que ellos no se percataban de mi presencia— ¿qué tal?

Todos me observaron con una mueca en el rostro.

—No me convence— Daniel levantó su palito con un 3 de nota.

—No sabían que calificarían toda la ropa.

—No solo calificamos la ropa— Nicolás interrumpió.

¿Que quiso decir con eso?

Entre refutando, empezaba a molestarme con todos.

Esta vez escogí un vestido muy pegado al cuerpo, era realmente atrevido, pero impresionante y hermoso.

—¡Uh! Ese te queda increíble, lo compraremos para ti—hablo Nicolás, dándome un nueve.

¿Nueve? En serio, que les costaba regalarme un diez.

—¡No!— Santiago exclamó por primera vez, parecía urgido—No lo duden...

Me dio la impresión de que eso no era lo que iba a decir.

—No, no lo sé prima, ese no es tu estilo. Ya estamos tan acostumbrados a verte en pantalones y abrigos grandes, que ahora te veo y como que no, como que no va.

—Yo podría acostumbrarme rápidamente—Santiago volvió a hablar, se dio cuenta que todos los mirábamos— digo que yo podría acostumbrarme a beber este té— levantó su taza, sonriendo nervioso— se ve bien, digo, sabe bien.

Ignore las estupideces que decían.

—Yo creía que esto era para tu "peor es nada"— señale a Dani, hastiada— ahora empiezo a creer que me están criticando.

Nicolás se levantó de su asiento, urgido.

—¡No! Estrellita cómo crees, nadie te juzga, quienes somos nosotros para hacer eso.

Tomó otro vestido, uno más atrevido, pero Santiago se lo arrebató de inmediato.

—¿Estás loco?

—Esta roto— se excusó.

—Yo lo veo en perfecto estado—Nicolás respondió.

Ambos empezaron a discutir por el vestido.

Volví al vestidor y abrace mi ropa por un largo momento.

—Te extrañé mucho— susurré.

—Estrellita, ¿a quien extrañas?— Nicolás preguntó del otro lado de la puerta.

—¿Estás espiándome?

—No, claro que no. Traía el vestido que supuestamente estaba roto... no lo está.

—Si está roto— Santiago habló— devuélvemelo.

Escuche que ambos empezaron a forcejear por aquel vestido, al final lo rompieron y con ayuda de Daniel, lo pusieron de vuelta al parche de donde lo encontraron, dándome tiempo para cambiarme.

Al final de la tarde, llevábamos un montón de fundas, habían comprado todo lo que me habían hecho probar. Todo era muy bonito.

—¿Y todo esto le vas a regalar a tu novia? —pregunté sin disimular mi cansancio.

—No, boba esto es para ti, aún no hemos encontrado el regalo perfecto, ¿que dices Dani?— Nicolás golpeó a Daniel.

—No lo se, hemos estado por aquí y aún no veo algo para ella— se volteo a mi— Lillie, dijiste que encontrarías el regalo perfecto.

–Se dan cuenta que me trajeron para elegir el regalo, pero ustedes se robaron mi tarea—señalé a todos—Trate muchas veces de decirles que comprarle pero no, ahí van ustedes y me hacen probar montón de cosas, para que al final no le compraste algo a tu novia— estaba exaltada, ¿quién era esa chica que volvía loco a Dani?—cierto, ¿cuándo la voy a conocer?.

—Es que no has elegido nada—respondió mi primo, decepcionado—a este paso, seguro que nunca, ya que no me va a perdonar.

Quería arrastrarlo del cabello.

—Lo hubiera hecho, pero, ciertos chicos solo amontonaban cosas en mis brazos— todos se hicieron los locos—Daniel, ¿que le gusta a la chica?

Estábamos en frente de una joyería.

—No tengo ni idea...

—¿Cómo que no lo sabes?— iba a exaltarme de nuevo—Quiero decir, ¿como es ella, que le gusta, que le apasiona?

Se tardo mucho en responder, ya veía que él era el problema.

—Es tímida, le gustan los animales y se viste bien sencilla.

Asentí y analice un poco, seguramente era delicada y le gustaban detalles pequeños pero significativos.

Camine rápido y entre a la joyería, busque en todo el lugar, hasta que di con el regalo perfecto que con verlo te decía: ¡perdóname soy un estúpido, pero te amo!

—Y ¿Es de su estilo?—pregunté.

Daniel me abrazó rápidamente, al igual que Nicolás, ambos lloraban. ¿Estaba tan horrible?

—¿Porque lloran? ¿Esta horrible?

—No se, lloro porque Dani está llorando—aclaró Nicolás.

—Lillie, está pulsera es perfecta, te lo agradezco, no se que sería de mi vida sin ti—Daniel, se limpio las lágrimas y se dirigió a Santiago- ¿qué dices?

—Aceptable, le va a gustar a Jenny.

Suspire aliviada, si este no era el regalo perfecto, entonces no sabía cuál sería, fue difícil pero al final la compraron y la guardaron.
Fuimos a comer ya que todos nos sentíamos sin fuerzas y con hambre, luego nos llevaron a casa. Nicolás me agradeció y se disculpó, ya que al final si sabía elegir regalos bonitos. Si al final también me obligaron a llevarme todas las bolsas que compraron.

Las palabras de ellos fueron "te lo mereces, nos soportaste a los tres por toda la tarde, te lo ganaste".
Al principio me negué, muchas veces, pero bueno, al final accedí.
Si, sentía que me lo había ganado.

—Ustedes dos ¿de dónde vienen? He pasado toda la tarde con el corazón en la boca, jovencitos—apareció Victoria.

—Venimos del centro comercial—respondió Daniel.

Victoria vio todas las bolsas que Daniel y yo llevábamos.

—Y no se les ocurre, que su abuela podría estar preocupada por ustedes—no respondimos—lo que me faltaba, una en el hospital y los otros dos comprando y comprando como si no existiera el mañana, son increíbles, increíbles— reprochaba sin parar—al menos van a cenar o ¿también compraron la cena?

Daniel me miró y luego preguntó.

—Pensé que le avisabas a la abuela que iríamos de compras.

—Si, ¿y con que le avisaba? ¿Con la lengua, acaso? Además fuiste tu el de la idea—mire a Victoria—el quería comprarle un regalo a la novia—mire a Daniel—creía que tú le habías avisado.

—!Daniel! ¿ahora me sales con esto? ¿Quién es la chica? ¿La conozco? ¿Cuándo viene a cenar?

Victoria abombó a mi primo de preguntas.

—Primero tengo que solucionar un pequeño problema y luego veremos.

Victoria asintió más satisfecha.

—Perfecto. Parece que se la pasan bien sin mi— seguía mirando las bolsas—Pueden ir a sus habitaciones, esta vez no dire nada, la próxima tendrán que avisarme.

Respondimos que sí y luego Daniel llevo todas las bolsas a mi habitación.

—Por cierto, puedes coger mi computadora cuando quieres.

Le agradecí por su amabilidad y se despidió, dejándome sola entre las cuatro paredes. Saque las ropas de las bolsas, las doble y las metí en el armario, en orden por color. Luego me bañe y me metí a la cama.

Era la media noche, seguía sin poder dormir, cerraba los ojos pero me era imposible tener sueño, me moví tantas veces que ya parecía que tenía bichos, resignada me levante y me senté en el balcón, recibiendo y respirando el frío viento nocturno.

Odiaba no tener sueño.

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