Capitulo 14

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—Chicos, buenos días— entro la señorita Keyla— hoy he llegado más temprano de lo normal, tengo una consulta médica, entonces dejaré a mi reemplazo, por favor sean amables y pórtense bien.

Aclaró la profesora Keyla, se despidió y salió del curso. Todos empezaron a conversar, gritar y reírse, realmente estaban irritándome, no podía entender cómo estas personas podían sonreír y hablar tan temprano.

—Eh, disculpa estás en mi escritorio—reclamó una fuerte voz, se oiría mejor si estuviera cantándome una canción de cuna.

—No me importa—seguí acostada en la mesa, sin mirar quien era.

—Disculpa, ¿puedes salir de mi puesto?

Me levante y mire a la cara al chico que me estaba molestando tan temprano.

—¿Tú quien eres?— arrugaba mucho su frente.

Lo mire por que la verdad creía que seguía dormida y que en realidad este chico no era real, más que en mis dulces sueños.

Chasqueó sus dedos, sacándome bruscamente de mis pensamientos.

¡Grosero!

—Te pregunté algo, ¿puedes responder?

—No. ¿Quién eres tú?— debatí.

Ambos nos mirábamos de muy mala manera.

—Ey, Estamos de malhumor—apareció Nicolás—ten lo compré para ti- puso en frente -casi ojos- una caja envuelta en papel de regalo navideño—dijiste que no tenias un celular y decidí comprarte uno.

—¿Estás loco? Dije que no tenía uno, no que quería uno.

—Está bien, no te exaltes—miro a su amigo— Santiago, ella es Lillie, prima de Daniel y Pamela—el chico me observo unos segundos más, su pesada mirada me revolvía el estómago—Lillie, él es mi mejor amigo, este es su puesto.

Mire a ambos con ganas de matar.

–Mira, allá hay un puesto vacío, puedes ir y sentarte en el.

—Ese puesto es de Pamela.

—Pamela no está y no va a venir— le respondí sin ganas.

—Santi, Pamela se cayó por las escaleras y pues, ya sabes está en el hospital... aún.

—¿En serio? Como se cayó?- preguntó  el chico.

Nicolás me miró, sin saber qué decir.

—Buenos días, pueden sentarse en sus asientos, la clase va a comenzar. —informó el reemplazo de la profesora Keyla.

El reemplazo era más joven de lo que se esperaba, todos los chicos la miraban embobados.

—Ustedes dos, vayan a sus puestos.

Santiago, se sentó atrás de mi y Nicolás, el aún estaba bajo el encanto de la maestra. La maestra de reemplazo parecía modelo de Victoria secret, ella sonrió coquetamente y lo mandó a sentar. Explicaba muy bien y curiosamente los chicos fueron los que más participaban en sus preguntas.

En el descanso visite la biblioteca y simplemente era fabulosa, no sabía que leer. Cuando volvimos las clases seguían animadas por los chicos, la verdad eran unos idotas, con tal de contestar respondían sin saber, lo que me causaba gracia. Al final de la jornada de estudio. Tocaba las practicas, donde curiosamente era la beneficiada.

—Ayer fue decepcionante para mi, imagínense, verlos fue una vergüenza completa, excepto por La pequeña, que pateo sus patéticos traseros—Nicolás iba a defenderse, pero lo calló antes de que hablara—increíblemente vergonzoso, hoy ustedes van a entrenar ¡duro! Para que no vuelva a pasar lo qué pasó anteriormente.

El entrador era muy efusivo al momento de gritar, ocupaba muy bien su garganta para intimidar a los chicos.

—Lillie, ven conmigo— algunos intentaron quejarse, no les funcionó —hoy vamos a ver cómo sufren estos ingenuos.

Seguí al entrenador, casualmente había colocado dos perezosas de madera, cubriéndolas con una sombrilla, en medio de ambas estaba una mesita con jugos naturales. Sentada podía ver todo el sufrimiento de los chicos en primera fila.

—Santiago, ¡ven aquí!

Santiago, ese chico era un amargado de primera, desde que lo conocí, solo he visto su cara de amargura.

—Dígame, entrenador.

—Puedes sentarte, tú no tienes la culpa de lo que ellos hicieron ayer.

Santiago dudo, pero, al final se sentó en el césped.

Parecía nuestro empleadito, sentando en el césped, aunque sus ojos eran verdes aceituna con motas cafés, me parecía un chico muy– que estupideces estaba pensando?

Me golpeé en la pierna, para volver a pisar el planeta tierra. Me gane las miradas extrañas de ambos hombres.

—Hay mosquitos— sonreí como boba, rascándome las piernas— ¿no le pica, entrenador?

El entrenador frunció su ceño, sin responderme. Santiago me ignoraba históricamente.

Uno de los chicos se cayó, haciendo que los demás cayeran con el. El entrenador empezó a reírse y luego les gritó para que se levantaran y siguieran con el entrenamiento.

—Viste como se cayó—volvió a tomar su pacifica postura—suerte lo grabé.

Mire el video, desde el celular del entrenador, varias veces, riendo con el.

—Me recordó a un video que vi— le comente riendo—unos patitos se caían uno tras otro, fue triste pero divertido.

El entrenador empezó a reírse, parecía que también lo había visto.

—Si, si, también lo vi—ambos nos reíamos sin parar—¡basta, Lillie! por Dios, te vas a ir al infierno por reírte de unos indefensos animales.

—Si, lo siento, me siento de lo peor.

Bueno, éramos bipolares.

—Santiago, ¿como están tus padres?

—Bien, entrenador— dijo sin dar muchas explicaciones.

—¿Él siempre es así de amargado—susurre al entrenador.

El entrenador asintió y luego bebió de su vaso.

—Bueno, aunque no parezca, en algún momento de su vida sonreía mucho— se acercó más— tenía una novia muy bonita.

Me soltó la bomba, como si hubiera dicho hola y ya.

¿Que podía hacer yo con este chisme? Quería saber más, claro que si. Quería saber más sobre el chico pelea bancas.

—¡Nicolás!¡ No seas idiota!— le grito al cabeza de chorlito, al ver que golpeaba a otro chico solo porque le tocó el hombro.

Se calmaron ambos y siguieron con el entrenamiento. Eso calmó al entrenador que se veía muy cómodo, viendo cómo sus jugadores cometían errores.
Al terminar el entrenamiento, dos horas después y bajo el candente sol, todos corrieron a las duchas, excepto Daniel.

—Prima, puedes esperarme? Tengo algo muy importante que pedirte.

Acepte y seguí a Daniel.

Fueron cuarenta minutos esperando fuera en la salida, sin hacer mucho.
La verdad veía a Melina de hace unos días y veía a la que era ahora y me sorprendía lo tranquila que me había vuelto, que mis padres no digan que soy un desastre.

—Lillie, vamos.

Me levante del suelo, agarré mi mochila y lo seguí.

—¿Puedes ayudarme en algo?—acepté—¿recuerdas que Nicolás te contó de mi fallida cita?

—Si, me pasó el video por Instagram, debes admitir que fue un desastre, aunque, Nicolás se veía como un maldito acosador, esperando muy lejos de tu mesa.

—Si, ese a veces es raro— se rascó el cabello—bueno, ¿de dónde viste el video?

—Le pedí a Dorothea una computadora, ella me llevó la tuya... Ops! Se supone que no debía decirte eso— le agarre los hombros— si dorothea pregunta, yo no dije nada, absolutamente nada.

Puso una mano en el pecho, pretendiendo ofenderse.

—Es decir, te burlas de mi desgracia y tras de eso la viste en mi computadora? Dorothea es una traidora... ¿y te dio mi contraseña?

–Si, me la dio en un papelito.

Bueno, Dorothea ya no era tan desgraciada como los primeros días, ahora era más amable y gentil conmigo.

—Ya no hay privacidad.

Se rio un poco y subimos al carro de Nicolás, Daniel se situó en el asiento del copiloto y yo atrás, nos detuvimos más adelante, para recoger a Santiago, el no parecía muy feliz al verme.

—Ese no es el camino, estúpido.

Nicolás se ofendió.

—¡Oye! Solo cumplo con mi generosidad de llevar a nuestra Estrellita a su casa— respondió sin mirar a la carretera.

Eso sin duda me desesperaba mas que escucharlo decirme "Estrellita"

—A veces, se me antoja golpearte— le respondió Daniel.

Me entrometí en la conversación.

—¡A mi también!— señale la carretera— aunque prefiero llegar viva a nuestro destino.

—¿Eso significa que Lillie va con nosotros?— dijo como si fuera la cosa más tonta del mundo—Trajiste a Lillie para que te ayude a comprarle un regalo a tu novia?—preguntó Nicolás.

—Si, ¿que tiene de malo?

—Pues que Lillie, es casi un hombre, seguro y no sabe que comprarle a tu novia.

Me ofendí.

—¡Oye! Soy una chica, una con gustos especiales, compraremos algo tan bonito, que la chica querrá casarse ahí mismo.

—¡Ves! Lillie si sabe o preferías que le preguntara a mi hermana.

—No. Tu hermana es algo insoportable y era muy seguro que compraría algo solo de su agrado y ojo— levantó su pulgar— seguro sería algo horripilante.

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