Capitulo 13

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—Estás diciendo que ¿Lillie entró a un equipo de chicos?— parecían que sus ojos se iban a salir de su lugar— ¿Chicos que sudan a cada segundo?

—En realidad es un equipo de fútbol, no un equipo de chicos— aclaró una de las ayudantes de Dorothea, que recibió malas miradas.

Salió de la sala antes de que la echaran.

—No, eso ni de hablar— Victoria, hablaba con Dorothea—es que, ¿chicos? No, imposible.

Victoria seguía sin aceptar la gran noticia.
—Igual y la echan en cualquier momento—respondió Dorothea, limpiando un pequeño adorno.

Estaba huyendo del lugar, pasito a pasito, ya que nadie me veía, choque con una pequeña mesa decorativa, tirando al piso varias cosas.

—Lillie, dijiste que ingresarías al equipo de natación.

Moví la cara, con desaprobación.

—Eso lo dijiste tú... ellos no hacen nada— Dorothea asintió con una sonrisa e hizo gestos para que me fuera lo más pronto posible— iré hacer mis tareas.

Salí huyendo, tan pronto como mis delgadas piernas permitían, subí las escaleras y me encontré con mi querida prima, estuve a punto de chocar con ella.

—No sabias que te agradan los deportes de niños.

—Ahora tienes que saber lo que hago con mi vida?

—Más bien me gustaría saber cuando te vas de esta casa— cruzo sus finos brazos, con delicadeza.

—Vas a quedarte con las ganas, porque viviré aquí supongo que hasta que tenga que ir a la universidad— arremede sus acciones.

—Tendré que soportarte ¿hasta que entres a la universidad? Sería mejor que te vayas ahora, no pierdas tiempo.

—No pierdas el tiempo esperando a que me vaya, por cierto, la próxima vez que intentes molestarme, no permitiré que lo hagas sin antes saber lo que es meterse conmigo.

—Tenemos algo en común, ya soporte a tu hermana cuando estuvo de entrometida en esta casa, no lo haré de nuevo y si tengo que aplastarte lo haré.

—¿Siempre eres así de venenosa?

—Ya me conocerás.

—Y tu a mi, querida.

Puso sus ojos en blanco con fastidio.

—Lillie, aún no he terminado de hablar. —aclaró Victoria.

—Disculpa, nuestra abuela me busca.

Pamela, arrugó la frente, enojada.

—No puedes jugar fútbol, mucho menos con niños, hagamos un trato, si dejas ese equipo, no lo sé, te compro lo que quieras, solo pídelo y lo tendrás.

Pamela bajo las escaleras tirando veneno con su mirada matadora.

—Quiero un unicornio, lo tienes? —bromeé—Victoria, solo quiero jugar fútbol, ¿qué hay de malo en eso?

Suspiró.

—Bien, está bien, pero, este fin de semana hay una celebración escolar, iremos todos, tú estás incluida.

Entre a la habitación, que estaba desordenada, demasiado desordenada, parecía que aquí vivía alguna vagabunda. Encendí la televisión y entre a YouTube, para escuchar música mientras arreglaba muy a gusto.
Para cuando termine, ya estaba oscureciendo, decidí ir a la cocina por algo que comer. Llegando a las escaleras me volví a encontrar con Pamela.

Me asuste un poco al verla, ahí parada como fantasma.

—Vives en estas escaleras— pregunté burlándome.

—Solo quería informarte que haré cualquier cosa hasta que te hayas ido de mi casa— respondió a una pregunta que jamás le hice.

—Es casa de Victoria, tú al igual que yo, vivimos aquí por que ella lo permite, nunca lo olvides.

—Está también es mi casa, ¡no soy una arrimada como tú!

Asentí con aburrimiento a todo lo que decía.

—Chicas, han visto mi teléfono—la tía Merly se acercaba por los pasillos, mirando su bolso.

De repente, Pamela, me agarro de los brazos, me remeció y luego se dejó caer por las escaleras, rodando y pegando un grito de dolor, para caer al suelo con la cabeza rota, luego, se escucharon los gritos de mi tía y el de una empleada.

Todo sucedió muy rápido, aún no comprendía que es lo que pretendía Pamela al dejarse caer por las escaleras.

¿Se tropezó?

¿Lo hizo a propósito? Estaba loca, más loca que yo.

Todos la rodearon y llamaron a una ambulancia, que no demoró en llegar, la levantaron y pusieron en la camilla, luego desaparecieron por la puerta y el sonido de la ambulancia se alejó hasta que no se podía oír.

—Lillie, ¿qué haces aquí?— se detuvo a mi lado—Iré a la clínica, ¿vienes o te quedas?

Seguí a Victoria, aún impresionada.

—¿Como sucedió?— preguntó con interés.

—Estábamos discutiendo y de repente, ya estaba rodando como una pelota por las escaleras.

Llegamos al hospital y nos reencontramos con mis tíos, ambos estaban muy preocupados y no paraban de moverse con nervios.

El doctor salió de emergencias y llegó para informarnos.

—Tendrá una pequeña cicatriz en la frente, estará bien, pero, será mejor mantenerla aquí por unos días.

Todos suspiramos llenos de alivio.

—Ella quiere verlos— avisó la enfermera.

Entramos todos, incluso Dorothea, que traía palomitas de maíz y una bebida de naranja, comía angustiada.

—Mi bebé, ¿Cómo estás? ¿Te duele mucho? ¿Como perdiste el equilibrio?— exclamo mi tía.

Ella me miró y con sus ojos maliciosos asintió, ella disfrutaba la situación.

—Lillie estaba discutiendo conmigo— hizo un puchero, yo al fondo veía y percibía su maldad— y luego me empujó.

¡Ah!

Pero que mentirosa, egoísta y malvada era esa cuatro pelos de choclo.

—¿Eso es verdad?— insistió mi tía.

—No, las cosas no pasaron de esa manera.

—Melina, mi hija me está diciendo que tú la empujaste, ¿quieres que te crea?

—Yo, no la tire por las escaleras.

Me negué, aunque tenía la mirada de todos encima de mi.

—Merly, tu hija está anestesiada, es evidente que no sabe lo que dice.

—No, Abuela— me miró, con molestia— Estoy consiente de que Lillie me empujó.

—Dorothea, por favor revisa las cámaras que están situadas en frente de las escaleras— Victoria mandó, de inmediato la anestesiada y con una sutura en su frente, fingió un desmayo.

Llamaron a las enfermeras y luego despertó como si nada. Se hizo la loca y comentó que no recordaba nada y que todo era confuso para ella.

Estaba tan enojada por querer culparme de aquello que no había hecho, que quería arrastrarla de ese cabello tan lindo que tenía.

Me contuve y salí de la habitación antes de hacer una locura.

Estaba tan cansada que no podía evitar bostezar, Dorothea también a bostezo

—¿Que le pasó a mi hermana?—llegó Daniel, preocupado y con una gran mancha en la camisa.

Cuando le escribí y le conté lo que pasaba dijo que llegaría de inmediato, pasaron cuatro horas y recién asomaba cabeza por el hospital.

—Tu hermana perdió el equilibrio y rodó por las escaleras, ahora, está durmiendo, puedes ir a casa y llevarte a Melina— pidió la tía Merly, avergonzada por culparme de tumbar a su hija por las escaleras.

—Vamos.

Seguí a Daniel y salimos del hospital.

—No vi a mi abuela, ¿dónde estaba?

—Firmando unos papeles.

Por primera vez, me sentía agradecida con Victoria, ya que nunca me culpo del accidente de Pamela. Si no hubiera sido por ella, seguro estaría por ahí, pidiendo limosna para volver con mis padres.

—Me trajo Nicolás— Daniel me aclaró— el nos llevará a casa.

Esperamos un rato, hasta que el conductor apareció, riendo completamente.

Era algo loco.

—Oh, ¡hola estrellita!

—¡Mi nombre es Melina!

—En casa todos les decimos Lillie. - comentó Daniel.

—Yo le dire Estrellita, por que ha venido a iluminar nuestras aburridas vidas.

—Daniel, juro que golpeare a tu amigo hasta que de verdad vea estrellas.

Entre a la camioneta.

—Todo tuyo—respondió.

—Veo que andamos de mal humor, bien, cerrare mi boca y los llevare a su casa, porque soy un buen amigo.

Solo pasaron dos segundos hasta que volvió a hablar.

—Loco, a las doce tengo que ir a ver a Santiago al aeropuerto, ¿te vienes?

Iba a preguntar sobre quién era Santiago, esperaba que no fuera tan parlanchín como el que tenía por conductor.

–No, no puede ir— respondí, asomando la cabeza entre los asientos delanteros—tiene que ir ir a casa porque mañana hay clases, eso significa que si hay clases, hay que madrugar y si hay que madrugar, hay que levantarse temprano—Daniel asentía sin mucho ánimo— cierto, ¿dónde estabas cuando te escribí del celular de Dorothea?

—En una cita— respondió resoplando.

Daniel era un chico muy bonito, se veía delicado y caballeroso, a los tipos como el, les iba bien en las citas. Daniel no se veía muy bien.

—Pero le fue horrible, puedes creer terminó derramando el jugo en el vestido de la chica— Nicolás respondió riendo— esta lo mandó al infierno antes de cachetearlo, fue muy divertido, lo grabé— no me parecía gracioso que se burlara de mi primo.

Le di una mirada compadeciéndome con Daniel.

—Que del caso— apreté su hombro.

—¿Quieres que te lo envíe a tu celular?.

Sonríe, asintiendo con la cabeza.

—Gracias, Lillie, eres muy comprensiva— respondió Daniel, con sarcasmo.

Bueno, ¿qué hay de malo en observar qué tan mal le fue a Dani en su cita?

—No tengo celular, pero puedes enviarlo a mi instagram.

Nicolás conducía sin prestar mucha atención a la calle. Me ponía de nervios.

—Eres una pendejada, Nicolás— Daniel le golpeó el hombro—si alguien lo llega a ver, ni más te hablo— se defendió Daniel.

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