Capitulo 26

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—¿Crees que ella hizo que te acusaran de ladrona?

Que si creía? Estaba muy muy segura que ella tenía algo que ver con la falsa acusación en mi contra, no fueron una, fueron dos. Dos malditas acusaciones que me destruyeron el poco prestigio que me quedaba.

—Pamela dijo que ella hacía lo que quería y que debería abrir mis ojos, ¿que gana ella diciéndome algo que no es cierto? Nada, absolutamente nada. Si ella lo dijo es porque sabe algo, iré a preguntarle.

Iba a salir de mi habitación. Santiago me detuvo.

–No, creas en lo que Pamela te diga, o te recuerdo que te culpo de su caída?

Bueno ese era un punto en contra de Pamela.

—Y si esta diciendo la verdad? Si esta vez ella está tratando de ayudarme?

Santiago cerró la puerta, que estaba entrecerrada.

—La ultima vez que trato de ayudarte, te recuerdo lo que termino haciendo y a quienes termino dopando?— Santi tenía muchos puntos en su teoría.

Pamela solo me estaba molestando, como siempre.

—Ya, ya...—Pensé y pensé, dando vueltas por toda la habitación— y si esta vez si esta diciendo la verdad?

—No hay manera de saber si está mintiendo.

Me mordí las uñas, dandole más claridad a mis pensamientos.

—Llamaré a mis padres, no, no puedo quedarme con esta espinita, no hasta saber la verdad.

—¿Puedes hacerlo cuando amanezca?

Me negué, estaba nerviosa y me inquietaba descubrir la verdad.

Mire por la ventana, aún no estaba totalmente claro, pero, ya faltaba poco para que lo estuviera.
Volví al teléfono y marqué el número de mis padres.

—¿Mamá?—hablé por el teléfono, estaba en altavoz.

—Melina, ¿estás bien? ¿Por qué llamas a estas alturas de la madrugada?— preguntó bostezando.

—Por favor no te enojes, pero tengo una duda, muy dudosa, que no me dejara dormir hasta saber.

—Dime, cariño— dijo intranquila— ¿que ha pasado?

—Aún nada preocupante— dije con más tranquilidad—¿Carla alguna vez conoció a tu madre?

Carla era una amiga muy cercana, ella vivía a dos cuadras de la casa de mis padres. Nuestra amistad era muy rara, ella era la tranquila y yo la arrebatada, casi siempre estábamos discutiendo por nuestras diferentes opiniones. Días antes de que me exiliaran del pueblo, le comentaba lo mucho que detestaba las mentiras y que odiaba tanto al profesor de matemáticas que podría ir y secuestrar su preciado libro de álgebra, ella dijo sin preocupación "Tranquila, así es la vida Melina, un día estás feliz, el otro quieres matar a todos, no siempre se puede vivir en paz". Fue la primera vez que la oí decir eso, luego, se distanció de mí y no volví a conversar con ella.

—¿A que viene la pregunta? ¿Que hizo mi madre?

—Te lo contaré luego, ¿puedes responder mi pregunta?

Mi padre susurro algo que no entendí y mi madre bufó.

—No, ella no conoció a tu abuela.

No insistí en indagar más sobre el tema, mamá era muy buena recordando este tipo de cosas. Me disculpe y luego me despedí.

—¿Eso es bueno?— Santiago preguntó con media sonrisa en el rostro, al no tener una respuesta la quito.

No, claro que no era bueno.

—Necesito la computadora de Daniel, ¿estará despierto?

—Iré a buscarla—dijo Santi, ofreciéndose a ir por la computadora.

Demoró cinco minutos en volver y no traía una cara normal y pacífica, parecía aterrado.

—No imaginas lo que tuve que hacer para traer esta computadora.

Su cara de espanto, me lo afirmaba.

—Tampoco quiero saber.

Encendí el aparato y espere a que se actualizara, entre en el navegador y entre en mi segundo instagram, este era precisamente para momentos como estos, momentos de stalkear a todos.

—Claro, tu otro instagram— dijo con normalidad, al ver la extrañeza de mi rostro, tosió y volvió a hablar— quiero decir, ¿tienes otro instagram?... wow, que loco.

Ignore eso y seguí con mis asuntos más importantes.

—En este sigo a todo el mundo, sin que sepan que soy yo— nadie dudaría de una jovencita devota—además, el otro me lo suspendieron por compartir un meme de un gatito— aclare.

Entre y empezó mi camino del stalkeo, mire cada perfil de todos los adolescentes del pueblo, encontré a Carla, la muy hija de Lucifer, tenía su instagram privado. Recurrí a mi segunda opción.

Localizar a Perry.

Perry, una chica del pueblo, tenía una gran fama por saber todo con pelos y detalles, tenía un perfil especial de chismes, un par de veces colaboré con ella.

Sonreí, recordando aquellos tiempos.

—¿Melosa?—contesto, riéndose—esperaba a que llamaras. Cuéntame, ya encontraste la respuesta a tu pregunta?

Si, era de esperarse, la mujer sabía y veía todo, nunca le pregunté cómo estaba enterada de todo y a cualquier hora del día.

—Hay un par de cosas...que quiero saber.

—A caso esa cosita que quieres saber se trata de ¿Carla?

—Aún me asusta la rapidez que tienes para enterarte de todo.

—Eh, digamos que mi novio duerme en tu casa, tus padres le permitieron quedarse por un par de días, me comentó que te escucho preguntando por Carla y tu abuela, ¿cuál es la pregunta?

—¿Sabes quien me inculpó de robar en el colegio?

—Si, subí un par de historias explicando cómo te inculparon, creí que lo habías visto.

—¿Yo? No, estuve sin computadora por algunos días—busqué en el perfil, buscando la famosa historia—no la encuentro en tu perfil.

—No, denunciaron la publicación, según los reglamentos de Instagram, irrumpió con las reglas.

—Bien y ¿quien me inculpó? Y ¿como?

—¿Recuerdas a Luigi? El se encargó de cambiar los videos, un día que entraste a la sala de maestros y lo puso como video actual, cuando revisaron las grabaciones estaban viendo grabaciones viejas.

Eso fue todo?

–¿En serio? ¿Y que le hice a ese chico para que me arruinara de esa forma?

—La pregunta correcta es que le hiciste a Carla? Ella le prometió una cita al chico, si él cambiaba los videos.

—¿Carla? La Carla que consideraba mi amiga?

—Eso mismo, creí que ya sabias todo esto, incluso ella está saliendo con Lucas, tampoco sabias?

—¡No! ¿Como es eso?— casi me caía de la cama, con las buenas nuevas, no tan buenas.

—No lo se, ahora nadie habla con ella, su padre hizo negocios con una mujer muy importante del país, se dice que le pagó muy bien, pagaron todas sus deudas e incluso pagó toda la carrera universitaria de Carla y sus hermanos, desde ese día, se le subieron todos los aires de gente con dinero, ya sabes, les apesta el pueblo.

Santiago estaba muy entretenido leyendo chismes antiguos del perfil de Perry. Me mostró una foto en la que aparecía Perry y yo. Ese día habíamos escrito un gran chisme de importancia en aquel momento, esa foto fue significativa, ambas teníamos una taza con café en las manos y un sombrero en nuestras cabezas.

—Como se llama ella mujer?—Volvi al tema principal y de mi interés.

—Te estoy enviando la captura de pantalla del cheque que recibió el hombre... no me preguntes cómo fue que conseguí esa foto.

—No lo haré.

Mi corazón latía rápidamente, sentía un gran vacío en el estómago y al ver el nombre en el recibo mis ojos ardieron con rabia, estaba completamente enojada y llena de ira, la bilis se me subió.

—Perry, tengo que irme, pero, pronto te escribiré porque haremos una nueva colaboración— dije hablando con enojo.

—Me encanta ese tono decisivo. ¿De que hablaremos y de quien?— preguntó con curiosidad e intriga.

Sonreí viendo la foto del portarretrato, que estaba junto al de las fotos más importantes en mi vida.

—Hablaremos de la controladora vida de Victoria Bernadette, Carla Gisel y Lucas Gregory, adiós.

Corte la llamada e imprimí todas las fotos que Perry me envío. A eso le llamaremos evidencia.

—¿Quién es V. B. F Ward Lewis?— Santiago inquirió, ojeando toda la evidencia con ojos abiertos de interés.

—Es mi abuela.

Y ella y yo, teníamos que hablar seriamente.

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