Capitulo 27

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—Lillie— se interpuso en mi camino— Lillie no hagas nada... estás muy enojada, es muy comprensible, pero es mejor si te calmas un poco.

—Déjame pasar— pedí, tratando de no tumbarlo de un golpe.

—No, no lo haré— dijo decidido.

—Hazlo— volví a pedir.

—Bueno y si mejor nos calmamos un poco?— preguntó con una pequeña sonrisa en su cara.

Maldita sonrisa hermosa y perfecta.

—Me parece— respondí.

El asintió, más relajado, llevándome de vuelta a mi habitación. Una vez ahí, cuando el entro, yo cerré enseguida, dejándolo encerrado y solo.

—¡Lillie!— fue lo ultimo que oí antes de seguir con mi camino.

Abrí la puerta y la tire con fuerza, entrando a la habitación de Victoria, sin tocar o pedir permiso, al entrar cerré con llave, quedándome a solas con la anciana.

—Lillie— la mujer volteó rápidamente—te creía dormida.

¿Dormida? ¿Que tan ingenua creía que era?

—No, estaba buscando respuestas. Sabes crei que las personas cambiaban o intentaban hacerlo... tú eres un claro ejemplo que no todos pueden hacer un cambio.

—Lillie, vete a dormir es muy tarde y estoy cansada.

¿Cansada? Cansada estaba yo, de ser su títere.

—No, no me voy hasta decir todo lo que quiero.

Ella al ver mi enojo, señaló el sillón, invitándome a sentar.

—Entonces empieza.

—¿Sabes? Hace poco me culparon injustamente de robar, al principio creí que era una simple confusión pero con una cosa y la otra, lo olvidé— la abuela oía con interés—Olvide averiguar y dar con la verdadera razón de todo, no fue hasta hace poco que Pamela me dio a entender que eras la culpable de todo.

La abuela río un poco, haciéndome parecer loca.

—¿Pamela? Cariño, te hace falta dormir más, ya andas delirando.

¿Me creía tan ingenua?

—Encontré que Carla, la chica a la que llame mi amiga, fue quien me inculpó y ¿adivina quién estaba detrás de todo esto? Tú— la señalé—le pagaste a la familia de Carla y luego ella hizo lo que quisiste, me arruinaste—agarre un adorno de porcelana, lo tire contra la pared—eres una mentirosa, manipuladora— contaba con mis dedos—y controladora, todo se hace a tu voluntad.

—¿Cómo lo sabes? ¿Quién te dijo?

—Eso es lo único que te importa, lo único que te interesa es saber quien te delato. Adivina no eres la única que sabe informarse, porque tampoco soy tan estúpida para quedarme con la intriga de saber que la bruja, si la bruja de mi abuela fue capaz de hacer todo esto.

Gritaba con fuerza, tirando todo al suelo, me enojaba, me mataba de ira encontrarme en esta situación.

—¡Ese no!—gritó cuando agarre un jarrón, se veía muy fino y costoso, lo tire, rompiendo una ventana—¡Lillie estás enloquecida! Esas eran las cenizas de tu abuelo.

—Bueno, eran... ahora estarán volando libremente, lejos de ti— exclame con enojo— y no, aún no me has visto loca.

—Lillie, estás confundida—comentó tratando de calmarme.

Dorothea y Daniel insistían en que les abriera la puerta, la remecían con esperanzas de que abriera.

—¿No sabes? ¿No sabes de donde saque la verdad?

Tire los papeles de evidencia al aire.

—Ahí está la evidencia, eres un ser despreciable—gritaba por toda la habitación, encontré unas tijeras—mis padres te estaban perdonando y vas y tiras su bondad por la basura. No te importa siquiera un poco.

Me acerqué a ella, quería volarle todo su delicado y tratado cabello, agarre las almohadas y las corte en miles de pedazos.

—Lo hice, si— admitió, tomando toda mi atención—quería reforzar nuestro lazo, después de lo de Beth, ni mi hija ni tu quisieron venir o pasar tiempo de calidad.

—Te atreves a decir eso, cuando todos sabemos que Beth murio por tu culpa, eres la única culpable y eso lo llevarás hasta tu último respiro.

Mi rostro ardía, sentía toda la sangre en la cara, quería seguir rompiendo todo lo que veía a mi paso, patee un sillón.

—Se de lo que soy culpable, pero no me puedes culpar por querer tener a mi familia junto a mi, estoy envejeciendo... sola.

—Y lo seguirás haciendo— sentencie.

Dorothea abrió la puerta, guardando la llave en sus bolsillos. Daniel y Santiago vinieron para alejarme de Victoria, quien limpiaba una lágrima, silenciosamente estaba quita en una esquina.

—Cosechas lo que siembras. Mis padres no te perdonarán esto y yo tampoco.

—Lillie, por favor deja de gritarle a nuestra abuela—Daniel me grito.

Me solté del agarre de ambos y me alejé de ellos.

—¡Mi nombre es Melina! ¡Melina! Grábenselo en la cabeza de nuez que tienen y—mire a Victoria—quiero que me dejes a mi y a mis padres en paz.

Salí de la habitación, tumbando todo y a todos, corrí a mi cuarto, guarde todo lo necesario en una mochila y luego salí cerrando fuerte.

—Lillie, por favor, déjame explicarte las cosas—Gritaba Victoria, persiguiéndome por las escaleras.

Me pegue un buen resbalón, al terminar de bajar las escaleras, es que acaso no podía salir de esta casa, sin que me pasen cosas malas a cada instante.

—Señorita— Dorothea llamó— no se vaya, escuche a su abuela.

Dorothea se plantó en la puerta, negándome el paso, quería quitarla pero no podía con tal peso.

—Si no me dejan salir, llamaré a mis padres y a la policía y a todo aquel contacto que se me atraviese!—advertí.

—Lillie, no lo hagas. Primero déjame explicarte todo— pidió la mujer que era mi abuela.

—¡No! No voy a caer enredada en tus nuevas redes llenas de mentiras, desde que te vi, no has hecho más que mentirme en mi propia cara.

—Si, no lo negaré, al menos deja que te explique.

—No, no quiero que me expliques nada.

—Dorothea, aléjate de la puerta— pedí, ojeando la sala.

Estuve a punto de coger un jarrón muy peculiar con punta, no me fue necesario porque Dorothea entendió y se alejó por su propia voluntad. Abrí la puerta pero ahí estaba un anciano, con cara de malo y de maton.

—Oh, Victoria ¿ya empleas a jovencitas?—comentó de forma sarcástica.

El anciano pasó y me hizo a un lado. Quería decir " disculpa estás arruinando mi salida triunfal".

—¿Abuelo?—Daniel susurro, estremecido con el hombre que tenía en frente.

—¿Abuelo?— dije aún sin entender—creí que nuestro abuelo estaba muerto.

Victoria hizo gestos y Dorothea comprendió, me fue arrastrando de vuelta, nos arreaba como vacas.

—¿Ese era el abuelo?—Daniel seguía impactado.

—Si—respondió Dorothea.

—Y qué ¿resucitó o algo por el estilo?— pregunté al borde de la demencia.

Esta familia estaba peor que yo.

—Cariño, ¿tus padres no te lo contaron?—me habló Dorothea.

—¿Contarme que?

Todos incluido Santiago, me veían de una manera muy loca, como si no supiera lo que es obvio.

—¿Que fue lo que mis padres no me contaron?—pregunté mirando a las tres personas en frente.

Dorothea nos hizo pasar a la habitación en la que pasaba casi todo mi tiempo.
Cerró con cerrojo y cerró las cortinas, luego volvió a nosotros y nos hizo sentar, mientras veíamos cómo sacaba todas las prendas que guarde en mi mochila de huida.

—Se que no debo decirles esto, creo que es mejor que su abuela les aclare todo, en especial a Lillie.

—Puedes esclarecer este asunto, soy la única que recuerda que estaba a punto de irme cuando llegó ese señor? Aún quiero irme, lo único que me detiene es la curiosidad.

Dorothea se preparó mentalmente y luego volvió a mirarnos, tenía esa cara de "aquí les va el cuento".

—Resuelta que el señor si es el abuelo, pero sólo de Daniel y Pamela. Es padre de la señorita Merly, pero no de la señorita Aurora. El señor recién acaba de salir de la cárcel.

—¿Acabó de decir cárcel?— bueno, ya estaba muy aterrada.

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