Capitulo 53

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Música.
Alcohol.
Gente.
Y más alcohol.

El lugar era grande y estaba rebosando de gente, ya llevaban dos veces que me pisaban el pie, claro que mis quejidos no se oían con tremendo volumen de la música, estaba muy buena, eso si.

—¿Quieres bailar? —un hombrecito de sombrero rojo se acercó a Pamela.

El era como un animal muerto de hambre, bueno, al menos de esa forma él veía a Pamela.

—Y quien eres tú? —mi prima preguntó levantando sus cejas.

El chico sonrió coqueto, puso sus manos en la cadera.

—Posiblemente el chico de tus sueños —respondió.

Yo quería reírme fuertemente. Corrección, lo hice. Me gane la mirada egocéntrica del chico.

—Yo, bueno... claro, porque no? —preguntó Pamela ya divertida.

Fruncí el entrecejo.

—Porque no lo conocemos, ¿quieres otra razón? —dije yo.

El chico me miró con desdén.

—Así empieza todo lo bueno —me respondió.

Un poco más y me sacaba la lengua.

—Ya vuelvo, niñas —Pamela se levantó de su silla.

Yo me entrometí entre ambos.

—No, no puede ir a bailar y no irá a bailar contigo—Le dije de una manera grosera —¿que te crees? ¿Que no he visto las burlitas que nos has hecho desde que llegamos? Date la vuelta y vete a fastidiar a alguien que tenga la paciencia y el tiempo de atenderte.

El chico sonrió burlón.

Algo en mi interior decía: "Golpéalo, golpéalo"

—Bien, bien —levantó sus manos —me voy. Ustedes se lo pierden.

Me di la vuelta y me encontré a Pamela con los ojos entrecerrados.

—Me acabas de dañar la cita.

—Que cita, ni que ocho cuartos —volví a mi puesto —que no recuerdas que terminaste una relación, ten un poco de respeto.

Pamela empezó a reírse divertida.

—¿Desde cuando estás de parte de Elio?

Entrecerré mis ojos, negando.

—Estas de malhumor —Jenny habló —deberíamos soltarnos un poco e ir a bailar.

Pamela bufó aburrida.

—Es porque no te responde tu chico.

Negué rápidamente.

—No, obvio que no —me exalté —de hecho, es porque tú y yo deberíamos estar en casa, escuchando la cosa tan importante que nuestros padres nos iban a informar.

Pamela que estaba bebiendo casi se atraganta con la bebida, pero como era Pamela, prefería atragantarse en silencio mientras guardaba postura.

—¡Lillie! —se aclaró la garganta, algo roja —como crees que voy a olvidarme de cosas como esas.

Jenny asintió.

—Es la boda de sus padres, como se va a olvidar.

Asentí mientras bebía de mi limonada.

—Ajá, Jenny parece que me conoce mejor que tú.

Voltee mis ojos.

—Si ya tanto dices acordarte, puedes decirme de lo que iban a hablar?

Pamela asintió muy decidida pero al final de varios segundos suspiró.

—Ya, está bien, puede que me haya olvidado de eso—me levante victoriosa —no vayas a decir: "Lo sabía".

Volví a mi puesto y me crucé de brazos.

—No, no iba a decir eso, pero volviendo al tema importante, son las —mire mi celular —ocho y media de la noche... nos van a matar, nos querían en casa a las siete y cuarto.

Me levante recogiendo mis cosas rápidamente.

—Llamaré un taxi —informé.

Pamela y Jenny se levantaron rápidamente, para detenerme.

—Alto, no pueden irse —Jenny dijo.

—Lo estamos haciendo —le informe —fue lindo pasar la tarde con ustedes pero ahora debo pasar la noche con mis padres y los regaños que me van a dar.

Pamela abrió sus ojos, asustada.

—Mejor me lo hubieras recordado mañana.

—Si, mejor.

—Alto, no es momento de discutir, es momento de festejar... por nuestro cambio.

Todas nos quedamos quietas.
No podía ser cierto, me estaban convenciendo para que me quede y estaba funcionando.

—Si, estos cambios no se hacen todos los días —Pamela dijo, también tratando de convencerse.

Jenny asintió.

—Además, ustedes ya están metidas en problemas desde hace mucho...

—Cierto...

—Y si mejor le avisas a la familia y no quedamos bailando? —continuó Jenny.

—No, eso será imposible...

Cinco minutos más tarde...

—¡HACE MUCHO CALOR! —Jenny gritaba.

La música a todo volumen, era de hecho muy buena. Todos estábamos bailando y saltando ante la canción.

—Chicas, ya vuelvo —Pamela informó.

Un universitario se acercó para bailar con mi prima, coqueteándole muy interesado. Pamela no se negó y esta vez tampoco me entrometí.

—Solo somos tú y yo.

Jenny y yo nos tomamos de la mano para bailar juntas.

Me aseguraba a mi misma, que sería la última canción que bailaría y luego nos iríamos, hasta que lo olvide y seguí bailando con un chico muy tímido, que me había encontrado cerca de los baños. Ir al baño era el plan perfecto para ir a avisarles a mis padres donde estábamos, al menos pude hacerlo, ya que termine descargando la batería del celular. La batería estaba muerta, como yo con dolor en las piernas de tanto bailar y menear el esqueleto.

—Es difícil seguirte el paso, bailas muy bien —decía el chico.

El tenía lentes y me parecía tierno, amable, pero muy descoordinado para seguir mis pasos.

Todos bailábamos, bebíamos y cantabamos, gritando a todo pulmón.

Una chica que desconocía su nombre, se acercaba a la mayoría para ir y decorarlos con accesorios muy divertidos. Me puse el sombrero de vaquero que me ofreció. El diseño era como la piel de la vaca y alrededor de mi cuello envolví una tira de pelusa negra.

—Chicas —dijo ella —en unos minutos empezará el karaoke, ustedes podrían participar, tienen muy buena voz.

Nosotras sonreímos alagadas pero nos negamos.

—Eso no es lo mío —le aclaré.

—Podría serlo. Que disfruten.

Y se marchó a seguir repartiendo sombreros.

—Levanten las manos los que están solteros —Habló el dj por medio de su micrófono, alborotando al gentío.

Jenny me obligo a levantar la mano al igual que ellas lo hacían, yo solo podía reírme y seguir bailando.

—Esto es muy divertido —grité mientras brincaba con mi compañero de baile.

—Deberíamos salir a bailar más seguido —decía el chico —tu prima se la esta pasando bien.

Mire a Pamela, estaba a punto de besarse con su compañero de baile.

—Al parecer si —respondí divertida.

El chico me hizo parar de bailar.

—Y si hacemos lo mismo que tu prima?

Me detuve, jadeando.

—¿Tu, yo?... te refieres a...

—¿Besarnos? —completó por mi —si.

Carraspee.

—Bueno, eres un desconocido y no sé si...

Fui interrumpida por Nicolás, que me empujó suavemente. El no se fijó en mi, estaba mirando a Pamela.

—¡Pamela! —soltó enojado.

Si las miradas mataran, Pamela estuviera ya en su sepelio.

—Y bueno, quien quería besar a quien? —la voz de Santiago llegó a mis oídos.

Me volteé asustada, encontrándomelo. Casi choco con su pecho si no fuera por mi compañero de baile que me agarro a tiempo.

—Oh —dije sorprendida —Bueno, se nos unen a la fiesta... ¿o no?

Santiago se veía algo intimidante.

—Lillie, seguimos en lo que estábamos.

Santiago se cruzó de brazos.

—Oh, acabo de interrumpirlos? —Santiago habló dirigiéndose a mi compañero de baile.

El asintió.

—Estábamos en algo importante, pero podemos retomarlo.

Decía con valentía.

—No, mejor no —le dije yo —voy por algo de beber, que diga, voy por agua para beber, agua, sólo agua.

Intentaba alejarme de mi compañero de baile y dejarlo solo a su suerte con Santiago, pero me choque con Pamela y Nicolás, ambos discutían.

—¿Que haces aquí? —Nicolás preguntó enojado —dime que eso que traes en la cabeza es una peluca.

Pamela le reviro los ojos.

—Estábamos festejando de nuestra libertad — Pamela arrastraba las palabras con lo ebria que estaba —¿qué haces tú, aquí?... ¿te gusta lo que hice con mi cabello?

Nicolás se rascó la cabeza, sin saber que decir.

—Entonces festejando de su libertad. —Daniel repitió con seriedad mirando a Jenny.

Mi compañero de baile me siguió, el estaba confundido, no sabía qué decir, pero si que hacer, ya que me tomo la mano. Lo solté rápidamente.

—Adiós, nos vemos luego —le dije al chico.

Él entendió y se marchó, volví a mirar a los chicos. Estaban los tres, no podía creer que estuvieran aquí, aunque era evidente ellos eran como el perro, la pulga y la garrapata, unidos hasta para ir al baño.

—Dijiste que estarías en tu casa —Dani le hablaba a Jenny.

—Pero en mi casa a la medianoche —le respondió ella divertida y extasiada de adrenalina.

Mire hacia Pamela.

—Pero te lo has tinturado —Nicolás le hablaba a Pamela, tratando de que entendiera la magnitud de los hechos.

—Si, claro que se que me he tinturado el cabello, ni que fuera estupida para no saberlo, quítate si, estaba en cosas muy importantes hasta que llegaste a arruinarlas.

La cabeza me daba vueltas.

—Lillie —Santiago habló —me preocupé mucho al ver que no respondías mis mensajes y llamadas —susurró con un tono frío y gélido.

Estaba pensando que la había regado y mucho. Todas ya estábamos metidas en un lío.

—Se apagó mi celular —respondí.

Santiago pretendía responder algo, se detuvo cuando la música se detuvo a raya.

—Y ha empezado la hora de cantar y la primera en participar es Lilian —dijo el dj, confundido —lo siento, es Lillie. Lillie, sube al escenario.

Mire a todos confundía y perdida. Entonces me di cuenta de la malévola sonrisa que tenía Jenny.

—Es tu momento, te he anotado cuando la chica preguntó —dijo ignorando a Daniel.

Pamela también ignoró a Nicolás y se acercó alegre.

—Vamos, prima de mi corazón. Saca la cara por nosotras y consigue muchos galanes.

Sonreía divertida, al contrario de Santi que parecía que se desmayaría en cualquier momento.

—Lillie, es muy tarde, es hora de irnos —dijo.

"No te dejes mangonear por un hombre" —fue lo que dijo la peluquera de las chicas.

—Última llamada para Lillie o sino lo tomaré como que está en el baño vomitando.

—Lillie —susurró Santi.

Estaba a punto de ceder ante sus súplicas, pero no lo hice en el momento en que vi a Camila.

—¿Que hace ella aquí? —pregunté disimuladamente.

Santiago volteó y la observó acercarse.

—Ha venido con nosotros —comentó —vamos, los dejaré a ellos aquí y te llevaré a casa.

Quería agarrarle del cabello en cuanto se acercó a Santiago y lo tomo del brazo, como si fuera a perderse. Quería agarrarle del cabello y gritarle "ASÍ QUE TU ERAS LA QUE LE COQUETEABAS A MI NANDITO, MALDITA LISIADA!". Me contuve porque no seria lo suficientemente buena como Soraya Montenegro.

—Estoy bien aquí —le respondí con seguridad.

Suspiró y me alejó de las chicas que también discutían con los chicos. Camila no dejó de mirar hasta el último segundo con su sonrisa de inocencia.

—Cuando intenté llevarla a su casa, Nicolás apareció y de pronto se hicieron muy amigos y él insistió en traerla. Sólo es eso.

Quería matar a Nicolás.

—Bien por ustedes —dije lo más normal posible.

—¿Estas enojada? —preguntó pero yo no respondí —Vamos, quiero llevarte a tu casa.

Lo ignore a él y a sus súplicas.

—Lillie, ¿vas a subir si o no? —Preguntó Pamela.

La mire unos segundos y luego a Santiago.

—Aquí estoy —grité y el público se abrió dándome paso para llegar al escenario.

—¡Esa es mi prima! —gritó Pamela ignorando a Nicolás que quedó totalmente confundido cuando me vio caminar en dirección al escenario.

Subí al escenario y recibí el micrófono del Dj.

—Y aquí nuestra primera cantante... esperemos que no nos rompa los oídos.

Sonreí divertida y los demás también.
Le di indicaciones al Dj de qué canción iba a cantar.

—Una decisión muy interesante. —me dijo el Dj.

Empezó la canción y todos parecían estar confundidos sin adivinar la canción. Y agarre mi micrófono y lo acerqué a mi.

—Comprar un boleto hasta la luna cuesta —empecé a cantar y, entonces todos empezaron a aplaudir y gritar entusiasmados —Para que me ganes no alcanza una apuesta. Mas te vale que a mi no me quieras convencer. Con esa carita de galán de feria. Con esas promesas que parecen serias. No te hagas el sordo escúchame.

Todas las chicas cantaban a mi paso. Los chicos silbaban y aplaudían alabando mi voz. Sonreí divertida.

—Este corazón ya viene y fue de vuelta —seguí cantando —El que se hace el vivo sale por la puerta. Ya no me dediques serenatas de balcón. Yo no pasaría una noche contigo. Que te quede claro si no has entendido. Le cambie la letra a tu canción

Todas las chicas también cantaban o más bien gritaban casi como si estuvieran despechadas. Pamela y Jenny se subieron al escenario y se oyeron más chiflidos. Así que yo no era sólo yo cantando, tenía a mis dos compinches.

—Te puedes ir, no me importa tu billete —mire a Santiago —No hay rosas ni juguetes que paguen por mi amor —y no dejaba de mirarlo mientras hacía con mi mano que podía irse—Te puedes ir a la China en un cohete. Ve y búscate una tonta que te haga el favor

Todos enloquecían en silbidos y gritos.

—Ya no queda nadie, se acabo la fiesta. Deja de fumar que el humo me molesta. Eres la manzana que no quiero ni morder. No me digas que pretendes ser mi amante. Yo no necesito ningún vigilante. Para ti yo soy mucha mujer.

La mayoría grababan nuestro concierto con sus teléfonos. Yo compartía mi micrófono con Pamela y con Jenny, quienes también cantaban la canción con sentimiento.

—Te puedes ir, no me importa tu billete. No hay rosas ni juguetes que paguen por mi amor. Te puedes ir a la China en un cohete. Ve y búscate una tonta que te haga el favor...Te puedes ir, no me importa tu billete. No hay rosas ni juguetes que paguen por mi amooorr.

Terminamos la canción en risas. Miré a Santiago que estaba cruzados de brazos y me encogí de hombros.

—Y la participante número uno y sus bailarinas lo han hecho muy bien, creo que ya son las ganadoras del Whisky al menos que alguien más quiera participar... ¿nadie? Parece que no.

Todos nos aplaudían porque habíamos ganado el premio. Nosotras sonreímos felices.

—¡Alto! —Daniel interrumpió nuestra casi coronación de ganadoras —Nosotros también cantaremos.

Y eso entusiasmó a todos.

¡Traidores!

No había más público traicionero como estos de aquí.

Nicolás se preparó haciendo sonidos raros y siguió a Daniel que pasaba a nuestro lado, mirando drásticamente a Jenny. Nicolás miró por encima a Pamela para luego susurrar.

—Escuchen y aprendan, novatas —nos molestó y siguió.

El último en pasar por nuestro lado fue Santiago. Creí que se negaría a subir al escenario pero aquí venía. Con su caminar de modelo y su cara de ángel. Ni siquiera dijo algo, sólo paso a nuestro lado ignorándonos, mientras le sonreía a las chicas que lo fotografiaban.

Maldito.

—Quiero matarlos —susurró Pamela.

—Queremos —corrigió Jenny.

—¿Y qué tal si les cortamos la luz? —pregunté con maldad.

Las dos me miraron como si estuviera loca.

—¿Qué? —pregunté ofendida —se lo merece, él me ignoró.

—Como no te va a ignorar, si le dedicaste una canción donde quedaba como el malo.

Me encogí de hombre.

—Bueno, parece que es muy frágil, yo solo le aclaré que podía irse a la china en un cohete.

—Y qué hay con eso de "para ti soy mucha mujer"?

—Ay, no se hagan. Ustedes también cantaron esa parte con mucho entusiasmo, diría que se las estaban dedicando a Nicolás y Daniel.

Ambas se encogieron de hombros.

—Yo si lo hacía.

—Yo también y fue muy divertido —comentó Jenny.

Nosotras nos reímos como cómplices en el crimen.

—Será mejor si nos quedamos —Pamela comentó al ver a los chicos subir al escenario —quiero ver cómo se le salen los gallos a Nicolás.

Me reí divertida.

—Querrás decir la granja entera —la corregí.

Las tres volvimos a reír y nos ganamos una mirada de odio de un grupito a nuestro lado. Estábamos distraídas riéndonos hasta que empezó la música.

—Cada blanco en mi mente —empezó Daniel —Se vuelve color con verte.

—Y el deseo de tenerte. Es más fuerte, es más fuerte —Cantaron los tres a mismo tiempo.

Las chicas gritaban haciendo barra. Mientras Pamela, Jenny y yo nos quedamos boquiabiertas.

—Solo quiero que me lleves. De tu mano por la senda. Y atravesar el bosque. Que divide nuestras vidas —Cantó Nicolás bailando seductoramente al público.

—Hay tantas cosas. Que me gustan hoy de ti —Santiago cantó mirándome.

¡Cantaban muy bien!

—Me enamora —cantó Daniel y Nicolás.

—Que me hables con tu boca —siguió Santiago.

—Me enamora—siguieron los otros dos.

—Que me eleves hasta el cielo

—Me enamora

—Que de mi sea tu alma soñadora. La esperanza de mis ojos. Sin ti mi vida no tiene sentido. Sin ti mi vida es como un remolino. De cenizas que se van, ooooh. Volando con el viento.

Santiago dejó el micrófono y se dedicó a bailar.

¡Maldita sea!

Esto era candente. Todas las chicas gritaban.

—Pero —balbucee —me acaba de dar fiebre, Jenny tócame, tócame la frente.

Jenny estaba embelesada observando a Daniel, así que tuve que remecerla.

—¿Que decías? —preguntó atontada.

Perdí el enfoque al oírlos cantar de nuevo.

—Yo no se si te merezco. Solo sé que aun deseo. Que le des luz a mi vida. En los días venideros. Léeme muy bien los labios. Te lo digo bien despacio. Por el resto de mis días. Quiero ser tu compañía. Hay tantas cosas. Que me gustan hoy de ti.

—Me enamora

—Que me hables con tu boca —cantaba Santiago, tocándose la boca.

—Si, tengo mucha fiebre —deduje.

—Me enamora

—Que me eleves hasta el cielo.

Pamela salió de ese shock en el que seguíamos y se acercó para tocarme la frente.

—No, no tienes fiebre —me alivie —solo es la calentura de ver bailar a Santiago.

Esto era mucho peor.

—Tu diagnostico apesta —susurre sin quitarle los ojos a Santi.

—Me enamora

—Que de mi sea tu alma soñadora. La esperanza de mis ojos. Sin ti mi vida no tiene sentido. Sin ti mi vida es como un remolino. De cenizas que se van, oh.

Ellos bailaban increíble.

—Me enamora

—Que me hables con tu boca

—Me enamora

—Que me eleves hasta el cielo

Nicolás se quitó la camisa, haciendo que las chicas gritaran fuertemente.

—Me enamora

—Que de mi sea tu alma soñadora. La esperanza de mis ojos. Sin ti mi vida no tiene sentido. Sin ti mi vida es como un remolino. De cenizas que se van, oh

—Volando con el viento—cantaron todos juntos.

Y así termino la canción. Todos aplaudieron y hasta silbaron contentos.

—¿Donde estamos? —Jenny preguntó aún aturdida por tremenda presentación de los chicos.

—Yo diría que en el cielo —respondí.

—Yo diría que en el infierno, esto está candente.

Aún estábamos como los demás, asimilando todo el show.

—Y ahora falta saber quien es el equipo ganador.

Les fallamos. No ganamos por culpa de la gente traidora que se hacía pasar por nuestro público. Ganaron los chicos, pero sabemos que hicieron trampas solo con un par de risitas, camisetas voladoras y nalgas redondas meneándose, fueron astutos al utilizar esa técnica ya que conquistaron al público, mientras mis chicas y yo cantamos con el alma.

—Ellos se lo pierden —dije algo picada.

—Pues que se metan su whisky barato por el—Pamela decía, pero un chico se chocó con ella.

Pamela se tambaleó y retrocedió, empujándome y yo empujando a Jenny. Terminamos todas tendidas en el piso.

—Levántame que mató al desgraciado que me empujó —dije acumulando ira —creo que me hice un chichón.

Los chicos llegaron a nosotras queriendo ayudarnos a levantar. Nicolás ayudó a Pamela y la sacó del lugar.  Jenny parecía reacia, rebelde y ponía resistencia, discutiendo con Daniel quien logró convencerla y sacarla del lugar a punta de tropiezos. Quedamos Santiago, Camila y yo.

—Ustedes también cantaron bien —dijo ella.

El ambiente se puso tenso.

—Bueno —no sabía que decir o que hacer.

Si, si sabía que decir, solo que no quería.

—Iré con ellos.

Y como milagro de Dios me choque con mi antiguo compañero de baile.

—Veo que te marchas, cantaste como un ángel —decía —¿Puedes darme tu número de celular, Lillie?.

Podía sentir los ojos de Santiago, atravesarme la espalda.

—Por supuesto —acepté —anótalo, es 0

Y hasta ahí llegue porque Santiago me agarro la mano.

—Es muy tarde —me decía pero miraba al chico—tenemos que irnos, Lillie.

Deje que me tomara de la mano para salir de aquel lugar fiestero, podía sentir su rabia, lo enojado que se encontraba y no podía pensar en cual sería el motivo.

¿Había sido la serenata que le di? ¿O mi estupido comportamiento?

Abrió la puerta de su carro y esperó a que me acomodara para cerrarla y volver a su puesto.

—¿Cómo sabían donde nos encontrábamos? —rompí el silencio.

Santiago permanecía concentrando en conducir, evitando agarrar los muros con velocidad.

—¿Estaban ahí por la fiesta? —No me quedaba en silencio.

—¿Quién las invito a la fiesta esa? —preguntó el

—Primero responde a mi pregunta.

—Nicolás vio unas historias de Pamela.

—¿Entonces la estaban vigilando?

—No, no lo se, desde lo que sucedió en ese bar, Nicolás no deja de preguntarse por lo que hace Pamela.

Bien, ahora se preocupa cuando aquel noche la culpaba de todo lo sucedido.

—¿Y tu? ¿Que hacías con ellos?

—Ya te lo dije, estaba preocupado.

No me miraba, aún así podía ver cómo apretaba su mandíbula.

—Y nada más?

—Si, Lillie, ¿que más quieres saber? —esta vez me miró —Estaba preocupado por ti y no, no te encuentro más que bailando con un desconocido que quería besarte.

Estaba furioso.

—¿Ese es el problema? ¿Ahora yo soy la culpable? Te fuiste con una desconocida y no conforme también pasaste el día con ella y a mi, a mi ni un mensaje me mandaste en todo el día —hablaba casi a gritos —pero la única que comete errores soy yo, cierto? ¡Ese chico ni siquiera me quería besar!

Baje el vidrio de la ventana porque el calor de la discusión me tenía acalorada.

—Solo fui amable al llevarla a su casa y lo demás ya sabes.

—Claro, yo también fui amable al aceptar bailar con ese chico, que por cierto bailaba increíble— mentí, enojada y con rabia disfrazada de frialdad —y sabes qué, tampoco me importa tu amiga Camila.

—Estas enojada por que vino con nosotros?

Si, si estaba muy enojada por eso. Demasiado.

—No —dije tajante —¿por qué debería estar enojada si nosotros no somos absolutamente nada?.

Al decir aquellas palabras me arrepentí profundamente, las había dicho con tanta frialdad e indiferencia, que si me lo hubiera dicho a mi, ya estuviera llorando.

—Cierto —respondió él, también con indiferencia.

Al llegar a la casa me baje sin decir ni una sola sílaba. Santiago no me miraba, mucho menos dijo alguna palabra.

No había persona más estupida que la que se encontraba entrando a casa como si no le importara las cosas que había dicho.
En realidad me sentía muy mal.

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