Capitulo 6

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Tres horas pasaron, entre paradas en las gasolinerías, tiendas y pueblitos, ese tiempo nos tomó hasta llegar a la ciudad.
Baje el vidrio de mi ventana, para observar mejor todo lo que venía a mi, al igual que Pepe, el más bien sacaba la lengua y disfrutaba del viento en su cara, yo disfrutaba de los mechones enredándose en mi cara.

La ciudad tenía un aire moderno, era moderno, árboles dividían las calles, habían montón de tiendas y cafeterías, todo era muy lindo.
Me sentía como cuando Shrek llegó a muy muy lejano.

—Queridos padres, pueden recordarme porque no vivimos aquí?

Pregunté muy emocionada y entusiasmada al ver la ciudad.

—Porque aquí vive mi madre.

Las palabras de mi madre, me borraron la sonrisa de la cara.

—Mamá acabas de arruinar la preciosa vista.

Me aparte de la ventana y me puse en medio de los asientos delanteros.

—Tu preguntaste.

—Si, pero no necesitaba la verdadera razón... ademas, creo que nos vendría bien este cambio de ambiente.

Mi padre me miro rápidamente.

—Te vendrá bien a ti, hija. Nosotros preferimos estar un poco más alejados de Victoria.

—Se quedarán conmigo todo el fin de semana hasta que pueda soportar a tu madre?

—No, ni lo pienses, nosotros te dejaremos, si es el caso aceptaremos  un té, nada más.

Abrí mi boca en sorpresa y entrecerré los ojos.

—En serio, en serio no lo puedo creer de ti, Aurora, lo creo capaz a papá pero a ti. Haz roto mi corazón, papá detén el auto, caminare hasta la casa de Victoria, ya que ustedes parecen que solo van a dejar  un saco de basura en esta ciudad y no a su hija, al cuidado de Victoria, Dios sabrá que maldad tendrá en mente para mi.

Mis padres se burlaron de mi dramatismo.

—Ey! No se reían, de verdad soy la única que tiene miedo? Puedo quedarme con Pepe?

Ambos negaron.

—A mi madre no le gustan los perros.-  aclaró mamá, arreglando su cabello.

—Claro, a tu madre no le gusta nada de lo bello que te ofrece la vida, al contrario, prefiere todo lo oscuro y misterioso, tendrá algún animal salvaje como mascota?

Todos nos reímos y pensamos en las posibilidades de que sea cierto.

—Llegamos- dijo papá.

—Aquí vive tu mamá?

Abrí los ojos, mirando con cuidado cada lugar de la casa.

—No lo recuerdas, estabas muy chiquita cuando vinimos la última vez.

Su casa era encantadora, a diferencia de ella.
Era grande, blanca, sus columnas de color cafe y en la entrada había una pileta hecha con piedras, por no mencionar el jardín o las decoraciones en el, bien, la señora tenía muy buen gusto.

Mi padre estacionó el auto, en frente de la puertecita, miento, de la gran e inmensa puerta, es que acaso aquí vivían gigantes?

Mi madre iba a tocar la puerta, pero, podíamos ver a través del cristal de la puerta, que ya venía una señora, no, no esa señora insoportable, era su ayudante o algo por el estilo.

—Buenas tardes, señora Aurora, señor Felipe- saludó a mi padre con educación- pueden pasar, la señora Victoria las espera en el jardín.

Magnifico, Victoria ya nos esperaba, increíble, increíble.

—Gracias Dora. - respondió mi mamá.

Entramos y seguimos a la señora Dora, quien ni se tomó la amabilidad de saludarme. Si, empezamos muy mal.

Caminamos y caminamos entre sus grandes pasillos, eran muchos.

—Señora Victoria, su hija y el esposo están aquí.

La señora Victoria, se levantó de su cómodo sillón y dio vuelta, hacia nosotros.

Un pequeño gesto de asombro apareció en su cara.

—No los esperaba tan pronto.

—En serio? Dora dijo que ya nos estabas esperando.

–Dorothea para ti. Querida nieta, había olvidado lo insolente y deslenguada que eres.

Mire a mi madre impresionada de su comentario, pero esta solo se encogió los hombros.

—Como les fue en el viaje?

—Bien, madre, venimos a dejar a Melina, ya nos vamos, no queremos incomodarte.

Esta vez mire a ambos, creí que se quedarían hasta que estuviera preparada psicológicamente para vivir con esta señora.

—Vas a saludar a la mujer que te dio la vida? - preguntó.

Mi madre sin más opciones, fue y saludó a Victoria, al igual que mi padre.  Ambos me miraron, esperando mi saludo.

Negué.

—Ni lo piensen.

—Hija, ve y abraza a tu abuela.

Mi padre dijo y luego me dio un pequeño empujón. Sin más que decir o hacer la salude.

—Lillie ahora eres toda una mujercita, espero, hayas madurado un poco.

—Prefiero que me llames por mi segundo nombre.

Levantó su mano y la sacudió sin darle importancia.

—Tu primer nombre es Lillie y por ese te llamaré.

¡Ah! Desde ya no la soportaba, era tan cínica y quería las cosas a su manera, al fin de mes, solo una podía seguir cuerda, era ella o yo.

—Pero prefiero que me llames por mi segundo nombre- insistí, perdiendo la paciencia.

—Y yo prefiero llamarte por tu primer nombre.

Ahhh!

—Y yo prefiero-

—Como has estado?- me interrumpió mi madre.

—Igual que siempre.

Agarro una campanilla y la sacudió, molestando con su agudo sonido.

—Dígame señora Victoria.

Apareció en nuestras vistas, aquella mujer rellena de vida y salud, se veía muy fiel a la señora Victoria.

—Dora, puedes traernos té.

—De inmediato, señora.

Levante mi mano.

—Dora, tienes algo de dulce para mi? - pregunté.

—Puedes llamarme Dorothea. La cocinera preparó tarta de chocolate.

—En serio? Ay que delicia- mire a mis padres con entusiasmo- bien Dorothea quiero eso y no traigas té para mi, no me gusta.

Dorothea le pegó una rápida mirada a Victoria, luego asintió.

—Como te iba en la escuela?– preguntó la señora, cruzando sus piernas.

—Mal, me expulsaron en tercer día de la primera semana de clases, como te parece?

Victoria miró a mi mamá, con una ligera mirada de duda.

—Madre no te lo conté por teléfono?- Victoria negó- bueno, pues si, se salió el tercer día, porque nos dimos cuenta que ella educación ahí no era buena.

Mire a mi madre, al ver la gran mentira que salía de su boca como si fuese verdad.

Dorothea llegó con cuatro tazas de té y mi tarta.

Me ofreció la taza con té.

Negué.

–Lillie puedes tomar tu té primero, luego cuando no haya ni una gota de té, podrás comer lo que quieras de esa tarta.

Su mirada dio una orden, me estaba mandado, no podría soportarla tanto tiempo. Mire a mis padres, esperando un poco de ayuda, ninguno hizo algo, ellos preferían no llevarle la contraria, claro sin importarles que yo era el sacrificio.

–Bien!

Sople un poco y luego me bebí todo el té, como un hombre de taberna, sin importar que el líquido quemara mi lengua y todo a su paso, luego tome el platillo con tarta.

—Lillie, eres igual que tu madre en su juventud. - mencionó Victoria.

—Que te puedo decir, aprendí de la mejor.

Me encogí de hombros, ignorando su mirada y comiendo tarta.

—Y donde está su otra hija? - pregunto papá.

—Merly está de vacaciones con su familia, llegan en un par de días, para retomar las clases de sus hijos.

La tía Merly, bueno, no la conocía muy bien, varias veces la veía en los estados del celular de mi mamá y se veía muy elegante y educada.

Todos asentimos, sin saber qué más decir o preguntar.

—Bien, ya podemos irnos a dormir? - dije mirando a mis padres.

—Son las seis de la tarde, imagino que el viaje fue agotador, aunque también ayudo él té de lavanda que bebieron– explicó– Dorothea llévalos a sus habitaciones.

Ah!

Anciana astuta, nos obligó a tomar té para mandarnos a dormir sin rechistar, aunque no me parecía tan mal la idea, ya que mis padres no refutaron y al final aceptaron a pasar esta noche junto a mi.

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