Capitulo 64

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—Hola, buenos días! —salude a mis padres.

—Hija, como ha estado todo por allá?

Mi madre preguntó.

Miles de imágenes vinieron a mi mente, como el secuestro y más cosas.

—Bien, todo muy tranquilo...

Mi madre se sorprendió, moviendo la cámara y dejándome el increíble cielo que se veía.

—¿Que dijo? ¿Ya se metió en problemas? —preguntó mi padre, sin saber que aunque no lo veía, si podía oírlo.

—Dice que todo marcha bien... crees que debemos preocuparnos?

—Claro que si —mi padre le respondió a mamá y apareció en la pantalla con un coco en manos— hola querida hija, cómo estás?

—Muy bien, aunque no sé si ofenderme por lo que has dicho.

—Ah! —se hizo el sorprendido —yo no he dicho nada malo, al contrarío te felicito por comportarte bien, si o no, Aurora?

Mi madre estuvo de acuerdo con lo que decía papá.

Ellos estaban en la playa, bajo palmeras que los cubrían del delicioso sol que se podía apreciar desde la pantalla, estaban disfrutando.

—Y como se está portando mi abuela? —preguntó.

—Eh... ella se está portando como ella misma.

Mis padres fingieron dolor.

—Uy! Esa mujer es como el diablo —dijo papá, ganándose un golpe de mi madre —es la verdad, ahí donde la ves, puede parecer muy indefensa pero tiene para seguir dando guerra. ¿Cómo está pepe?

Pepe, mi pobre pepe, no tenía permitido entrar a la casa, ya que dejaba pelos por todos lados, Mila le prohibió la entrada y lo mandó al jardín. Afortunadamente Pepe era un perro muy inteligente y sabía que no podía comerse ni mearse las plantas queridas de la abuela o ambos estaríamos fuera de esta casa viviendo en la calle.

—Bien, duerme conmigo todas las noches, esta gordísimo.

Aún así, teniendo prohibido la entrada a casa, Pepe se escabullía en la noche silenciosamente. Era un perro muy inteligente.

—Me alegro que esa mujer no lo esté dejando morir de hambre.

—Como vas con la escuela? Espero no estés faltando.

—Ah! Voy todos los días... de hecho se acerca una fiesta de celebración ya que estamos por salir a vacaciones —les chismeaba —tengo que salir, sigan disfrutando de sus vacaciones, bye.

Me despedí y terminé la videollamada.

—Buenos días, Mila. ¿Como amanecieron?

Salude a todos con entusiasmo.

—Bien, veo que amaneciste feliz.

Si, sonreía de lado a lado. Algo me emocionaba, no sé qué era pero ahí estaba, poniendo mi humor por las nubes.

Me gustaba.

Llegamos a la escuela, todos se veían más bonitos y felices, seguro porque se acercaba esa fiesta de la que todos hablaban.

—Buenos días, jovencitos.

Saludo el maestro que reemplazaba al esposo de la abuela.
Todo el día pintaba alegria y tranquilidad. Impresionante que los profesores no dejaron ni una tarea, proyecto, exposición o algunas de esas cosas.

—Quieres ir a algún lado?

Le pregunté a Santi.

—Tengo entrenamiento —a pesar de que yo no podía jugar o entrenar, los demás si —Eres una tramposa, no puedes aprovecharte de mi, al mirarme con esa carita.

—¿Yo? No estoy haciendo nada —fingía inocencia.

—Lo haces y te digo que no va a funcionar.

Santiago dijo con determinación cada palabra.

—No, no iré —se repetía a sí mismo.

Minutos más tarde, estábamos caminando por el parque de la ciudad, era inmenso y lleno de árboles que movían sus hojas, haciendo un sonido relajante. El parque se había convertido en mi favorito desde que lo visitaba acompañada de Santiago. Habíamos descubierto un espacio muy privado que era cubierto por unas rocas y varias plantas, al lado había un pequeño riachuelo que sonaba cuando pasaba por las rocas, incluso se podían observar a los peces nadar. No mucha gente se acercaba a estos lados.

—Seguro Mila se molestará contigo, por llegar tarde.

—No lo creo, ella sigue saliendo muy temprano y llega por la noche... me intriga saber que es lo q esta pasando.

Aún no me había detenido a pensar mucho en lo que Mila hacía. Es que ella era muy misteriosa pero tampoco podía entrometerme en sus asuntos. Aunque me la pasaba repitiendo lo mucho que me estresaba, también debía mantener mis narices en su lugar y no pasarme por encima de la privacidad de mis mayores, en este caso Mila. Además, si algo malo estuviera pasando ella nos los diría.

—Seguro sale con sus viejas amistades.

Me reí, porque no sabía si estaba insultando a las ancianas o si estaba diciendo algo más.

—Dijiste viejas, por que son mujeres de alta edad o porque hablas de sus amistades de años?

Santi pareció caer en el error y sacudió avergonzado y sonrojado.

—Lillie —sonrió apenado —sabes que no me refería a eso. Ven aquí.

Nos acostamos en el pasto, con la vista al cielo, estaba oscureciendo, aún no del todo, pero se podía apreciar la luna y el sol en el mismo cielo. Era de esas pocas veces donde ambos pueden coincidir en el mismo lugar, en el mismo cielo. Era un momento maravilloso, era simplemente perfecto para mi.

—Lillie, hay algo que quiero decirte —Santi habló después de habernos quedado varios minutos en silencio.

Me giré para observar su rostro, parecía muy serio, así que también puse seriedad en el asunto.

—Soy toda oídos.

Santiago se quedó en silencio unos minutos más, luego dudo y negó.

—Nada —negó —Es solo que eres tan hermosa.

Sus dedos pasaron por mi rostro, ubicando una mecha salvaje detrás de mi oreja.

—Eso he oído.

—Y a veces sueles comportarte como una criminal...

—Bien, eso nunca me lo han dicho, pero parece ser un nuevo halago... es creativo, debo admitir.

—Y también eres la chica de mis ojos.

Eso sonó tan bonito que miles de mariposas se retorcieron en mi estómago, no fue algo malo, se sentía bien, increíblemente bien.

—Bien, me alegra que lo sepas. Entonces creo que va siendo hora de definir las amistades que me agradan y las que no.

Bromeé con un poco de verdad.

—Me parece, no me agrada ese tipo de la otra vez...

—No me agrada tu amiguita Camila.

—Por qué no? Ella es agradable.

—Ella es agradable? —repetí incrédula —claro que es agradablemente odiosa. No me cae del todo bien. Es muy perfecta, has visto sus ojos? Has visto su—

—No no he visto —negó —es que ella no me importa.

—Claro que has vistos, ni que fueras ciego, además has visto que es —me interrumpió de nuevo.

—No soy ciego, pero cierta chica de cabello dorado se ha tomado toda mi atención desde que apareció en mi vida.

El agarró mis manos y las besó suavemente.

—Pero es que has visto cómo te mira? No lo sé, no me agrada del todo.

—Estas celosa de ella? Es eso, cierto?

Sus palabras me dejaron perpleja. Si, era cierto, ella me daba celos porque era demasiado bella y perfecta y yo, yo solo era yo. Lillie y nada más. No era la chica más bonita... un momento, quería golpearme la cabeza contra esas rocas o mejor meterme en el agua de cabeza con los peces, yo nunca había sido celosa mucho menos despreciarme o compararme con otra chica. Así no era yo. Me repetí eso muchas veces.

—No... por qué debería, ella es tu amiga y yo soy tu novia. Los papeles están bien repartidos y yo me siento feliz con ello.

—Ya... yo me siento insatisfecho de mi papel.

Yo levante una ceja.

—Eres mi novio, qué papel más esperas?

—Si, pero no me agradó ese tipo de la otra noche.

Yo recordé inmediatamente de quien hablaba.

—Ya... solo lo vi esa noche. Además, si quieres estar más tranquilo —me acerque a su oído —es terrible bailando. Tú también, pero hay una diferencia entre tú y él... a él ni lo conozco y tampoco me interesa conocerlo. Tu eres mi novio, además me dedicaste una canción... bueno, fueron dos... ahora que lo pienso me siento insatisfecha.

Santiago empezó a reírse muy divertido. Se acercó para susurrarme un secreto. Yo de verdad esperaba ese secreto, pero el muy idiota solo fingió acercarse para luego besarme.
Yo acepté sus besos, quien demonios no lo haría?
Cuando nos separamos, lo empuje suavemente.

—Eres un aprovechado!

—Y te encanta este aprovechado, no?

Sus palabras me hicieron reír y sonrojarme como un tomate hirviendo.

—Si, me encantan los aprovechados al parecer... mi psicóloga no estaría contenta de escucharme decir esto en voz alta.

Nos quedamos riendo un rato más.

—Quiero que conozcas a mis padres —dije finalmente.

Tenía miedo, no quería presentarle a mis padres un chico después de lo qué pasó con Lucas, no quería luego pasar por lo mismo y ese miedo me ponía mucho en duda. Quería presentarle a mis padres desde que nos hicimos novios, claro que si, pero repito, estaba muy insegura no solo de Santiago, sino de mi también, pero luego recordé que hablábamos de Santi, de mi dulce novio y que él no haría nada para lastimarme.

—Claro, si eso no te causa mucho pánico —agregue —tendrás miedo de conocer a mis padres?

—Créeme ya los conocí... me parecen unos padres muy interesados en las amistades de su hija.

Ese comentario me dejó completamente desubicada.

—Puedes explicarte?

—El día de la boda, tus padres me rodearon...

—Te rodearon así, de rodear?

—Si, me sentía acechado.

Resulta que mis padres se acercaron pasivos agresivos a Santi, solo para interrogar su relación conmigo.
La verdad no entendí como sabían lo que pasaba entre nosotros, si muchas veces ni nosotros sabíamos.

—Ellos te amenazaron? La última vez que les presenté un chico lo rodearon y hasta lo amenazaron —si, ese chico fue Lucas —si eso pasó lo siento, es que no sabia que mis padres fueran tan peligrosos cuando se trata de chicos.

Santi parecía muy divertido, pero luego añadió seriamente.

—No te disculpes, es más, a pesar de que me sentía bajo amenaza, me gustó la forma en la que te cuidan.

—Lo hacen mucho más desde que... desde que mi hermana murió.

Santi iba a decir algo pero se calló abruptamente. Miramos el cielo por unos minutos más. El silencio que había entre nosotros no me incomodaba en lo absoluto.

—Lillie —dijo tomando mis manos —yo quiero decirte que.

Estaba prestándole atención a mi novio, hasta que escuché mi nombre.

—LILLIE —Jenny gritó desde el otro lado del parque —LILLIE.

Jenny y Pamela se acercaban riendo, traían bolsas de compras. Detrás de ellas venían Daniel y Nicolás, bebiendo unos batidos.

—Como supieron que estábamos aquí? —pregunté algo curiosa. Mire a Santiago —ibas a decirme algo?

Santiago dudo pero al final negó, de nuevo.

—Chicos, hay una casa de terror aquí a la vuelta, queríamos entrar pero luego Daniel dijo que ustedes estaban aquí y decidimos venir a invitarlos —Jenny aclaraba.

Daniel miró inmediatamente a Santiago, casi pidiendo disculpas. Nicolás no parecía estar muy contento. Pamela nos observó atentamente, como si fuera a descubrir algo en nuestras miradas.
Entonces, Pamela entendió algo que yo no pude comprender. Le dio una mirada a Santiago, también disculpándose. Las únicas que no parecíamos saber de lo que se decían con las miradas era Jenny y yo.
La primera ni siquiera se había dado cuenta de lo que pasaba, y yo, yo estaba algo confundida.

—Vienen o prefieren quedarse? —finalmente dijo Jenny.

Yo mire a Santiago. Le estaba cediendo el poder de elegir, elegir entre quedarse y decirme eso que tanto quería o ir con ellos.

—Por qué no? —respondió al final.

Algo andaba mal, pero tampoco presté mucha atención después de visitar la casa embrujada donde casi salgo, pero muerta de un infarto.

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