uno

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

JENNIE

Conocí a Leo hace seis meses. Todo empezó de la manera más tonta: en un foro de videojuegos. Honestamente, nunca pensé que iba a terminar hablando tanto con un chico que vivía en otro país, ¡mucho menos en Tailandia! Pero aquí estamos. Chateábamos todos los días, compartíamos memes, nos retábamos en videojuegos online y, por supuesto, teníamos conversaciones profundas a las tres de la mañana sobre el sentido de la vida y por qué la pizza hawaiana es una abominación (aunque Leo decía lo contrario).

Lo que nunca imaginé es que seis meses después, ¡Leo terminaría mudándose a Corea! Supuestamente por el trabajo de sus padres, pero vamos, todo suena muy conveniente, ¿no? Él no paraba de decirme lo emocionado que estaba por finalmente conocernos en persona, mientras yo por dentro pensaba: *¿Y si es raro en la vida real? ¿Y si es uno de esos tipos que usan calcetines con sandalias?*

Bueno, hoy era el gran día. El día en que Leo, mi amigo virtual, aparecería en carne y hueso en el mismo instituto que yo. El mundo real y el virtual chocaban, y francamente, estaba nerviosa. Llegué temprano, más por curiosidad que por otra cosa. Al entrar, el bullicio habitual del instituto me envolvió, pero mi mente estaba concentrada en una sola cosa: ¿cómo sería Leo?

Entré al aula y me senté en mi lugar habitual, a mitad del salón, lo suficientemente cerca de la ventana para fingir que estoy reflexionando profundamente cuando en realidad estoy contando cuántos pájaros pasan volando. La campana sonó y justo antes de que el profesor entrara, vi una figura alta entrando al aula.

Era él. Leo.

De inmediato lo reconocí, aunque en la pantalla siempre se veía un poco diferente. Ahí estaba: alto, con su cabello oscuro cayendo descuidadamente sobre su frente, vistiendo el uniforme del instituto, pero con un estilo que decía "acabo de salir de la cama, pero igual me veo increíble". No voy a mentir, me sorprendió. Se veía bien… demasiado bien.

Leo se acercó, y por un segundo pensé que iba a saludarme con entusiasmo, como en los chats. Pero no. Caminó hacia su asiento sin siquiera mirarme. ¿Qué le pasaba? ¿Acaso no era el mismo Leo con el que había intercambiado memes de gatos en vestidos de princesa?

—Eh... ¡Leo! —lo llamé, pero él apenas me miró y murmuró un rápido “hola” antes de sentarse.

*¿Hola?* ¿Eso era todo lo que tenía para decirme después de seis meses? Me quedé mirándolo, sin saber qué hacer. ¿Y si este Leo de la vida real era diferente? Quizás, detrás de la pantalla era una cosa, pero en persona era un chico completamente cerrado y antisocial. O peor, ¿y si me había sobreestimado y no quería ser visto conmigo?

Decidí que lo mejor era darle su espacio por ahora, aunque no podía dejar de mirarlo de reojo mientras el profesor comenzaba a explicar la lección del día. Algo en él parecía... raro. Estaba demasiado tenso, como si estuviera actuando. Aunque, bueno, yo también lo estaría si me hubiera mudado a otro país, empezando en una nueva escuela, sin conocer a nadie excepto a una loca que me envía memes de aguacates.

Pasaron las primeras horas del día y ni siquiera pude hablar con él, aunque lo vi en algunas de mis clases. Se mantenía distante, callado, y apenas respondía cuando alguien le hacía una pregunta. Por otro lado, mis amigas ya estaban empezando a hacer comentarios.

—¿Has visto al chico nuevo? —preguntó Jisoo, una de mis amigas más cercanas, mientras nos sentábamos en el almuerzo—. Es... guapo, ¿no?

—Eh, sí, supongo. —Intenté sonar despreocupada, aunque mi mente estaba dando vueltas tratando de descubrir qué demonios le pasaba a Leo. No podía decirle a Jisoo que ya lo conocía, pero estaba actuando como si no fuera así.

En el almuerzo, me armé de valor y decidí que era el momento de confrontarlo. Si Leo pensaba que podía evitarme así porque ahora estábamos en la vida real, estaba muy equivocado.

Me acerqué a su mesa, donde estaba solo, picoteando su comida con el tenedor, como si fuera la cosa más triste del mundo.

—Hola, Leo. —Me crucé de brazos frente a él—. ¿Vas a seguir fingiendo que no me conoces o es que te arrepentiste de ser mi amigo?

Levantó la mirada, visiblemente incómodo. Luego miró a su alrededor para asegurarse de que nadie nos escuchaba, y dijo en voz baja:

—Jennie, no es eso. Es solo que... las cosas aquí son... diferentes.

—¿Diferentes? —me senté frente a él, arqueando una ceja—. Hemos hablado durante meses, y ahora actúas como si no supieras quién soy.

Suspiró, claramente nervioso.

—No es fácil para mí... —murmuró, con la voz tensa—. Todo esto es nuevo. No es como en el chat.

Rodé los ojos.

—¿Y qué? ¿No puedes ni decir "hola" a la chica que te ganó en todos los juegos de Mario Kart?

Eso pareció relajar un poco a Leo, ya que soltó una pequeña risa. Pero aún así, su tensión era palpable.

—Escucha, Jennie... Hay cosas que no sabes sobre mí. No puedo contártelas ahora, pero por favor, dame tiempo. Prometo que no estoy evitándote, es solo... complicado.

Lo miré fijamente. Sabía que había algo que no estaba diciendo, pero decidí dejarlo ir por ahora. Después de todo, mudarse a otro país era suficiente para poner nervioso a cualquiera.

—Está bien, Leo. Pero si crees que puedes evitarme para siempre, estás muy equivocado. —Le sonreí—. Nos vemos en la próxima clase.

Mientras me alejaba, no podía dejar de pensar en qué podría estar escondiendo. ¿Qué era lo que hacía que Leo, mi amigo de Tailandia, se comportara tan diferente aquí en Corea? Tenía un mal presentimiento. Y cuando una chica tiene un mal presentimiento, generalmente está en lo cierto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro