Al límite.

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Esto es un desastre, después de la discusión con Laura, nos distanciamos. A pesar de sus intentos de arreglo, preferí mantener la distancia. Persistía mi enojo y profunda molestia. Laura me mintió descaradamente y, aún así, tuvo la audacia de responsabilizarme por el desastre que ella misma originó, todo por ese maldito ex que tiene.

Me recosté en el sillón, incapaz de concentrarme en corregir exámenes debido a este problema. Ni siquiera puedo encontrar consuelo teniendo sexo, ya que la persona con la que desearía compartirlo es la causa de mi malestar.

Mi móvil sonó, y al ver que era Valeria, me pregunté qué pretendía esta vez. Pensé que todo había quedado claro en nuestra última llamada. Opté por ignorar su llamada, justo a tiempo de escuchar golpes al otro lado de la puerta.

—Adelante —dije, y la puerta se abrió revelando a Laura.

—¿Por cuánto tiempo seguirás sin hablarme?—preguntó acercándose con determinación.

——¿A qué es molesto?—respondí con una sonrisa maliciosa.

"Tú me hiciste lo mismo semana atrás", pensé y pareció recordarlo cuando entrecerró los ojos antes de agregar:

—Eres un maldito rencoroso.

"Laura, no tienes idea."

—Solo te hago probar de tu propia medicina.

—Qué infantil. 

—¿Yo soy el infantil ahora?

—¡Pue si esperas que ruegue por tu perdón, tendrás que esperar sentado, por qué eso no va a pasar!—declaró cruzándose de brazos.

—Cada vez que lo hacemos hago que ruegues por mi, ¿O ya no lo recuerdas? Incluso puedo hacer que ruegues justo aquí y ahora—la provoqué.

Sus mejillas se tiñeron de rojo y su boca se abrió desencajandose, por mi descaro.

—¿Crees que soy como tú que en lo único que tengo en la cabeza es sexo? ¡Céntrate maldita sea, pareces un adolescente.

A veces su osadía era divertida, pero en este momento, su impertinencia solo aumentaba mi frustración.

—Bien, ya que no eres como yo, ya sabes dónde está la puerta.

—¡Dante...!

—Estoy ocupado con exámenes y trabajos, incluyendo los tuyos. Si no tienes algo importante que decir, vete —indiqué con sequedad.

—¡Como quieras! pero espero que no vengas después llorando, ¡Porque te mandaré a la mierda! —gritó al salir de mi despacho, cerrando la puerta de un portazo.

"¿Llorar hacia ella? ¿En qué mundo vive? Eso ni ha pasado ni pasará jamás."


—DOS SEMANAS DESPUÉS—


Dos largas semanas han transcurrido, finalmente alcanzo un merecido descanso. Aunque aún queda por revisar algunos exámenes, la mayor parte del trabajo está concluida. Ya estaba empezando a plantearme dejar este trabajo, al fin y al cabo lo conseguí para poder estar más cerca de Laura y como ya la tenía, el cometido estaba más que echo.

Las vacaciones iban a comenzar, sería un buen momento para hacerlo, hoy era miércoles y a pesar de ser un día entre semana, pensé que estaría bien invitar a Laura a mi club, cosa que seguramente hará con sus amigas.  "¿Debería cambiar de planes y hacer algo más íntimo y romántico?" Quizás una cena en algún restaurante bueno, aunque estoy seguro de que me dirá que prefiere pedir comida y que nos quedemos en casa .

Sonreí, "sí, quería hacer las paces, la echaba mucho de menos." Al salir de la universidad, ignoro una llamada de Gian, sabiendo que probablemente insista en reconciliarme con Luka, "otro terco que tampoco daba su brazo a torcer." En el camino hacia mi coche, recibo un mensaje de Gian con imágenes. Aunque inicialmente no estoy interesado en verlas, el siguiente mensaje me deja atónito.

¿Esa no es la chica con la que marcaste territorio como un perro rabioso? Si hubiera sabido que tenían una relación abierta, me habría ofrecido el primero.

Ingresé rápidamente al chat y me encontré con varias imágenes que captura, mostrando a Laura con Ángel, su ex, abrazados frente a un McDonald's. Aunque no se besaban, la cercanía entre ellos era evidente. Sentí una risa nerviosa, como si fuera víctima de una cruel broma. "¿Qué diablos está sucediendo? ¿Es esto en serio?"

"¡¿Después de la discusión que tuvimos se vuelve a ver con él?!" Esto no puede estar pasando, me niego a creerlo.Me subí al coche, marcando a Gian en altavoz mientras arrancaba.

—¿Acabas de tomar esas fotos? —pregunté directo al grano.

—Sí, hace unos cinco minutos —respondió.

—¿Siguen juntos? ¿Puedes verlos todavía? —insistí.

——¿Qué piensas que soy, un espía o guardia? Estaba pasando y fue mera casualidad, después de hacer las fotos, me fui de allí, así que no sé si aún seguirán —aclaró.

—Está bien, gracias —dije, colgando la llamada.

Con la ubicación de las fotos en mente, aceleré hacia el lugar. "¿Por qué me estaba pasando esto? ¿Por qué me estaba haciendo esto?" "¿No fui lo suficientemente bueno?" Evité sacar conclusiones precipitadas. 

Al llegar, aparqué cerca, me apresuré hacia el lugar de la foto, pero ya no estaban allí. Busqué frenéticamente en los alrededores, sintiendo una mezcla de frustración y desconcierto. "Quizás se fueron", pensé, y como último recurso, entré al McDonald's, sin preocuparme por si me veían o no. Hice una vista panorámica del sitio y por fin los había encontrado, estaban sentados a lo lejos en una esquina y por la gente que había siquiera podían percatarse de mi presencia.

Con suerte o desgracia, los encontré. Los observé durante un tiempo, incapaz de apartar la mirada. Estaban sentados frente a frente; la cara de Laura estaba fuera de mi vista, pero su posición distante respecto a su ex contrastaba con las fotos que me envió Gian. Sin embargo, esto no bastaba para calmar la incontrolable ira que sentía. No pude soportarlo más y me retiré, regresando a mi coche. Mi corazón latía fuertemente, y mi cabeza martilleaba sin descanso. Era una experiencia horrible, sentía que la ira o el shock podrían paralizarme en cualquier momento.

Me subí al coche y arranqué, sintiendo la necesidad de alejarme rápidamente. No quería ceder a la tentación de hacerle daño de verdad, a ese imbécil. Conduje sin rumbo, totalmente alterado, buscando desesperadamente calmar mis emociones. En un instante de debilidad, consideré llamar a Valeria para distraerme, pero reflexioné sobre las consecuencias. No había presenciado acciones concretas, y acostarme con Valeria solo arruinaría el esfuerzo dedicado hasta ahora para tener a Laura. No quería darle a nadie la oportunidad de chantajearme o amenazarme con esa información.

"¡Maldición, maldición, maldición"  Grité en mi interior, golpeando repetidamente el volante. Mi corazón y mente libraban una intensa batalla interna.

—¡Al diablo con todo! —exclamé, y llamé a Valeria.

—¿Qué quieres? —respondió bruscamente.

¿Por qué demonios está enfada ahora? No me importaba por qué estaba enfadada; la llamé por una única razón.

—¿Tienes tiempo? Necesito desahogarme —dije sin rodeos.

—¿Ahora sí recuerdas que existo? —respondió con tono ofensivo.

—¡Ahora mismo no estoy de humor para aguantar tus malditos berrinches! Si no quieres, solo di que no y punto —grité, agotado de tanta tontería.

Hubo un silencio, luego escuché un suspiro antes de que hablara.

—Nos vemos en tu casa en media hora.

—No, mejor en un hotel —me apresuré a decir, sin saber por qué, pero por alguna razón no quería llevarla allí.

—Bien, envíame la ubicación y iré —aseguró, y colgué el móvil.


* * *


Media hora después, me encontraba en la habitación de hotel, recostado en la cama con las manos en la nuca, esperando a Valeria, que llegó diez minutos después.

—¿Es así como deberías mirar a la persona con la que estás a punto de acostarte? —dijo con una sonrisa, dejando sus pertenencias en la mesa.

—¿Cómo debería mirarte? —pregunté.

—Me miras como si quisieras arrancarme la cabeza. Me pregunto quién te puso esa expresión, aunque puedo hacerme una idea de quién podría ser —soltó con tono burlón.

—No te llamé aquí para hablar, así que haz lo que mejor sabes hacer con esa boca —le dije de mala gana.

—Qué impaciente —respondió con tranquilidad, comenzando a desnudarse frente a mí, como si mi mal humor no la afectara.

A pesar de ver cómo se despojaba de prenda a prenda, quedando en ropa interior, mi cuerpo no reaccionó en absoluto. "¿Qué está mal conmigo?" Valeria siempre me había parecido una de las mujeres más atractivas que conocía. La tiré hacia la cama, despejando esos pensamientos. La observé, completamente a mi merced, como a mí me gustaba. Ella sonrió encantada, pero mi cuerpo se negaba a reaccionar; seguía sin ponerme duro.

Sin darme cuenta, mi mente divagó sin permiso, deseando que la mujer frente a mí no fuera Valeria, sino otra persona, semidesnuda, mirándome con deseo y desesperación, gimiendo y gritando por más. Mi cuerpo reaccionó a esos simples pensamientos, riéndome por dentro de lo surrealista de la situación. Aunque estaba cabreado y lo último que quería era verla, mi cuerpo, mente y corazón seguían deseándola, queriéndola solo a ella, a Laura.

Retrocedí varios pasos al darme cuenta de esa revelación terrible e inoportuna.

—No, no me puede estar pasando esto a mí.

Valeria, todavía en la cama, me observaba con confusión, como si hubiera perdido la razón. Se levantó y se acercó a mí.

—¡¿Dante, qué te pasa de repente?!—quiso saber, pero la aparté con un empujón.

Perdió el equilibrio y, afortunadamente, cayó sobre la cama.

—¿¡Qué demonios te pasa?! —me gritó.

—Es mejor que te vayas —dije aún fuera de mí.

—¡Fuiste tú quien me llamó, ¿Y ahora me tratas así?! —recordó, levantándose de la cama.

—¡Te he dicho que te vayas!

—¿No me digas que todo esto es por esa niña?

Al ver que no estaba dispuesta a moverse, decidí salir de la habitación, pero escuché sus gritos.

—¡Luka tiene razón, pero ella también se dará cuenta de la mierda de persona que eres y se alejará de ti!

"¿Que ella se dará cuenta?" Nunca dejaría que supiera nada de eso. Incluso si lo hace, no permitiré que se escape de mis manos, ahora que era mía.

—¿Alejarse de mí? ¡Ja, solo podrá hacerlo si está muerta!

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