Con amigas así, para que enemigos.

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La velada transcurrió sin contratiempos, abordamos diversos temas, entre ellos el enigmático profesor. Aunque personalmente no le encontraba nada misterioso, mis amigas tienen el arte de convertir cualquier situación en un drama. Al final, decidimos extender la celebración, aunque mis amigas insistían en visitar mi lugar de trabajo, me opuse categóricamente.

No estaba segura del estado de ánimo actual de Luka, y no quería proporcionarle más motivos para enojarlo, mientras mis amigas, en su afán festivo, a veces parecen estar poseídas. Con el fin de cambiar de tema, sugerí dirigirnos al club al que fui con Ángel días atrás.

—¡Oh si! Tienes que mostrarnos donde se la chupaste!—dijo Caeli y yo la miré con mala a cara a lo que se apresuró a disculparse.

—lo siento.

"Menos mal que ya no estábamos en el restaurante." Optamos por dos taxis y llegamos al club. No estaba abarrotado, pero mis amigas, como si fueran irresistiblemente atraídas por la barra, se apoderaron de ella y empezaron a pedir diversos cócteles.

—No está mal, pero se ve un poco aburrido—dijo Trix.

—Solo son las doce, ¿Qué esperas?

—Mientras esperamos podemos ver quienes serán las víctimas de esta noche—soltó Anna mirando el club, como si estuviera en la selva en busca de presas.

—Si alguien te escuchara pensaría que somos unas psicópatas depravadas—soltó Marian, llevándose a los labios su bebida.

—No seáis así, no quiero quedarme sola, si vais a ir a por chicos—se quejó Caeli, haciendo pucheros.

—¿Ahora será culpa nuestra que te hayas comprometido? Además, no estarías sola, Laura te hará compañía—dijo Beatriz con una sonrisa burlona.

—Que tenga novio no significa que no pueda divertirme, pero si quieres me quedó contigo, no hay problema.

El barman que nos había atendido anteriormente se acercó y nos entregó una copa adicional de cada bebida que habíamos pedido.

—Nosotras no hemos pedido esto—dijo Marian con recelo.

—Seguro que nos invita, por qué cayó rendido por nuestra belleza—dijo Anna y yo me eché a reír, al igual que el barman, solo que este de una manera más discreta.

—No niego que son unas bellezas, pero esto no corre a cargo de mí, sino de él —declaró, señalando a nuestra espalda. 

En uno de los sofás, un hombre estaba sentado, levantando su copa en nuestra dirección cuando nos giramos. Me quedé inmóvil, la sangre se me heló al reconocerlo, y me giré bruscamente para darle la espalda de nuevo. "¡Mierda! ¿Qué demonios hace aquí?"

—Dile que no es necesario, podemos pagarnos nuestras propias bebidas—espeté y mis amigas me miraban como si me hubiera salido dos cabezas de más.

—¿Estás loca? Quien demonios le dice no a copas gratis?—dijo Anna incrédula.

—Además, se ve guapísimo, parece que el cielo escuchó mis pedidos. Deberíamos ir y agradecerle.

—¿¡Qué? ¡No!—dije abruptamente, tomando el brazo de Trix, que me miraba como si estuviera loca.

—¿Qué te pasa? ¿Es que acaso lo conoces?—quiso saber Caeli.

—Es amigo de mi jefe, es el imbécil del que os hablé—confesé.

—¿¡Es él?!—dijeron todas al unísono.

Asentí, muerta de vergüenza. Que suerte que había música alta, mis amigas son unas escandalosas."

—Con más razón quiero conocerlo, preséntanoslo—soltó con entusiasmo Trix.

—Ni de broma—dije tajante.

—Por suerte, esta amiga es una empoderada que se vale por sí misma—dijo Beatrix levantándose y caminando hacia él.

—¡Dije que no! —grité, pero me ignoró por completo. 

Busqué ayuda entre mis otras amigas, esperando que la detuvieran, pero ellas solo me miraron con una sonrisa apática y siguieron a Trix. "Con amigas así, ¡joder, quién necesita enemigos!"


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