Confesiones.

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Dante:

Nunca en mi vida pensé que masturbarme vía videollamada con alguien se pudiera sentir, tan jodidamente bien, ¿Será por qué llevo desde mi adolescencia que no hacía algo así, que lo disfruté con tanta intensidad? No creo que solo sea eso, estoy seguro de que Laura también tiene mucho que ver y vaya si lo tiene.

Mi mente viajó a lo que pasó esta mañana y todo mi cuerpo se estremeció, recordarla, lo mojada y deseosa que estaba, ese ángulo que me dejaba verla completamente abierta, mientras se daba placer a sí misma, como cubría su boca para no dejar salir ningún sonido y que a duras penas lograba conseguir.

La manera en que me suplicaba y como acompañaba con mi nombre a cada uno de los ruegos. No me extraña que me viniera tan rápido la primera, toda ella era un espectáculo a la vista.

Pero será mejor, que deje de pensar en eso, no quiero llegar a la casa de Alan duro, sería bastante molesto, por no decir incómodo y no me libraría de las burlas de los demás.

Después de darnos placer mutuamente, estuvimos enviándonos mensajes y llamándonos durante todo el día, aunque no tanto como me gustaría, ya que ella estaba ocupada, cosa que entendí, por el hecho de que tenía que pasar tiempo con su familia.

También me contó sobre lo que esa estúpida de Diana había montado allí, al parecer le dio la vuelta a todo y le echo la culpa de todo a Laura, diciendo que fue su novio quien se la había insinuado y que no le podía decir nada, por qué la tenía bajo amenaza.

De verdad que esta chica, debía dedicarse a escribir o hacer guiones por qué tiene una imaginación y se inventa cada cosa que seguro se le daría bien.

Por suerte sus padres no la creyeron nada, pero si la gritaron por el hecho de haber tenido pareja y no decírselo, así que como castigo debía quedarse unos cuantos días más, esto último no me gustó nada y me molestó aún más saber su madre lo estaba usando de excusa para hacer que se quedara más días y no por qué la molestara de verdad.

Así que en vez de volver el domingo, regresaría el viernes de la semana entrante. Cinco días más que tenía que estar sin ella, realmente no me gustaba nada, pero solo me quedaba soportarlo.

—¿Hasta cuando piensas quedarte allí sentado? ¿Tanto miedo le tienes a Luka?

La voz de Gian me volvió a la realidad y lo vi sonriendo, mientras sostenía la puerta abierta del copiloto. Había estado tan absorto en mis propios pensamientos, que no me di cuenta de que habíamos llegado.

—deja de decir idioteces si no quieres que de media vuelta y me largué—le advertí saliendo del coche, cerrando la puerta.

Al fin y al cabo, tampoco tenía ganas de estar aquí.

—Vamos hombre, no te pongas así, se supone que esta noche es para que hagan las paces tú y Luka—me recordó, sonriendo de forma burlona.

—si quiere seguir comportándose como un idiota, ese es su problema, no entiendo por qué forzar las cosas—le dije y los dos caminamos hacia el porche de la casa de Alan.

Seguía pensado que todo esto era absurdo, no teníamos diez años para que otros se tengan que meter y forzarnos a llevarnos bien, además yo no tenía ningún problema con él, fue el quién parecía tenerlo conmigo.

Gian llamó a la puerta y quién abrió fue Cristian, lo que me sorprendió, por qué hacía mucho tiempo que no lo veía, yo diría que desde la despedida de soltero. Supongo que debe haber vuelto de su luna de miel.

Cristian no me saludó, sino que me regaló una mirada fulminante, que claramente ignoré. Imagino que estaría enfadado por no haber asistido a su boda, pero sinceramente no iba a ir allí y tampoco era tan amigo mío, para hacer ese sacrificio.

Incluso fui a su despedida de soltero, por qué me arrastraron a ir, si no, no habría ido, aunque supongo que debería agradecérselo, ya que gracias a eso conocí a mi chica.

Los tres nos adentramos en la casa, que se mantenía en completo silencio, no se escuchaba nada.

—¿Dónde están los demás?—pregunté al ver que no había nadie.

—en el sótano—respondió Cristian sin dirigirme la mirada.

Parece un niño haciendo pucheros por qué le quitaron su caramelo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, ¿Debería molestarlo un poco?

—¿Qué tal la luna de miel?—pregunté como quien no quiere la cosa, mientras nos dirigíamos hacia el sótano.

—fue genial, al igual que la boda —respondió, recalcando la última palabra.

Miré de reojo a Gian que también me miró y ambos contuvimos la risa, para no estallar delante del pobre hombre.

Bajamos al sótano, ya había venido aquí en varias ocasiones y debía decir que era genial, era como tener un mini mar y una sala de recreativos todo en uno.

Un gran proyector estaba colocando en la pared del fondo, donde Iván y su hermano jugaba con la consola, mientras que en el minibar se encontraba Alan y Luka, que conversaban cómodamente, aunque conversar no sería la palabra exacta.

Luka hablaba y Alan lo miraba, embobado como si quisiera comérselo de un solo bocado.

¿No debería disimular un poco más sus intenciones? En fin, tampoco era asunto mío.

La música sonaba de fondo y al percatarse de nuestra llegada, todos saludaron, excepto Luka, que ni siquiera levantó la cabeza en nuestra dirección. Como no podía importarme menos, me acerqué a Iván y Nik y me acomodé en el sofá, quedando en medio de los dos.

Cristian y Alan, fueron a la mesa de billar, mientras yo centraba mi vista en los dos jugadores que tenía delante de mí, Nik le estaba dando una paliza a su hermanito en un juego de lucha libre, mientras Iván se quejaba de que su hermano hacía trampas.

—eres un mal perdedor—dije para molestarlo.

—¿ves que no soy el único que lo dice?—se burló Nik de su hermano.

Este se levantó y le arrojó el mando a su hermano, que lo amortiguó con el cojín que logró colocar en su cara a duras penas.

—no soy un mal perdedor, el problema es que juegas como el culo Nik—se quejó Iván, yendo hacia la barra y tomando una cerveza.

—¿Quieres una? —me preguntó agitando la cerca que tenía en su mano.

Yo asentí y él sacó otra cerveza y se acercó nuevamente al sofá, sentándose a mi lado y dándome la cerveza, que abrí en pocos segundos.

Los hermanos nuevamente comenzaron a pelearse, así que saqué mi móvil, para buscar una mejor Distracción. Entre al chat de Laura y vi que tenía un mensaje de ella sin leer.

Espero que, de verdad, puedan hacer las paces y sean amigos nuevamente.

Siento decepcionarte, pero la cosa no vaya por ese camino, pero no te preocupes, algún día se arreglará.

La escribí y para mi suerte no tardó en responderme.

Lo siento otra vez, todo esto se debe a mí.

Leí su mensaje y envié otro en respuesta.

Ya te dije que no te martirices la cabeza, esto no es culpa tuya, sino suya por tener esa cabeza de cubo.

Mientras esperaba la respuesta, di un gran sorbo a la cerveza.

—oye, esto es en serio, se supone que estamos aquí para que arreglen las cosas y solo os estáis ignorando—soltó de la nada Gian.

El silencio se hizo, Nik e Iván pausaron el juego y lo único que se podía oír de fondo era la tenue música.

—ya les avisé que era una perdida de tiempo, pero no me hicieron caso, ahora soportarlo—dije cruzándome de brazos.

—¿Soportarlo? No te das cuenta de que estás siendo muy egoísta, nosotros estamos en medio—habló Alan

—no vi que se quejaran tanto cuando ellos dos no se hablaban—solté señalado a Luka y Cristian.

Todos se quedaron en silencio sin saber qué decir a eso. Sí, era muy placentero poder callarles la boda de vez en cuando.

—eso es diferente—respondió Nik, rompiendo el silencio.

—¿Qué tiene de diferente? La palea se creó por qué estaba involucrada una chica, mi chica, la única diferencia es que mi novia no se lanzó a sus brazos, como lo hizo su esposa—solté, llevándome la botella que sostenía a los labios.

—¡ella no se lanzó a los brazos de nadie!—saltó Cristian molesto.

—oye, has venido, a hacer las paces con Luka o ganarte más enemigos?—me susurró Iván, al ver como Cristian me fulminaba con la mirada.

Todo el lugar se había vuelto más incómodo si cabía, así que suspiré y me levanté, guardando mi móvil.  Ya sabía yo, que no era una buena idea venir.

—será mejor que me vaya.

—¿Qué? No te vayas, aún no se ha…

—mira, no somos niños, Luka conoce mi casa, tiene mi número y sabe dónde puede encontrarme si desea arreglar las cosas, así que no es necesario tener que armar este circo, que no servirá de nada—hablé interrumpiendo a Alan que estaba a punto de hacerlo.

—y que conste que yo no tengo ningún problema con él, al fin y al cabo fue el quién vino y me golpeó sin razón—dije por último y salí de allí subiendo las escaleras del sótano para salir de la casa.

Cómo vine en el coche de Gian y esta maldita casa que queda tan apartada, tuve que caminar de más para poder ver un taxi.

En eso que caminaba, me llegó un mensaje, sonreí a la espera que fuera Laura, pero mi sonrisa desapareció y paso a puro asombro, al ver que quien me escribió fue nada más y nada menos que Luka.

Tenemos que hablar.

¿Ahora es que quiere hablar? No pude evitar reírme de forma sarcástica, estoy seguro de que los demás debieron presionarle hasta el cansancio, para que escribiera esas tres palabras.

Pero yo también estaba cansado de esta situación, por lo que le envié la ubicación donde podía encontrarme. Si teníamos que seguir hablándonos o no, este sería un buen momento para saberlo.

En vez de ir hacia los taxis, crucé la calle, rodeando la rotonda y llegando al parque cercano que allí había. Era poco más de la una de la noche, así que como era de suponer, no había ni un alma, bueno, error, había una pareja de adolescentes que se estaba dando el lote, en uno de los bancos, pensado que la oscuridad los resguardaba, pero parece que se olvidaron de los focos de luz que había.

Pero solo pasé de largo, alejándome lo más que podía hasta el otro extremo del parque, donde me subí al banco y me senté en la parte superior de esta.

Después de esperar por diez minutos, vi como una silueta se acercaba a mí, hasta que por fin visualicé su cara y supe que era Luka.

—¿No podías haber elegido otro lugar?—exigió, parándose frente a mí.

—¿Qué tiene de malo? No es como si fuera a matarte y esconder tu cuerpo aquí—bromeé y él movió la cabeza de un ado a otro.

—a veces me pregunto que tienes en esa cabeza para decir cosas así.

—no quieras saber lo que tengo en mi cabeza, acabarías enloqueciendo—le aseguré y ambos nos reímos, para luego quedar en silencio nuevamente.

Ninguno de los dos habló, él se sentó en el banco, llevándose las manos en los bolsillos y apoyando la cabeza en la parte superior. Cerró los ojos y luego los abrió segundos después, suspirando y reclinándose hacia adelante, apoyando sus codos en sus muslos.

—lamento todo lo que pasó hasta ahora, sé qué me pasé un poco de la raya—se disculpó rompiendo el silencio.

Diría que se pasó más que un poco de la raya.

—está bien, entiendo tus motivos.

—no, no lo entiendes, quiero decir, no es por la razón que piensas, es cierto que la quiero, pero no de la manera que crees, para mí Laura es como si fuera mi hermana pequeña, así que no fueron por celos o algo por el estilo, además tengo novia…

Se detuvo para mirarme, intenté cambiar la cara de pocos amigos que estaba haciendo, pero lo vio y se rio.

—Y aunque a veces es un poco molesta, la amo así como es, con respecto a Laura, solo estaba preocupado.

»Tú y yo sabemos que nunca has sido de tener relaciones serias, o algo que incluya el comprometerse al cien por ciento. He tenido que ver cómo varias de mis propias empleadas, caían ante ti y luego de acostarte con ellas, no querías saber nada de ellas y no quería que eso le pasara a ella.

Además, sabía que ya tenía a alguien y no quería que te involucraras en eso y me enfadé por qué a pesar de que te lo pedí por las buenas, no me hiciste caso como siempre, pero también me di cuenta qué me había sobrepasado.

Laura tiene razón, ella es adulta y libre de hacer lo que la diera la gana y tampoco es como si la estuvieras obligando a algo, de verdad quería arreglar las cosas desde hace tiempo, pero me sentía muy patético, avergonzado por todo, así que simplemente lo dejé así, no esperaba que esos idiotas nos intentarán obligar a hacer las paces, lo que también me hizo ver lo egoísta que estaba siendo«.

Escuché cada una de sus palabras y no sabía si creerme del todo que de verdad no tenía sentimientos amorosos por Laura, pero lo dejé estar, pues si él decía que no, así sería.

Bueno, supongo que ahora era mi turno de disculparme.

—en mi caso, siento haberte malinterpretado y pensar que te gustaba o algo así y como ya te dije, entiendo que estuvieras preocupado.

» No negaré que en un principio, sí que era así, la deseaba y como otra chica más, quería llevármela a la cama, me molestaba esa actitud prepotente que mostraba conmigo, tú mejor que nadie lo sabes y aunque no quiero sonar como un capullo engreído, nunca he tenido problemas para conseguir a la chica que quería, pero con ella fue bastante difícil.

Huía de mí a cada momento que me veía o me gritaba, pero en vez de pasar de ella, como mayormente suelo hacer, únicamente me daban más ganas de tenerla, creerás que me volví loco.

Me costó mucho llegar hasta donde estamos, y que conste que no me metí en la región de ella y su ex, ese cabrón la estaba engañando, así fue como terminaron, pero dejando eso a un lado y pensando bien en todo, nunca me había sentido tan bien y feliz en mi vida«.

—¿La amas?—preguntó mi amigo y la mención de esas dos palabras me hicieron estremecer de inquietud.

¿Que si la amaba? He pasado a estar pegado al móvil más tiempo del acostumbrado, esperando, una llamada, un mensaje de ella y de sonreír cuando eso pasaba, de pensar a todas horas en ella y el mero echo de pensarla hacía que la deseara y anhelara con más intensidad, y sentir una profunda angustia por cada vez que nos peleamos y estamos sin vernos.

Sabía bien la respuesta a esa pregunta, lo supe desde hace mucho y de una manera no muy agradable, debí decir, pero me daba tanto miedo admitirlo, que solo lo dejé flotando en el fondo de mi mente, pero supongo que no podía seguir negándomelo a mí mismo.

—Sí, Luka, la amo como nunca antes amé en mi vida—confesé y otro escalofrío me invadió.

—nunca esperé escucharte decir esas palabras—dijo él, sonriendo y palmando mi rodilla, como para darme ánimo.

—yo tampoco, si te soy sincero.

Jamás creí que diría esas palabras, pero era cierto, la amaba tanto, que el simple echo de estar sin ella o no volver a verla, podría hacerme enloquecer.

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