En Shock.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Laura:

No lo aguantaba más, quería salir de aquí cuanto antes, dolía mucho, me dolía la cabeza y los ojos, por tanto, llorar y la garganta me picaba por haber estado gritando, pero de alguna forma me sentía tan aliviada de haber podido decir lo que pienso, sin miedo por una vez.

Al tomar la maleta, él me detuvo, sus ojos negros me miraron implorantes, que no me fuera, que no le hiciera eso, que me quedara, pero estaba decidida a irme.

—suelta— susurré con voz quebrada.

—no lo hagas, por favor, piensa en el bebé, en nuestro bebé, no me hagas esto—imploró y las lágrimas que estaba conteniendo comenzaron a caer.

—siento que esto es lo mejor para nosotros, nunca te privaré de tu hijo, podrás verlo, pero lo mejor es que por el momento estemos separados, la verdad, siento que nunca debimos estar juntos—confesé y él soltó mi maleta, como si le hubieran dado un duro golpe.

Se veía aturdido, herido, dolido, pero debía seguir y no flaquear, tomé mi maleta y salí de su despacho y bajé las escaleras. Me secaba las lágrimas que nuevamente no dejaban de bajar de mis ojos. El grito que vino de su despacho me sobresaltó y me desgarró el alma y por un momento me quedé quieta, preguntándome una vez más cómo demonios acabamos así .

Tienes que ser fuerte, no llores. Esto es lo mejor. Caminé, por el salón, comedor, hasta llegar nuevamente al vestíbulo, cuando escuché pasos venir a mí.

—¡Laura!—escuché como Dante gritaba en cólera, me apresuré y abrí la puerta para salir, pero él fue más rápido y antes que pudiera llegar a la cerca, me tomó del brazo y me metió de nuevo dentro de la casa, cerrando la puerta.

—¡Te dije que me iba a ir! ¡Incluso si tengo que saltar por la ventana me iba a…!—grité aireándome a él para encararlo, pero palidecí al momento de ver que sostenía un arma.

No creía lo que veía, ¡Realmente era una maldita arma! Abrí mis ojos y me quedé tan tiesa por el terror que me quedé muda si saber qué decir. ¿Iba a dispararme? ¿Quería matarme? ¿Iba a amenazarme?

—¿Dónde crees que ibas? Todavía no terminamos de hablar ¿Crees que puedes solo irte y dejarme?—soltó con furia y me apunto con el arma.

Me quedé sin respiración, el alma se me salió del cuerpo y este temblaba por el miedo, el miedo a morir, pero debía hacer algo. Reacciona Laura. Miré a Dante, sus ojos estaban rojos como nunca antes y no solo eso, se veía completamente ido.

—¿Qué crees que estás haciendo apuntando a la madre de tu hijo con un arma? ¿¡Te has vuelto loco?!—le grité aún con el miedo que me envolvía.

—¿Ahora eres la madre de mi hijo? Si así fuera, te quedarías conmigo, no intentarías alejarlo, ni alejarte de mí, pero lo estás haciendo, te vas y no volverlas—sentenció.

—Eso no es verdad, claro que volveré y podrás ver a tú…

—¡eres una mentirosa! No me mientas, no lo hagas por favor, duele, duele mucho, es insoportable—pidió y las lágrimas volvieron a bajar.

—no te estoy mintiendo, ya te lo dije, nunca te privaría de tu hijo, yo solo…

—¿Solo que Laura? —me preguntó, blandiendo la pistola en sus manos.

Suspiré un poco aliviada, cuando dejó de apuntarme con ella, pero no era suficiente, tenía que hacer que la soltara, alejarla de él.

—pri-primero baja esa pistola y hablemos, no quiero que ocurra una desgracia.

—pero la desgracia ya pasó, Laura, yo… Dios no lo entiendes.

Se separó y comenzó a dar vueltas murmurando como un loco, sosteniendo la pistola, hasta que de la nada se detuvo, nuevamente frente a mí, con los ojos rojos.

—¿Sabes? Una vez me dije a mí mismo que la única vez, la única manera que podrías alejarte de mí sería muriendo—comenzó a decir y me tensé, muerta de miedo de lo que pueda pasar.

—pero también me juré que nunca más volvería a hacerte daño, así que lo cumpliré—siguió hablando y esta vez, apuntó el arma a sí mismo, a su sien, mi corazón dio un vuelco y lo miraba horrorizada.

—tienes razón Laura, nunca debimos habernos conocido, nunca debí haberme fijado en ti o perseguirte, si me hubiera detenido no estaríamos en esta situación, yo no sabría lo que es amar a alguien hasta el punto de perder la cabeza por esa persona.

Su mirada estaba perdida y a la vez determinaba, lloraba sin descanso, sacó el seguro de la pistola y me temí lo peor.

—¡Por favor Dante! No lo hagas, no le hagas esto a tu hijo, deja la pistola, por favor, ¡Me quedaré contigo! Por favor…—le imploré dando varios pasos a él, despacio.

—¡Te dije que no dijeras mentiras!—me grito, yo pegué un salto de la sorpresa.

—Por favor, no lo hagas, baja el arma…—di otros pasos más a él.

—¡No te acerques!—chilló a prestando más la pistola contra su sien y me quedé tiesa en mi lugar.

—Dante no hagas esto.

—lo sé, no podré dejarte ir nunca, lo supe desde el momento en que te vi salir de mi despacho, si te dejo marchar, sé que te buscaría e iría hasta el mismo confín de la tierra para encontrarte y traerte de vuelta, por qué no puedo vivir sin ti, no puedo, eres todo mi mundo, así que si quieres irte en paz, es mejor que desaparezca o mejor…—se acercó abruptamente a mí y colocó el arma en mis manos, apuntándose a sí mismo.

—¡mátame y podrás irte y ser feliz! Serás libre como tantas veces has soñado y deseado, así que hazlo, ¡mátame!—exigió y mis manos me temblaban, la pistola me pesaba terrible en mis manos.

Quería quitarle la pistola, pero sus manos seguían sobre ella firmemente sobre las mías, apuntándose el abdomen.

—¡No lo haré, no voy a matar al padre de mi hijo!—murmuraba entre llantos.

—¡Si no lo haces, nunca podrás irte de mi lado y serás desgraciada el resto de tu vida!—me gritó forcejeando para que disparara.

—¡Ya te dije que no! ¡No voy a ser una asesina!—dije con más firmeza.

Deseaba quitarle el arma y alejarla de su cuerpo y el mío, ambos comenzamos a forcejear, mientras me suplicaba que lo matara y yo me negaba y pronto se escuchó un disparo, el ruido inundó la casa, sobresaltando, ambos nos mirados en pánico y luego todo quedó en absoluto silencio.

—No, no... ¡Laura!—gritó él horrorizado y dejó caer la pistola al suelo, yo seguía petrificada sin poder moverme.

Veía como sus ojos y manos viajaban a mi cuerpo, buscando alguna bala que me hubiera impactado y al no encontrar suspiró aliviado, pero vi mis manos con sangre y  él cayó a suelo, lo que me hizo volver en mí y ver que la bala había impactado en él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro