Sin importar que sea.

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Dante:

Comienzo a impacientarme, cuando la veo salir de esa maldita casa, mi irritación disminuye, ella sube al coche y me acerco a besarla, pero su cara está tan blanca como la de un fantasma, tiene los ojos muy abiertos, por la sorpresa.

¿Qué fue lo que ha pasado ahora? ¿No me digas que ese cabrón de Luka la hizo algo? Bueno, es poco probable.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa cara? ¿Acaso viste un muerto?

Ella me miró y volvió en sí, parpadeando, todavía por la sorpresa.

—Luka y Alan… estaban… Ellos estaban…—no pudo decir más y yo fruncí el ceño sin comprender.

¿Luka y Alan? Ni siquiera sabía que Alan estuviera allí, ¿Qué demonios hace con Luka? No me digas que al final lo hizo.

—¿Qué pasa con ellos? ¿Se estaban peleando?—pregunté nuevamente y ella negó con la cabeza.

—¿Entonces, qué hacían?

—Se estaban… ¿Besando?

No sé si era una afirmación o algo que se preguntaba a sí misma, pero me sirvió para entender mejor la situación y lo que estaba pasando.

—asi que lo hizo—murmuré más para mí que para ella.

Laura me miró, sorprendida por lo que dije y su rostro de sorpresa, cambió a incredulidad y curiosidad. Arranque el coche y conduje al hospital.

—tú sabes algo—habló con voz acusatoria.

—tal vez—dije con una media sonrisa.

—¿Qué sabes? ¿Y desde cuándo Luka y Alan son gais?

—bisexual—la corregí.

—pero que yo sepa Luka es hetero.

—te aseguro que alguien hetero no haría lo que vi—me llevó la contraria y yo ladeé a mirarla.

Parecía molesta. Fruncí el ceño, ¿Por qué está molesta?

—¿Te molesta?—pregunté

—no, solo estoy sorprendida, se supone que Luka está saliendo con Alicia, ¿La está siendo infiel?—preguntó con decepción.

Podía hacerme una idea de lo que estaba pensado en este momento y no quería que pensara que Luka es igual que el imbécil de su ex.

—no, solo es Alan, siendo Alan.

—¿Y qué significa eso?

Resoplo, sé que no dejará estar el tema y yo quiero terminar ya esta conversación, no me gusta que hable de otros hombres cuando está conmigo, incluso si esos son mis amigos. Pero ¿Qué la puedo decir? Ya sabía la sexualidad de Alan desde hace mucho y de su enamoramiento unilateral con Luka, aunque él sigue negando que no está enamorado.

Si la cuento, ¿Me culpará por no haberla contado antes? Espero que no, por qué tampoco es que sea asunto suyo.

—Alan siempre fue así, le gusta fastidiar y a quién más disfruta sacar de quicio a Luka—la expliqué y ella frunció el ceño.

—tus amigos, cada día me sorprenden más.

Y no has visto nada Laura. Alan ya me advirtió que haría lo que quisiera y que no se contendría más, pensé que solo lo dijo para cerrarme la boca por qué lo molestaba, pero ya veo que iba muy en serio.

Me compadezco de Luka.

—a mí también me sorprenden a veces y los conozco de mucho más tiempo, pero bueno, ellos son así y como ellos me aguantan, así también les aguanto—expuse sin despegar mi vista de la carretera.

—oh, qué romántico—se burló y se echó a reír.

Escuché su risa y me giré enseguida a mirarla y sonreír en respuesta, cada vez que la veía sonreír o reírse, me llenaba de alegría y felicidad, me hacía sentir que mis esfuerzos, los esfuerzos que hago por ella, merecían la pena.

—en el fondo siempre he sido un romántico.

—¿Así? Dime una cosa romántica que has hecho—pidió sin borrar su sonrisa y yo me quedé un minuto en silencio fingiendo reflexionar.

—pues ver aquella película que tanto te gusta, ¿Cómo era…?

—¿Posdata: te quiero?

—¡Esa! Y no únicamente eso, sino que te dejé moquear mi camisa y comer todas mis palomitas dulces—la recordé y ella soltó una carcajada.

—¿Eso es romántico?

—no hay nada más romántico que eso o si lo prefieres, está esa vez en la que te cante una serenata a lo Romeo y Julieta.

—pero eso lo hiciste, por qué perdiste una apuesta, rectifico, perdiste a propósito.

—eso no es verdad…—me quedé a mitad de frase, al ver su cara ceñuda.

—soy muy malo jugando a dominó—mentí a medias.

No era un profesional, pero podía defenderme, pero era la primera vez que jugaba ella y sabía que iba a perder, no quería que los cabrones de mis amigos le hicieran hacer un reto extraño.

—no creas que no me di cuenta de que esto lo has hecho para cambiar de tema—me recordó y yo suspiré.

Me conocía bien, al igual que yo a ella.

—ellos son adultos, Laura, saben lo que hacen y lo lidiarán como mejor les parezca, así que deja de preocuparte—la pedí mirándola de reojo y llevando mi mano a su barriga, visiblemente abultado.

—de lo único que te tienes que preocupar en estos momentos, es en nuestro hijo y que nombre te gustaría darles si es niño o niña.

Asintió, colocando su mano sobre la mía, esta era cálida y me reconfortaba, como toda ella.

(° ° °)

Hemos llegado al hospital, Laura está sobre una camilla, su vientre está expuesto y una mujer de unos cuarenta años, con cabello rubio y ojos grises, de nombre Abril y es la doctora que se ha encargado del proceso de embarazo de Laura durante estos cuatro meses.

Nos está mostrando en aquella máquina de ecografías a nuestro hijo, Laura sosteniendo mi mano mientras ambos lo miramos juntos, ella sonríe al igual que yo, a pesar de no ser la primera vez que lo veo, siempre me fascina. Nuestro pequeño ha crecido bastante y espero que siga creciendo fuerte y sano, también lo dice Abril y ambos, Laura y yo suspiramos aliviados al escuchar eso.

Nos miramos al ver que suspiramos al unísono y se nos escapa una risa nerviosa. Hace tiempo que el bebé pasó de estar en riesgo, pero al igual que ella, todavía tenemos esa inquietud por si algo sale mal.

La primera vez que sangró, me aterre de que lo hubiera perdido y ella lloró tanto que pensé que se quedaría sin lágrimas para toda la vida, pero nuestro alivio fue, que no era así, el bebé aún seguía vivo, decir que me sentía culpable era quedarse corto, pensar que todo el estrés que ella estaba pasando era causado por mí, me mataba y me quemaba aún más el que ella no quisiera vivir conmigo a pesar de que se lo rogaba día sí día también.

Acepté que fuera a vivir con Luka, a pesar de que me dolió mucho que prefiriese vivir con él que conmigo, también sabía el porqué lo hacía, muy en el fondo mío, sabía que ella todavía temía de mí, así que lo acepté para poder demostrarla que podía soportar que ella viviera con otro hombre que no fuera yo.

—bien, eso es todo por hoy—anuncia Abril y le entrega unas toallitas a Laura para que se limpie, mientras se acerca a su mesa y comienza a teclear en el ordenador.

La ayudo a limpiarse, como tantas otras veces, se incorpora con cuidado y se baja el vestido que lleva, tomando mi mano nos acercamos a la mesa de la doctora y la ayudó a sentarse nuevamente.

—los signos vitales del niño están bien, como les mencioné también su peso y…—se detiene levantando la cabeza y mirándonos con una sonrisa.

—veo que están ansiosos por saber el sexo, bueno, no les haré esperar más, tendrán un hermoso niño—anuncia con una gran sonrisa.

—¿Un niño?—decimos al unísono.

—asi es—reafirma la doctora.

Miro a Laura y ella me mira a mí con ojos cálidos, llenos de felicidad, había echado de menos esa mirada, ambos sonreímos, felices por la noticia. Lo cierto es que a ambos nos daba igual el sexo del bebé, lo íbamos a amar, fuese como fuese, lo único que deseábamos era que naciera bien.

Después de aquello, salimos del hospital, no quería separarme aún de ella, por lo que la propuse ir a comer, a lo que ella aceptó, caminábamos tomados de la mano, mientras buscábamos un lugar decente para comer, en eso, su móvil vibró en su bolso y lo tomó.

—hola, Nathan—respondió con una sonrisa.

¿Nathan? Era ese tipo otra vez.

—sí, acabo de salir, todo fue bien—siguió hablando Laura, ajena a mis miradas asesinas hacia su móvil.

—es un niño, ¿No es genial?

Tomé su mano nuevamente, que había soltado para dar con su teléfono y seguimos caminando, mientras ella seguía hablando con ese idiota, que no me caía nada bien. Desde el momento en que le vi, mirarla de esa forma me cayó mal.

Desgraciadamente, no esperé que fuese una amistad duradera, pero ahora, se refiere a él como su mejor amigo o eso me dijo, cuando intentaba advertirla que ese idiota no la ve como su “Mejor amiga” pero solo hice que su amistad se hiciera más fuerte.

Incluso el mismo me aseguró en alguna ocasión que solo la ve como una amiga, ¿Cree que voy a creer esa estupidez cuando se le cae la baba cada vez que la ve? Sé cómo la mira, eso no son ojos de un amigo que quiere a una amiga, sé que la desea, Aunque pretenda ocultarlo con una amistad.

Veo un restaurante decente, así que la guío hasta allí y entramos, es un buffet libre, nos atienden y nos guían a nuestra mesa.

—no digas eso, prefiero que se parezca más a su padre que a mí—escuchó que dice llamando mi atención.

—él es mucho más guapo que yo—vuelve a hablar.

—gracias, no se merecen—la respondo con altanería y ella rueda los ojos haciendo que me eche a reír.

—sí, está conmigo—le responde a su amigo, sentándose en la mesa asignada.

—te traeré algo de comer—la murmuro, depositando un casto beso en sus labios.

A lo que ella dice un «Gracias» silencioso y voy a por la comida. Hago varios viajes, en los que lleno nuestra mesa de platos para los dos y al terminar, me alivia saber que ya terminó su llamada.

—¿Todo bien?—pregunto sentándome frente a ella.

—si—responde, mirándome con cautela.

—bien, entonces a comer—dijo zanjado el tema con una sonrisa.

Ella me mira, abriendo los ojos. Estoy seguro de que cree que estoy molesto y sí lo estoy, no me gusta que se hablen, pero no quiero estropear el día de hoy con mis celos. Al final también sonríe y comienza a comer.

Miro a Laura, entre sorprendido y divertido, tiene la boca llena y ya va por su quinto plato, debo decir que las raciones son pequeñas, pero aun así, es una glotona, siempre lo fue y ahora con el embarazo mucho más.

—Es culpa de tu hijo que como tanto—se escuda con el tenedor a medio comer, percatándose de mi mirada.

—eso quiere decir que será tan glotón como si madre.

—no soy una glotona.

Lo dice la que tiene la boca tan llena como un hámster.

—¿En serio? Por qué recuerdo que hace como dos días, alguien me estaba…

—mira, prueba esto, está delicioso—me interrumpió a toda prisa, metiendo casi a presión en mi boca una bola de pulpo.

Mastiqué, mientras la miraba su cara enrojecida por la vergüenza. Se veía tan radiante así.

—¿Está bueno?—quiso saber haciendo ademán de cambiar de tema.

Yo asentí, con la boca llena y ella se llevó otra bola de pulpo a su boca, haciéndola verse demasiado adorable.

—tenemos que comprarle regalos a mis padres y a Diana—habló después de tragar y mi sonrisa se esfumó.

—¿Por qué a Diana?—pregunté sin ocultar mi descontento.

—su padre está en la cárcel y ahora vive con mis padres, por qué no se lleva muy bien con su madre, ¿No sería triste ver como todos se pasan regalos y ella no tiene nada? Ya sufrió bastante—dijo con un suspiro de tristeza.

Parte de ese sufrimiento, fue mi culpa, aunque nunca se lo dije a Laura y nunca lo haré, tampoco es que pueda hacerlo a estas alturas, pero ciertamente se merecía un poco de todo eso.

La advertí que no se metiera en mis asuntos y no escuchó, aunque he reducido el daño que hice y mandé borrar casi todo, algunas cosas que se dejan en internet allí se quedan.

—ella no te lo agradecerá, lo sabes.

—no lo hago para recibir algo a cambio, solo quiero tener unas navidades tranquilas.

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