Una travesura.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El miércoles por la noche, mi novio me animó a salir con él para liberar mi mente y dejar de darle tantas vueltas. Como aún me sentía un poco culpable por no haber podido pasar tiempo con él, decidí aceptar, y ambos fuimos a un club donde se podía disfrutar de buena música.

No era un lugar muy grande, al menos desde el punto donde nos encontrábamos; tampoco había mucha gente, a diferencia de una discoteca. Nos sentamos en la barra, mientras esperábamos a que nos dieran un lugar más privado. Ángel pidió dos chupitos de vodka, y yo le miré con la ceja levantada.

—No me digas que tu plan era traerme aquí y emborracharme desde el principio —dije con tono serio.

—Solo quiero que te olvides por un momento de lo que sea que esa cabecita esté pensando —aseguró.

El barman nos sirvió lo que pedimos, y ambos chocamos los vasitos para beberlo de un solo trago. La bebida, como ya sabía, era amarga y hacía arder mi garganta. Para deshacerme de ese sabor, pedí un daiquiri de fresa, mientras que mi novio se pidió un Manhattan. Mientras esperábamos las bebidas, él se volvió a mí.

—Estos días has estado muy extraña. Intenté no presionarte, ya que me dijiste que solo fue un mal día en el trabajo, pero veo que no solo es eso. ¿Dime qué pasa realmente? —quiso saber.

No le había contado lo que me pasó en el trabajo, ya era bastante receloso con respecto a mi trabajo, como para darle más motivos, por eso decidí mentir a medias.

—Mientras bailaba, me caí sin querer del tubo y me hice unos rasguños en las rodillas. Mi jefe me dio varios días libres, pero no puedo evitar preocuparme, es muy estricto.

Ángel me observó con cara comprensiva y acercó su mano a mi mejilla y la acarició.

—Siempre le das demasiadas vueltas a las cosas. Los accidentes pasan, y si te dieron días libres, tu jefe sabe que no fue tu culpa —intentó consolarme.

Me sentí terrible al tener que maquillar la verdad de esta forma, pero no sabía qué otra cosa hacer.

Nos trajeron nuestras bebidas, y el mismo mesero nos indicó que la sala que pedimos ya estaba disponible, a la que nos guió después. El pequeño reservado, era como su nombre indicaba, pequeño, pero para dos personas, era más que suficiente. Había un gran sofá que adornaba casi toda la sala, con cojines y varias mesas alrededor. También arriba había un monitor, de donde se escuchaban y veían las canciones.

Ambos, mi novio y yo, dejamos nuestras bebidas en la mesa y en cuanto nos sentamos, Ángel se abalanzó sobre mí. El repentino beso me tomó por sorpresa, correspondí, pero al intensificarse, me aparté, interrumpiendo el contacto.

—No me digas que lo que realmente querías era... —intenté, pero no me dejó terminar, uniéndonos en otro beso apasionado.

Mientras seguimos besándonos, sus manos exploraron mi blusa, rozando mi piel. Sus dedos fríos me estremecieron.

—Deja de comportarte como un pervertido —susurré cerca de sus labios.

Él se separó para tomar un trozo de hielo de mi bebida y lo llevó a sus labios.

—Ya sabías que soy un poco pervertido —confesó con una sonrisa traviesa.

Antes de que pudiera preguntarle qué pasaba, me besó nuevamente, transmitiéndome el frío del hielo. Acarició mis muslos y continuó hacia mi braga. Cerré las piernas, deteniéndolo.

—¿Estás loco? No podemos hacer esto aquí —le advertí, retirando su mano. 

—¿Por qué no? Nadie nos verá y la música está muy alta para que puedan oír algo —aseguró.

—Pero puede haber cámaras —le recordé, sin ceder.

—No hay nada de eso aquí, no te preocupes, todo estará bien. Además, nunca dije que lo fuéramos a hacer aquí. Después, el pervertido soy yo —dijo con una sonrisa burlona, y le golpeé el hombro.

—Vamos, solo será una pequeña travesura. ¿No dijiste que harías cualquier cosa para compensarme? —soltó con voz tierna, haciendo pucheros.

—¿Piensas que podrás usar eso a tu antojo? —dije molesta.

—Claro que no —dijo hundiendo su cara en mi cuello y besándolo.

—Esta será la última —murmuró mordiendo el lóbulo de mi oreja, haciéndome estremecer de nuevo.

Llenó mi cuello de besos, subió a mis labios, mordió mi labio inferior y tiró de él, arrancándome un pequeño gemido.

—Por favor amor, me muero de ganas de tocarte, llevamos mucho sin hacerlo, ¿Es que soy el único que tiene ganas?—murmurró con voz  melosa.

—Claro que tengo ganas, pero...

—Entonces, no lo pienses más—argumentó.

"Bueno, ¿Una pequeña travesura no hacía mal, verdad?" Arrancada por el morbo y la excitación, me incorporé y me subí sobre su regazo, con cada pierna a cada lado de él. A pesar de que lo pilló desprevenido, me sonrió de oreja a oreja.

Noté lo duro que se estaba poniendo y sin querer mi mente viajó a aquel día, cuando ese tipo, Dante hizo que me sentara así en sus piernas. "¿Por qué demonios tengo que pensar en eso justo ahora?"

—¿Pasa algo? —preguntó mi novio alarmado al ver mi repentina actitud.

—Nada, todo está bien —dije besando sus labios, apartando mi mente de aquel recuerdo.

Me centré por completo en él, explorando sus labios con los míos. Nuestros cuerpos se movían en una danza instintiva, incrementando la intensidad con cada roce contra su entrepierna, generando gemidos por la fricción. Ángel, sin pausa, elevó sus caderas para intensificar la sensación y recorrió suavemente mis muslos hasta llegar a mi trasero, donde exploró, manipuló y apretó a su antojo. "Si que le gustaba mi culo" Continuó su trayecto, alcanzando mi ropa interior, empapada como era de esperar, gracias a él.

—Mira quién no quería hacer nada —provocó, susurrando entre mis labios.

—Hace mucho que no lo hacemos —me excusé, sonrojándome.

—Ajá —respondió sin creerme del todo, deslizando dos dedos en mi vagina.

Apartó mi ropa interior con facilidad y penetró dos dedos en mí, arrancándome un  gran gemido que cubrí rápidamente con mi boca.

—Tranquila, nadie puede oírnos —me tranquilizó, moviendo sus dedos con destreza.

Sus movimientos dentro de mí eran fluidos, pronto acompañados por el compás de mis caderas.

—Ángel... —gimoteé, soltando otro gemido involuntario.

—Me encanta cómo dices mi nombre, amor —elogió, aumentando el ritmo.

—Más, no pares—imploré deseosa de más, a lo que él sonrió nuevamente y volvió a besar mis labios,  llevándome al ansiado clímax.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro