Voy a divertirme.

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Laura:

Cuando llegué sobre las diez de la noche, todas ya estaban reunidas, excepto Eva, que no había venido por qué debía cuidar de su hermano pequeño Leo, cosa que me preguntaba si era real o una excusa para no enfrentarme.

Seguíamos enfadadas, más bien yo seguía enfadada con ella, por lo que me hizo, sé que la situación en que estaba viviendo no era su culpa, pero si tenía culpa de que de Dante diera conmigo y me encerrára, fue ella quién se lo dijo, traicionó mi confianza. También es cierto que no le conté nada de lo que estaba viviendo, no se lo había contado a nadie, por qué no quería involucrarlas, en parte tenía miedo que Dante pudiera hacerlas algo y no podía perdonarme si algo las pasara.

Eva me contó que solo le dijo sin ningún tipo de maldad, pues era normal que un novio preguntara por su novia, ¿no? Sí, debí admitir que aquí fue también mi error, por no decirles que Dante y yo habíamos terminado, pero pensaba hacerlo cuando volviera, ya que todavía lo estaba asimilando yo.

Moví mi cabeza, he intenté seguir la conversación de las demás, de intentar pasarla bien, puesto que estaba aquí, quería beber y olvidar todo.

Todas estaban hablando, sobre sus vacaciones y las cosas que hicieron, también se quejaban por los trabajos excesivos que nos mandaban de la universidad y luego como buena cotilla que es, Beatriz, comenzó a ponernos al día de todos los chismes de la universidad, de quién era novio de quién, quienes habían cortado, incluso los conflictos.

Lo que me hacía admiradla de alguna manera y que debía dedicarse a ser detective o algo por el estilo. Mientras escuchaba y daba mi opinión de vez en cuando, me había terminado mi copa y proseguir a servirme más de la botella que nos habían traído.

Al llegar a la casa de Trix la velada trascurrió sin problemas, pero entonces propusieron salir a una discoteca, cosa que me mostré bastante reticente en ir, ya que no quería tener problemas con Dante, pero insistieron tanto y para no empezar a levantar sospechas decidí ir con ellas

—echaba de menos estás reuniones—dijo Marian, llevándose su copa a los labios.

—y que lo digas, necesitaba un respiro de esas clases infernales—corroboró Anna con una sonrisa animada.

—yo estoy de maravilla, pero cualquier excusa es buena para salir—respondió Caelí riéndose.

Todas se echaron a reír, excepto yo, que por más que deseara no me salió y solo hice una mueca.

—¿Laura estás bien?—preguntó Marian que me observaba con preocupación y yo alcé la cabeza a ella y la sonreí débilmente.

—sí, ¿por qué no lo estaría?—respondí mientras el resto se giraba, mírame también.

—es cierto, has estado muy extraña estos días—dijo Caelí mirándome con el ceño fruncido.

—¿Extraña?

—no te hagas con nosotras, sabemos que algo no va bien, sobre todo con Eva, se han estado ignorando últimamente, ¿es que ha pasado algo?—quiso saber Anna.

Yo me quedé en silencio, bajé la cabeza a mi copa medio vacía, sopesando si contarles la verdad o no, pero si hacía eso tendría que contarlas todo y no quería.

—no hay ningún problema entre nosotras—dije sin levantar la cabeza.

—no somos tontas, Laura, sabemos que algo no va bien, hemos intentado no meternos, por qué sabemos que vosotras siempre os enfadáis y desenfadáis en un parpadeó, pensábamos que esta vez sería igual, pero ya llevan semana así y siguen igual, así que dinos que pasa—exigió Beatriz cruzándose de brazos a la espera.

Así que ellas se habían dado cuenta desde el principio, Claro, ¿Por qué no iban a darse cuenta? Ya se me hacía extraño que no dijeran nada ni me interrogan como solían hacerlo, así que supuse que lo estaba ocultando muy bien, pero resulta que tampoco era el caso.

Miré a mis amigas y sus caras de preocupación, mostrándome lo mucho que les importaba, esto hizo que se me formara un nudo en la garganta y me dieran ganas de llorar. Deseaba decirles como me sentía, que mi vida ahora era un completo caos, decirlas lo enfada y traicionada que me sentía con respecto a Eva, deseaba romper en llanto y desahogarme con ellas y que luego me consolaran y me dijeran que todo estaría bien, pero sabía que no podía, no podía hacer nada de eso, temía por ellas.

Ya vi lo que era capaz de hacer Dante con Diana y también lo que hizo con Ángel, incluso a mí me amenazó, no quería que también les pasará eso o me prohibiera verlas por qué creyese que serían una amenaza o algo así. Así que con todo el pesar y dolor que sentía, me tragué el nudo y sonríe.

—ya saben cómo somos, no es nada, pronto lo solucionaremos, no se preocupen—dije con la voz más desenfadada que pude.

Ellas me miraban con duda, como si no me creyeran del todo mis palabras, por lo que me levanté.

—enseguida vuelvo, voy a tomar algo de aire—anuncié, pero no esperé por su respuesta y salí a toda prisa de la discoteca, abriéndome paso entre la multitud.

Sabía que si me quedaba un minuto más, acabaría cediendo y explotando. Una vez fuera me aparté de la multitud yendo a un lugar discreto y me apoyé en la pared de la discoteca, respiré hondo varias veces para intentar calmarme, pero no lo lograba y me vi a mí misma temblando al borde del llanto. En ese momento mi móvil comenzó a vibrar y sin mirar el remitente, supe que era él.

No quería responder, no quería escuchar su voz y menos en este estado y lugar, ya que se suponía que seguía en casa de Beatriz y si llegara a enterarse estoy segura qué me armaría un escándalo y vendría corriendo aquí a llevarme de vuelta, por lo que no respondí y me agaché, ocultando mi rostro entre mis manos y rodillas.

Sin poder contenerlas más, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos sin parar. Gracias a dios que al final casi no me puse maquillaje por qué parecería la novia cadáver y mis amigas habrían sabido que estuve llorando y esta vez no tendría oportunidad de evadir el tema.

Seguí llorando hasta que mis ojos empezaron a picar y mi ansiedad empezó a subir, debía calmarme o acabaría llamando la atención, así que empecé a respirar profundo despacio, tomando leves respiraciones, uno a la vez para volver a estabilizarme, todo eso sin que mi móvil dejara de sonar.

Cuando por fin sentí que estaba mejor, tomé el móvil y miré las llamadas, había cinco llamadas perdidas. Suspiré una vez más y lo llamé.

—dime—intentando sonar lo más serena posible, me alejé mucho más, para evitar el ruido.

—¿Por qué no respondías a las llamadas?—exigió saber.

—estaba en el baño—mentí.

—eso no habría estado… ¿Oye que pasa?—preguntó cambiando su tono de serio, bromista, ha preocupado en cuestión de segundos.

¿Cómo alguien podía cambiar tanto de ánimo tan rápido? Si debía ser bipolar, pero para evitar responder, le pregunté por el motivo de su llamada.

—¿Qué quieres?

—son casi las tres de la noche, ¿todavía no terminó tu noche de chicas?—preguntó y me apreté el brazo para contener mi enfado.

—¿Podrías dejarme en paz? No escapé del control de mis padres para tener que ser controlada por alguien como tú—le solté de malas formas.

—solo estoy preocupado por ti, Laura, no quiero que nada te pase.

—¿Qué demonios me va a pasar? ¡Se supone que quién padeció paranoia era yo, no tú! No soy una niña a la que tienes que cuidar Dante, puedo cuidarme por mí misma como he estado haciendo todos estos años, ¡así que deja de una maldita vez ser tan asfixiante!

—¿Qué tonterías estás diciendo? ¿Es que estás borracha?—preguntó aludiendo todo lo que le acababa de soltar.

—oh, qué listo eres, ¿has llegado a esa conclusión tú solo?—lo provoqué.

—Laura—me llamó la atención a modo de advertencia para que no continuara.

Sabía que debía callarme, pero estaba cansada de todo esto y no sé si era causa del alcohol o las lágrimas que acababa de derramar, pero no me detuve y continúe.

—Laura, esto, Laura, aquello, eres peor que mis padres, Dante, ¿es que no te cansas? Por qué yo si, yo estoy muy cansada de ti—solté.

—sí que debes estar muy borracha, porque mi Laura nunca diría algo así, Iré a por ti y hablaremos de esto—me informó, pero no hice caso y seguí hablando.

—¿Tu Laura? ¡Ja! Esa Laura dejó de existir, te encargaste de hacerla desaparecer con todas tus acciones, ¡esa Laura se fue y no volverá nunca jamás!—decir esas palabras me dolieron en lo más profundo de mi corazón y nuevamente me quebré y comencé a llorar.

—¿Cuánto has bebido? ¿Estás llorando? ¿Por qué estás llorando? ¿Alguien te hizo daño?—me interrogó y noté la alarma en su tono de voz.

Pero nuevamente lo ignoré y seguí hablado, limpiando mis lágrimas.

—sí tú me haces daño, eres el culpable de todas mis lágrimas y mi tristeza.

—no digas eso por favor, sabes que nunca deseo hacerte daño, quiero ser en motivo de tu alegría, no tu tristeza.

—si quieres que sea feliz y alegre, solo déjame en paz—imploré.

—ya sabes que no puedo hacer eso, lo eres todo para mí—confesó.

Soy todo para ti, pero tú para mí no. Desee decir pero le mordí la lengua y nuevamente cambie de tema.

  —¡Ah! se me olvidó decirte, ya no estoy en casa de Trix.

—¿¡Qué?! ¿¡Y dónde demonios estás y por qué no me dijiste eso antes!?—me gritó y su temperamento volvió a cambiar.

—¿Qué importa?

—a mí me importa Laura, ¡así que dime donde mierda estas!

—¿Para qué? ¿Para que vengas aquí me grites y me lleves a rastras? No, no te lo diré—dije y se me escapó una risa nerviosa.

—¡Laura!—volvió a gritar, pero segundos después vi que suspiraba y volvía hablar con un tono más calmado.

—prometo no hacer nada de eso, solo te veré y luego me iré.

¿Esperaba que me tragara semejante mentira? Lo conocía y sabía lo mucho que se estaba conteniendo en este momento para parecer sereno, nada que ver con lo que realmente era, e imaginar su cara al borde de explorar me hizo reír.

—Entonces, buena suerte, encontrándome—le indiqué y antes que pudiera responder, colgué la llamada y apagué el móvil.

Un extraño sentimiento que nunca había sentido en mi vida me invadió al momento de hacer esto, era una sensación de miedo y emoción a partes iguales, también sabía que esto seguramente me iba a costar caro, ¿Pero qué más podía haberme? Peor que como estaba no iba a estar.

Con el reflejo de pantalla apagada del móvil me sequé las lágrimas que quedaban y miré que mi poco maquillaje no se hubiera emborronado en exceso, después de ponerme presentable de nuevo, entré a la discoteca en busca de mis amigas con un mejor ánimo.

Al regresar a nuestra mesa vi que no había rastro de ellas, sino que estaban en la pista de baile, por lo que me uní a ellas, al verme de mejor humor se alegraron y todas disfrutamos de esa noche, me dejé llevar, olvidando todo por un momento y siendo feliz por una noche.

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