No lo desees.

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Laura:

Jamás había estado tan equivocada en mi vida y tampoco pensé que mi vida daría un giro tan drástico después de haberlo “perdonado” definitivamente debí haberlo rechazo y salido de allí y huir con mis padres sin mirar atrás.

Después de perdonarlo y darle la tan ansiada oportunidad, creí que las cosas podrían calmarse, pero lejos de eso empeoraron. Ciertamente, él acabó por liberarme, pero no me dejó marcharme de su casa hasta que las clases empezaron de nuevo, lo que me alivió enormemente y no solo eso, sino que me puso mucho más feliz saber que su sustitución estaca por terminar y dejaría de ser mi profesor.

Pero qué ilusa fui, después de empezar a respirar lo que yo supuse que sería un poco de felicidad, mis padres me llamaron para contarme algo que tenía que ver con Diana, la verdad, era la última persona de quién deseaba saber.

Pero me quedé en Shock al saber que estaba siendo acosada por todas partes, hombres desconocidos, la llamaban a su móvil sin descanso, pidiendo servicios como si fuera una prostituta o una chica de compañía y vídeos y fotos suyas habían sido filtradas a varias páginas.

No podía salir de mi asombro, miedo y repugnancia, pero sin hacer la pregunta de quién hizo todo eso, ya sabía la respuesta, había sido él, Dante, por lo que decidí confrontarlo por algo tan horrible, pero me lo negó todo, negó que hubiera hecho algo así, pero no le creí nada. Recordaba claramente como dijo que la haría pagar por haberse entrometido entre nosotros.

Diana no es alguien que me agrade, sobre todo con todo lo que me había hecho y es cierto que se merecía algunas cosas malas, pero tanto como eso no, nadie se lo merecía.

Mi miedo hacia él, por saber hasta donde era capaz de llegar, comenzaron a aumentar y con ello también sus exigencias, prohibiciones e imposiciones.

Primero empezó con las llamadas y mensajes que me enviaba y hacía, eran más de lo que me gustaría y a las que debía responder si o sí, porque si no me montaba un escándalo como un niño berrinchudo, luego siguió con las preferencias de mi vestimenta, pues no quería que fuera provocando y llamara la atención de más hombres, además que ahora que ya no era más mi profesor, debía llevarme y recogerme todos los días de la universidad y la cosa subió al enterarse de que mi ex y yo seguíamos hablándonos y me prohibió verlo.

Esto no iba a permitírselo, así que olvidando el miedo en mí lo confronté a tal grado que acabó en una fuerte discusión, esto no le gustó para nada, no le gustó que siguiera hablándome con alguien que me había hecho tanto daño. Según él, Ángel no me merecía, cosa irónica teniendo en cuenta todo lo que me estaba haciendo él.

Pero yo era muy terca y no me di cuenta de que estaba cometiendo un gran error, ya que eso desembocó que qué me amenazara a mí, algo que para nada esperaba que pasase, ¿Quién podría imaginar que la persona con la que estaba tan felizmente antes, iba a ser una persona tan retorcida?

Quizás él ya era así desde siempre y yo fui quién no quiso darse cuenta, no quise ver más allá de mi estúpida burbuja de fantasía.

Aquella vez en la que Ángel y yo fuimos a ese club, donde pensé idiota de mí, que nadie nos vería, que no habría cámaras, resultó que era todo lo contrario y quien nos vio en primicia fue nada más y nada menos que Dante.

Él lo sabía, se guardó ese vídeo y me amenazó con él, me dijo que me pasaría lo mismo que a Diana si no le hacía caso y seguía viéndome con Ángel, así que sin otro remedio, con el miedo invadiendome, decidí cortar todos los lazos con él. Lo que a ambos nos dolió mucho, sí, fue un cabrón conmigo, pero aun así le seguía guardando cariño y él… estaba completamente devastado cuando le dije que era mejor que no nos habláramos nunca más.

Esto le tomó por sorpresa, he insistió en que le diera una explicación, pero a pesar de que le decía que la razón de aquella decisión era por qué me había hecho daño, no me creyó, por lo que tuve que volver a bloquearlo.

Intenté mirar el lado positivo, si es que había alguno en una situación así. No amenazó a mi familia o mis amigas, tan solo a mí, eso podía darme un poco de alivio, además que no me mantenía cautiva como antes y podía salir, aunque debía decirle con quién y dónde iba, también podía vivir en mi casa, aunque los fines de semana debía estar con él sin falta.

Cuando estábamos juntos se comportaba como un novio perfecto, como si no me hubiera extorsionado y amenazado, era como si tuviera varías personalidades o tuviese bipolaridad, cosa que tampoco me extrañaría llegados a este punto.

Ya había pasado un largo y tedioso mes desde que estaba en esta situación y hoy viernes deseaba salir para poder ahogar mi miseria en alcohol.

Salí de su baño en toalla, volviendo a su habitación, para encontrármelo en la cama tumbado con móvil en mano.

¿Cuándo se metió a la habitación? No lo oí entrar. Seguramente debió ser por la ducha que amortiguó el sonido. Me quedé plantada en el umbral de la puerta del baño observándole, Solo llevaba unos pantalones de chándal rosas con dos rayas blancas al los lados, parecía entretenido con lo que sea que estuviera viendo en el móvil y me ignoraba completamente.

Debía seguir enfadado por qué una vez más quiso tocarme y yo me negué, ¿Cree que voy a volver a hacerlo con él después de amenazarme así? Estaba realmente loco y me importaba bastante poco su enfado, así que ignorándolo de la misma forma caminé hacia el armario. Busqué la ropa que iba a ponerme, luego regresé al baño.

Me puse unos vaqueros ceñidos de cintura alta blancos, con un top de hombres caídos de estampado de flores de color negro, me coloqué unos tacones bajos a juego con el color del top y comencé a secarme el pelo con el secador, una vez lista salí del baño. Vi como levantaba su cabeza del móvil y sus ojos se posaban en mí. Me miraba de arriba abajo como si estuviera pasando un control de policía y luego se mordió el labio haciendo una mueca.

—¿vas a alguna parte?—preguntó sin apartar sus ojos de mi cuerpo, que me devoraba con la mirada.

—hoy es noche de chicas, te lo dije esta mañana—respondí pasando de largo hacia los cajones.

—no sé si me gusta eso—indicó, pero a mí me importaba bien poco si le gustaba o no.

Incluso si tuviese que salir por la ventana. Iba a salir, costará lo que costará. Seguí rebuscando entre los cajones mi maquillaje.

Maldita sea, donde se meten estas cosas cuando las necesito.

Estaba absorta en mi búsqueda, por lo que no me di cuenta cuando Dante estaba detrás de mí, lo que me sobresaltó al tenerlo tan cerca de mí.

—¡Dante! ¿Puedes no aparecer de la nada?— quise incorporarme, pero Dante no me dejó y pegó su entrepierna a mi culo, llevado sus manos a mis caderas.

—no vayas, quédate conmigo esta noche, podemos hacer algo mucho más divertido—intentó tentarme pegándose más a mí y frotándose contra mi trasero.

Pero yo no estaba por la labor, no quería que me tocase, así que me incorporé y saqué sus manos encima de mí. Quedamos frente a frente y él volvió a poner sus manos en mi cintura atrayéndome hacia él, se detuvo durante largos segundos a mirar mi escote y nuevamente volvió a fruncir el ceño y morder su labio. Siempre hacía ese gesto cuando algo no le gustaba.

—no voy a cambiarme de ropa—me adelanté a informarle antes que pudiera empezar a quejarse.

Alzó sus ojos a mi cara levantando una ceja y una sonrisa de lado, como si le gustara que lo estuviera desafiando o retando, pero no quería entrar en su juego, ni quería discutir, así que añadí.

—estaré en la casa de Beatriz, hoy su madre no está así que la pasaremos allí.

—¿Y para ir a la casa de tu amiga debes vestirte así?—dijo volviendo a mirar mi escote.

Estaba por explicarle que a veces uno no se vestía para contentar a otros, sino por verse bien a sí mismo, pero me detuve por qué sabía que sería en vano, no lo entendería.

—nadie más que ellas me verán, así que no tienes que preocuparte y ahora suéltame—exigí de forma brusca.

—te has vuelto tan fría conmigo, no me gusta, extraño cuando sonreías conmigo, quiero que vuelva mi Laura de la que me enamoré—pidió apoyando su frente en mi hombro suspirando con pesar.

Aquella Laura no volverá jamás, se esfumó al momento de que me raptaras.

Todavía se me hacía extraño cuando pronunciaba esas palabras, decir que está enamorado, sobre todo cuando su forma de tratarme distaba mucho de como alguien enamorado debería tratar a su enamorada. Pero una vez más no quería entrar en ese conflicto, quería irme.

—Tengo que irme o llegaré tarde—le informé, intentando, esta vez, suavizar el tono.

Él levantó la cabeza de mi hombro y me miró a los ojos, los suyos, negros, como la noche, estaban repletos de consternación. Acarició mi mejilla y se acercó a besarme, pero yo tiré mi cabeza hacia atrás para evitarlo.

—Laura…—murmuró levantando mi mentón y me echó una mirada de advertencia e intentó besarme de nuevo, pero aparté mi rostro nuevamente, aunque esta vez fue por instinto.

—si vuelves a apartarte no saldrás de esta casa, en la noche de hoy—me advirtió con tono severo y todo mi cuerpo se estremeció.

Hizo presión en mi barbilla con sus dedos y volvió a acercarse a mí, esta vez no me aparté y dejé que sus labios y los míos se tocaran, me besó largo y tendido, aunque yo no moví ni un músculo para corresponderle y evitaba que profundizara el beso tanto como podía.

—Laura, bésame—ordenó en un gruñido, pero su voz estaba cargada de desesperación.

Si fuera en otras circunstancias me habría negado, pero viendo que mi salida dependía de este beso, solo decidí complacerlo y esperar que fuese rápido. Abrí mi boca para él, dejando entrar su ansiada lengua, que recorría mi boca y se fusionaba con mi lengua, ¿en busca de qué? ¿Consuelo? No lo sé.

Seguimos besándonos, mientras sus manos volvían a mi cuerpo y me envolvían pegándome mucho más a él, el beso siguió más profundo y más intenso y mi cuerpo pronto empezó reaccionar a él, no solo eso, sino que empecé a sentir como su deseo se hacía palpable a través del bulto que notaba como crecía en sus pantalones.

El calor empezó a aumentar poco a poco en mi cuerpo, por la forma en que me tomaba, me acariciaba, la manera tan deseosa y desesperada en que decía mi nombre entre beso y beso.

No quería esto, no quería que mi cuerpo lo deseara después de todas las cosas que me había hecho, después de todo lo que me estaba haciendo vivir y sobre todo no quería que él se diera cuenta. Intenté alejarlo y zafarme de él, pero me tenía bien agarrada y no quería dejarme marchar. Pero seguí intentándolo hasta que por fin me liberó.

—me alegra saber que tu cuerpo todavía me desea—susurró en mi oído, indicándome con una sonrisa de suficiencia mis pezones que se marcaban vivamente por encima de mi top.

No respondí y solo puse distancia entre nosotros, no confiaba en mi voz en este instante y ni quería seguir dándole indicios de mi deseo hacia él. Corrí al baño y me encerré para poder calmarme.

—¿por qué intentas esconder que me deseas como si fuera algo malo? Vamos, quédate por hoy, por favor—me pidió al otro lado de la puerta.

No le respondí y terminé de retocarme, sabía que si me quedaba sería mi fin, así que con más motivos debía salir de aquí. Al estar lista, abrí la puerta y lo encontré apoyado en la pared mirándome, pero no me detuve y fui a por mi bolso. Él suspiró al ver que no había nada que hacer.

—cuando se termine la noche de chicas, llámame, iré a por ti—dijo y yo solo lo contemplé, percatándome de lo excitado que estaba a través de sus pantalones, pero no dije nada, solo asentí y salí de la habitación, deseando perderlo de vista.

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