¿Escucharás mi historia?

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Dante:

—lo que te contaré el día de hoy, debes saber que no lo conté a nadie, ni siquiera a los idiotas que tengo por amigos, serás la única que lo sepa—dije cortando un trozo de chuleta y acercándolo a su boca, que abrió para comer lo que la ofrecía.

Eran las tres de la tarde y después de nuevamente habernos gritado hasta quedar satisfechos, Laura por fin dejó su maldito orgullo a un lado y decidió escucharme, lo que me alegraba, por qué su terquedad estaba empezado a irritarme.

En un principio iba a contarla solo el malentendido de aquel robo, pero cambié de idea y decidí abrirme completamente ella y contarle todo, de principio a fin. Quería que después de esto, pudiéramos empezar de nuevo, sin mentiras de por medio.

—yo viví en Italia hasta casi los dieciocho años de edad, no tuve una infancia de ensueño, pero tampoco era horrible.
» Era un niño con sobrepeso al que los idiotas de ese entonces de mi escuela, que se consideraban populares, se metían conmigo, pero a pesar de ser molesto no era algo que no pudiera soportar, mis padres me amaban y me daban todo lo que su sueldo de clase media podía ofrecer, era feliz dentro de lo normal.

Pero fui creciendo y con eso mis hormonas, mis gustos también cambiaron y llegó la época en la que deseaba explorar y tenía curiosidad de lo que veía alrededor, envidiaba a muchos de mis compañeros por tener lo que yo no y exigía a mis padres más de lo que me podía ofrecer, me fui volviendo en un completo capullo, igual que aquellos chicos que me golpeaban cuando era más niño…

—agua—pidió Laura, interrumpiendo mi relato y yo tomé el vaso de agua y se lo acerqué a la boca para que pudiera beber.

—sigue—me pidió en un susurro y yo obedecí con una sonrisa limpiando sus labios.

—Crecí y mi cuerpo también cambió, empecé a hacer muchas estupideces que solo le traían problemas a mis padres, pero dentro de lo que cabía seguía siendo un buen chico, me metía en problemas, pero no algo tan grave, pero todo cambió después de aquel día—dije y mi cuerpo se estremeció al recordarlo y el dolor que tan bien había conseguido suprimir empezó a salir.

—¿Dante?—me llamó la atención y yo alcé mi vista a ella, para darme cuenta de que dejé la mano suspendida en el aire, a medio de darla de comer.

—ah, sí, lo siento—me apresuré a disculparme y respiré hondo tomando el control de mi cuerpo.

—¿Qué pasó ese día?—quiso saber y después de tomar aire y expulsarlo despacio proseguí.

—fue idea de mi madre, salir para pasar tiempo en familia, yo no quería ir por qué me parecía una chorrada y perdida de tiempo, pero no me quedó más remedio que aguantarme e ir con ellos, íbamos a ir a la playa.
» Mi padre intentaba esquivar a un conductor que iba borracho, pero no vio venir el camión de delante y… Todo ocurrió tan deprisa, que para cuando quise darme cuenta, todo era un completo desastre, el coche volcó y todo se nubló.

Estuve inconsciente por bastante tiempo y cuando volví a la realidad, no sabía ni cómo demonios me llamaba, que decir que no recordaba que había tenido un accidente, con el paso del tiempo fui recuperando la memoria y me di de bruces con mi brutal realidad.

Había perdido a mi padre, que murió al instante en aquel accidente, y mi madre se había quedado sorda por protegerme de aquel accidente. Eso me rompió por completo, no sabía qué hacer, estaba devastado, y la manera que los había tratado en el pasado solo me hizo sentir aún más miserable y culpable, así que la manera que tenía de sobrellevar toda esa miseria era meterme en más y más Problemas, me juntaba con gente que no debía, hacía cosas que tampoco debía, me metía en peleas y el peor de todos, fue el ir a tu casa esa noche.

Hice otra pausa para mirar su rostro, este estaba sereno, demasiado para mi gusto y no denotaba ningún tipo de emoción, lo que me hizo fruncir el ceño.

Dejé el plato ahora vacío a un lado, en la mesilla de noche y con una servilleta empecé a limpiar sus labios.

—te puedo asegurar que no estaba en mis planes ir a robar a tu casa, para empezar por qué no sabía ni que existía, fue todo idea de Diana, me dijo que la ayudará a robar algunas cosas, ya que como tus padres eran ricos, seguro no lo notarían.
» Quedamos en reunirnos a las doce de la noche, pero ella no apareció y no mentiré, me dio curiosidad, así que entré, ella me aseguró que esa noche no iban a estar tus padres, así que también fue una sorpresa el que aparecieras de la nada y cuando te desmayaste me diste un susto de muerte.

Entré en pánico, no sabía qué hacer, así que después de llamar a emergencias y dejarte en el sofá, salí corriendo de allí, pero no sabía que la casa tenía cámaras, quizás fue por eso por lo que esa asquerosa de Diana no apareció y para colmo me echó todas las culpas a mí cuando quise decir la verdad.

Tuve la suerte de que tus padres no levantarás cargos y solo tuviera que pagar una multa, pero mi madre ya estaba arta de mí y con razón, así que para evitar más problemas me mandó aquí y debo decir que aunque estuve muy cabreado en un principio, fue la mejor decisión que pudo haber tomado.

Fue muy duro empezar desde cero, aprender otro idioma, todo era nuevo para mí, pero gracias a que ya tenía amigos aquí que me ayudaron bastante, debo decir, pude superarme y el resto de la historia ya la sabes, así que créeme cuando te digo que no quise causarte problemas.

•   •   •

Laura:

Incluso si me decía esas palabras, ¿cree que solo con decirme eso, voy a perdonarlo? ¿Acaso no es consciente de lo que acababa de hacer? Me sedó y me trajo a la fuerza, me secuestró, y espera que le perdone y que así todo vuelva a la normalidad.

—¿cuándo te diste cuenta de que yo era la chica a la que intentaste robar?—pregunté de forma brusca.

Él se quedó callado y no dijo nada por unos minutos, hasta que levantó la cabeza de nuevo a mí y habló.

—unos días después de conocerte, me eras muy familiar, así que con la ayuda de Diana lo pude confirmar—confesó.

Así que él ya lo sabía desde el principio, además que estaba en contacto con Diana desde hacía mucho tiempo.

Seguía esposada a su cama, mientras él me miraba con ojos llenos de arrepentimiento y suplicantes en busca de mi perdón, pero me era difícil perdonarlo, incluso si ahora sabía que quién empezó todo fue Diana, él al final acabó entrando y fue el infierno para mí y mis padres.

—¿sabes lo que yo tuve que pasar por tu maldita curiosidad? ¿Sabes lo que es no sentirte segura ni en tu propia casa que pasas la mayor parte de tu tiempo y vida?—dije mientras notaba como mis ojos se llevaban de lágrimas.

—mi vida se volvió un completo invierno por tu culpa, tenía terribles pesadillas de esa noche, la paranoia se apoderó de mí, pensé que todo el mundo iba a atacarme o iba a pasarme nuevamente algo así, era angustioso a un nivel horrible, mis padres… mis padres…—se me quebró la voz por la angustia de tener que recordar todos esos terribles momentos y dolorosos momentos.

Mis ojos enseguida se llenaron de lágrimas por la impotencia que estaba sintiendo en este momento y solo pude dejar que las lágrimas se amontonaran en mis ojos y bajarán sin descanso sobre mis mejillas.

—por favor, por favor perdóname, juro que no quería hacerte daño, ni siquiera sabía que algún día volveríamos a encontrarnos—empezó a decir, acercando sus manos a mis muñecas donde estaba esposada.

Con la llave que tenía en su bolsillo de su pantalón trasero, las abrió, mis brazos cayeron sobre la cama como peso muerto y ni siquiera las levanté o estiré como había hecho anteriormente cuando me soltó las muñecas.

Tampoco intenté golpearlo ni nada por el estilo, estaba abatida. Había estado intentando mantenerme serena, no mostrar mis emociones, mientras buscaba una manera de salir de aquí, pero había llegado a mi límite.

—me has estado mintiendo todo este tiempo, he vivido engañada, eres igual a Ángel, no eres mucho peor—le solté y él me miró como si le hubiera dicho la cosa más hiriente y desagradable del mundo.

—¿¡Qué?! Eso no es así y tú lo sabes, Laura, nunca te he mentido, siempre fui sincero contigo, exceptuando esto, he sido transparente y nunca te he engañado—me aseguró tomando mis manos entre las suyas.

—debiste, habérmelo contado—concluí, con la voz entrecortada por el llanto.

—lo sé nena, pero pensé que no sería necesario hacerlo, no pensé que me iba a interesar tanto en ti, no creí que mis sentimientos por ti iban a ser tan fuertes y también estaba aterrado que no quisieras saber nada de mí después—confesó.

Y no iba mal desencaminado, pero era muy molesto y jodido tener que enterarme por terceras personas de la verdad y no únicamente eso, saberlo de la persona que menos deseaba, Diana, lo que me llevaba a preguntarme qué tipo de relación tenían ellos, ¿Eran amigos, conocidos o quizás algo más?

Sentí un dolor profundo en el pecho de solo imaginarlo en que ellos pudieran tener algo más, podía preguntarle, pero decido no hacerlo por el miedo a aquella respuesta, lo único que deseaba en este momento era irme a mi maldita casa y perderlo de vista, ya había tenido suficiente de todo esto, no más.

—déjame ir—solté de repente casi en un susurro.

—¿Qué?

—he cumplido con lo que has dicho, te he escuchado, hemos hablado y ahora déjame ir—pedí, limpiándome los ojos con la mano que me temblaba por haber estado suspendido por tanto tiempo.

—¿entonces me perdonas?—preguntó ansioso.

Abrí mucho los ojos por esa pregunta tonta y fue mi momento de preguntarle de qué estaba hablando.

—Laura, no quiero perderte, por favor dame otra oportunidad, no dejes que las cosas del pasado nos arrebate lo que tenemos—imploró con desesperación, mirándome a los ojos.

Estos también estaban llorosos, seguía sosteniendo mi mano y notaba que las suyas estaban temblando ligeramente. Mi primer impulso fue decirle que no, que me dejara en paz y tranquila, pero me detuve en seco.

Algo dentro de mí, en lo más profundo de mi ser, me decía que si lo hacía sería mi perdición. Ha sido capaz de drogarme y secuestrarme por qué no quería escucharlo, hizo todo esto con la esperanza de que todo volvería a ser como antes, entonces, ¿Que sería capaz de hacer si todo ese esfuerzo se convierte en nada? Solo de pensarlo me daban escalofríos.

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