𝐎𝐎. my name is selene...

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𝐌𝐘 𝐍𝐀𝐌𝐄 𝐈𝐒 𝐒𝐄𝐋𝐄𝐍𝐄...
prólogo

Saitama, Tokio.
Febrero, 2017.
──────────

El surgimiento de la hechicería era un completo misterio, nadie encontraba su verdadero origen, su verdadera razón de ser, mas habían transcurrido tantos años que ya ni siquiera se molestaban en contar la historia desde cero, omitía aquellos molestos detalles que tan solo generaban más preguntas sin respuestas. Aún así, lo que jamás se omitía en el momento de estudiar la historia del jujutsu era aquel clan que poseía los ojos más poderosos de todos: el clan Gojo.

El clan Gojo poseía una de las técnicas más poderosas de todas, coronándose como la familia más fuerte de hechiceros, y se trataba de la técnica de maldición ilimitada. Un poder que sobrepasaba cualquier limite, manejando el espacio tiempo a nivel atómico de la forma en la que el usuario lo desee, volviéndolo un aliado o un rival extremadamente peligroso. Pero lo que hacía realmente especial a los Gojo no solo era la técnica sin límites sino los seis ojos, también conocidos como los ojos del infinito.

Se dice que nace un portador de los seis ojos cada mil años, tal sólo un Gojo es bendecido cada un milenio con el poder absoluto y fue por esa misma razón que el nacimiento de Satoru Gojo fue una bendición para una sociedad de hechiceros, ansiosos por admirar a alguien y colocarlo en el pedestal del más fuerte, para que sea su nuevo Dios, su salvación.

Desde el momento en el que Satoru abrió sus ojos, que un pequeño rayo de sol iluminó su mirada, todo el peso del universo fue colocado sobre sus hombros. A pesar de ser tan solo un bebé, tan solo un niño, alteró el desequilibrio universal y logró estabilizarlo con su simple nacimiento.

Pero... ¿Qué ocurría cuando dos portadores de los ojos del infinito estaban vivos a la vez? Era algo imposible ¿verdad?

Desde el surgimiento de los hechiceros solo hubieron dos ocasiones donde dos Gojo se convertían en portadores de los seis ojos al mismo tiempo: en el surgimiento de Ryomen Sukuna como el rey de las maldiciones y en aquella medianoche lluviosa de un 2 de agosto de 2001.

El equilibrio que se recuperó el 7 de diciembre de 1989 se perdió completamente cuando Selene Cassiopeia Gojo nació y en sus ojos estaba reflejado el poder universal, siendo iluminados por aquella luna llena. La comunidad entera estalló, nadie podía creer que luego de la era dorada existiera la posibilidad de tener dos hechiceros de semejante magnitud. Ambos estaban destinados a ser los más fuertes.

Satoru amó a su hermanita menor desde el momento en el que pudo sostenerla en brazos, observándola tan pequeña y frágil pero tan brillante como una estrella, mientras que internamente se hacía una promesa consigo mismo: cuidarla de todo mal, incluso si eso implicaba arriesgarse a él mismo. Recordó con una sonrisa en el rostro lo enojado que estaba cuando la noticia de que su madre tendría otro bebé llegó a sus oídos, jurando que odiaría a muerte a ese monstruoso bebé, se ve que el destino decidió todo lo contrario.

A pesar de que muchos usuarios de jujutsu veían el nacimiento de Selene como una bendición, como un regalo más para aquella comunidad llena de caos, la existencia de Selene no era más que una maldición para los altos mandos y los demás clanes: la cantidad de maldiciones existentes aumentaron, llegando incluso al grado especial, el desequilibrio provocado era demasiado evidente y no se encontraba otra razón para restablecerlo que no fuera eliminando a la niña.

Aunque luego de un intento fallido por arrebatar el alma de la pequeña en aquella noche lluviosa, Satoru se hizo cargo de Selene y la tarea de asesinarla se volvió casi imposible al estar bajo la tutela del mayor. Nadie quería despertar la ira de él, menos cuando hace tan solo unos días había perdido a Amanai en una fallida misión por protegerla, casi siendo asesinado por el bestial asesino de hechiceros, Toji Fushiguro.

Siendo tan solo un adolescente de unos 17 años, Satoru se tuvo que hacer cargo de la vida de una niña de seis años que estuvo más cerca de la muerte que lo que le gustaría decir. Teniendo cero conocimientos acerca de una correcta educación de un niño y estando solo, el hechicero más fuerte se encargó de darle la mayor educación y el mayor bienestar a Selene.

Y si no tenía suficiente con una niña, los hermanastros Fushiguro también acabaron bajo su tutela luego de que él le quitará la vida al padre del niño Zenin, Megumi Fushiguro, y cumpliera la última voluntad del hombre: no permitir que su hijo acabará en las garras del oscuro clan. Entonces con la compañía de Selene, y su corazón roto por el repentino abandono de su mejor amigo, partieron a Saitama en busca de ellos.

──¡Satoru, me duelen los pies~!── lloriqueo la infante, tironeando de la mano del mayor. Satoru intentó ignorarla, sabía muy bien lo que quería, pero Selene no dejaba de insistir. ──¡Toru-chan!── cuando vio a su hermano suspirar y detener su caminar supo que lo había conseguido. Él la tomó por la cintura y la cargó hasta colocarla sobre sus hombros, su hermano era bastante alto. ──¡Sí, todo es tan chiquito desde aquí arriba! ¡Ahora soy super poderosa!

Satoru carcajeó: ──No seas exagerada, Sele.

──¡Mirenme, soy Satoru Gojo muajaja! ¡Teman ante mi poder! ¡Asesinaré a todos con una mirada!── Satoru comenzó a reír aún más fuerte, pasar tiempo con su hermanita era como una caricia para su alma luego de lo que ocurrió con Suguru.

──Sabes que yo no digo eso, Selene, y si lo hiciera sonaría aún más genial─. Se quejó con un tono burlón──. A veces me preocupa que cuando crezcas asesines a alguien de verdad.

──Uno nunca sabe. Mataré a todos los que me molesten o te molesten a ti──. Respondió la niña con un tono bastante serio, preocupando al contrario. Aunque el tono frío se vio opacado por la risa infantil, mientras unos pequeños brazos rodeaban el cuello del adolescente. ──Por cierto, ¿a dónde estamos yendo? ¿a quién era que teníamos que buscar?

──¿Recuerdas cuando te conté que aquel hombre... loco me dejó una misión especial?── 'Nop'. ──Ah, bueno, no importa. Estamos buscando a un niño, tiene tu edad así que mejor que no seas grosera-

──¡Yo no soy grosera!── interrumpió indignada, ──soy un ángel adorable ¿cómo podría ser mala con alguien?

Satoru simplemente sonrió, recordando como el año pasado le había hecho la vida imposible a Minari solo por haber pronunciado mal su nombre. Alejarse del clan la había cambiado bastante, estaba siendo una niña de verdad aunque... ciertas actitudes permanecían intactas, más teniendo en cuenta que estaba siendo criada por él: un adolescente. El último tiempo realmente había sido jodido para él, tantas cosas tuvo que pasar y la única persona que le quedaba lo abandonó por completo, pero era su deber como el 'hechicero más fuerte' seguir adelante. No importaba si estaba solo, no importaba nada. Pero no estaba completamente solo en realidad, todavía tenía a su pequeño y brillante copo de nieve.

Continuaron caminando por un rato más, metiéndose a un vecindario que... no parecía tener tan buena pinta. Selene observaba a su alrededor, no había señal alguna de una casa apta para que un niño viva en ella, tampoco veía a chicos de su edad cerca hasta que sus brillantes y angelicales ojos celestes lograron captar una esencia de energía maldita. Se quitó los lentes negros y, efectivamente, la energía maldita provenía de un niño que se encontraba a un par de metros de ellos, con el cabello negro como la noche y una pequeña mochila colgando en su espalda.

──¿Es él?── Murmuró la niña, ladeando su rostro.

──Definitivamente, ahora vamos bájate y no seas una vaga. ── Pidió el mayor. La niña asintió con diversión, pegando un pequeño salto desde los altos hombros de su hermano pero su aterrizaje al suelo fue bastante suave, ayudándose con una pequeña levitación. ──Acuérdate, debes portarte bie-

──¡Bien, ya lo sé!

Megumi Fushiguro se encontraba caminando de regreso a su casa, la jornada escolar había acabado. Tsukimi había salido más temprano por lo que se quedó para organizar las cosas del departamento, ya había pasado demasiado tiempo desde que su padre huyó junto a la madre de su hermanastra, aunque a decir verdad le importaba poco y nada: ni siquiera recordaba con certeza su rostro o siquiera su nombre.

Estaba a tan solo unos metros cuando sintió los extraños pasos de unas personas detrás de él, además eran completamente escandalosos. Apretó las tiras de su mochila y frunció el ceño, ¿quiénes eran? sus voces no era de ninguno de sus vecinos.

──¿Eres Megumi Fushiguro, verdad?

Megumi suspiro y se giró hacía los desconocidos, con el ceño totalmente fruncido. Un albino bastante alto se encontraba frente a él, con una extraña expresión en su rostro, y cuando sus ojos viajaron hasta las piernas de éste se encontró con una niña pequeña y ojos realmente saltones. Su mirada se suavizó inconscientemente cuando la vió, tenía un largo cabello blanco y sus ojos eran los más brillantes que alguna vez había visto, era como si el cielo estuviera en ellos.

──¿Y usted quien es? Por cierto, ¿qué es esa cara?── respondió de mala gana, regresando la vista al mayor.

Selene alzó una ceja mientras observaba al niño, estaba detrás de su hermano mayor puesto que se sintió un poco intimidada pero, ante la burla por la expresión en el rostro de Satoru, solo pudo reír. Megumi volvió a fijar la mirada en ella solo para notar que era... bonita. Sus mejillas se sonrojaron y tan solo pudo chasquear la lengua, molesto.

Satoru quedó casi petrificado cuando vió a Fushiguro: era exactamente igual a Toji, y ver su viva imagen en aquel niño solo le provocó escalofríos y malos recuerdos.

──No, nada──. Respondió Satoru, acomodando sus lentes negros por el puente de su nariz. ──Es que eres igualito...── Murmuró.

──¿Uh?

──Nee, Megumi, ¡yo soy Selene Gojo!── Se presentó la susodicha con una enorme sonrisa, acercándose al niño más alto. ──Un placer conocerte.

Megumi evitó que una exclamación se colara por sus labios cuando observó más de cerca los ojos de la niña, estaba creyendo que era algún tipo de hipnosis porque no podía apartar la mirada de ellos; era la primera vez que veía unos ojos tan brilloso y bonitos. Selene ladeo su rostro, dejando caer su cabello hacía un lado cuando el niño no hacía nada más que verla y luego ver a su hermano, completamente confundido.

Luego de una breve, y rara, explicación de su situación actual, Tsukimi y Megumi decidieron irse a vivir junto a los hermanos Gojo. Satoru había llegado justo a tiempo, los niños se estaban quedando sin dinero y sin comida, ¿qué hubiera ocurrido si no los buscaba?

Desde aquel día, Megumi y Selene se habían convertido en mejores amigos, obligados a convivir con el otro. Al principio de todo para el niño, la albina era una completa lunática y extraña pero curiosamente su alegría era contagiosa, como si no pudiera evitar ponerse feliz al estar al lado de ella. Y por el lado de Selene, ella encontraba la personalidad de Megumi bastante... particular, decía palabras raras que entendía muy poco y tenía actitudes que parecía que estaba hablando con un adulto en vez de un niño.

Aunque poco a poco y con el pasar de los años su relación comenzó a mejorar, tal vez era la convivencia "obligada" que tenían pero se volvieron inseparables, siendo Megumi el único amigo verdadero de Selene y siendo Selene la única persona a la que Megumi toleraba. Aún así, aquel sentimiento de amistad, escalando lentamente, se iba transformando en algo mucho más complejo, algo que ninguno de los dos sabía cómo manejar y eso era el amor.

Un amor infantil que se transformó en uno más juvenil, pues los sentimientos se volvían más fuertes con el paso del tiempo y seguían intactos. A pesar de que todos los muchachos de la escuela estaban enamorados de la joven Gojo, ella ni siquiera les dedicaba una mirada, su corazón estaba demasiado ocupado perteneciendole a Megumi como para fijarse en alguien más. Y Megumi estaba en una posición similar: las cartas de amor no tardaban en aparecer en su escritorio para luego acabar en el cesto de basura, ni siquiera se molestaba en ver de quien se trataba porque sabía que no eran de Selene.

A pesar de que la joven albina ignoraba constantemente a sus pretendientes, esto no evitaba que ellos siguieran insistiendo, incluso llegando a seguirla como lo estaban en ese mismo momento. Y eso era lo que más le molestaba a Fushiguro.

──¿Podrían dejarnos en paz? Ocupense de sus propios asuntos──. Escupió el azabachez dándose la vuelta para ellos. La mirada oscura aterrorizó a sus compañeros de grados inferiores y no lo pensaron ni dos segundos para salir corriendo de allí. ──Patéticos.

Selene lo vio a través de sus lentes azules y tan solo pudo soltar una risita maliciosa. Sus manos acabaron en su largo cabello echarlo hacia un lado mientras que se inclinaba hacia su mejor amigo, sus labios estaban curvados en una sutil sonrisa que solo puso nervioso al contrario.

──¿Qué te pasa? Deja de mirarme así.

──No entiendo porque te pones celoso, Gumi, sabes que yo solo te quiero a tí──. Se burló. Bajó sus lentes por el puente de su nariz lo suficiente como para que Megumi viera como le guiñaba el ojo. Con ese gesto tan solo consiguió que éste soltará un 'tks' molesto──. Sabes que son solo unos admiradores, son como moscas que no se van de encima.

──No me agrada que estén detrás de nosotros todo el tiempo, son irritables── respondió, abriendo la puerta para que su contraria pudiera salir primero del instituto──. Deberías ponerles un límite...

Selene rodó los ojos y paso su brazo por el de Fushiguro, caminando a su lado: ──Entonces tu también deberías ponerle un límite a esas admiradoras tuyas, me caen demasiado mal. ── Está vez fue él quien rodó los ojos. ──Pero bueno, eso pasa por ser los más lindos de la escuela... ya no es nuestra culpa, somos irresistibles.

──Ya deja de decir estupideces, idiota──. Dijo, sacando su brazo del de su amiga para darle un "fuerte" golpe en la nuca. ──Idiota.

──¿¡Pero que te pasa, Fushiguro!? ¡Idiota, deja de pegarme!

──Deberías aprender a usar el infinito o dejar de decir estupideces, tonta.

──¡Cara de sapo!── Megumi hizo todo lo posible para no reírse de la expresión de la mayor, dándole demasiado gracia ver como sus mejillas se ponían rojas por el enojo. ──¡No te rías, Fushiguro!

Una conocida voz se oyó a lo lejos, interrumpiendo la pelea entre los mejores amigos. Selene no tardó en ver la figura de la Fushiguro mayor trotando hacía ellos. Megumi chasqueo la lengua y se volteo, continuando su camino hacia la limusina que los estaba esperando para llevarlos a su casa.

──¡Chicos, voy con ustedes! ¡Espérenme!── Pidió en sus gritos. La portadora de los seis ojos se paró en el lugar y tomó la chaqueta del uniforme del azabache, impidiendo que siga caminando.

──¡Tranquila, Tsumiki, ya está llegando el auto!── Gritó con una sonrisa mientras sostenía con fuerza Megumi, quien dejó de avanzar en el momento en el que se dió cuenra del agarre. ──Deberías dejar de ser tan duro con Tsukimi, Megumi.. al fin y a cabo es tu herma-

──No es mi hermana──. Interrumpió y eso le cayó mal a la mayor. ──Ya hablamos de esto, Selene, realmente no quiero hablarlo una vez más...

Ambos se quedaron viendo por unos segundos, con el paso del tiempo Megumi se acostumbro a lo luminosas que eran las orbes de Selene pero, a pesar de los años, aún seguían intimidadolo. Instantes después, dónde no se compartieron palabras y solo una mirada, Selene soltó a su mejor amigo y le dió la espalda, dándose por vencida en intentar convencerlo.

La castaña finalmente había llegado a dónde se encontraban, con la respiración agitada y los cabellos levemente despeinados: ──Are, Megumi, Selene, disculpen la demora──. Se disculpó la mayor con una sonrisa en el rostro. ──¿Me tardé mucho?

──Para nada, ¿verdad, Gumi?──. Respondió con dulzura la portadora de los seis ojos y por supuesto no recibió respuesta alguna del susodicho. ──Ya me estoy muriendo de hambre, quiero comer algo.

Los tres adolescentes subieron al vehículo negro, dónde el clima estaba bastante... complicado. El viaje fue silencioso, como siempre, pero está vez el silencio era porque Selene se encontraba demasiado metida en sus propios pensamientos como para intentar animar el tenso ambiente entre los hermanastros.

Seguramente tendría la reunión con los altos mandos en cuestión de horas, ¿por qué otra razón Satoru la pasaría a buscar? No es como si no fuera un hermano presente, para nada, Satoru siempre se encargaba de brindarle la mejor calidad de vida a los tres, pero le parecía demasiado curioso que pasara a buscarla justo cuando ingresa un nuevo alumno en el colegio técnico de jujutsu: Yuta Okkotsu. Un chico que lleva a una poderosa maldición pegada a él, la reina de las maldiciones.

Desde que tiene uso de razón, Selene sabe cuál es su destino: estudiar en la escuela de hechicería y convertirse en una hechicera del mismo nivel que su hermano, el hechicero más fuerte de todos, el arma más fuerte del jujutsu. Por más que quisiera continuar una vida normal, como cualquier ciudadano promedio y abandonar la hechicería, no podía escapar de sus responsabilidades. Al tener los ojos del infinito era responsable del equilibrio del universo, no podía escapar de esas responsabilidades ni seguir ocultándose bajo el ala de Satoru.

Entonces, si no podía huir ni tener una vida como la que ella realmente soñaba, se iba a encargar de ser la hechicera más fuerte alguna vez vista. Que los libros de historia tuvieran su nombre. Que la recordarán.

La aparición de Okkotsu era tan solo un recordatorio de su objetivo, fue un recordatorio que le advertía que dejara de perder el tiempo, era un desafío. Ya había llegado el momento de demostrar quién era realmente, de lo poderosa que podría llegar a ser. Selene Gojo tenía un nuevo objetivo en la vida: convertirse en una hechicera incluso más poderosa que su hermano mayor.

Junto a Megumi Fushiguro, ambos se convertirían en los hechiceros más fuertes de la nueva generación.

Luego de unos minutos, los cuales no fueron demasiado, los estudiantes llegaron a la entrada de su casa y Satoru ya estaba esperando a su hermana menor, recostado sobre su auto. El hechicero más fuerte sonrió al verlos, hacía ya casi dos semanas que no tenía tiempo para pasar con ellos a causa de las misiones y de una posible aparición de Suguru Geto.

──¡Mis polluelos! ¿Cómo están hoy? Espero que no se hayan metido en ningún problema está vez──. Saludó el adulto, dándole un abrazo a cada uno de ellos. ──Pero ni Mina ni Kento me han llamado, esto debe ser un milagro.

El azabache rodó los ojos y se despegó de su tutor legal, dirigiéndose a la entrada de la casa, mientras que Tsukimi reía por la broma de Satoru referida a los problemáticos comportamientos de Selene y Megumi.

──No es mi culpa que siempre me molesten, Toru──. Protestó la menor, haciendo un sutil puchero. ──Tengo hambre, ¿me vas a dar de comer o tengo que morir de hambre?

──Probablemente tengas que morir, será un sacrificio para la humanidad, aunque seguramente tú muerte deje en quiebra a las marcas más importantes──. Se burló su hermano, despeinandola.

──Yo iré a preparar la cena para todos, ¿ustedes vuelven para cenar?── Pregunto Tsukimi, mostrando su sonrisa como siempre lo hacía. ──Pregunto por las cantidades, no quiero hacer comida demás.

──Oh no, seguramente vayamos a cenar de regreso, no sé a qué hora terminemos con este... asunto── respondió él. ──Pero no dudes en guardarme algún dulce, últimamente no he tenido tiempo de disfrutar nada rico.

──Ya cállate, dramático──. Selene tomó la mano del contrario, tironeando de él para apresurarlo. ──Ya vamos, Toru, que no quiero volver tarde a casa y perderme la met gala.

Entre las risas de los Gojo y Tsukimi, estos dos entraron al auto para emprender camino y, lo que se veía como una simple reunión, acabó convirtiéndose en algo que cambiaría la vida de Selene por completo. Y que, esa decisión que tomó, fue el peor error que cometió el hechicero más fuerte.


L

a medianoche se hizo ver en el reloj y un frío inundaba la habitación de Selene, habitación que poco a poco estaba quedando vacía. La cama estaba llena de pertenencias de la fémina y maletas llenas de prendas y más objetos. Ni la susodicha ni su mejor amigo podían creer lo que estaba ocurriendo: Selene Gojo se encontraba preparando sus cosas para emprender vuelo hacía los Estados Unidos de América, una decisión que había sido tomada en las últimas horas, una decisión que Satoru tomó para el bien de su hermana menor, una decisión que no le cayó para nada bien a Megumi.

Fushiguro sabía que era por el bien de su mejor amiga pero no lo podía aceptar, ¿por qué Satoru tomo una decisión tan drástica? Los hechos fueron de gravedad, sí, y no era la primera vez que ocurrían, aún así... no quería que Selene se fuera.

La portadora de los ojos del infinito dejó escapar un suspiro mientras apoyaba las maletas ya listas en el suelo, y se tiró en su cama para descansar. Megumi imitó su acción, terminó de cerrar las valijas y se posó a su lado, también cansado por el día tan atareado y movido que tuvieron. La fémina llevó sus brazos hacía atrás mientras estiraba el resto de su cuerpo, el azabache estaba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera la volteaba a verla.

──Será solo un año, Megumi──. Murmuró, cerrando los ojos lentamente y abanicando sus pestañas. ──Un año y volveré a casa, no tienes porqué ponerte así de mal.

──Cómo si te fuera a extrañar, idiota─. Se burló él, ganándose un golpe por parte de la contraria. Dejó ir un suspiro que tenía en medio de la garganta y se echó junto a ella, girando a verla. ──Aún así no entiendo que es lo que ocurre o por qué debes ir allí──. En realidad sí sabía.

──Si te soy sincera, yo tampoco lo entiendo, Meg──. Respondió, ladeando su rostro hacía él mientras abría los ojos con lentitud, chocando contra los azules oscuros de su mejor amigo. ──Pero es importante que lo haga.

Ambos estaban cerca el uno del otro pero aquella cercanía no parecía molestar a ninguno, ni siquiera eran conscientes de que sus rostros estaban separados por pequeños centímetros. La profunda mirada de Megumi recorrió el bello rostro de Selene, como si estuviera grabando una imagen de ella en su mente para no olvidarla, como si fuera capaz de hacerlo; nadie es capaz de olvidar a Selene Gojo.

──Por lo menos me libraré de tí por un tiempo── aseguró. Ambos se percataron de la hora que era, aunque era el sueño y el cansancio lo que les estaba advirtiendo de que debían dormir. Además, el vuelo era durante la mañana por lo que tan solo tenían unas pocas horas para descansar.

Los carnosos labios de Selene se curvaron en una sonrisa y se acercó más a su amigo, Megumi con algo de timidez y vergüenza poso su mano en la espalda de ella, atrayendola más hacía su cuerpo. Era la última noche que pasarían juntos.

──¿Me prometes que me escribirás? ── Inquirió con un tono triste, realmente lo extrañaría.

─Si me acuerdo de tí lo haré──. Ella giró los ojos y volvió a golpearlo, alejándose para poder conciliar el sueño. ──Por supuesto que lo haré, tonta, lo prometo.

──Nos vemos en un año, Megumi.

──Nos vemos en un año, mujer molesta.

Aquella noche fue la última vez dónde Megumi supo algo de Selene Gojo, ya que no pudo cumplir con la promesa de escribirle, su cobardía fue aún mayor.

Fushiguro se encontraba enamorado de su mejor amiga desde hacía años, era un sentimiento tan fuerte que no lograba ponerlos en palabras. Pero aquellos sentimientos lo hacían débil, debía enfocarse en mejorar y en ser más fuerte, ser más fuerte para protegerla. Por lo que no vio mejor oportunidad para deshacerse de esas tontas emociones que en aquel año dónde Selene estaría en EEUU.

El tiempo finalmente pasó y los sentimientos cambiaron. Él logró enfocarse en su técnica y en mejorar todo lo posible, volviéndose fuerte y un perfeccionista con sus rituales, pero ya había llegado el momento de que la muchacha regresará a Japón y no podía seguir huyendo de ella una vez que arribará allí. Era momento de enfrentarse a su mejor amiga luego de un año sin saber nada sobre ella.

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