𝟏. the reunion of the moon and the shadows

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𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐄𝐔𝐍𝐈𝐎𝐍 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐎𝐎𝐍 𝐀𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒
capítulo uno

La lluvia azotó contra los ventanales del departamento justo en el momento en el que la alarma de Selene comenzó a sonar, siendo despertada por el conjunto de ambos sonidos. Selene tan solo pudo sentarse en su cama mientras hacía su largo cabello hacia atrás. El reloj de su celular marcaba las cuatro de la madrugada, en menos de una hora iba a pasar un vehículo para recogerla y llevarla al aeropuerto, donde finalmente iba a tomar un vuelo directo a su país natal.

Había pasado más de un año desde que se mudo a Estados Unidos y no podía creer lo largo que se le hizo, parecía a propósito que los meses hubieran transcurrido con una lentitud torturadora, pero agradecía que todo se hubiera acabado al fin. No estaba segura de que su cordura durará mucho más en el suelo estadounidense.

Se quedó sentada en su cama por algunos momentos mientras hacía su largo cabello para atrás. Sus ojos recorrían todos los rincones de su habitación, recordando lo que había pasado días posteriores, recordando todo lo que tuvo que vivir en ese año. De repente se sintió demasiado pequeña mientras la oscuridad y la soledad del lugar eran cada vez más grandes. Definitivamente pasaría mucho tiempo antes de siquiera volver a pisar Estados Unidos nuevamente.

Observó su celular antes de dirigirse al baño. La barra de notificaciones estaba llena gracias a los "Me gustas" y los comentarios del post que publicó en su última noche, simplemente los deslizó para un lado, ignorándolos completamente, no era su principal interés por el momento. Ahora mismo lo que le importaba a Selene eran los mensajes que estaban en su bandeja de entrada, por lo que presionó aquel icono en su pantalla y se adentro en la aplicación; el primer chat en aparecer era el de su hermano.

Toru <3
En línea

Buenos días, copo de nieve

Avísame cuando tomes el vuelo, recuerda que tienes primera clase.


En línea

buenos días, toruuu

irás a buscarme al aeropuerto?

espero que mínimamente me recibas con muchos regalos

te llegó el recibo de la tarjeta?

No esperó una respuesta y salió de su chat, regresando a la bandeja principal. Deslizó unas cuantas veces hasta que sus ojos pudieron leer el nombre: "Gumii <3", con una mueca en su rostro le dió clic al chat, encontrando lo mismo que los meses anteriores, todos sus mensajes eran leídos pero jamás contestados. Continúo deslizando más para ver las viejas conversaciones y se encontró con una interesante notificación que en su momento no se percató, su corazón comenzó a latir con rapidez. Era una notificación de llamada pérdida, justo el día de su cumpleaños, meses atrás.

¿Acaso quiso hablar con ella? ¿O la llamó por error y por eso colgó? Aunque no recordaba haber recibido una llamada de Megumi, de haberlo sabido le habría devuelto la llamada en ese mismo momento, pero allí estaba la notificación, no podía ser un error.

El sonido de notificación la regresó a la realidad, era un nuevo mensaje de Satoru.

Toru <3
En línea.

Veré si puedo ir, estoy en una misión en el extranjero :p pero podría hacer un tiempo para tí.

Aunque no te preocupes si no llegó, ya preparé unos choferes especiales para la ocasión

;)

Y sí, sí me llegó el recibo de la tarjeta.

Ya la pagué, puedes volver a usarla :p


En línea

mas te vale estar ahí cuando aterrice, satoru

adiós, el chofer no va a tardar en llegar

Soltó un bufido y dejó el celular sobre la cama antes de levantarse, tenía que alistarse en menos de cuarenta minutos. Dejó la cama destendida y tomó la ropa que preparó con anterioridad, por suerte todas sus pertenencias ya estaban listas desde días posteriores, quería irse lo más rápido posible. Quería volver pronto a su hogar. Y así pasó, en cuestión de dos horas el vuelo de Selene ya había despegado con destino a Tokio.

──Bueno, son doce horas de vuelo...── Selene tomó sus auriculares y los conectó con el reproductor mientras le daba play su película romántica favorita: La La Land──. Adiós Nueva York, espero no regresar pronto. 

Selene intentaba prestar atención a la película que se estaba reproduciendo pero sus pensamientos eran más fuertes que las voces que sonaban en sus auriculares; el tiempo había pasado, un año se fue volando pero se hizo eterno para ella, más aún sin la compañía de su mejor amigo y seguía sin comprender lo que hizo, pero suponía que tenía sus motivos. Sus labios dejaron escapar un suspiro mientras intentaba prestarle atención al filme ──que se sabía de memoria──, y se recordó que debía permanecer tranquila ya que, por fin, todo acabó.

Lo que pasó en Estados Unidos, se queda en Estados Unidos. Nadie tenía porqué enterarse de lo que ocurrió.

────────⭑────────

──Señorita...

Un suave toque sobre su hombro hizo que Selene poco a poco fuera abriendo los ojos, batiendo sus pestañas blancas hasta poder ver claramente la figura de una azafata. Llevó sus manos hacia sus oídos, quitándose los auriculares mientras intentaba despabilarse.

──Lamento molestarla, pero estamos cerca del destino y es necesario que se abroche el cinturón de seguridad, por favor──. Pidió la mujer con amabilidad mientras continuaba con su recorrido, repitiendo la acción con el resto de los pasajeros de primera clase.

Selene aprovechó para estirar un poco sus brazos mientras soltaba un bostezo, no sabía en qué momento se durmió y tampoco cuánto tiempo estuvo dormida, pero fue el sueño más profundo que tuvo en el último tiempo.

──A veces lo que una chica necesita es la tranquilidad de un viaje en primera clase── suspiró, colocándose el cinturón.

Ladeó su cabeza hacia la ventanilla, pudo ver cómo las luces de la ciudad de Tokio comenzaban a encenderse a medida que el cielo oscurecia, el anochecer estaba llegando. Rápidamente y asegurándose de que la azafata no estuviera cerca para regañarla, sacó su celular de su bolso y le mandó un rápido mensaje a su hermano, avisándole que ya estaba llegando. No quería admitirlo pero estaba ansiosa por reencontrase con él, lo había extrañado.

Su tranquilidad se vió interrumpida a causa de un curioso dolor en su estómago; los nervios y la ansiedad no tardaron en llegar. Iba a volver a casa. Iba a volver a ver a su hermano. Iba a volver a ver a Tsukimi. Iba a volver a ver a Megumi. Su entreceja se frunció con molestia y chasqueo la lengua, ahora ya no estaba angustiada por haber sido ignorada por su mejor amigo, ahora estaba molesta.

──Oh, Megumi realmente me va a escuchar...── se susurró a si misma, jugueteando con sus largas uñas──. Le haré exactamente lo mismo, tendrá que rogar para que le dedique siquiera una sola palabra.

Por otro lado, la pantalla del celular de Satoru se iluminó con una nueva notificación: era el mensaje de su hermana. Sonrió ante eso y guardó el móvil en su bolsillo trasero a la par que se colocaba en el espacio entre los dos asientos delanteros.

──¡Selene ya está llegando, ya deben bajar!── exclamó Satoru, abrazando los hombros del matrimonio dueño del vehículo──. ¡Sele va a estar muy feliz de verlos!

Minari Nanami soltó una dulce risa mientras que su esposo protestó ante el molesto agarre del Gojo; a Kento no le molestaba ir a buscar a Selene, le alegraba que volviera finalmente y sabía que su mujer estaba igual de feliz, pero tener que soportar a Satoru durante las largas horas de espera era simplemente una tortura.

──Vamos, Ken, no quiero imaginar la reacción de Selene si ve que nadie fue a recogerla...── de repente un escalofrío recorrió la espalda de la mujer, recordando un inoportuno accidente de su adolescencia──. Esperemos que no tenga nada para lanzar.

──Recuerden no decir nada sobre mí, va a estar sorprendida al ver a su querido hermano mayor esperándola con un auto lleno de regalos── aseguró con confianza el albino, recostándose en el asiento trasero.

Kento bajó primero del auto para abrirle la puerta a su esposa, le ofreció un brazo para llevarla y Minari aceptó gustosa, regalandole una sonrisa mientras entrelazaba su brazo con el suyo, apegándose a él.

Ambos caminaron hacia la entrada del aeropuerto, observando como poco a poco iba llenándose de personas y la pista de aterrizaje se llenaba de aviones recién llegados y otros listos para irse a sus destinos. La mirada de Kento acabó sobre ellos de forma inconsciente y una idea que llevaba demasiado tiempo pensandola regresó a su mente: hacer un viaje a Malasia. Sonrió ante la idea y cerró los ojos, imaginando como la brisa del mar chocaría contra su rostro,  imaginando como podría disfrutar del cálido sol junto a Mina.

La voz femenina resonando por los parlantes lo sacó de sus pensamientos: ──Atención, el vuelo 707-MR ha aterrizado. Las compuertas 31-10 están listas.

─¡Ese es el vuelo de Selene! ──dijo Minari, volteando a verlo ──¿Estabas pensando en algo?

Kento negó sutilmente con la cabeza. ──Nada importante, Hope, no te preocupes──aseguró──. Mejor vayamos, no queremos hacer esperar a Selene.

──No, todo menos eso.

Selene tomó sus lentes negros de su bolso de mano y se los colocó mientras sus botan resonaban en el suelo, esperando impacientemente a que la cinta mostrará sus maletas de una buena vez. Su cabeza ya estaba doliendo y no sabía si era por toda la información que sus seis ojos estaban capturando o si era por la ansiedad; había aterrizado hace casi diez minutos y no tenía noticias de su hermano, tampoco vió a ningún chófer con un cartel con su nombre por lo que se preocupó y se irritó aún más. Si su hermano la dejaba esperando demasiado tiempo, su perdón le costaría unos miles de dólares.

Finalmente la cinta dió una nueva vuelta y sus maletas plateadas aparecieron en la tanda, verlas allí hizo que su rostro se iluminará y no tardó ni medio minuto en tomarlas rápidamente para acomodarlas en el carrito metálico.

──Por todos los dioses ¿por qué tengo tantas maletas?──protestó en un susurró, formando una pila con un total de seis maletas y unos tres bolsos──. Tendría que haberlas enviado en encomienda… pero me niego a poner en riesgo mis zapatos… aunque podría comprar pares nuevos, los que tengo ya están viejos…

Cuando todo estuvo perfectamente acomodado para que nada se cayera, Selene emprendió camino hacia la zona donde se suponía que tendría que encontrar a Satoru o a quien sea que fuera a recogerla, no encontraba a nadie familiar y mucho menos sentía la pesada energía maldita de su hermano, no había rastros de él por el momento.

Del otro lado, el matrimonio Nanami ya se encontraba en la zona indicada para recibir a su “pequeña princesa”, veían como pasajeros se reencontraban con distintos familiares o guías turísticos pero todavía no localizaron a Selene. Al menos así fue hasta que un sudor frío se presentó de un momento a otro en la nuca de ambos cuando una enorme y fuerte cantidad de energía maldita se hizo presente en el ambiente.

──Ya llegó──anunció Minari aunque fue innecesario, Kento se percató de la misma manera que ella. Y es que la energía maldita de un Gojo no era algo que podría pasar desapercibido. ──¿Crees que nos reconozca?

──Hope, ha pasado sólo un año, no se olvidó de nosotros── Kento notó el nerviosismo en su esposa y tomó su mano, brindándole la seguridad que le faltaba en ese momento──. Selene va a estar feliz por vernos, especialmente a tí.

──Oh, vamos, sabemos que tú eres su favorito──bromeó la mujer, soltando una risa──. Desde que éramos adolescentes ella siempre te ha queri-...

Las palabras quedaron volando en el aire, un agudo chillido y un golpe seco interrumpió la frase de Minari. Los adultos no tardaron en darse cuenta que la adolecente estaba a tan solo metros de ellos.

──¿¡Minari!? ¿¡Nanami-san!?── Selene se quitó los lentes y soltó su bolso de mano, dejándolos caer al suelo. Una sonrisa de oreja a oreja se formó en su rostro y sus ojos se iluminaron ──¡Vinieron por mi! ¡Lo sabía, lo sabía!

Antes que alguno de los dos pudiera decir algo, Selene corrió hacía ellos y saltó a los brazos de Kento, logrando engancharse en su cuello y abrazar a Minari a la vez, quedando los tres juntos en un extraño y peculiar abrazo.

──¡No saben cuánto los extrañé! ¡Estoy tan feliz de verlos de nuevo!── Aseguró Selene, aún sin soltarlos──¡Pasó tanto tiempo, fue eterno! ¡Pensé que se habían olvidado de mi! ¿Acaso encontraron a otra niña para cuidar?

──Ninguna tan malcriada como tú──bromeó el rubio. Mina escuchó la broma de este y no pudo evitar sonreír, definitivamente Selene era una de sus debilidades y había quedado más que demostrado.

Permanecieron en aquel extraño abrazo unos momentos más hasta que Selene finalmente aflojó el agarre en el cuello del mayor y regresó al suelo, aunque no tardó demasiado en hundirse en los brazos de Minari, disfrutando de la mezcla entre el aroma del perfume y el olor al café que tanto caracterizaba a la adulta. Mina sonrió y la rodeó con una mano mientras que la otra se ocupaba de darle caricias en su cuero cabelludo.

──Realmente los extrañe…── susurró Selene, cerrando los ojos ante los mimos que le permitieron relajarse luego de tanto tiempo.

──No parece──. Se burló la mayor, observándola desde arriba──¿Qué te parece si vamos al auto, corazón? debes descansar, fue un vuelo bastante largo.

La hechicera de los seis ojos asintió y comenzó a alejarse lentamente, iba a soltar a Minari por completo hasta que notó algo que antes no se había percatado, algo nuevo. Selene alzó una ceja y su mirada se clavó fijamente en el rostro de la adulta, había algo raro en ella, algo raro en su energía maldita… algo dentro de ella.

Minari se dió cuenta de la extraña y fija mirada de la adolescente y casi palidece, se olvidó de ese pequeño detalle.

──Bueno… sí, tienes razón…── por la expresión en el rostro de la adulta, la adolescente se dió cuenta que lo mejor no era hablar de eso ahora mismo, tal vez luego le explicaría que era── ¡Tengo mucha hambre! ¿Dónde está Satoru? ¿Por qué no vino a buscarme? ¿Y Megumi? ¿Dónde está Tsukimi?

──¿No te parece que son demasiadas preguntas a la vez, Selene?──Kento posó su palma sobre la cabeza de ella y la despeinó sutilmente mientras tomaba el carrito metálico donde se encontraban todas sus maletas──. En el auto hay panes para que puedas comer.

──Seguro los compraste en la panadería de tu amiga── murmuró la adulta, arqueando levemente sus cejas. Selene los observó confundida.

──Mina

──¿Qué amiga panadera? ¿Por qué tienes amigas, Nanami? ¿Por qué le dejas tener amigas, Mina?── Inquirió la menor, caminando en medio de ellos──Yo no dejaría que mi pareja tenga amigas…

Minari rió: ──¿Ves de lo que hablo, Ken?

──Mejor dejemos el tema aquí.

Selene sonrió y comenzó a contarles algunas anécdotas de su estadía en Estados Unidos mientras iban caminando hacia el estacionamiento. Les contó cómo la gente era absolutamente horrenda y grosera, cómo las pizzas eran enormes y lo grande que era el Central Park.

──Creo que lo único bonito de Estados Unidos es Broadway── afirmó la joven. Finalmente habían llegado al lugar donde el auto estaba aparcado y se percató de algo curioso: había rastros de la energía maldita de su hermano. Levantó sus lentes y los colocó en su cabello, quedándose quieta frente a las puertas traseras. ──¡Esperen!... ¿¡Está Satoru aquí!?

Antes de que el matrimonio pudiera siquiera darle una respuesta, la puerta se abrió y la figura de Satoru se hizo presente junto a un enorme ramo de lirios y jazmines.

──¡Por supuesto que estoy aquí, copo de nieve! ¡Tú hermano increíblemente guapo estaba esperándote!

Selene soltó chillidos de felicidad e hizo lo mismo que cuando vió a Nanami: saltó a los brazos del mayor. Satoru, al ver cómo su hermana se abalanzaba ante él, desactivó el infinito y la estrechó fuertemente en sus brazos, intentando que el ramo no se rompiera.

──Vaya, parece que alguien me extraño…──murmuró él, besando el cabello de su pequeña hermana. Ella aprovechó para esconder su rostro en el hueco de su cuello, evitando que éste viera las traviesas lágrimas que escapaban de sus ojos pero las gotas saladas mojaron parte de su piel descubierta──. Sabes, pensé que ibas a golpearm-... espera, ¿estás llorando, Selene?

──Cállate, Satoru──protestó Selene y, si bien no podía ver su expresión, el estado quebradizo del tono de su voz la delató──. Me muero de hambre, dame los panes de la amiga de Nanami-san.

Mina no pudo evitar sonreír junto a su marido ante la escena. Satoru muchas veces podía ser un idiota y algo insoportable, pero el cariño que siente hacia su pequeña hermana menor es algo que nadie puede negarlo. Satoru amaba a Selene y Selene amaba a Satoru, era así de simple.

Luego de que la adolescente pudiera calmarse lo suficiente para bajar de los brazos de su hermano, y luego de guardar todas las maletas de ella, los cuatro hechiceros partieron rumbo hacía la ciudad de Sendai. El hechicero más fuerte tenía una misión de la cual ocuparse antes de poder llevar a Selene a la casa o a la escuela de hechicería para que pasara la noche allí.

──¿Y? ¿Cómo te fue en tu viaje? ¿Algún novio del que deba preocuparme?── preguntó Satoru, tomando las vendas negras de su bolsillo trasero──. Espero que me hayas traído algunos dulces de gringolandia.

──Sabes que no tengo ningún novio, Toru, no me interesa esas cosas── respondió Selene, rodando los ojos──¿Y tú? ¿Finalmente has conseguido novia? O todavía sigues soltero por lo tonto que eres.

──¿Acaso piensas que yo puedo tener una novia, Sele?── replicó Satoru con un poco de sarcasmo e incluso con una pizca de indignación.

──O puede ser un novio, sabes que aquí no juzgamos a nadie──. La risa ronca de Kento se escuchó del asiento de delante pero rápidamente la disimuló con una falsa tos.

──No sé qué es lo que te parece gracioso, Ken── protestó el mayor, con un sutil rubor en sus mejillas──. En fin, tenemos que hacer una parada técnica antes de que podamos ir a casa.

──¡Ya me hiciste esperar todo un año, no es justo!──La albina hizo un mohín con sus labios y sacó su celular, viendo si tenía algún mensaje de él──. ¿Y Megumi dónde está?

Satoru soltó una traviesa risa, ahora mismo estaban de camino a dónde se suponía que Fushiguro se encontraba realizando la misión que le encomendó.

──No te preocupes por el pequeño Megumin, muere por verte──. Canturreo──¿Verdad, Mina?

Mina respondió desde delante, girando levemente hacia atrás: ──Oh si… últimamente Megumi está más irritado de lo normal, creo que ya le haces falta── Sonrió. Los ojos de Selene se iluminaron ante lo dicho──. Solo debes tenerle algo de paciencia, tú lo conoces mejor así que ya sabes cómo es él, cariño.

Si bien Selene no pudo evitar emocionarse ante lo dicho por Minari, al instante recordó como él la ignoró sin pudor alguno.

──Mucha falta no le hago porque ni siquiera se molestó en enviarme un mensaje en todo el año, Mina ¡ni uno solo! ¿Lo puedes creer? ── Exclamó completamente indignada, cruzándose de brazos mientras apoyaba la cabeza contra la ventana, observando cómo los autos pasan por el lado contrario de la carretera──. La verdad estoy muy molesta con él, no sé cuál es su explicación o cuál va a ser su excusa barata ¡pero no lo voy a perdonar tan fácil!

Minari y Satoru se pusieron algo tensos, ellos sabían que es lo que ocurrió aún así no era el momento indicado para decírselo, recién regresó del viaje y sería demasiado sofocante y duro. Además, tal vez lo mejor era que el mismo Megumi se lo contará; si bien él se mostraba bastante bien y con aquella coraza dura que tanto lo caracteriza, conocían que en el fondo aquél peso de culpa era cada vez más grande y pesado.

──Así somos los hombres, copo de nieve, nos hacemos los difíciles para gustarle más a las mujeres──. Bromeó su hermano mayor, pegándole un codazo amistoso, aunque al ver la seriedad de su rostro y su ceño fruncido, aflojó un poco su postura infantil──. Ya sabes que es una broma, Sele… lo mejor es que lo hables con él y que lo escuches, estoy seguro que tiene una buena razón para haberlo hecho.

La adolescente chasqueó la lengua y soltó un suspiro, si Satoru hablaba con un poco de seriedad es porque realmente sucedió algo importante.

──Bueno, tal vez tengas razón… ¡pero Nanami-san también me ha ignorado los mensajes!── reprochó. El rubio la vio a través del espejo retrovisor, Selene lo estaba observando con una sonrisa burlesca──. Te he enviado videos de gatitos.

──No te ignore, Selene, te respondí los mensajes que me has enviado──contestó él, continuando manejando──. Le he enseñado a Mina todos los vídeos, ella está de testigo.

──Responder con ‘Ok’ y con un emoji del pulgar levantado no es tener una conversación, Nanami.

( ★ )

“Bye bye, Nueva York, nos vemos dentro de un tiempo <3”. Megumi bloqueó su celular y lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón, la última publicación de Selene en Instagram había llegado a su página principal y se le hizo imposible no detenerse a verla, era una carrete con diez fotos que mostraban diferentes cosas de Estados Unidos y finalizaba con una selfie suya en el aeropuerto.

Finalmente el año había pasado y no duda en que fue el año más largo que vivió, fue realmente estresante con tantas cosas que ocurrieron sumando la ausencia de su mejor amiga, si es que siquiera podía continuar llamándola así. Recordó las tantas noches en las que abría su chat con la intención de mandarle un mensaje de una buena vez, solo para acabar borrando todo antes de enviarlo. Era bastante cobarde, ni siquiera podía aceptar los sentimientos que tenía guardados desde hace años, pero el hecho de haberla ignorado ayudó a que esas tontas emociones desaparecieran poco a poco. Por culpa de sus sentimientos hacia Selene acaba distrayéndose, volviéndose más débil; si él hubiera sido más fuerte podría haberla protegido y ella no tendría porque haberse ido.

Dejó escapar un suspiro antes de adentrarse al hospital, a las tinieblas de aquella sala de espera que solo le causó escalofríos. Megumi odiaba estar en aquellos lugares, no se debía únicamente por la cantidad de energía maldita y maldiciones que se encontraban escondidas en todas las oscuras esquinas del lugar, sino que el ambiente, el aire, se sentía pesado; llantos, lamentos, plegarias que no son escuchadas, simplemente horrible. Necesitaba que aquel muchacho saliera de dónde sea que estuviera, ya había pasado demasiado tiempo y debía recuperar el objeto maldito. Gojo le advirtió que no podía volver a casa sin él

──Quiero matarlo, realmente quiero matarlo. ── Murmuró, sentándose. ¿Por qué una tarea tan simple se estaba complicando tanto? Finalmente, Itadori apareció. ──Lo siento no tengo tiempo, soy de la escuela técnica de magia.

Yuji no pudo decir nada y se detuvo en seco, escuchando al azabache. No estaba en el mejor estado para quejarse u oponerse ante él.

──El objeto maldito que tienes es extremadamente peligroso, entregalo de inmediato. ── Ordenó. El contrario solo mostró confusión, por lo que suspiro y sacó nuevamente su celular para enseñarle una imagen. ──¿Esto es lo que tienes, no?

──¿Uh? No, no tengo a una chica albina pero vaya es realmente bonita....── Admitió el de cabellos rosados. La cara de Fushiguro se tiño de rojo y giró el celular, le había enseñado la publicación de Selene. ──En serio, no es el mejor momento, estoy de luto...

Yuuji se quedó pensativo por unos momentos: juraba que la había visto en alguna parte a esa chica. Un fugaz recuerdo cruzó por su mente, era muy parecida a la niña que conoció aquella noche en el festival pero no había posibilidades de que sea la misma ¿verdad?

──Realmente lo siento, pero esto es urgente. ── Lamento el hechicero, está vez enseñándole la imágen del objeto maldito. ──Ahora si, ¿esto es lo que tienes?

──¡Oh sí! Lo encontré. ── Contestó el contrario. ──No me importa regresarlo, pero mi senpai se ha encariñado con él. Al menos me gustaría una explicación.

Fushiguro procedió a explicarle todo el mundo de la hechicería y cuando finalmente le entregó el estuche que contenía el dedo de Sukuna, al abrirlo este se encontraba vacío.

──No puede ser...── Susurro, ¿Entonces la energía maldita que estaba siguiendo eran solo residuos del talismán?. ──¿¡Dónde está el contenido!?

──¡Te dije que lo tiene mi senpai!── Exclamó, hasta que finalmente tomó consciencia de la situación. ──Ella planeaba quitarle el sello está noche en la escuela... ── Una exclamación se escapó de los labios del más alto. ──¿Uh? ¿Eso es malo?

──No solo malo, ellos morirán.

──Mierda.

Ambos jóvenes salieron corriendo del hospital a toda velocidad, dirigiéndose hacía la escuela. Una misión tan sencilla se había convertido en una verdadera pesadilla para Megumi.

Mientras tanto, la limusina conducida por el matrimonio Nanami ya estaba cerca de la escuela de Sendai y los hermanos Gojo estaban discutiendo sobre lo inevitable: la entrada de Selene a la escuela técnica de magia. Quisiera o no, Selene tenía que instruirse en la hechicería, que sea una hechicera ya estaba sellado desde el momento de su nacimiento y no podía continuar huyendo de su destino.

──¿Y tú serás mi profesor?── Inquirió con burla la albina, jugueteando con el largo de sus uñas──¿¡Y Mina también!?

──Así es, cariño, me vas a tener como instructora──. Respondió la adulta.

──¿Nanami-san también se hizo profes-

Kento la interrumpió: ──Nunca──. Aquello solo le provocó una escandalosa carcajada a Selene.

──Sí, seré tu profesor, es una forma que tienen los peces gordos para mantenerte bajo control──. Suspiró Satoru──. No es de mi agrado que te tengan tan vigilada pero ahora que has regresado están más insoportables que nunca, sumando lo que ocurrió el año pasado.

Selene asintió silenciosamente, desviando la mirada en el paisaje que se veía en su ventana. No quería recordarlo pero las palabras que Ryota alguna vez le dijo llegaron a su cabeza: “¡Ellos solo te utilizarán como un arma y te descartaran apenas puedan!”. En un principio no le creyó, seguía sin hacerlo, pero… ¿y si tenía razón?

──¿Y ahora a dónde estamos viajando? ¿Qué es lo que debemos hacer?── Inquirió, sin despegar la vista de la ventana.

──Has regresado muy preguntona, copo de nieve──rió──. Nosotros no debemos hacer nada, eres tú quien tiene una tarea allí, una misión.

──¿¡Ya!? Pero apenas he regresado, Toru──. Indignada ante lo dicho, Selene volteo hacia su hermano con un mohín en los labios──¿No puede esperar hasta mañana? ¿No puedes hacerlo tú?

De repente, el vehículo negro se fue deteniendo poco a poco hasta llegar a la entrada de una institución. Ya era de noche, estaba bastante oscuro, y una extraña aura se hizo presente en el lugar. Era un rastro de energía maldita muy fuerte, Selene lo notó al instante y sabía que su hermano también, por algo estaban allí.

──Ya llegamos, Satoru── Kento dirigió una mirada hacia el otro adulto a través del espejo retrovisor ──¿Quieres que te esperemos o irás por tu cuenta?

──Pueden irse adelantando, estaremos un buen rato aquí, se los aseguró. Solo esperen a que baje todas las maletas de la pequeña──. Contestó el hechicero, saliendo del auto──¡Nos vemos en estos días, Ken, Mina! ¡Vamos, Selene!

La menor protestó: ──Adiós, Nanami-san. Adiós, Mina…── Se despidió y la Shinohara le respondió al saludo con una enorme sonrisa y un apretón en su mejilla. Selene bajó del auto y cerró la puerta detrás de sí, caminando hasta llegar a donde estaba su hermano bajando todas sus pertenencias.

──Bien, ¿qué debo hacer aquí, Satoru?

──Oh, nada complicado, solo debes exorcizar algunas maldiciones, ya sabes… lo normal── Respondió él, bajando la puerta del maletero──. Creo que puedes hacer eso por ti misma, aunque si algo ocurre yo estaré aquí esperándote e intervendré si sucede algo malo.

“Cómo si algo malo pudiera ocurrirme”. Pensó ella, rodando los ojos mientras se acercaba a la entrada del instituto. ──Mierda, qué mal momento para usar mi vestido de Chanel… pero todo saldrá bien y no tendré que arruinarlo.

──¡Exitos, copo de nieve!

Ya dentro de la institución, Megumi se encontraba recorriendo los oscuros pasillos con demasiada prisa, buscando a los compañeros de Itadori. La cantidad de energía maldita en el lugar confundía sus sentidos y no podía captar la dirección en la que el talismán se encontraba, habían demasiadas maldiciones escondidas en los más oscuros rincones de la escuela.

──¡Maldita sea! ¿Por qué a alguien se le ocurre sacarle el sello a un objeto maldito? Son unos idiotas──. Protestó, abriendo una puerta más para encontrarse con el mismo resultado que en las veces anteriores: el salón estaba vacío──. Mierda.

En ese mismo momento, un escalofrío recorrió toda su espalda y le erizó los cabellos de su nuca, una fuerte presencia se hizo notar y la cantidad de energía maldita incrementó en solo segundos. Eso no solo se debía al dedo de Sukuna, había algo más, alguien más.

──¡Perros divinos!── Con un hábil movimiento de sus manos, de las sombras surgieron sus queridos lobos de Jade──. Vayan a investigar y devoren lo que sea que encuentren.

Sin esperar ni un segundo más, los Shikigamis aullaron y salieron corriendo para cumplir con las órdenes de su amo, dirigiéndose a la nueva fuente de energía maldita para acabar con ella.

Los aullidos de los caninos llegaron a los oídos de Selene, quien ya había exorcizado un par de maldiciones débiles que se encontró en el camino. El sonido llamó su atención y no tardó demasiado en reconocerlo: eran los lobos de Megumi, él estaba allí. No pudo evitarlo y su corazón comenzó a latir con demasiada fuerza y un nudo se formó en su estómago. Y en ese momento se dió cuenta que todo fue planeado por su hermano.

──Oh, juró que lo mataré… primero a Fushiguro y luego a él──aseguró, moviéndose rápidamente por las escaleras, dejándose guiar por el sonido de los lobos de Jade.

Mientras Selene más se acercaba a Megumi, él sentía los escalofríos aún más fuertes en todo su cuerpo e incluso se dejaba llevar por la inevitable atracción que sentía hacia aquella fuente de energía maldita y fue allí cuando sus piernas actuaron más rápido que su mente y ya se encontraba corriendo en dirección a dónde sus Shikigamis se fueron.

Selene sentía que su corazón iba a salir de pecho mientras corría lo más rápido posible, subiendo los escalones de dos en dos y evitando torcerse un tobillo con sus zapatos de Valentino. No podía controlar su emoción y mucho menos disimularla, todo rastro de enojo desapareció en ese mismo momento, no tenía tiempo para estar enojada.

Ambos hechiceros estaban cada vez más cerca del reencuentro que tanto anhelaron sin siquiera saberlo, al menos Fushiguro no tenía idea de que su mejor amiga estaba a solo metros de él. No sabía que la razón por la que su cuerpo se movía por sí solo era por lo hipnotizado que estaba a causa de la presencia de Selene.

Cuando la fémina puso un pie en el pasillo, los Shikigamis no tardaron en llegar hacía ella, dispuestos a atacarla y desgarrar sus carnes sin ningún tipo de remordimiento. Pero cuando la loba blanca estuvo lo suficientemente cerca para olfatearla, su instinto cazador desapareció en ese mismo instante y ahora corría hacia Selene para darle la bienvenida y saludarla como era debido.

──¡Ow, Fengari!── Selene se arrodilló para recibir el saludo de la canina, el animal de sombras parecía sumamente alegre ante su regreso──. Mi preciosa Fengari… ¡y como olvidar a mi bello Cerbero!── el lobo negro no tardó en acercarse también, demandando las caricias de la hechicera──. Los extrañe tanto, son tan bellos… ¡Están enormes!

Fushiguro dio media vuelta hacía el pasillo, dónde estaban sus Shikigamis, y se dió cuenta que había alguien más con ellos. ¿Cómo era posible? los humanos corrientes no eran capaces de verlos, tenía que ser un hechicero o incluso una maldición. La oscuridad de la noche no le permita ver con claridad el rostro de la persona, por lo que no sabía con quién se estaba enfrentando.

──¡Oye, esto es peligroso! ¡Lárgate de aquí ahora mismo!──ordenó, acercándose rápidamente. La persona no se inmutó y siguió acariciando a los lobos──¡oye! ¿acaso no me escuchaste? ¡Te he dicho que esto es peli-....── las palabras quedaron flotando en el aire. Su boca se abrió con sorpresa y sus ojos quedaron abiertos por la sorpresa que se llevó ¿cómo no se dió cuenta?

Selene se enderezó lentamente, sacudiendo un poco la falda de su vestido, intentando disimular el ligero temblor de sus manos. Su corazón volvió a acelerarse y se quedó estática.

──Vaya, realmente se volvieron una máquina de matar, mira el daño que me están haciendo──se burló, caminando lentamente hacia dirección de su mejor amigo. La luz de la luna reflejó su rostro, su cabello, sus brillantes ojos. Realmente era ella──. Ha pasado bastante tiempo pero me alegro saber que ellos aún me reconocen… Fushiguro.

Megumi estaba atónito, había pasado tan solo un año pero Selene estaba tan… diferente y no pudo evitar que sus latidos se acelerarán, incluso podía sentirlos en sus oídos. Esas eran las reacciones que Selene provocaba en su cuerpo, ella y tan solo ella.

──¡Hey! ¿acaso te olvidaste de mi o continuarás haciéndome la ley del hielo incluso en persona?── protestó, cruzándose de brazos.

Fushiguro chasqueó la lengua y ladeó el rostro hacia un costado, observando de reojo y escuchando los pasos acercándose más y más. ¿Cómo podría olvidarla? Era imposible olvidar a Selene Gojo.

──No seas idiota…── fueron las únicas palabras que pudo decir antes de girarse a verla, tan solo metros los separaban.

Selene rió y en ese instante olvidó por completo su enojo y su firme postura de mantenerse fría y distante con él. Megumi era su debilidad, su verdadero talón de Aquiles y ni siquiera fingiendo podía enojarse con él, Satoru lo había dicho ya: tenía una buena excusa por sus actos. O, bueno, eso quería creer.

──Ven a abrazar a tu mejor amiga, vamos──abrió sus brazos ante él, sonriendo dulcemente──. O no me digas que quedaste completamente hipnotizado con mi belleza celestial y por eso no dices ni una palabra.

A pesar de que la vergüenza que sentía era demasiada, Megumi atrajó el cuerpo de la fémina con uno de sus brazos y la apegó a él, abrazándola fuertemente y dejando que sus fosas nasales se inundaran en la dulce fragancia que tanto extrañó oler. Una de sus manos se encontraba en su espalda baja mientras que la otra se encontraba en su nuca, con sus dedos enredados en sus largos cabellos blancos, la tenía con él, estaba a salvo.

El estómago de Selene se contrajo y sus mejillas se calentaron en un fuerte rosado cuando el aliento del contrario chocó contra su oído, provocándole escalofríos. Ella tan solo pudo suspirar y hundir su rostro más en su pecho, disfrutando su tacto, disfrutando que ya estaban juntos otra vez.

──Selene, yo…── murmuró él, alejándose lentamente sin despegar sus manos de ella──. Realmente lo siento, Selene, fui un-

──¿Un completo idiota? Oh por supuesto que lo sé, Gumi’──. Interrumpió ella, golpeando la punta de su nariz con una de sus uñas──. Me debes demasiadas explicaciones, Fushiguro, pero creo que tenemos una misión importante aquí ¿verdad?

──Oh, s-sí, es verdad──con un carraspeó, se alejó rápidamente para retomar su búsqueda. Aprovechó para acomodar el saco de su uniforme mientras que Selene se deslizaba los lentes sobre el puente de su nariz──. Odio demasiado a tu hermano.

Ambos comenzaron a caminar sigilosamente pero atentos ante cualquier movimiento o cualquier aparición sorpresa de alguna maldición, Selene podía distinguir una fuerte enorme de energía maldita bastante cerca de ellos, el talismán no debía estar muy lejos, tal vez estaban en ese mismo piso.

──Ni que me lo digas, llegó a arruinar mi vestido por su culpa y juro que lo asesinaré. Aunque no veo que sea tal complicado, ¿por qué tanto apuro por encontrarlo?

──Porque unos alumnos quieren quitarle el sello de protección al talismán y ese talismán es el dedo de Sukuna──. Un sutil ‘oh’ salió involuntariamente de los labios de la fémina──. ¿Si fuera tan fácil por qué crees que estoy tan estresado?

──Touché──. De repente ambos pudieron escuchar claramente unos gritos femeninos y giraron a mirarse mutuamente──¡Mierda!

Los hechiceros comenzaron a correr siendo seguidos por los perros divinos, su pequeño reencuentro había atrasado un poco las cosas, solo esperaban que no fuera demasiado tarde y que la pérdida de alguien fuera culpa de ellos. Luego de recorrer unos pocos metros, dieron la vuelta en uno de los pasillos y se encontraron con una escena horripilante: una maldición a nada de devorarse a la estudiante y al dedo de Sukuna a la vez.

──¡No puedo usar mi ritual, la asesinaré a ella por la cercanía! ¿Qué hacemos, Megumi?──preguntó completamente nerviosa.

Antes de que él pudiera responderle, los vidrios de los ventanales de su lado fueron rotos de repente y un muchacho de cabellos rosados se hizo presente en la escena. Selene tomó la mano de su mejor amigo y activo el infinito, cubriéndolos a ambos de acabar heridos por los cristales que cayeron, sus ojos se posaron con sorpresa en aquel desconocido, observando cómo golpeaba a la maldición con agilidad y tomaba el cuerpo de la muchacha, alejándose de la criatura.

──¿¡Itadori!?──La exclamación salió de Megumi más rápido de lo que pensó, no se esperaba eso en lo absoluto.

La hechicera aprovechó que ya todos se encontraban lejos del espíritu maldito e hizo brotar un pequeño pero efectivo resplandor rojo, mandandolo de forma directa contra la maldición y destruyéndola a los pocos segundos. Los lobos de Jade aprovecharon y se lanzaron a comer los restos que quedaron esparcidos.

──Vaya, no tienes nada de energía maldita pero aún así saltas a atacar una…──murmuró Selene, volteandose hacia Itadori──. Creo que tiene un gran potencial, ¿tú que piensas, Megs?

──Normalmente estaría enojado pero has hecho un buen trabajo, Itadori──admitió entre dientes el azabache.

Yuuji, con su compañera aún en brazos, observaba a Selene casi hipnotizado. Podía apostar que tenía una expresión idiota en su rostro pero no era algo intencional, simplemente no podía creer que una chica tan linda existiera en realidad.

──Mi nombre es Gojo Selene, pero prefiero que me llames por mi nombre──. Se presentó ella con dulzura, acercándose más──¿Tu eres Itadori, verdad?

El susodicho soltó una exclamación inconscientemente, no sabía si era por la oscuridad o el reflejo de la luna, pero los ojos de la muchacha eran sumamente hermosos y atrapantes. No podía dejar de verlos, era como ver el cielo reflejados en ellos.

──Vaya, tus ojos… parecen unos zafiros──murmuró completamente encantado por ella.

Ya no sabía si lo dijo o lo pensó pero confirmó que fue la primera opción al ver cómo Selene soltaba una dulce risa y lo observaba con una mirada llena de dulzura. Un sonrojo apareció en sus mejillas, podía estar seguro de eso porque sus mejillas estaban calientes e incluso sus orejas comenzaron a arder, imitando el color de su pelo.

──Ow, muchas gracias…

Megumi carraspeó de forma bastante evidente, llamando la atención del no-hechicero, haciéndolo sentir aún más avergonzado. No es que quisiera interrumpir aquella extraña escena entre su mejor amiga y él, por supuesto que no, quería terminar con la misión de una buena vez para ir a descansar.

──¡Mierda, lo siento! Me llamo Itadori Yuuji… tú eres la chica de la foto que Fushiguro me enseñó──. Ante eso, Selene alzó una ceja y se giró a ver a su mejor amigo──. Oh, creo que no tenía que haber dicho eso.

──¿Así que no me sigues en mis redes sociales pero me stalkeas? ¡Qué atrevido, Megumi!

──Selene, no es momento para hablar de esto, tenemos una misión por cumplir──. Le recordó, desviando el tema de conversación y por suerte Yuuji colaboró con eso.

──¡Cierto! Creo que esto es de ustedes──. Hablo Itadori, tomando el dedo de Sukuna de las manos de su compañera──. Téngalo de una buena vez, ya no soporto más todo este drama.

Antes de que ella pudiera tomarlo, siquiera rozarlo, una maldición apareció de un segundo a otro sobre sus cabezas. Todo sucedió tan rápido que ni siquiera le dió tiempo a Selene para activar su infinito y protegerse, pero Fushiguro fue más rápido que ellos y empujó a Selene contra Yuuji, protegiéndola del ataque del espíritu maldito pero sufriendo el golpe de lleno.

──¡Corran!──Fue lo último que pudo decir antes de salir disparado por los aires directo a la terraza de la escuela.

Itadori apoyó a su compañera en el suelo, dejándola junto a la hechicera antes de salir corriendo en dirección al otro hechicero, sujetando el dedo de Sukuna aún en su mano. Selene se levantó luego de estar aturdida unos segundos, intentando procesar que estaba ocurriendo.

──¡Itadori, ven aquí, es peligroso!

──¡Cuídala!──pidió Yuuji, ignorando su petición y saltando al exterior.

Mierda. Pensó la portadora de los seis ojos, levantándose del suelo pero sin saber qué hacer. No podía dejar a la chica sola, una maldición podría aparecer otra vez y atacarla, pero tampoco podía dejar a su mejor amigo malherido con un chico que ni siquiera tenía un ritual maldito. Mierda, mierda y más mierda.

Sujeto a la muchacha en brazos y entró a uno de los salones, muchos ruidos y golpes se oían venir de afuera y eso solo la ponía más ansiosa. La dejó recostada en el suelo, debajo del escritorio de madera y colocando una mesa más para resguardarla ante cualquier cosa, lamentablemente no podía quedarse tan solo vigilándola.

──Por favor, que no aparezca nada──. Murmuró, saliendo del salón corriendo.

Sin dejar pasar más tiempo ──y con un poco de esfuerzo──, Selene se transportó directamente a la terraza, quedando al lado de su amigo malherido mientras lo ayudaba a levantarse del suelo con lentitud. Lamentablemente había tardado demasiado.

Megumi miraba sorprendido y sin poder creer lo que sucedió: ──Se acaba de…

Selene no entendía, no vio nada: ──¿Qué demonios hizo, Megumi?── en ese mismo instante, al girarse a ver a Yuuji, obtuvo su respuesta. Itadori Yuuji se devoró el dedo de Sukuna. ──No puede ser…

Solo había dos posibilidades. La primera era que Itadori muriera a causa de no poder absorber la energía maldita de Ryomen Sukuna, lo cual era muy posible. La segunda, la menos esperada, era que Itadori pudiera absorber a Sukuna y convertirse en su recipiente.

──¿¡Dónde está todo el mundo!? ¿¡Dónde están las mujeres!? ──Gritó entre carcajadas acercándose al borde de la terraza── ¡Que maravilloso, será una masacre!

Megumi hizo el ademán de querer levantarse para proteger a Selene pero ella lo detuvo, protegiéndolo a él. Si bien aún no podía mantener su infinito de forma automática, sí podía hacerlo de forma manual y protegerse tanto a ella como a cualquiera que estuviera bajo su toque.

──¡Selene, tenemos que exorcizarlo! Hay que llamar a tu hermano──. Exclamó él pero su compañera parecía hechizada por lo que estaba viendo── ¡Selene!

──¡Espera un segundo, Megumi! Mira lo que está pasando── lo interrumpió, señalando a Yuuji. Poco a poco la energía maldita iba bajando del cuerpo de él hasta que, de un momento a otro, Itadori perdió la consciencia para recuperarla en solo instantes, recuperando así el control de su propio cuerpo──. De eso estoy hablando…

──¡Wow! ¡Chicos, ya soy yo!── Exclamó Yuuji, alzando las manos en un intento de mostrar inocencia.

Los hechiceros se quedaron estáticos, si bien estaban protegidos bajo el infinito, estaban frente a una fuerte amenaza: un recipiente del rey de las maldiciones.

¿Qué es lo que debían hacer? No podían dejarlo ir, ahora no. ¿Acaso debían exorcizarlo? ¿Debían matarlo?

──¡Bajo las condiciones de la hechicería, Itadori Yuji tu ahora eres una maldición! ¡Debo exorcizarte!── Fushiguro se adelantó a sus pensamientos en una rápida acción, dispuesto a invocar al tesoro de las sombras.

──Fushiguro, te estás apresurando──. Advirtió ella, acercándose a Itadori──. Debemos avisarle a mi hermano, él sabrá qué es lo más correcto hacer, no puede morir así como si nada.

──¿Cómo sabemos que ahora es realmente Yuji y no Sukuna?── Inquirió él, bajando las manos indeciso. ──Estamos hablando del rey de las maldiciones no de un espíritu maldito cualquiera, Selene.

──¿Rey de las que?── Preguntó confundido el de ojos café, pero fue ignorado por ambos.

──Sé muy bien quien es Ryomen Sukuna, Megumi, pero ¿no te parece interesante que exista alguien que lo contenga y lo controle?── Interrumpió, girándose hacía Itadori, acercando su rostro rápidamente al suyo. Yuuji se sonrojo por la pronta cercanía──. Sé que es él, puedo verlo con mis seis ojos… Lo mejor es esperar a que mi hermano llegue por nosotros.

Y como si esas palabras hubiesen actuado como una invocación, el hechicero más fuerte apareció ante ellos con una enorme sonrisa y un teléfono listo para sacarle fotos al golpeado Megumi.

──Bien, ¿cuál es la situación?

────────⭑────────

Al llegar al vehículo, Selene se dejó caer sobre el asiento al igual que Fushiguro, la sensación de adrenalina abandonó el cuerpo de ambos para dejar camino libre al cansancio y agotamiento mental. La fémina liberó un suspiro de sus labios y volteó su rostro, observando al muchacho inconsciente, algo de él le llamaba la atención y no solo por ser el recipiente del mismísimo rey de las maldiciones, sino que la valentía con la que había actuado para salvar a sus amigos era admirable; sin tener un rastro de energía maldita atacó a una maldición sin siquiera dudarlo. Era un buen chico y bastante valiente desde su punto de vista.

──Are, ¿te gusta el recipiente de Sukuna, Selene? tanto que lo miras──. Se burló Satoru, soltando una carcajada y haciendo que las mejillas de su hermana se sonrojaran. Megumi los observó con una ceja alzada pero se giró hacía el otro lado, dejándose vencer por el cansancio.

──Deja de decir idioteces──. Protestó, levantando su pierna para darle una patada a su hermano mayor al pecho, clavando levemente el tacón de su zapato──. Simplemente me parece curioso que alguien pueda soportar a Sukuna ¿a tí no, Megumi? ── Inquirió, girándose está vez hacía su mejor amigo, notando como sus ojos estaban cerrados──¿Te dormiste, Megumi?

──Por supuesto que te va a contestar, Selene, mira ¿no ves que está claramente despierto?── Rió Satoru. Su hermana menor le sacó la lengua y se acomodó mejor en el asiento para que el contrario pudiera dejar caer su cuerpo sobre su regazo──. Ahora te has enamorado del pequeño Fushiguro.

──Oh, por todos los dioses, cállate un poco, Satoru──. Pidió ya molesta, pero lo único que consiguió fue otra carcajada por parte del contrario. Si bien el carácter y personalidad de ambos hermanos eran similares, la menor no aguantaba mucho sin enojarse por las bromas del adulto──. Cuando te guste alguien te voy a molestar mil veces peor, te lo ju-

──Entonces admites que te gusta Megumi.

──¡Que no me gusta, dios! Si no fuera por él y por Itadori ya te hubiera pateado el trasero──. Exclamó, haciendo un puchero con sus labios──. Te odio── murmuró, comenzando a sentir sus párpados más pesados.

──Yo también te extrañé mucho, Selene.

Ya era de madrugada y finalmente la limusina se detuvo frente a la escuela de hechicería. Satoru se despidió de los adolescentes aún en el vehículo, debía hablar en ese mismo momento con los peces gordos además Megumi estaba herido como para ir de un lado para otro y Selene apenas se mantenía en pie a causa del cansancio que le causaba la diferencia horaria.

──Selene, ocúpate de que el pequeño Megumi reciba el tratamiento, y descansen──. Pidió el mayor, sacando el rostro por la ventana──. Volveré apenas pueda ¡compartan la habitación, confío en que no harán nada! ¡Si quieres una novia que no sea mi hermana, Megumi!

Selene rió con dulzura mientras ayudaba a Megumi a caminar, con uno de sus brazos puesto sobre sus hombros. Con lentitud, ambos se adentraron a la escuela, siendo cuidadosos para no chocarse con nada en el camino, no habían demasiadas luces para poder guiarse, aunque eso era una ventaja: el cielo estaba totalmente despejado y las estrellas parecían brillar más que nunca.

La Gojo dirigió su vista hacia arriba, observando las constelaciones visibles, observando lo hermosa que estaba la luna.

──Sabes, en Nueva York no se distinguen las estrellas como aquí, todo está contaminado por las luces y los grandes edificios… es una lástima──murmuró.

Continuaron el camino en silencio, no era un silencio incómodo pero si algo tenso, estaba claro que debían hablar de lo que ocurrió entre ambos, debían hablar de porque él la ignoró. Megumi la dirigió a su habitación y dejó que ella lo ayudara a sentarse en el colchón, soltando una retahíla de maldiciones por lo bajo a causa del dolor.

──¿Tienes aquí el botiquín? ── preguntó ella, girándose hacía el armario──. Debo darte la medicina y curarte las heridas, no puedo creer como terminaste así de herido por una maldición tan... tonta

──Por si no recuerdas, recibí yo el golpe por ti. Debes ser más atenta a esas cosas── respondió, recostandose a la vez que llevaba un brazo para cubrirse sus ojos──. Ell botiquín está en mi armario, ábrelo.

──Si tienes razón… aún no se cómo manejae el infinito de forma automática sin freirme el cerebro al hacerlo── admitió entre risas. Abrió las puertas del armario y rebuscó entre la ropa, encontrando una caja metálica que tenía una cinta pegada que decía “botiquín”. Antes de tomarlo y cerrar las puertas definitivamente, notó algo pegado en la pared del fondo, una imagen. Se aseguró, mirándolo de reojo, que no estuviera muy atento a sus movimientos, y prestó más atención a lo que estaba pegado, descubriendo algo que le provocó una sonrisa automáticamente: una Polaroid de ellos dos.

──¿Lo encontraste, Selene?── preguntó, llamando su atención.

──¡S-Sí!── exclamó, con sus manos un poco temblorosas. Tomó el botiquín con más fuerza y se enderezó, cerrando las puertas. ──Gracias por empujarme y protegerme, eres el héroe de mis sueños── se burló.

Megumi rodó los ojos y se sentó en la cama, dejando un espacio entre sus piernas para que Selene se acomodara mejor y pudiera curar las heridas de su cabeza y rostro. La fémina se quitó sus zapatos antes de subirse a la cama y se arrodilló en el espacio libre que él le dejó, apoyó con suavidad la caja metálica y dirigió sus manos hacia el saco del uniforme de su mejor amigo.

──¿Q-Qué estás haciendo, Selene?──preguntó tartamudeante, sintiendo un escalofrío cuando las delicadas manos de Selene se posaron sobre su pecho.

──¿Sacandote el saco del uniforme? así estás más cómodo para luego descansar, además quiero ver si tienes alguna herida más que no hayamos visto…──respondió con obviedad, continuando con su tarea sin inmutarse un poco por la cercanía──. Oh, no me digas… ¿acaso te pongo nerviosa, Gumi’?

Fushiguro no le respondió, tan solo chasqueó la lengua y volteo su rostro, ganándose una carcajada de su amiga. Selene no dijo nada más y procedió a desabotonar el uniforme, dejándolo tan solo con su camisa blanca. A simple vista podía decir que no tenía ninguna herida en el torso pues no había ningún tipo de restos sanguíneos que la pusieran alerta, aunque seguro tenía algún que otro hematoma que se pasaría con él transcurrir de los días.

Dejó la prensa a un lado y tomó el botiquín, abriéndolo y sacando de él unas gasas, un poco de alcohol y vaselina para que las heridas no dejaran una fea cicatriz. Lamentablemente la enfermería no estaba a esas horas, pues ninguno de los estudiantes estaban en misiones así que no creyeron necesario estar hasta esas altas horas de la noche, así que a Selene no le quedó otra que curarlo.

Megumi seguía con la mirada cada movimiento de Selene, observando cómo el algodón se colaba entre sus dedos y ella lo llenaba de alcohol. Dirigió rápidamente su mirada hacia su rostro, su nariz continuaba arrugandose cuando se concentraba tal cual a como lo hacía cuando eran niños. Sus facciones no habían cambiado demasiado pero podía notar como sus pómulos estaban un poco más definidos, le daba una expresión madura.

No sabía si era el cansancio o el dolor por los golpes, pero la nostalgia apareció y los recuerdos de ambos siendo niños aparecieron en su mente. Recordó ese día, dónde la malcriada Selene Gojo apareció en su vida junto al idiota de Satoru, no tenía idea de lo mucho que cambio su destino la llegada de ambos, la llegada de ella.

Tal vez no lo diría en voz alta, mucho menos se lo diría a Selene, pero la había extrañado bastante. Extrañaba su actitud infantil, lo malcriada que era, lo caprichosa. En todo ese año extraño sus estúpidas bromas teniendo a Tsukimi de cómplice, extrañaba dormir junto a ella en aquellas noches de tormenta. La extrañó a ella.

──¡Mierda!──el dolor que le provocó la gasa llena de alcohol sobre su herida lo trajo de nuevo a la realidad, chocando con la sería expresión de Selene──. Me hubieras advertido…

──No seas exagerado, gumi, ya casi termino──murmuró ella, dejando el algodón sucio a un lado para preparar otro.

Los ojos de Megumi continuaron analizando su rostro: a pesar de esos sutiles cambios, la Selene que tanto conocía y quería seguía allí, allí continuaba su dulce sonrisa y su mirada burlesca que tanto la caracterizaba.

Por inercia, su mirada continúo bajando. De sus ojos a su nariz, de su nariz a sus labios, de sus labios a su cuello y de su cuello a… oh. Todo su rostro comenzó a arder y se quedó impactado, quiso decir algo pero de su boca no salían nada más que balbuceos. ¿De dónde había salido eso?

──¿Megumi, estás bien? Tu rostro está rojo…──preguntó Selene una vez que terminó de preparar la gasa para curarlo. No fue hasta cuando vió a dónde se estaba dirigiendo la mirada de Megumi que se dió cuenta de las cosas──. ¡Oh, Megumi, por favor! ¡Me estás mirando los pechos! ¡Pervertido! ¡Pervertido!

──¡P-Perdón! ¡Es que antes no estaban allí! ¡Aparecieron de la nada! ── Megumi desvío la mirada, completamente avergonzado. ──¡Me sorprendieron!

──¡Deja de mirarlos!── Exclamó Selene, lanzándole el algodón──¡Pervertido!

──¡No los estoy mirando!

Ambos se quedaron unos momentos en silencio, totalmente avergonzados. Megumi le estaba dando la espalda a Selene y Selene intentaba cubrir sus pechos con sus manos inútilmente, no era que pudiera hacerlos desaparecer mágicamente. Se esperaba eso de cualquiera menos de su amigo pero, al fin y cabo, era un hombre.

──¡Qué pervertido eres, Megumi!──carcajeo Selene, echándose hacia atrás──. Oh dios mío, no sabía que le prestas atención a esas cosas.

──¡No lo hago!──replicó indignado──. Simplemente… es difícil no darse cuenta de eso, es que- ¡dejemos de hablar de tus pechos, por favor!

Selene rió más fuerte, aliviando más el clima. ──Si, dejemos de hablar sobre mis pechos y deja que te cure.

Fushiguro asintió, aún avergonzado pero ya más relajado. La fémina tomó el algodón ─que le había arrojado─ y retomó el proceso de curación. Luego de finalmente limpiarlo y cubrir la herida de su cabeza con una curita, Selene guardó las cosas en el botiquín y tiró los materiales usados. Megumi dejó escapar un suspiro y se echó hacia atrás, acostándose finalmente, no podía creer que una simple tarea haya acabado de esa forma: el malherido y con la existencia de un recipiente de Sukuna. Tal vez lo único bueno de la noche era que ella regresó.

──¿Me prestas una camisa? Satoru se olvidó de dejarme mis maletas──. Pidió Selene aunque no espero respuesta del contrario para abrir el armario y tomar una remera negra junto a unos shorts del mismo color.

──Agarra lo que quieras──la voz de Megumi salió como un gruñido, estaba muy cansado──. Ya me voltee, cámbiate con tranquilidad.

──Si, no quiero que vuelvas a ver mis pechos── rió, quitándose el vestido para cambiarse rápidamente. ‘¡Selene!’──. Es un chiste, Megumi, sin resentimientos.

Dejó su vestido doblado sobre el escritorio de Fushiguro, acomodando allí también sus zapatos y sus lentes negros. Con lentitud y cuidado, dejó que su cuerpo se hundiera junto a su mejor amigo, sintiéndose como el cansancio comenzaba a dominar su sistema.

──¿Dormirás conmigo?── preguntó Megumi, con la voz ronca. Con un rápido movimiento quedó de costado y observó como ella imitaba su acción, quedando uno frente a otro.

──Tengo que cuidar que el rey de las maldiciones no venga a jalarte los pies──Selene tomó la manta y cubrió su cuerpo, sintiendo su calidez──. ¿Acaso te molesta?

──No── ella sonrió, cerrando lentamente los ojos──. Selene, yo-

──Hablaremos mañana, Gumi, no creas que no estoy enojada contigo── lo interrumpió, sabiendo la dirección que tomaría la conversación──. Pero tienes suerte de que esté cansada, sino ahora mismo estaría pateando tu trasero. Además tienes que recuperarte, descansa… hablamos luego.

Megumi guardó silencio y asintió, cerrando sus ojos con lentitud. ──Descansa, Selene.

──Descansa, Megumi.

Ambos se durmieron profundamente casi en el momento en el que cerraron los ojos y se despidieron. Podían dormir con la tranquilidad de que, al día siguiente, eso no sería tan solo un sueño y que el otro estaría allí al despertar. Finalmente la luna y las sombras se volvieron a encontrar.

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