|Misión en el mar (parte 1)

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🍁26 de octubre: REUNIÓN.
🍂 Personajes principales: Aziraphale (Crossover con Stede de OFMD).
One-shot dividido en dos partes.

Por allá en el año de 1710, a Aziraphale se le había encomendado la -tediosa- tarea de parar la piratería que se efectuaba en esos tiempos.

Cuando se dirigió a las costas para averiguar y seguir pistas, descubrió que un tal Barbanegra, era el principal (o al menos el más mencionado) responsable de llevar terror a los navíos.

Ese hombre era toda una leyenda viviente, pero su deber era darle un alto. Si el "rey" cae, se va con él su imperio.

O eso pensaban "arriba".

Usando sus zapatos beige de tacón, con esa enorme hebilla cuadrada y plateada al centro, caminó hacia una taberna en la afamada "Isla de los piratas". Donde, según había escuchado, estaba bebiendo el gran y temible Barbanegra.

Se ajustó su chaleco combinado en blanco y beige, con detalles bordados en azul. Amaba ese saco, por eso cuidaba de no ensuciarlo.

Para su fortuna, el abrigo largo de -también- color beige, le daba la seguridad de no ensuciarse tanto; aunque sus pantalones cortos a juego ya eran un desastre, y ni mencionar sus mallas blancas todas cubiertas de arena. Por ello, en compañía de un soplido de frustración, se detuvo a sacudirse esa parte de su atuendo.

—¡Alto ahí! —Cuando Aziraphale escuchó aquella voz a su espalda, solo se levantó con lentitud pensando en como proceder— ¡Levanta las manos!

Aziraphale hace caso, puesto que la punta filosa (de lo que supone era una espada), se apoyó en su espalda alta.

No teme morir, por la simple razón de la dificultad que tendría que enfrentar un humano para -realmente- hacerlo, pero, ¡el papeleo!

—No vengo a hacer daño —tantea.

El otro parece considerarlo y le pide que se de la vuelta para verlo de frente, cuando lo hace, ambos abren sus ojos con sorpresa. 

—Reconozco que tienes buen gusto —dice el hombre con la espada.

Talvez no era un comentario que tendría que hacer, no cuando se pretende ser un pirata, pero no puede simplemente cerrar los ojos e ignorar un buen atuendo de finas telas.

—Gracias —responde amable. Pues Aziraphale tampoco puede ignorar un cumplido honesto. —Adoro los detalles que ponen en los sacos, y siento que los colores combinan muy bien aquí.

—Los sacos son lindos, sin duda. Es bueno tener por estos lados, a alguien con aprecio a las telas finas.

—Tú también vistes prendas lindas. El azul es un color hermoso y de verdad te queda bien.

—Oh, gracias —dice sonriente y complacido. Luego solo baja su guardia y pone un rostro confuso—, ¿qué haces aquí? Es un lugar muy peligroso para un caballero.

—Aprecio tu preocupación pero, también eres un caballero, ¿no es así?

—Claro que no —responde casi indignado—, soy un pirata. El "Caballero pirata".

Los ojos del ángel se abren de nuevo, aunque esta vez trata de ser discreto. Con un tono de voz que pretende no tener nada oculto, le dice:

—Un pirata, muy bien —luego hace una pausa pequeña, viendo la vestimenta contraria, de verdad jurando que no era lo que usaría un pirata, al menos no de los que ha oído hablar. —Oye, y, ¿conoces a Barbanegra?

Aziraphale pretendió no tener mucho interés por la respuesta, en cambio al otro pareció tomarle la pregunta un poco por sorpresa. Después puso una postura confiada y asintió seguro.

—Por supuesto que sí. ¿Ves esto? —Se alzó parte del saco y la camisa baja, mostrando su abdomen y una herida cicatrizada en el costado. Aziraphale se incomodó un poco—, Barbanegra me lo hizo en una pelea.

Dicho eso último, Aziraphale puso un rostro preocupado.

—Entonces es un verdadero sádico como dicen, ¿no es así?

—¿Qué? No. Es un hombre muy tierno y realmente de buen corazón —Aquel sujeto para de hablar cuando se da cuenta de sus palabras, luego corrige torpemente—: Quiero decir, es realmente terrible, uhm, sí.

El "caballero pirata" piensa en un plan; últimamente ha sido cuestionado sobre sus hazañas como pirata, etiquetándolas en mediocres o en "aún no suficientes" (termino menos doloroso).

Por ello, talvez sería buena idea si presenta a este caballero como un rehén. Aprovecharía que Ed (Barbanegra), se encontraba en una reunión con otro pirata del que recientemente se había comenzado a hablar. 

Ed le dijo a Izzy que vigilara el entorno mientras hablaba con ese pirata, puesto que no se sabía si este pirata tenía intenciones de emboscada. Stede se dijo así mismo que podía ayudar con ello. 

Por eso se paseó por la isla, encontrando como un buen sospechoso a este hombre de ropas elegantes, ¿qué haría un caballero en una isla para piratas? Sin duda este tipo tramaba algo, supone.

Y lo averiguaría, todo sobre los planes de esta persona, lo haría un rehén y Ed estaría orgulloso de él.

Aunque reconoce que el sujeto le había caído bien, sería una pena. Talvez sea un rehén con buenos tratos y tres comidas al día.

Al mismo tiempo, Aziraphale piensa seguir a este sujeto y así dar con Barbanegra. Parece familiarizado con él. Talvez una vez que lo encuentre, pueda hablarle un poco sobre  lo que pasa cuando alguien comete malas obras y encuentre una manera eficaz de parar las fechorías de un pirata, sin llegar a la violencia. Consideró utilizar un milagro para hacerlo entrar en razón. 

—Oye —dicen al unísono, ambos se miran con un poco de pena y Aziraphale da una señal para que su contrario continúe primero.

—Gracias —pausa y extiende una mano hacia el frente—, me doy cuenta que no me he presentado adecuadamente. Soy Stede Bonnet.

—Un placer. Soy Aziraphale —Y estrecha su mano.

—¿Aziraphale?, ¿es un nombre sueco?

—Sí, algo así —piensa un poco y continúa— ¿Sabes? Estaba pensando, me gustaría poder hablar con Barbanegra. Soy un fan de los piratas, y tú pareces muy experimentado en este ambiente. ¿Crees que podrías ayudarme a encontrarlo?

—¡Sí! —Dice animado, pues sabe que ni quisiera tendrá que convencerlo para subir al "Revenge". Luego regresa a su postura más neutra y finge no tener planes—. Uh, sí, claro. Oh, ¡ya sé!, puedes subir a mi barco. Es absolutamente seguro que en la travesía encontremos a Barbanegra.

Aziraphale aceptó, por supuesto con un poco de temor, pues tendría que convivir con temibles piratas. Pero cuando se subió al barco y se reunió con ellos, se enterneció por la amable tripulación a bordo.

¡Tan amables! Uno de ellos, Roach, le había preparado un platillo especial para que conociera la gastronomía pirata. Stede fue también muy amable, por pedir a su cocinero que lo hiciera.

Luego, el llamado "Botones", se le había acercado con misterio y ojos bien abiertos.
"Tú no eres de esta dimensión, siento alas y luz emanando de ti". O algo así entendió; fue raro pero el sujeto le cayó bien.

Se deleitó con las canciones del tripulante Frenchie.

Y la cereza del pastel la probó cuando, Stede (que resultaba ser el capitán del Revenge), lo llevó a su camarote y le mostró su colección de libros.

—¿Has leído este? —Dice Aziraphale, emocionado por compartir sus gustos literarios.

—¿Cómo no hacerlo? Es uno de mis favoritos.

—¡El mío también!

Pasaron las horas entre libros y compartiendo gustos en común. Su compañía se hizo más amena, ahora que bebían una taza de té.

Aziraphale encontró agradable a Stede, y Stede a Aziraphale. Talvez lo suficiente para que ambos se desorientaran un poco sobre su verdadero objetivo.

Stede al darse cuenta de eso, utilizó sus dotes del habla para sacar un poco de verdad.

—Aziraphale.

—Sí, dime.

—Me has dicho que eres un fan de los piratas, pero al parecer no tenías ningún conocimiento previo a ellos.

—Oh, sí. —Dice divagando un poco con la mirada y responde con rapidez, luego de haber pensado en algo—, vengo de una familia apegada casi en exceso a la religión, los temas como la piratería están prohibidos.

—Pero aún así llegaste hasta acá —comentó alegre—, me siento familiarizado con eso. No en el caso de la religión pero, sí en el anhelo por algo que no se te permite.

Antes de que Aziraphale pudiera responder aquello, la puerta del camarote fue abierta con brusquedad.

—Capitán —dice aquel escriba (que también le había agradado).

—Lucius, ¿qué pasa? Estoy ocupado aquí.

—Sí, lo siento, pero, me parece que nadie estaba comandando el timón, y ahora no sabemos dónde estamos.

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