Capítulo 1.

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Aquí va el primer capítulo, os dejo en multimedia una foto de Nebraska. :)


Capítulo 1.

—No me jodas... ¡Es Nebraska Jones!

Esas palabras provenían de la parte de atrás de la clase, pero aun así, llamaron la atención de David, especialmente cuando todos comenzaron a repetirlas.

—¿Nebraska Jones? No es posible —decía la gente entre susurros.

—Dicen que ha estado en un reformatorio.

—No, no. Sus padres la enviaron a vivir con sus abuelos a Europa cuando intentó atracar un banco.

Finalmente, entre tanta información diferente, David terminó levantando la cabeza, perdiendo el interés del libro que estaba leyendo y mirando hacia la puerta. Allí, con extraño aire de pasotismo, se hallaba una muchacha rubia con el cabello largo recogido en una trenza. Todo en ella reflejaba que, en realidad, no quería estar allí: la manera en la que se colgaba su mochila negra, sus pantalones rotos, el aro plateado de su nariz, la mirada de asco con la que los escrutaba a todos...

Era el primer día de clases en el instituto Harrison de Nueva York, el último primer día de clases que tendrían allí, al ser alumnos del último curso.

Nebraska se encontraba parada en la puerta, sin tener la más remota idea de qué haría después.
La joven oía perfectamente cómo todos cuchicheaban a su alrededor sin dejar de mirarla. ¿Acaso esos imbéciles se creían que estaba ciega y sorda?

—No la mires, David —le susurró Cloe a su mejor amigo, sacándolo de su extraña ensoñación mientras miraba a la chica nueva—. Dicen que odia que la miren.

David entrecerró sus ojos castaños y desvió la mirada hacia Cloe, centrándose en su oscuro cabello rizado y las gafas de la chica.

—¿Quién es? —respondió el chico, interesado.

Sentada a su lado, Cloe pareció recordar algo, de pronto.

—¡Es verdad! Tú llegaste el curso pasado, cuando ella ya se había ido —dijo, todavía con voz muy baja—. Es Nebraska Jones. La echaron del instituto hace un par de años porque se dedicaba a incendiar las papeleras del instituto.

David alzó una ceja.

—¿Cómo? —preguntó, atónito.

—¡Entre otras mil cosas! —Cloe soltó una pequeña carcajada nasal—. Maltrataba a los alumnos más pequeños y, en general, a cualquier persona que le cayera mal. Robaba, rompía y se saltaba todas las clases posibles.

David casi no podía creerse que esa pequeña chica hubiera hecho todo eso. Con disimulo echó un vistazo por la clase y apreció que la gente seguía hablando sobre Nebraska como si ella no estuviera allí parada en la puerta.

—Pues a Bolton no parece disgustarle en absoluto —opinó el joven, señalando a Henry Bolton, el capitán del equipo de baloncesto que estaba sentado en la última fila de pupitres.

Detrás de él, Max le tocó el hombro; había estado escuchando su conversación.

—Eso es porque Bolton estaba colado por ella antes —le susurró—. Pero como se pase un poco este año, seguro que ella le arranca la cabeza. Dicen que una vez tiró a un tío por una ventana porque bebió de su cerveza.

David se rió tranquilamente, volviendo a observar de reojo a la chica, que cada vez parecía más incómoda y miraba a todas partes, tratando de encontrar un lugar en el que sentarse para dejar de ser el centro de atención.

—Seguro que esos rumores son mentira. No creo que sea tan mala —dijo David.

Nebraska chasqueó la lengua; eso estaba siendo terriblemente vergonzoso. Recorrió toda la clase con la mirada y maldijo cuando vio que toda la última fila estaba completamente llena de niñatos con aires de superioridad. Ya no podría sentarse ahí.
Controló una mueca de asco al reconocer al estúpido de Bolton que, para su sorpresa, le guiñó un ojo. ¿Eso era en serio?
Con lentitud ella hizo el gesto de meterse los dedos en la boca, fingiendo querer vomitar y asegurándose de que ese chulo de playa la veía perfectamente. Después se giró y siguió buscando, hasta que al final logró divisar un lugar vacío junto a la pared, en la segunda fila.

Suspirando, Nebraska se dirigió hasta allí y se encontró con que una muchacha menuda y con gafas obstaculizaba su paso, sentada a un par asientos del que ella había visto.

—Aparta, pardilla —murmuró.

La muchacha enrojeció furiosamente y casi dejó espacio suficiente para que Nebraska pasara detrás de su silla hasta con los brazos abiertos.

Finalmente, tras tirarse en su asiento, dejando caer su mochila bruscamente sobre la mesa, se fijó en el chico de su lado. Era castaño, con los ojos oscuros y parecía bastante alto, aunque desgarbado y delgado.
Nebraska arrugó la nariz y frente a ella, David se tensó completamente, sintiendo la mirada de la chica calándole hasta los huesos.

—¿Y tú qué miras, pringado?

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¿Os ha gustado? Espero que sí <3

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