Capítulo 2.

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En multimedia os dejo una foto de David y en este capítulo lo podréis conocer un poquito más :3


Capítulo 2

El día anterior había sido muy extraño para David. Por fin habían conocido a algunos de sus nuevos profesores y se les habían presentado las asignaturas que darían en ese año. El curso que se avecinaba parecía realmente duro, seguramente los iban a preparar a conciencia para la universidad... Así que él estaba un poco asustado por todo eso y, quizás también, por la presencia de esa antipática adolescentes que se había sentado junto a él el día anterior.

Habían sido seis horas incómodas para David, que intentaba no mirarla en ningún momento. Al principio había creído que todos esos rumores estúpidos sobre Nebraska Jones eran mentira, pero poco a poco, sus otros amigos del instituto le habían asegurado que tenía un gran historial delictivo, que se drogaba desde los doce años y que, durante el verano pasado, había trabajado como actriz porno en Nueva Jersey.

No estaba seguro de que todo fuera cierto, pero David había decidido no hacer nada que pudiera molestar a esa chica de ningún modo.

—¿Tan mal me han quedado las tortitas? —preguntó su padre, viendo cómo David no estaba desayunando nada después de casi veinte minutos sentado en la mesa.

Él miró a su padre, Phil y sonrió amablemente.

—Peor que nunca —dijo.

Su padre fingió estar escandalizado. Por una parte, sabía que su hijo estaba diciendo la verdad. Sus tortitas eran lo peor del mundo, siempre quedaban quemadas por un lado, duras por el otro y crudas por dentro. Pero la madre de David las había preparado todos los días desde sus padres se habían casado, y él había seguido haciéndolas también después de que ella muriera hacía seis años.

—A mí me gustan —dijo Dan, el hermano pequeño de David.

—Ves, a Dany le gustan. No pueden estar tan malas —volvió a bromear su padre.

David agarró su tenedor y comió un bocado de tortita, seguido de un trago de café, intentando aparentar normalidad.

—¿Todo bien en el instituto? ¿Tuviste un buen día? —preguntó el hombre de forma casual.

—Sí, claro —asintió David—. Me gustan los profesores.

—A nadie le gustan los profesores —replicó Dan, frunciendo el ceño de su pequeña carita.

Phil intentó reprimir una carcajada.

—Tendrán que gustarte, pequeñajo —dijo—. En mi casa no entra un solo suspenso, ya lo sabes.

Dan abrió la boca, contrariado, dejando ver que le faltaban dos de sus dientes de leche.

—Tengo seis años, ¡ni siquiera tengo exámenes!

Con una sonrisa, David terminó de beberse su café y se levantó de la silla, acariciando cariñosamente el cabello rubio de su hermano.

—Mejor —le dijo.

David se dirigió al cuarto de baño para lavarse los dientes antes de ir al instituto, pero se sorprendió al encontrarse con que su padre también se había levantado de la mesa y lo había seguido hasta el pasillo.

—¿Seguro que todo bien? —quiso asegurarse Phil.

Por un instante, David quiso contarle que quizás había conocido a un problema de cabello rubio y con un piercing en la nariz el día anterior, pero decidió que prefería confiar en que Nebraska se comportara de forma agradable ese día.

—Todo perfecto —aseguró.


***


Su corazón se aceleró en cuanto cerró la puerta de su casa y se encontró con June, su vecina de enfrente.

La chica sonrió al verlo; llevaba ropa de deporte ajustada, con su larguísima melena oscura cayéndole sobre la espalda y unos enormes ojos azules que lo miraban atentamente.

June era la chica por la que David babeaba desde que él tenía seis años y ella quince. Siempre habían sido vecinos en su edificio, por lo que se encontraban de vez en cuando y a David se le olvidaba cómo hablar delante de ella.

—Buenos días, David. ¿Cómo estás? —preguntó ella, mientras caminaban hacia el ascensor.

Él trató de conformar alguna frase coherente, pero mil avisos, luces y carteles en su cerebro le advertían de que no dijera ninguna tontería.

—Ajá —murmuró él.

June ensanchó aún más su sonrisa cuando ambos entraron en el ascensor.

—¿Vas a clase?

David apretó el botón número cero del ascensor, ellos se encontraban en el piso dieciséis.

—Cla-claro —le dijo él.

No hacía falta que le preguntara. ¿Acaso no veía cómo no era más que un adolescente escuálido con una mochila? Llevaba unos vaqueros algo desteñidos, con deportivas azules y una sudadera negra.
Pronto él comenzó a enrojecer, cosa que June encontró terriblemente adorable.

—¿Se te ha comido la lengua el gato? —preguntó la chica con una brillante sonrisa, justo cuando las puertas del ascensor se abrieron.

David quiso decir algo, pero no fue capaz. Sin borrar su sonrisa, June se acercó un poco y le acarició la mejilla con un par de dedos. Acto seguido salió del ascensor rápidamente hasta la puerta, dejando a David completamente estático allí.

Al cabo de unos segundos, se llevó la mano a la mejilla y sonrió, pero un instante después no pudo hacer otra cosa que maldecir al mundo por ser un niño mientras June ya era una mujer.

Caminó con lentitud hasta el instituto, que se encontraba sólo a un par de calles de su casa. Se tranquilizó respecto a la presencia de Nebraska, diciéndose que, seguramente, la chica sólo habría hecho acto de presencia el primer día para aparentar y que ya no volvería a aparecer.

Pero ni siquiera pudo engañar a su propia intuición, ya que, en el fondo, David sabía que encontraría a Nebraska en su clase, sentada en la silla de al lado otra vez. Y así fue.


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