Jeon Jungkook nunca había tenido otra opción. Desde niño sabía que tendría que trabajar para la mafia pues su padre prácticamente lo había entregado como regalo a su jefe para que, cuando creciera comenzara a trabajar para ellos.

Realmente nunca le importo pues había admirado tanto a su padre que estaba contento de ser como él; el circulo social en el que se desenvolvía jamás le habían dicho que aquello estaba mal así que creció idolatrando a los hombres con los que trabajaba su papá.

Cuando tenía quince años conoció al chico al que, sin saberlo, más admiraría en su vida. Min Yoongi no lo trataba como un niño pequeño y eso le gustaba, Yoongi lo había dejado disparar un arma, Yoongi lo había llevado a una de sus misiones, Yoongi no le había pedido que se volteara cuando le disparó a un sujeto en la cabeza.

Min Yoongi era genial. Min Yoongi era, probablemente, el mejor amigo de Jungkook.

Por eso, cuando su padre murió y el castaño tuvo que verse cada vez más involucrado en aquel mundo de mierda, Yoongi le había enseñado todo lo que sabía para que pudiera defenderse y no terminara muerto. Se habían acoplado tan bien el uno al otro que, en un año, ambos ya eran bastante conocidos por varios grupos de mafiosos y es que, ambos eran demasiado sádicos cuando se lo proponían y los trabajos que se les pedía llevaran a cabo, los hacían sin problemas.

A Jungkook comenzaron a llamarle "El niño de oro" pues todo lo que le enseñaban lo aprendía rápidamente y se volvía bueno en ello.

Yoongi y Jungkook parecían estar pegados el uno al otro pues siempre se les veía juntos, muchos llegaron a especular que tenían una relación pues Yoongi era demasiado protector con el menor y este no parecía estar incómodo con eso. Sin embargo, a pesar de haberse vuelto un sicario, Jungkook como todo adolescente tenía bastantes confusiones respecto a muchas cosas en cuanto a su persona y como no tenía a nadie más había terminado por recurrir a su amigo para resolverlas.

— Hyung — le llamó estando sentados ambos en un mismo sofá, en ese entonces Jungkook tenía dieciséis años pero la verdad era que lucía mayor — ¿Puedo confesarte algo? —

— ¿Ahora vas a decirme que estás enamorado de mi? — bromeó, el castaño  negó lentamente sonriendo.

—Hyung yo... Sabes que cuando terminamos exitosamente algún trabajo los jefes me ofrecen pasar el rato con alguna de las chicas que trabajan para ellos 

  — ¿Entonces vas a decirme que alguna de ellas está embarazada?— Los ojos del menor se abrieron desmesuradamente y  Yoongi comenzó a reír suavemente — Ya, lo siento. Puedes hablarme de ello.

  —  Bien... Yo nunca... Nunca he intimado con ninguna de ellas— soltó, sus mejillas estaban rojas y tenía la mirada fija en el suelo como si este fuera la cosa más interesante del mundo.

  — ¿Hmm? No lo entiendo, espera... ¿Necesitas consejos sobre como hacerlo? Tengo un libro que...— 

— Hyung, déjame terminar—  pidió demasiado avergonzado, tomó una bocanada de aire e intento tranquilizarse un poco — La cosa es... Ellas no me atraen, hyung— 

Yoongi suspiró realmente aliviado, creía que se trataba de algo más grave como que hubiese contraído alguna enfermedad o algo así.

  — Eso... eso no es nada malo, Kook. Está completamente bien y sabes que no voy a juzgarte por ello— le explicó tranquilamente

— Si, lo sé. La cosa es... conocí a un chico ayer en una fiesta y yo...bueno. Necesito uhm... consejos —

Fue así como Yoongi terminó por darle una larga charla a Jungkook para la cual ninguno de los dos estaba preparado, sin embargo el menor realmente agradecía que lo hubiera hecho.

Luego de eso, Yoongi no paraba de ver a varios muchachos entrar y salir del departamento de Jungkook, el chico prácticamente se estaba convirtiendo en una máquina sexual y el mayor se sentía jodidamente orgulloso pues, hasta donde sabía Jeon era cuidadoso en esos aspectos.

Así que Jeon Jungkook iba de prostíbulo en prostíbulo, buscando a cualquier chico virgen que pudiera satisfacer sus deseos canales.

Jungkook había llegado a aquel lugar en particular sin saber todo lo que encontraría alli.