59 - Ramir: Despedida

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Ramir

Me gustan las bodas mientras yo no sea el protagonista de estas. Me mantengo en la cama, panza abajo, moviendo mis pies descalzos y mirando una de las rosas que me quedó del casorio de Milton y Joselyn. Ayer fue divertido a pesar de este estúpido premio.

—Pensé que solo había rosas rojas. —Me río porque es de color rosita claro, como un rosa bebé.

Oigo la puerta, pero lo ignoro, porque sigo concentrado en jugar con los pétalos. Ya rompí todas las flores de ese ramo, entreteniéndome con estas, como si fuera un niño pequeño. Me detengo cuando se mantiene el silencio en la habitación.

—¿Decoraste el cuarto para mí? —Escucho en un susurro, pero no se aproxima al colchón.

Supongo que lo dice porque hay muchos pétalos tirados.

—No —respondo, sincero—. Solo estaba jugando.

—¿Era en serio lo de que no te casarías nunca? —pregunta.

—¡Claro, pasar por todo eso es de locos! —repito las palabras que dije en el casamiento de mi hermano—. ¿Por qué? ¿Tú no ibas en serio? —consulto, pero continúo mirando la flor.

—Sigo dándote la razón, atarse a una persona es un sin sentido, lo que me hizo recordar algo.

—¿Y qué es eso?

—Llevamos mucho tiempo juntos —dice, suave.

Quedo en shock, dándome cuenta de lo que habla.

—¿Quieres... terminar conmigo?

—No, pero así es el juego.

—¿Tienes como... un tiempo? —consulto con miedo.

—Algo así, ya pasé el límite y estás listo, hace rato.

Me duele.

—No voy a llorar —aclaro, serio.

Se acerca, entonces agarra mi barbilla para que al fin lo mire.

—Hay que terminar esta relación —reafirma.

Trago saliva.

—¿Vamos a tener el sexo de despedida?

—Sí —susurra, próximo a mi boca.

—¿Y me tengo que cambiar o algo?

—No, con tu mirada me basta.

Supongo que se refiere que no hay necesidad de ver un disfraz cuando puede mirar mi gesto de enamorado.

—No lograrás nada —le aclaro.

Se inclina, poniéndose sobre mí, observándome muy serio y sin soltarme la barbilla.

—Tus acciones dicen otra cosa. Puedes ponerme la cara de póker que quieras, pero tu cuerpo está tenso. Soy capaz de leer todas tus emociones, Miry, ya te conozco de pies a cabeza.

—No quiero terminar esta relación. —Mis labios tiemblan.

—Ni yo. —Apoya sus labios en los míos—. Pero hay que cambiar de aires y buscar cosas nuevas —expresa, pegado a mi boca.

—No tiene sentido lo que dices.

Me inclina, apoyando mi espalda en el colchón y se sienta a horcajadas sobre mí, entonces se quita la remera, dejando su torso expuesto, así que mis mejillas arden.

—Puede parecer una contradicción, pero es lo que hay. Disfrutemos este momento, no pensemos en nada más.

—Pero Exiel... ¡Oh! —gimo cuando me toca.

—Te voy a extrañar, Miry. —Se acerca a chuponear mi cuello y bajarme la otra parte de la ropa—. Has sido mi mejor amante, te has llevado el premio mayor, hemos pasado juntos un tiempo récord.

No voy a llorar, no voy a llorar...

Cubro mi cara.

—No entiendo por qué quieres dejarme, ¿qué hice mal? —Mi cara se empapa en lágrimas, pero no se la muestro.

—No hiciste nada malo. —Aparta mis dedos de mi rostro y da pequeños besos en mis mejillas mojadas—. Así era el juego y se terminó.

—No me dejes.

—Eres tan intenso. —Me besa y le correspondo. Pega muy fuerte su boca con la mía, pero ese deleite no basta para evitar pensar—. Me superarás, como lo hiciste con Zem, no te preocupes.

Frunzo el ceño.

—¿Y tú me superarás? —declaro, dejándolo en shock, pues se queda mudo—. ¡Responde!

Reacciona y se ríe.

—Claro que sí.

—Entonces terminemos esto de una vez. —Me escabullo a buscar lo que necesitamos en el cajón, le tiro el preservativo y el lubricante, enfadado—. Vamos, fóllame.

—Eso no es...

—¿Vas a hacerme el amor? —me burlo de su casi corrección, pues no le permití terminar—. Ya no importa como se llame... —expreso, afligido—. Solo importa que todo acabará. Si esto te parece placentero, está bien, disfrútalo.

—No si tú no quieres.

—Tienes razón, no quiero sexo de despedida. —Me levanto de la cama y voy hasta la puerta, apoyo la mano en la manija, pero me detengo de irme—. Pero tengo que hacerlo igual, ¿no? Para terminar el contrato.

Se queda en silencio, mirando a las sábanas, luego hace una risa sin humor.

—Miry... así no funciona, tienes que aceptar...

Me giro a mirarlo de manera abrupta, así que lo interrumpo.

—Te equivocaste conmigo, quizás tus otros amantes se rendían a la primera y lo aceptaban así de fácil. Querías una noche de placer en la que te rogara, pero no todos actuamos de la misma forma, Exiel. Nunca acabaremos ese contrato porque yo no quiero tu mugroso sexo de despedida. Yo no me despido, yo me voy sin avisar.

Se levanta de la cama y me paralizo cuando se pone delante de mí. Me sobresalto cuando de repente me abraza, así que me sonrojo.

—Tú no te rindes —susurra en mi oído.

—Exiel...

—Pero está bien... —Me suelta, observándome serio—. Terminemos sin hacerlo.

—¿Por qué?

Mis ojos se humedecen, sin entender qué ocurre, entonces lo veo, él también está llorando.

—Tengo esta horrible enfermedad llamada enamoramiento, así que te libero. Ramir, te libero de este contrato, ya no necesitamos vernos más, ya he sido demasiado egoísta.

¿Qué?

—Me... me llamaste Ramir.

—Sí, vete, Ramir, eres libre.

—Pero yo...

—Vete o llamaré a seguridad.

Quedo en shock un momento, reacciono y me giro, entonces abro la puerta para irme. Dejo que más lágrimas de mi corazón roto, mojen mi rostro herido, por aquellas emociones dolorosas del final de nuestra relación. 

Acabo de recordar que a Milton lo perdoné muy rápido, y a Exiel nunca lo perdoné JAJAJA

Es que si me pongo a pensar, Ramir es mi personaje favorito de este libro, así que no me importa lo mucho que me guste Exiel, le quiero pegar 😂

Saludos, Vivi.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro