Capítulo 10

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          La lengua de Jimin se deslizaba una y otra vez por la herida dejada por la mordedura, limpiando la sangre, controlando la hemorragia y aliviando el dolor y las punzadas. El rostro de Jungkook, más calmado y relajado, unido al gemido inconsciente de alivio, eran señales claras de que el método sugerido por Jimin estaba funcionando.

          Era extraño. Tal pareciera que la enemistad instintiva previa entre sus lobos, hubiera desaparecido por completo. Tal vez el alfa de Jimin había dejado de ver a Jeon como una amenaza, después de haberlo marcado. Quizás el vínculo compartido, aunque primitivo y obligatorio, les transmitía la falta de malicia y agresividad del otro. Era increíble cómo el lobo de Jungkook, a pesar de haber sido suprimido y mostrarse renuente al contacto antes, se comportaba dócil. Aparentemente, sus mentes se habían vinculado en un nivel que no eran capaces de comprender.

          Para Jimin, esto no era para nada como lo que experimentó en su cautiverio. Desde luego, en aquella ocasión había estado en el lado receptor de la marca, pero Jungkook tampoco se notaba afectado de la forma en que él lo hizo. Él no tenía ningún interés en someter o doblegar al otro alfa.

          «No quiero dominar a Jungkook. No voy a lastimarlo». Su cabeza solo procesaba esa idea. Esperaba que a través de su rudimentario y poco convencional lazo, ese pensamiento se estuviera transmitiendo.

          Era demasiado extraño, sin embargo. Una cosa era no tener instintos de dominación hacia el alfa de Jungkook, pero otra muy diferente era encontrar disfrute en este contacto. ¿Estaba esto condicionado por el celo? No tenía forma de saberlo, pero no podía ser normal la forma en que el sabor salado de la piel de Jungkook le resultaba delicioso. No podía ser normal cómo el tenue aroma que se filtraba a través del supresor, ya perdiendo su efecto, le parecía embriagador tras haber desencadenado un episodio agresivo en su celo.

          Ahora que el alfa de Jimin se sentía superior, por su marca exitosa y su demostración de poder, ¿como qué veía a Jungkook? ¿Qué era este calor que no dejaba de crecer? ¿Qué intenciones tenía su lobo? ¿Qué era este deseo turbio e insano? Si Jungkook descubriera estos pensamientos retorcidos, ¿qué pensaría de él?

          El sonido de un jadeo, casi gemido, llenó el aire a su alrededor. Jimin demoró menos de un par de segundos en sonrojarse, al notar que ese vergonzoso sonido había abandonado su garganta. Cuando miró hacia su entrepierna, responsable de la repentina punzada de placer, notó la mano de Jungkook acariciando su pene erecto, por encima de su pijama.

          —Jungkook —jadeó tembloroso—, ¿qué significa esto? —Trató de apartar la mano contraria, pero sus extremidades parecían no responderle.

          —Estás en celo, Jimin, lo necesitas —dijo con simpleza, como si no estuviera empezando a masturbar a otro alfa. ¡El alfa que lo había marcado, por el amor de la Luna!—. Estás excitado, no es bueno que acumules tensión en tu estado. Lo mejor es aliviarte antes de que se vuelva doloroso. —Movió su mano más rápido.

          Desde su posición semi sentada en la cama, se revolvió en el toque. Jungkook estaba casi cernido sobre él, posición que habían adoptado para que Jimin pudiera sanarlo, ya que no podía moverse. Su respiración se empezaba a volver pesada y respiraba con fuerza en el cuello de Jungkook, con su cuerpo tembloroso y sus puños agarrando las sábanas. Estaba demasiado sensible.

          —No tienes que… hacer esto.

          —¿Por qué? No niegues que lo necesitas. —Las vibraciones de la voz de Jungkook viajaron por la piel de Jimin, desde donde hacían contacto.

          —Debe ser… vergonzoso para ti —jadeó, apoyando su cabeza en la almohada. Tenía que poner distancia, todo estaba muy magnificado.

          —Jimin… Llevo tu marca en mi cuello, ¿qué es tener tu polla en mi mano? —Para sorpresa del propio Jeon, su voz se escuchaba baja y grave, como un susurro conciliador—. Déjame hacerte sentir bien.

          Jungkook trataba de escucharse lo más sereno posible, no quería preocupar más a Jimin. El efecto de los supresores estaba pasando, dando entrada a la excitación. Pero todo se convertiría en dolor si no lo aliviaba de alguna manera, estaba dispuesto a evitar que eso ocurriese. El cuerpo de Jimin no estaba en condiciones de atravesar el dolor de un celo sin compañía. Apenas y podía mover sus brazos. Lo menos que podía hacer era prestarle una mano.

          Al principio, le preocupó la reacción de su lobo, o el de Jimin. Había quedado claro que no se querían en la misma habitación. Grande fue su sorpresa al ver aceptación por ambas partes. Pero, al final, de eso se trataban los vínculos y las marcas, de una conexión más allá de lo que la razón o la experiencia podían explicar. Puede que sus lobos se hubiesen conectado y entendido a un nivel incomprensible para ellos. Fuera cual fuese la razón, le alegraba que todo permaneciera tranquilo.

          Era la primera vez de Jungkook tocando a alguien de su misma casta. Que un alfa tocara a otro, y más si era para darle placer, era una demostración clara de inferioridad y sumisión. Eso, al menos, era lo que siempre se había dicho en la sociedad. No fue tan terrible. No hubo ningún sentimiento desagradable en ello. Si era por el lazo, o porque en su mente era más importante suplir la necesidad de Jimin, no lo sabía y no podía importarle menos.

          Todo era siempre castas, dominio, apariencias, concepciones, estándares. A veces Jungkook estaba tan harto de todo, que acababa siguiendo sus instintos —aparentemente bastante apartados del sentido común general—. Hasta ahora, su intuición no le había fallado.

          Jimin parecía bastante escéptico en cuanto a las marcas y los lazos. Jungkook no lo culpaba, no era para menos. Pero, este vínculo entre ellos se estaba comportando distinto a cualquier cosa que podían haber vivido, leído, o escuchado. Al no haber intención de daño, todo estaba en paz. Tan en su sitio que resultaba intrigantemente fascinante. ¿Podría Jungkook aprovechar esta oportunidad para crear una idea propia, y cambiar la dolorosa percepción de Jimin al respecto?

          La mano de Jeon se aventuró por debajo de la ropa que resguardaba la erección contraria. La carne caliente palpitó en su mano al contacto directo. A medida que subía y bajaba por la longitud, humedeciéndose con el pre semen, el cuerpo de Jimin temblaba y se deshacía en jadeos, gemidos y gruñidos. Estaba tan sensible. Se veía hermoso.

          «Hermoso». Era la segunda vez que la mente de Jungkook asociaba a Jimin con esa palabra.

          Pero lo era: ojos cerrados, labios entreabiertos, respiración agitada, piel suave brillante por el sudor, pezones erectos, cabello despeinado… Jimin era un banquete para la vista.

          «Delicioso». Este segundo pensamiento sacudió a Jeon. Jimin tenía justificación para estar excitado, estaba en celo. ¿Cuál era la suya? Esa idea borró su previa tranquilidad.

          —Jungkook… Por favor, más —rogó Jimin, perdido en el placer del calor.

          La mano de Jungkook aceleró el ritmo, incitada por los gemidos y el húmedo deslizamiento. Su propia respiración era desigual y superficial. Que Jimin gimiera su nombre, suplicando, había hecho el calor asentarse en sus entrañas y despertar a su propio miembro.

          «¡Joder! esto está tan mal… Pero, se siente tan bien. Tengo que… No debo». Sus pensamientos incoherentes y aparentemente inconexos eran una locura. ¡¿Qué demonios se había apoderado de él?!

          —Vente para mí, Jimin —le susurró al oído, con el juicio nublado por su propia excitación.

          Con esas palabras, Jimin estalló, derramándose en la mano de Jungkook, su ropa y abdomen. La liberación de un alfa siempre era fuerte y abundante. Ambos se miraron intensamente, una extraña intimidad instalándose.

          —Eso fue —jadeó—. Lo siento, yo…

          —Iré por toallas para limpiarnos y una nueva dosis de supresores, ya los necesitamos. —El detective se había levantado y volteado tan rápido, que la última palabra fue dicha saliendo por la puerta.

          —Gracias —respondió Jimin, en voz baja y seguro de no haber sido escuchado, viendo a Jungkook alejarse a toda prisa. De seguro estaba asqueado de él.

          Lo que sucedía en realidad, no podía estar más alejado de lo que se encontraba en la mente de Jimin. Dentro del baño, con su cuerpo pesado recargado de la puerta, Jungkook intercambiaba su atención entre el prominente bulto en sus pantalones y la humedad del semen ajeno en su mano. Su respiración seguía agitada y el aroma de Jimin parecía haberse impregnado en su cerebro, más que en sus fosas nasales. ¿Cómo explicaría esto a Jimin? No podía permitirle que lo viera, por eso se alejó.

          Había asistido numerosos celos omega, era normal que el olor y las feromonas sexuales excitaran al alfa y le generasen atracción. Pero, sin importar la situación, el olor de un alfa en celo no debería excitar a otro de su misma casta, biológicamente hablando. ¡Se repelían! El celo agresivo de Jimin había sido la prueba de ello. ¿Era porque Jimin le parecía hermoso? No podía ser.

          Nunca había escuchado de un alfa sintiendo atracción sexual hacia otro alfa, dentro o fuera del celo, las feromonas de casta lo impedían. El único momento en que las feromonas permitían excitarse a un alfa con otro, era con la adrenalina de una pelea de por medio, como una muestra de dominación y superioridad inminentes. ¡Pero Jungkook no se sentía de esa manera! No quería ni imaginar que así se sintiera su lobo ahora.

          Lentamente, acercó los dedos húmedos a su nariz, en una búsqueda cautelosa de alguna reacción a las feromonas y el aroma condensados en el líquido. Fue demasiado. El oporto y la lavanda lo noquearon. La esencia se clavó hasta lo más profundo de sus sentidos y la erección en sus pantalones se hizo más grande, si es que eso era posible. No podía creerlo.

          Con una de sus manos liberó su polla adolorida de su prisión de tela y con la otra, llena de la liberación de Jimin, lubricó su longitud mientras la acariciaba en agarres violentos y movimientos veloces. Gruñó, una mezcla de excitación y culpa. No demoró en llegar al clímax, con un nudo amargo bloqueando su garganta.

          —¡Joder! —jadeó frustrado, deslizándose por la madera hasta quedar sentado en el frío azulejo—. ¿Qué pensaría Jimin si supiera de esta atracción tan insana?

          No sabía el origen de esta excitación, pero no era por dominación. Era placer puro y crudo lo que le acababa de golpear. No tenía que ver con que deseara doblegar a Jimin. Darle placer se había sentido correcto y natural, como cuando ayudaba a los omegas con sus celos. No se había sentido obligatorio, o denigrante. Tal vez se tratara de una reacción natural, que no había sido descrita antes por falta de una interacción de este tipo.

          —No puede ser eso —susurró para sí—. El comportamiento inicial de nuestros lobos es una señal más que clara de la incompatibilidad entre alfas. ¿Qué cambió? ¿Será el lazo?

          Era la explicación más lógica que podía encontrar, por no decir la única. Sin embargo, no era capaz de convencerse. Un lazo temporal, que los mantendría vinculados, si acaso, por un par de semanas, no debía ser capaz de generar un cambio tan brusco en su naturaleza. Tenía que haber algo más. Pero ¿qué?

          Una sensación extraña se instauró en el pecho de Jungkook y sintió su marca doler nuevamente en su cuello. Esa era la señal que necesitaba para saber que el tiempo de reflexión y martirio había finalizado. Jimin debía estar empezando a sentir dolor, tenía que apresurarse antes de que se hiciera demasiado intenso e intolerable.

          Las horas siguientes fueron un borrón. Jungkook había masturbado a Jimin más veces de las que recordaba, quedándole los gemidos grabados en la mente. Un desastre pegajoso se extendía por la ropa de cama y el pijama, a pesar de haberlo ido limpiando precariamente en cada período refractario. La virilidad de Jimin no parecía agotarse. Por más que se viniera y aliviara la tensión, el tiempo entre una erección y otra era cada vez más corto y los últimos orgasmos no parecían del todo satisfactorios.

          Probablemente se tratara de la falta de un omega, su lubricación y feromonas sexuales siempre acentuaban el placer y mejoraban la saciedad. En los celos que había pasado solo, el propio Jungkook había estado adolorido e insatisfecho, no era de extrañar que Jimin estuviera experimentando lo mismo.
          Una nueva erección, luego de una masturbación prolongada e infructuosa, trajo consigo lo inevitable: la incapacidad total de llegar al orgasmo.

          —¡Agh! —gruñó Jimin, hiperventilando y contrayendo su cuerpo adolorido—. Duele… Haz que pare, por favor —rogaba, retorciéndose sobre sí mismo.

          Los movimientos del cuerpo se hacían demasiado erráticos. Por más que Jungkook trabajara la erección contraria, esta se enrojecía cada vez más, hasta el punto de alcanzar un tono violáceo. Jimin se retorcía bajo él, gimiendo de dolor y tratando de hacerse un ovillo, como si buscara algún método desesperado para librarse del insoportable dolor. Con el cuerpo en su estado, debía ser intolerable. Era difícil verlo así, sufriendo cada vez.

          Jungkook apretó los puños, la determinación ardiendo en su mirada.

          —¡Mierda! —Se subió a la cama, quedando a horcajadas sobre Jimin, sin dejar caer todo su peso sobre él.

          —Jungkook… ¿Q-qué haces? —Jimin lo observó sorprendido.

          —Hacerte venir —respondió, justo antes de deslizarse hacia abajo para acomodarse y engullir la erección húmeda en su boca.

          —¡Lunas! —gimió Jimin, llevando sus dedos temblorosos al cabello azabache de Jeon.

          El sabor salado de la carne caliente explotó en el paladar del detective. Los aromas y feromonas lo golpearon con fuerza. La serenidad y falta de excitación propiciada por los supresores se fue a la basura. Mientras subía y bajaba, jugando con los testículos en una de sus manos y masturbando la base con la otra, los gemidos de Jimin lo llevaban al tope. La tela en la entrepierna de sus pantalones volvió a tensarse y su erección despertó por segunda vez.

          —Jungkook, voy a… —Sin poder completar su advertencia, Jimin explotó en el interior de su boca.

          Jeon tragó todo lo que sus reflejos le permitieron, no queriendo desperdiciar una gota del líquido cremoso que su cuerpo tomaba como el mejor afrodisíaco, pero era tanta cantidad, que no pudo saborearla toda. Había sido la corrida más amplia de todo el celo, hasta ahora. Cuando se enderezó, limpiándose la comisura de los labios, pudo ver a Jimin jadeante, con el pecho y las mejillas enrojecidas, mientras lo observaba como si no se creyera lo que acababa de suceder. Cuando trató de decir algo para restarle importancia, notó que la mirada del joven alfa estaba clavada en su entrepierna. Solo entonces, recordó su propia erección.

          —Jimin, no es lo que piensas —se apresuró a explicar—. No es que me excita dominarte o que quiera follarte para probar que soy más fuerte. Simplemente sucedió, ¿sí? No sé por qué; quizás sea por el lazo. Solo sé que siento esta atracción inexplicable e incontrolable. He ayudado a muchos omegas en sus celos, esto debe ser como eso, supongo. No es que yo…

          Una suave risa de Jimin, a modo de resoplido, interrumpió la veloz locomotora de justificaciones de Jungkook. La expresión de alivio en sus facciones cuando lo miró, dejó al detective desconcertado.

          —¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes?

          —Llevo todo este tiempo pensando que esto era compasión. Que me tocabas por obligación, pero te daba asco por tratarse de otro alfa.

          —No es así…

          —Ahora lo sé. De todo lo que dijiste, nada pasó por mi cabeza. No cuando mis cinco sentidos están bien puestos. Incluso si lo hicieras, estaría bien. Tengo una gran deuda contigo.

          —¡Yo nunca haría eso! —aseguró.

          La franqueza y aceptación en las palabras de Jimin era dolorosa. ¿Estaría dispuesto a ser tomado por su alfa fuera de control, y revivir todas sus traumáticas experiencias, solo por un compromiso moral hacia él?

          —También lo sé —respondió, con igual certeza, parecía haber hecho las paces con algo en su tormentosa mente, desconocido para Jungkook—. Que esto también te excite, sea por el motivo que sea, me tranquiliza. Para mí, significa que no simplemente estoy abusando de tu inagotable amabilidad, porque hay una forma de hacer que sea bueno para los dos.

          —¿También? O sea, que tú…

          —Sí, me excitas. Sin importar que fuera por mi celo, la marca, o el lazo, lo vi como algo antinatural e incorrecto. Me hacía sentir culpable, más allá del placer. Pero, si ambos lo sentimos, no puede ser algo malo, ¿cierto? Dices que has asistido a omegas en sus celos. Piensa en esto del mismo modo.

          —Has pasado por muchas cosas, no quiero que revivas nada de lo que te ha sucedido. —Suspiró pesadamente.

          —No pasará. No contigo.

          —No lo sabes. No es tan fácil.

          —Es tan difícil como dejemos que lo sea. Es fácil para mí. Tan simple como decir que quiero que también obtengas placer y no te sientas mal por ello.

          Un gemido se arrancó de la garganta de Jimin, su pene llenándose de sangre otra vez. Una nueva ola de excitación estaba llegando. El dolor y el placer seguían siendo regulados por los supresores, pero Jungkook no quería volver a ver a Jimin retorcerse de dolor en su presencia. El tenue olor a oporto y lavanda se mezclaba en el aire con los remanentes de su sándalo y menta, llenando su propio miembro hasta construir una nueva erección.

          Jimin lo miraba con los ojos entreabiertos, las mejillas enrojecidas y jadeos superficiales escapando de sus labios. Había dejado la decisión en manos de Jungkook. Un sobresalto hizo estremecer el cuerpo de Jimin y, acto seguido, su polla palpitó y comenzó a liberar presemen. Jungkook tragó grueso, la excitación instalándose cada vez más.

          —¡Joder! —gruñó, sacando su propia erección y acercándola a la contraria hasta hacer contacto.

          El deslizamiento entre las carnes húmedas, duras y palpitantes, llenas de los fluidos de ambos, les valió un gemido conjunto, placentero y aliviado. A horcajadas sobre Jimin, las caderas de Jungkook se movían a un ritmo cada vez más veloz en el túnel de sus manos. No había nada romántico en ello, ni tenía las características de un juego previo. Era solo una masturbación dura e intensa, en una búsqueda desesperada del clímax, que no demoró mucho en llegar, favorecido por la mezcla de aromas y feromonas.

          Jungkook miraba los labios de Jimin, rojos e hinchados por las mordidas auto provocadas. Se veían tan apetecibles. ¿Cuál sería su sabor? Liderado por el estado de levitación postorgásmico, y sin estar pensando con la cabeza correcta, Jeon se inclinó hacia adelante para comprobarlo. Dejó un duro beso en la boca contraria, succionando, en un intento de saborear lo más posible. Sus labios fueron mordidos de vuelta, hasta que el sabor metálico se mezcló con la saliva.

          Se separaron, relamiéndose en jadeos agitados.

          —¿Qué ha sido eso? —preguntó Jimin, mientras regularizaba su respiración.

          —No lo sé. —Jeon jadeó de vuelta—. Pero será tan complicado como dejemos que sea. —Sonrió.

          —Pues pongámoslo sencillo, otra vez. —Le devolvió la sonrisa—. Se sintió genial y quiero repetirlo.

          «¡A la mierda todo!», pensaron al unísono.

          Sus labios volvieron a juntarse, en un intercambio más salvaje y necesitado. Envueltos en feromonas, aromas y fluidos corporales, ni siquiera eran capaces de identificar si eran dueños de sus propias acciones, o si se trataba de sus lobos, o sus instintos. Pero, a fin de cuentas, ¿qué más daba? Sería tan complicado como le permitieran que fuera, y ambos estaban dispuestos a mantenerlo simple.

¡Holiwis! Aquí está el capítulo prometido. Perdón por la demora, tuve algunos percances en el día.

Otra cosa que acabo de notar: ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS 7K DE LECTURAS! 💜
No se imaginan lo feliz que me hace tener a tantos de ustedes aquí. Amo leer sus comentarios, muchas gracias por cada uno de ellos.

Chao chan 😘

Hasta el próximo jueves.

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