Capítulo 1

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          El mes de agosto era siempre muy esperado en Seúl. Las vacaciones de verano de los estudiantes y el clima agradable siempre mantenían las calles llenas de vida, tanto en horario diurno como nocturno. Festivales, carnavales, parques de diversiones durante el día; bares, restaurantes y discotecas durante la noche. La ciudad rara vez dormía.

          Sin embargo, del mismo modo en que los pasatiempos sanos y legales llenaban el ambiente, también las calles se veían asediadas por criminales y pandilleros. Luchas por territorios en los barrios bajos, contrabando, prostitución, secuestros, asesinatos; la ciudad había sido testigo de toda clase de crueles escenarios.

          Para la policía de Seúl, agosto era una pesadilla, llevaba siéndolo durante años. Los oficiales habían estado en medio de victorias y derrotas cíclicas, en un eterno juego del gato y el ratón. La corrupción en todos los niveles, en una medida u otra, y el poder en aumento de la mafia, les hacía perder el terreno ganado en las investigaciones. Muchos casos se estancaban, otros se amontonaban en la pila de expedientes abiertos por falta de evidencia contundente; algunos lograban ser cerrados, pero no siempre les dejaban una sensación de victoria, pues la evidencia llegaba a ser manipulada y acababan encerrando a un inocente.

          Este año, planeaban cambiar eso. Habían estado reuniendo evidencia e información durante años, tomando cabos sueltos de casos abiertos y cerrados, moviéndose entre los bajos fondos e infiltrándose entre las pandillas y bandas criminales. Iban a llevar a cabo una redada a gran escala, para desmantelar una de las más grandes redes de tráfico de omegas de la capital.

          Jungkook estaba más emocionado que cualquiera por el éxito de esta misión. El caso de su padre omega había sido uno de los que habían usado como referencia. Quería poner a los culpables tras las rejas. La experiencia adquirida en los seis años que había pasado trabajando para la policía, la información a la que había tenido acceso y su instinto, le decían que no se trataba de un caso aislado, que estaba relacionado con esta gran red que no habían logrado detener.

          Pero no tenía pruebas. Todo era muy confuso, sin parecer presentar patrón alguno. Se había salido tanto de control, que era común la desaparición de omegas durante semanas, para luego ser encontrados muertos, o lo suficientemente rotos, en el plano físico y mental, como para no ser capaces de dar una declaración coherente y útil. Más de una vez, Jungkook se sintió inútil, desesperado y corriendo sin rumbo, con el miedo constante de estarse dirigiendo a un callejón sin salida. Pero eso cambiaría hoy.

          —¡Buenos días! —Entró a la estación, saludando enérgicamente a todos, con una expresión decidida. Se dirigió a su departamento y repitió su saludo a sus compañeros.

          —Buen día, JK. —Namjoon se puso de pie y le entregó su café—. Con leche y crema.

          —Como siempre, Jungkook es tan blando como su café.

          Min Yoongi, uno de los betas que trabajaba como oficial de patrulla en su jurisdicción, le puso la mano en el hombro a Jeon y dejó un par de palmadas como saludo. Sacó su expreso y dio un sorbo. Era un hombre de estatura relativamente baja y complexión esbelta, con cabello negro y largo, rostro de facciones finas. A sus treinta y cinco años, era tan hermoso para ser un beta, que parecía irreal.

          —Y tu alma sigue siendo tan negra como el tuyo —rebatió.

          —Gracias por el cumplido. —Levantó el vaso al aire, simulando un brindis.

          —Tómense el dichoso café y pónganse manos a la obra.

           —Sabes que nuestra charla matutina sobre el café es religiosa. No te comportes como un viejo aguafiestas, Namjoon —dijo Yoongi.

          —¿Ah, sí? Pues este viejo aguafiestas no hará más sus compras. Dejen de poner a trabajar a sus superiores, deberían ser ustedes quienes traigan el mío. —Dio un sorbo a su americano helado.

          —No tenemos la culpa de que nos hayas dejado probar las delicias que hace tu esposa en la cafetería. No hay otro café como ese. Si el punto de venta es al lado de tu casa, no tiene sentido que vayamos —contestó Jungkook.

          —Cada día sigo preguntándome quién eres y qué hiciste con el Jungkook tímido y recatado, que comenzó como oficial de patrulla hace seis años.

          —Mi mentor me dio la confianza para considerarlo familia y ser como ahora.

          Namjoon sintió una opresión llena de sentimientos en su pecho.

          —Nam, que no te brillen los ojos como si hablara de ti. —Min rompió el momento.

          —¿Crees que habla de ti? No puede ser, él no es tan malhablado. Ya con uno solo me basta, a otro más lo dejaría fuera.

          —Ja, no serías capaz de dejarme fuera por más que digas esas cosas de dientes para afuera. Me quieres demasiado. Ambos lo hacen.

          Era cierto, ambos lo querían, era un gran amigo. Los tres habían conseguido una relación laboral entrañable y envidiable por el resto de los departamentos, y los demás miembros del suyo. No era una exageración cuando decían que eran como una familia. Todos tenían ideales por los que luchar, fuertes convicciones y un gran sentido de justicia. Sin embargo, no estaban en igualdad de circunstancias. Jungkook y Namjoon eran alfas; Yoongi, no.

          Jungkook, aun anticipando que la reacción del hombre no sería la mejor, decidió decirle lo que había estado pensando por los últimos días, cuando la inminencia de esta operación a gran escala era implacable e indetenible.

          —Te queremos, Yoon. Mucho. Jamás te dejaríamos fuera de este equipo. —Lo miró con una sinceridad desgarradora, que no contrastaba con el previo ambiente de broma.

          Las mejillas del oficial de colorearon.

          —No digas ese tipo de cosas con la cara tan seria, me pones en un aprieto. —Se rascó la nuca.

          Jungkook miró a Namjoon, en busca de aprobación para lo que estaba a punto de decir. El detective Kim, a sabiendas, dio un asentimiento de cabeza.

          —Siempre serás parte de este equipo, pero hoy no formarás parte de esta operación.

          —¿Qué? —La expresión de Yoongi estaba aturdida, el rubor había abandonado sus mejillas.

          —Es lo mejor, Yoon —intervino Namjoon—. Es demasiado arriesgado.

          —¿Es por mi condición? —Su tono era tan calmo que, conociéndolo como lo hacían, solo representaba un mal presagio—. ¡Respondan! —exigió.

          —El sitio que va a desmantelar nuestra unidad está vinculado no solo a la prostitución de omegas, sino también a las peleas de alfas. —Jeon dio un paso para acercarse a él—. Por los datos de nuestros informantes, asumimos que lo mejor era ir solo nosotros.

          —¡No me jodan! —explotó—. ¡Esto no es lo que acordamos! —La furia titilaba en sus ojos—. ¡Confié en ustedes, maldita sea! Prometieron no dejarme fuera. ¡Saben que mis motivos son tan fuertes como los suyos!

          —¡No es tu condición, es la fecha! —Namjoon lo tomó por los hombros y aseguró el contacto visual entre ambos—. Entiendes a qué me refiero.

          Yoongi se quedó paralizado por un momento, procesando la información. Miró a Jungkook, buscando algún tipo de reacción, pero ver la misma expresión en ambos le dio las respuestas que buscaba.

          —Están malditamente controlándolo. ¡Están jodidamente invadiendo mi privacidad!

          —Estamos preocupados por ti —intercedió Jeon—. Sabemos que el último año ha sido difícil, a pesar de que hayas tratado de ocultarlo para no preocuparnos. No es bueno que te expongas así.

          —¡Puedo hacerlo! ¡Sé que puedo! —Se apartó del toque y comenzó a caminar por la oficina de un lado a otro, cual animal enjaulado—. No soy un jodido omega indefenso, ¡soy un oficial de policía! Tengo diez años de experiencia y me he podido sobreponer a todo. ¡No van a doblegarme por ser alfas! ¡No voy a quedarme fuera!

          —Yoon...

          —¡Cállate, Jungkook! No puedo creer que se hayan puesto de acuerdo para esto. ¡¿No que éramos un equipo?! ¡No van a dejarme fuera, no tienen derecho! —aseveró, caminando hacia la puerta. Respiró profundo y dijo—: El Teniente Coronel llega en una hora. Si no cambian de opinión para entonces, voy a solicitar cambio a otra jurisdicción durante esta operación. Voy a participar en esto, con o sin ustedes. —Les dio una mirada triste y decepcionada, y salió.

          Los dos detectives se miraron a la cara, dándose cuenta de que probablemente habían estado en un error. Sabían del carácter de Yoongi, por lo que tuvieron en cuenta que el rechazo era una opción, pero no hasta ese punto. Sin embargo, si intercambiaran lugares, de seguro el sentimiento sería el mismo. Literalmente, le estaban arrebatando la ambición de su vida, por lo que había trabajado por tantos años.

          —La cagamos —admitió Jungkook.

          —Creímos que sería lo mejor para él, pero nos equivocamos. —Un suspiro arrepentido dejó a Namjoon—. Yoongi entró a esta estación poco después de mí, siempre ha demostrado ser más que capaz, a pesar de todo.

          —Siempre hemos dicho que somos como una familia. Como tal, nos confió su mayor secreto, y lo decepcionamos.

          —Si lo que queremos es protegerlo, podemos hacerlo en el terreno. No confinándolo a las afueras.

          Se miraron y asintieron, decididos en su próximo paso.

          —Bueno, llegó la hora de ir a pedir perdón —dijo Jungkook, colocando su mano en el pomo de la puerta—. ¿Listo para que nos pateen el trasero?

          —Más que listo, valdrá la pena. Nadie mejor que Yoongi para confiarle nuestras espaldas.

          —Tú lo has dicho. —Caminaron juntos por el pasillo—. Mejor nos apresuramos, antes de que empiece a descargar su mal humor con el primero que se le cruce enfrente.

          —Creo que es demasiado tarde. —Nam señaló al frente.

          Unos metros más adelante, Yoongi se encontraba discutiendo con un joven alfa que no conocían, probablemente un civil. El beta gesticulaba enojado, mirando hacia arriba con el ceño fruncido y desafiando al alfa, a pesar de la evidente diferencia de estaturas y fuerza. El alfa trataba de mantenerse calmado, aunque los puños apretados a ambos lados de su cuerpo y su expresión tensa, mostraban que hacía todo lo posible por no buscarse un problema dentro de la estación de policía. Sin embargo, aparentemente Yoongi se había pasado, pues habían cambiado de la posición anterior, al alfa agarrándolo por la camisa para levantarlo del suelo y gruñirle.

          En menos de tres segundos, Jungkook aplicó una llave al otro alfa, separándolo de Yoongi al instante. El olor a cedro y azafrán golpeó las fosas nasales de Jeon, junto a un cúmulo enorme de feromonas de enojo. Frente a ellos, Namjoon sostenía a Yoongi, quien pataleaba frustrado por devolver el golpe.

          —No sé qué ha pasado aquí, pero este no es el mejor lugar para agredir a un agente de la ley —señaló Jungkook—. Le sugiero que se calme.

          —Yo solo vine a reportar a una persona desaparecida, su compañero es el que comenzó a gritarme. —Forcejeó en el agarre.

          —Es la quinta vez que vienes en dos semanas, tenemos más trabajo que estar siguiendo tus acusaciones sin fundamento —refutó Yoongi, pataleando en el agarre de Namjoon.

          Los demás agentes y trabajadores comenzaban a aglomerarse alrededor. Namjoon, juzgando que ya habían llamado lo suficiente la atención, habló:

          —Parece que hay un pequeño malentendido, nos ocuparemos de ello. —Ajustó su agarre y miró a su compañero—. Jungkook, lleva al joven a la oficina y escucha lo que tiene para decir. Yo me llevaré a Yoongi al salón de espera para platicar un rato. —Miró a su alrededor—. Se acabó, damas y caballeros, no hay nada que ver. Dispérsense.

          Jeon caminó junto al otro alfa por el pasillo, aún sosteniéndole el brazo en la espalda y controlando sus movimientos. Cuando estuvieron frente a su despacho y notó que las feromonas contrarias se habían dispersado y los hombros del joven habían perdido tensión, habló:

          —¿Más tranquilo? ¿Crees que puedo soltarte ya?

          —Sí —respondió sereno.

          El alfa más joven, a pesar de tener una altura similar a la del oficial, no era tan corpulento, ni su presencia era tan intensa. No comprendía cómo era posible, el detective no había intensificado su olor, ni había hecho un despliegue de feromonas intenso, como siempre hacían los alfas, eran más como un pulso constante y pesado, una muralla impenetrable, ¿qué era esa sensación? No quedaban dudas del dominio, su presencia era apabullante. Nunca pensó verse intimidado por un alfa de esa manera, sin el clásico miedo que acompañaba al instinto de mostrar sumisión ante un oponente superior.

          —Adelante, pasa y siéntate. Escucharé tu historia y revisaré qué puedo hacer por ti.

          —Gracias, detective. —Se sentó—. Lo siento… por lo de antes —admitió, algo contrariado por su propia actitud sumisa inevitable.

          —No te preocupes, todos reaccionamos distinto ante el estrés. Por lo que pude escuchar, has venido otras veces. ¿Siempre por el mismo motivo?

          —Así es.

          Era increíble lo fácil que resultaba comunicarse con este alfa. Era superior y generaba respeto, pero no miedo. No obstante, a su manera, esto también resultaba frustrante para el joven civil, sus feromonas no parecían tener efecto alguno en el detective, a pesar de ser también un alfa dominante.

          —¿Cómo te llamas?

          —Kim Taehyung. Vine varias veces para denunciar la desaparición de mi compañero de universidad: Park Jimin.

          Jeon tecleó rápidamente en su computadora los datos, apareciendo los resultados de inmediato. La foto del perfil mostraba un joven hermoso de cabello castaño. Una chispa de reconocimiento se encendió en Jungkook, pero no supo identificar de dónde.

          —Según dice aquí, la primera vez que viniste, se hicieron las averiguaciones pertinentes. El señor Park Minhyuk, padre de Jimin, aseguró que su hijo estaba de vacaciones en el extranjero. Si la propia familia ha corroborado que está a salvo y no han puesto una denuncia, no debe haber problemas.

          —¡Park Minhyuk no lo dirá! Jimin no le importa en lo más mínimo. Si por él fuera… —dejó la frase en el aire.

          —¿Jimin es un omega? —indagó, preocupado. Si así fuera, podría valer la pena revisar más a fondo.

          —No. Es un alfa. Pero es… complicado. —Suspiró, rendido ante las circunstancias—. Imagino que no hay manera de iniciar una búsqueda, entonces.

          —A menos que la familia confirme tu historia. Mientras digan lo contrario y tengan pruebas, no hay nada que podamos hacer.

          La expresión consternada de Taehyung y la amargura en su aroma, le daba a entender a Jeon que había algo más profundo ahí, que no salía a la superficie. Generalmente, eran los omegas las principales víctimas de la violencia, pero podría haber excepciones. Pudiera ser que las sospechas de este chico no fueran del todo infundadas. Lo mejor sería comprobar la coartada de Park Minhyuk, una vez que terminaran el operativo presente.

          —Joven Kim —lo llamó—. Te prometo que volveré a revisar el caso y haré una segunda verificación de las declaraciones familiares. En los próximos días me pondré en ello. No hay evidencia, por lo que es lo más que puedo hacer, cuando acabe con mi caso actual.

          —Es lo más que han hecho por mí después de la primera vez que vine. Se lo agradezco. —Hizo una reverencia.

          —En cuanto tengamos alguna noticia, nos pondremos en contacto. De igual modo, si Jimin te contacta, o viceversa, nos lo haces saber.

          —Entendido.

          Jungkook lo acompañó a la salida, en un silencio algo tenso, pero no incómodo. En el camino se encontraron con Yoongi y Namjoon, quienes tenían expresiones más calmadas. El beta hizo una mueca evidente hacia Taehyung, quien, a la defensiva, intensificó instintivamente sus feromonas y frunció el ceño. Se quedaron mirándose irritados por un momento, antes de seguir su camino.

          —¿Algún problema todavía? —indagó Jungkook, alzando una ceja.

          —Ese beta es... No, no hay ningún problema —terminó por decir.

          —El oficial Min —aclaró Jungkook— puede ser un poco malhablado, pero es bueno en su trabajo. No dudes nunca que puso todo su empeño en procesar tu denuncia, la primera vez que viniste.

          «Pero ha sido un grano en el trasero las otras cuatro veces», pensó Taehyung.

          —Tu cara es un libro abierto —dijo Jeon, de la nada—. Me disculpo por su comportamiento. Pero él solo es así por dos motivos: o tiene confianza suficiente con una persona para soltarse, o alguien lanzó la primera piedra. ¿Alguna idea?

          Kim abrió los ojos, sorprendido, con expresión de entendimiento. No era del todo ajeno a lo que Jeon quería decir.

          —Parece que has recordado algo. Reflexiona sobre ello.

          Después de despedirse, y con el compromiso de volverse a poner en contacto, Jungkook regresó al interior de la estación, rumbo a su departamento de trabajo, para cerrar otro tema que había quedado pendiente. Yoongi estaba allí ya cuando abrió la puerta. Suspiró y se acercó.

          —Yoongi, sobre lo de antes…

          —No te preocupes por eso, ya Namjoon me explicó todo.

          —Aun así, lo siento.

          —Yo tampoco tuve la mejor reacción. Nos conocemos desde hace años, no debí pensar lo peor de ustedes, de buenas a primeras.

          —Es tal y como dices, nos conocemos —añadió Namjoon—. Justo por eso, el solo hecho de pensar de esa manera fue un error por nuestra parte. Nunca te hemos visto de menos, ni desconfiamos de tus capacidades. Pero, por un momento, teniendo la inminencia de todo en cima, nos ganaron los instintos.

          —Entiendo que quieran protegerme, y se los agradezco. Pero no empecé a trabajar aquí y confié en ustedes, buscando protección. Quiero luchar a su lado. Si voy a estar a sus espaldas, que sea para cubrirlas.

          —No hay nadie más confiable para ello —aseveró Jungkook.

          —Con todo dicho, vamos entonces a ultimar detalles. Quizás no seamos los protagonistas de lo que está por ocurrir, pero debemos garantizar cumplir con nuestro papel, para garantizar el éxito de la obra en conjunto. ¡Manos a la obra! —Namjoon puso fin a la conversación.

          Con la mente limpia y los malentendidos aclarados, se dispusieron a prepararse para su parte de la misión conjunta y a gran escala: infiltrarse en Underground, la discoteca subterránea más famosa de la capital, ubicada a las afueras para hacer retumbar el suelo sin reparos. Era un sitio relativamente pequeño, pero con el mejor ambiente. Sin embargo, esa era solo la fachada. Ellos desmantelarían lo que se ocultaba detrás, salvando a decenas de inocentes desesperanzados.

¡Holiwis! Hoy es el cumple de JK ya en Corea y ya sido día bendecido para las jikukas jajajaaja, soy mujer feliz. 💜

Aquí está la actualización, ando responsable y así quiero seguir hasta el final de esta historia. Espero les haya gustado el capítulo. Si tienen alguna duda, chisme, intriga o brete, saben que pueden dejarlo en los comentarios jsjsjsjs.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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