Capítulo 16

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Dedicatoria especial y atrasada a k_rito234 por su cumpleaños. Perdón por el retraso, pero estaba esperando a que tocara un capítulo bonito jjjjj.

          Frente a la sartén con la salsa, Jimin observaba la otra olla a su lado, con los espaguetis a punto de estar listos. Había pasado la mañana intentando trabajar en algunos documentos y poniéndose al día con los datos que necesitaba, antes de comunicarse con sus contactos y poner en marcha su plan. Intentar. Esa era la palabra clave. No había podido concentrarse, a pesar de sus esfuerzos. Lo sucedido con Jungkook la noche anterior, no dejaba de dar vueltas en su cabeza.

          Jeon se había ido temprano en la mañana, dejándole el desayuno listo, tal y como pasó la vez anterior, cuando tuvieron una situación «inusual entre dos alfas», por llamarla de alguna manera. Aquella vez, el detective lo había tratado como si nada hubiese pasado. ¿Ahora sería lo mismo?

          Era extraño, él podía estar de acuerdo con eso. Tampoco tenía claro cómo actuar en este tipo de situaciones. Jamás le había pasado algo como esto. Hasta ahora, sus encuentros e interacciones con otros alfas solo habían sido recordatorios de su condición recesiva, o humillaciones extremas; a excepción de Taehyung, que lo trataba como a un igual y lo respetaba. Pero su mejor amigo nunca había despertado nada similar a lo que Jeon.

          —¿Es normal que se sienta tan correcto? —susurró. Estar con Jungkook se sentía bien, como si ese fuera el lugar al que pertenecía—. ¿Qué pensará Jungkook? ¿Podríamos, siquiera, hablar de esto? ¿Qué es «esto», exactamente?

          «Soy una abominación». El pensamiento llegó a él, antes de poder procesarlo. Así lo había llamado su padre desde que se presentó como alfa recesivo, acentuándolo aun más después del fracaso de cinco años atrás.

          Apagó el fuego, sin intención de servir nada en su plato.

          Estaba pensando demasiado las cosas. Todo lo que ocurría se debía seguramente a este lazo atípico. Jungkook simplemente era demasiado amable y, durante su celo, también había suplido sus propias necesidades. Eran solo instintos y feromonas, no había sentimientos de por medio. Al menos, así quería pensar Jimin.

          Sin previo aviso, un dolor quemante se instaló en su cuello, justo donde estaban las cicatrices de sus marcas. Jimin se agarró el cuello, sintiendo su respiración fallar. Era lo mismo que sentía cada vez que un lazo iba a romperse, y a la vez diferente. No podía tratarse de ninguna de esas cicatrices haciendo estragos, se había anulado cualquier efecto cuando mordió a Jungkook. ¿Era eso? ¿Su lazo con Jungkook se estaba rompiendo? Se suponía que aún no era tiempo. A pesar del dolor físico, el emocional lo superaba, una parte de él no quería que la conexión se rompiera.

          Se suponía que esta vez, al ser él quien marcó, no obtendría efectos secundarios al romperse. A menos que... ¿Jungkook estaba rompiendo forzosamente el lazo? ¿Por qué? ¿Se cansaría de sentirse superado y vulnerable por un alfa inferior? ¿Lo sucedido anoche tendría algo que ver? ¿Qué estaría pensando Jungkook de él, como para desear romper el lazo?

          La mente de Jimin era un torbellino. El dolor se hacía más fuerte y la opresión en su pecho, más intensa. Recordó haber experimentado una ruptura de lazo bastante similar a esta, durante su cautiverio. El alfa ganador, recién terminado el combate, había tirado del vínculo hasta romperlo, con Jimin todavía retorciéndose en el suelo y sangrando, por la mordida recién hecha y los golpes recibidos. Había sido particularmente doloroso. ¿Algo como eso le esperaba otra vez, ahora?

          La presencia silenciosa de Jungkook, que le había acompañado de forma permanente durante la última semana, fue cortada con brusquedad y desapareció sin dejar rastro. Jimin se agarró de la meseta de la cocina, tensó sus músculos y esperó el impacto infernal del efecto rebote.

          Nada pasó.

          Park buscó al detective en cada confín de su consciencia, sin conseguir encontrarlo. Definitivamente, el lazo se había roto. Entonces, ¿por qué el dolor no había llegado?

          —No... Jungkook. —Corrió al teléfono, temiendo que algo le hubiera pasado.

          El dolor intenso inicial era solo el principio de todo: mareos, desorientación, aturdimiento, debilidad, visión borrosa, descoordinación al movimiento. Los efectos secundarios por la ruptura del lazo se continuaban instaurando poco a poco, pudiendo durar hasta una hora, o más. Según en qué circunstancia hubiera ocurrido, Jungkook podría necesitar ayuda.

          Los timbres se sucedían, una y otra vez. Jimin pensaba que la llamada no se conectaría e iría al buzón.

          —¿Jimin? —La voz de Jungkook le llegó a través de la línea, cuando estaba por perder las esperanzas. Se escuchaba pesada y agotada.

          —Sí, soy yo. ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

          —Yo... Estoy... —Silencio—. ¿Cómo estás? ¿Estás bien? El lazo se rompió. Traté de evitarlo, pero... no supe cómo... hacerlo parar. —Pareció reaccionar velozmente, solo para cerciorarse del bienestar de Jimin.

          —Estoy bien, no te preocupes. Todo se detuvo justo a tiempo. —El interior de Jimin se calentó, sintiéndose tonto por haber dudado de Jungkook—. ¿Cómo te sientes tú?

          —Mareado —dijo—. Todo empezó a dar vueltas, de la nada, y mis piernas me fallaron. Ya no duele, pero es como si mi mente no pudiera coordinar mis movimientos.

          —Dime dónde estás, iré a buscarte.

          —No es bueno que salgas. No te preocupes, yo puedo...

          —No puedes. Deja de ser terco y dime tu ubicación. —Su tono no admitía réplicas.

          Diez minutos después, Jimin se encontraba en un taxi, rumbo al lugar que Jeon le había indicado. Miraba las calles y el paisaje urbano con algo de aprensión. Entre su cautiverio, su estancia en el hospital y luego en la casa de Jungkook, se había convertido en todo un ermitaño. No contaba con esta sensación de incomodidad. Aunque, teniendo en cuenta los últimos recuerdos que implicaban multitudes alrededor, no era descabellado.

          Cerró los ojos un momento, tratando de aclarar sus ideas y ordenar sus prioridades, donde traer de vuelta a Jungkook estaba en la cima de la lista. Sin embargo, sus pensamientos le jugaron una mala pasada. Su mente se llenó de recuerdos de los abucheos y gritos de la multitud en cada pelea, alentando a su rival a neutralizarlo, morderlo y humillarlo. Las sonrisas y burlas de esas personas, mientras lo veían ser violado y golpeado, se habían clavado en su retina, más profundo de lo que creyó.

          —Señor, hemos llegado —le habló el taxista, desde el asiento delantero.

          Jimin salió de sus pensamientos y miró hacia la calle, todavía sin desmontarse. A lo lejos, en una esquina de la acera, en la entrada de un pequeño callejón, pudo ver a Jungkook, sentado en el suelo, pareciendo desorientado. Las personas pasaban a su alrededor, sin hacerle caso, aparentemente, pues parecían cotillear a su alrededor. Park salió del taxi, luego de agradecer y pagar al beta, y se dirigió hacia Jeon.

          —Jungkook, ya estoy aquí. —Se arrodilló a su lado y lo tomó de la mano.

          —¿Estás bien? —indagó el detective, su mirada aún desenfocada—. Tu mano está fría. Supongo que será difícil estar fuera, rodeado de gente, después de lo que te pasó.

          Jimin se sorprendió. Incluso en esta situación, Jungkook lo anteponía a sí mismo. Sintió su pecho calentarse y su corazón dar un vuelco.

          —Olvida eso. Para mí es más importante que estés bien. No sabes cuánto lamento que hayas tenido que pasar por esto, por mi culpa.

          —No pienses así, todo fue por mi voluntad. Yo sería el que no se perdonaría si, por mi causa, volvías a sufrir las consecuencias de un lazo roto, después de prometer que te protegería.

          —Puedo cuidar de mí mismo —argumentó Jimin, calmado, quería que Jungkook entendiera que él no era una carga.

          —Lo sé. Yo también me puedo cuidar solo. Y, aun así, aquí estás, para cuidar de mí.

          —Lo hago porque quiero. Porque... me importas.

          —Entonces, estamos en la misma página.

          Jeon le sonrió. No se trataba de quién era más fuerte, o quién podía valerse por sí mismo. Se trataba de estar ahí para el otro, porque se importaban. Eso era suficiente, ¿verdad?

          —Asqueroso —dijo una voz a poca distancia, en un susurro lo suficientemente alto, con toda la intención de ser escuchado.

          Jimin miró alrededor, notando que una pequeña audiencia se había reunido a su alrededor. Aparentemente, los transeúntes habían abandonado su fachada de indiferencia. Miradas despectivas de toda clase estaban fijas en ellos, ahora. La mayoría de ellas provenientes de alfas.

          —Por algo apestaba a alfa marcado hace un rato —dijo otro.

          —¿Se supone que ese flacucho lo sometió? Las nuevas generaciones están perdidas.

          —Son una vergüenza para la casta.

          La mandíbula de Jimin se tensó. Esta era la clase de palabras que había recibido durante toda su vida, la mayor parte de su propio padre. En algún momento, hizo las paces con ello, asumió que las merecía y le correspondían. Por ser un recesivo. La vergüenza de una familia llena de alfas dominantes. Pero ¿Jungkook? Él no merecía esto. Sin embargo, ¿qué podía hacer alguien como Jimin para evitarlo?

          En un movimiento ágil, como si no hubiese estado tambaleándose hasta hace unos minutos, Jungkook se puso de pie. Se aferró con fuerza a la cintura de Jimin y se irguió en toda su altura e imponente porte.

          —Silencio —gruñó, usando su voz de mando y liberando una avalancha de feromonas de casta—. Largo de aquí.

          Todos se quedaron helados y callados ante tal demostración de poderío. Bajaron sus cabezas y siguieron sus caminos, sometidos y avergonzados por un alfa al que habían juzgado como inferior.

          —Vámonos —dijo Jeon, sosteniendo parte de su peso en Jimin—. Todavía estoy algo mareado.

          Se encaminaron juntos hacia el auto, con Jimin todavía anonadado por lo que acababa de presenciar. Había visto a su padre, uno de los alfas más dominantes y poderosos que conocía, someter a omegas y otros alfas, pero nunca nada a este extremo. Debió haber, por lo menos, tres alfas dominantes entre los espectadores, que pasaban de veinte. Todos huyeron con la cola entre las patas.

          —Eso fue... increíble —admitió Park.

          —¿Qué cosa? ¿No poder caminar solo a mi propio auto?

          —No te hagas el desentendido, sabes bien de lo que hablo. —Se miraron a los ojos—. Desde que impartiste aquella conferencia en mi universidad, sabía que eras fuerte. Lo corroboré cuando me rescataste de mi cautiverio. Pero, nunca pensé que sería a este extremo.

          Un alfa dominante era capaz de usar su voz de mando y sus feromonas, para doblegar a otras castas inferiores, o a otros más débiles de su misma casta. Sin embargo, esto era solo posible uno a uno, o en un número limitado de personas. Para Jimin, la referencia de poder siempre había sido su padre, pero este nunca había logrado subyugar a más de quince personas, en su mejor momento. Jungkook, sin dudas, estaba a otro nivel.

          —Debe ser fácil completar tus misiones, ¿no? —preguntó el alfa más joven.

          —No uso mi voz de mando en el trabajo, a menos que sea una situación que verdaderamente lo amerite.

          —¿Por qué no? ¿No sería más fácil atrapar a los criminales así? Dudo que haya demasiados alfas que te superen en fuerza

          —Lo sé, Jimin. Sé la fuerza que tiene mi lobo. Y es precisamente por eso. Hay reglas y leyes para mantener el orden, no puedo simplemente pasar por encima de todo y someter a los criminales, sin importar el método, solo porque soy capaz de hacerlo. Quiero ganarme el respeto como detective, no imponerlo como alfa dominante.

          «Excepto cuando se trata de ti. Solo para protegerte, me vuelvo un cavernícola, guiado por sus más primitivos instintos». Jeon guardó en sus pensamientos esa última oración. Para Jeon, a quien el gran entendimiento con su lobo le había permitido poner el autocontrol como su lema de vida, era algo totalmente nuevo y que creyó imposible.

          Jimin miró a Jungkook, en silencio, su corazón latiendo rápidamente, otra vez. Entendía a la perfección el significado implícito en las palabras que acababa de escuchar. Había pensado mucho respecto a lo que el detective despertaba en él. Con la marca y el lazo de por medio, había muchas posibilidades. Sin embargo, la conexión se había roto, solo quedaba una justificación para lo que estaba experimentando: sus propios sentimientos. Había admiración, respeto, amistad, cariño y... una mezcla extraña que hacía cosquillas en su estómago de solo pensarla.

          En el auto, rumbo a casa, Jimin iba al volante, mientras Jungkook se aferraba a su portafolios, desde el asiento del copiloto, sumido en sus pensamientos. Su lobo aullaba y movía la cola en su interior, pues no había estado equivocado y la confianza depositada en Jimin no había sido traicionada. Jeon no sabía cómo su alfa consiguió frenar la ruptura forzosa del lazo y evitar que el dolor se reflejara en el chico a su lado, pero estaba inmensamente agradecido por ello, a pesar de que el efecto rebote lo haya afectado solo a él.

          La pérdida del lazo lo había preocupado, pero ya no era el caso. Sus sentimientos seguían en el mismo sitio, profundos, arraigándose, más reales que nunca, ahora que podía identificarlos como propios, y no provocados por un lado instintivo, creado por obligación y necesidad. Quizás, inicialmente hubiera sido solo eso, pero ahora era algo más. Mucho más.

          Se comunicó con Jackson y le avisó que se incorporaría más tarde de lo previsto. Tenía que esperar a que todos estos síntomas raros e inesperados desaparecieran.  Según lo que Jimin le había explicado, en un par de horas, máximo, estaría como nuevo. Aprovecharía ese tiempo para conversar sobre el tema que estaba dando vueltas en su cabeza desde que se vio con Seokjin, unas horas antes.

          —Jimin, necesito que hablemos de algo —le dijo, cuando el joven lo estaba ayudando a sentarse en el sofá del salón principal.

          —Claro. ¿Qué sucede? ¿Pasa algo malo? —Se mostró cauteloso, al notar la expresión complicada de Jungkook.

          Jeon se quedó en silencio por un instante, pensando cómo organizar las palabras. Pero, no había forma adecuada de decir esto. Lo mejor era pasar rápido el trago amargo.

          —El día en que te saqué de Underground y te llevé al hospital, se hizo un test de drogas en tu sangre, pues el examen toxicológico de urgencias fue positivo. Perdón por haberlo hecho sin tu consentimiento, y no habértelo dicho hasta ahora.

          —No tienes que preocuparte por eso, no estaba en condiciones de dar o no permiso para nada. Además, de haber esperado el autorizo de mi padre, hubiera sido demasiado tarde, para muchas cosas. —Jimin se quedó en silencio, pensativo—. Espera... ¿Cuáles fueron los resultados? ¿Me drogaron en mi cautiverio? ¿Qué me dieron?

          —Sí había drogas en tu sistema, probablemente todavía las haya.

          —No entiendo.

          —Los análisis mostraron sustancias mezcladas con tu sangre y tus anticuerpos, hasta el punto de casi estar unidas a tu información genética. Según el especialista, parece que fueron unidas a ti de manera forzosa, hace más tiempo, tal vez años. No se relaciona con lo que te pasó, ahora. ¿Tienes alguna idea? —Guardó la información de Beowulf para sí, en espera de la reacción de Jimin.

          La mente de Jimin pareció quedarse en blanco. Su postura se tensó y sus manos se cerraron en puños sobre sus muslos, hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Su rostro se puso pálido y sudoroso.

          —Hace cinco años... —comenzó—. Yo... Ellos me hicieron... —Empezó a hiperventilar y llevó una de sus manos a su pecho, encorvándose hacia adelante, como si le doliera mucho—. Ellos me...

          —¡Ey, Jimin! —lo llamó Jungkook, alarmado por el súbito ataque de pánico—. ¡Mírame, estoy aquí! Eso es, muy bien. Inhala... Exhala. —Repitieron en conjunto la acción, una y otra vez, hasta que Jimin logró calmarse—. Buen chico.

          Jungkook tiró del chico a sus brazos, sintiendo su cuerpo todavía tembloroso y entre espasmos. Esta no había sido la reacción que esperaba. Sin embargo, algo sí tenía claro: así no se comportaba alguien que hacía algo por su propia voluntad, por capricho, para cambiarse a sí mismo. Esto era un evento traumático. Para alguien que acababa de vivir un infierno, ¿qué pudo haber pasado hace cinco años?

          Cinco años. Médico privado. Apestaba a que Park Minhyuk estaba involucrado en lo que fuera que estaba alterando a Jimin de esta manera. Pero ¿cuándo no? Ese hombre parecía ser el protagonista de todas las pesadillas que su hijo podría tener.

          —Joder... —susurró Jimin, entre sollozos—. Un ataque de pánico, ¿en serio? ¿Después de lo que he pasado las últimas semanas? ¿Cómo es que sigo arrastrando eso?

          —Tranquilo. —Lo separó de su pecho y lo sostuvo por los hombros, para que quedaran frente a frente—. Está bien. A veces, las cosas nos afectan de maneras que no podemos explicar.

          —¡No! ¡Soy débil! Por eso mi padre dice que soy la vergüenza de la familia. Que...

          Las palabras fueron interrumpidas por un beso de Jungkook. Casto, suave, un simple contacto de labios, pero que hizo la mente de ambos sacudirse por completo.

          —Eres fuerte. Un sobreviviente. Ya te lo dije una vez, ¿no? Lo creo de todo corazón.

          —Me besaste —dijo Jimin, tocando sus labios, aturdido.

          —Lo hice. —Jungkook sonrió.

          —Sin celo, ni feromonas. Sin marca. Sin lazo.

          —Exactamente.

          —¿Por qué?

          —Porque me gustas. Comencé a sentirlo desde antes de que se rompiera el lazo, y  ver que me siento igual después de que se rompiera, me lo confirma. Sé que puede parecer algo sin precedentes, pero sé que es posible, o no se sentiría tan correcto. —Apretó sus manos juntas y lo miró con adoración—. Si sientes lo mismo... Espera... ¡Lunas! No pensé qué hacer si no me correspondes. Jimin, yo...

          Esta vez fueron las palabras de Jungkook las interrumpidas, cuando Jimin lo besó de vuelta.

          —No necesitas pensar qué hacer —susurró, todavía rozando sus labios y con una pequeña risa burbujeando en su pecho—, porque siento lo mismo que tú. Me gustas, Jungkook. Y se siente correcto, aunque ambos seamos alfas. Contigo, vale la pena explorar este sentimiento.

          —No tienes idea de lo feliz que me hace esto, Jimin. —Sonrió ampliamente, uniendo sus frentes.

          —Si es tanto como a mí, créeme, me hago una idea.

          Y se volvieron a besar, más profundo y apasionado, sintiendo la autenticidad de sus sentimientos, incluso en ausencia del lazo. Rodeados por el sándalo, la menta, el oporto y la lavanda, creando una embriagadora combinación a la que podrían volverse adictos, si no es que ya lo eran.

¡Holiwis! Primero que todo, gracias miles a todas las personitas que me dejaron mensajes, tanto aquí como en mi WhatsApp, preocupados por mi salud. Lo aprecio y lo agradezco demasiado. Todavía tengo algunos sangramientos menores en encías y tal, y me canso solo de existir, pero estoy bastante recuperada. Después de mi convalecencia, pasaron muchas cosas en casa y pues ha sido una fea tormenta; pero en la vida, lo único sin solución es la muerte. Toca ponerse de pie, sacudirse el polvo y seguir adelante.

Cayendo en materia... ¿Qué les pareció el capítulo? A mí me gustó bastante el resultado. Había dado muchas vueltas sobre cómo hacer para que empezaran su relación y salió eso jjjj. Ahora toca ir avanzando poco a poco. Perdón si hay algún error, ando con la cabeza un poco loca todavía. 💜

Chao chan 😘

Hasta el próximo viernes.

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