Almas gemelas desesperadas

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La chica estaba sola en el bosque, conteniendo fallidamente las lágrimas, su ojo izquierdo estaba morado pues su padre borracho le había pegado, así que se escapó, sabiendo que sí o sí tendría que volver a aquel lugar a menos que ocurriera un milagro.

La lluvia llegó de la nada, el cielo azul pronto se había vuelto completamente gris y estaba empapada, sin más opción de momento, decide entrar a una cueva cercana donde encuentra un agujero sin fondo visible.

—Ten cuidado, niña, todo lo que ahí cae no vuelve nunca— menciono un chico extraño que apareció de la nada, la chica por otra parte se sobresaltó por la voz repentina, pero se obligó a calmarse.

—Tu... ¿Quién eres? ¿Por qué me cuentas todo esto?— el chico entonces sonríe cálidamente para luego apuntar al agujero.

— Todas las respuestas están ahí abajo, ten un lindo día— seguidamente salta al oscuro agujero, la chica estaba atónita pero voltea la cabeza hacia la entrada de la cueva, la tormenta era tan fuerte, como si reflejará su depresión, estaba hambrienta y podía regresar a casa, su padre probablemente le volvería a golpear, pero al menos comería; o podría saltar al abismo y ver lo que le espera.

Ya de pie y sin saber que hacer, piensa en su pasado, no quería volver a casa,  no quería volver con su familia, solo quería estar sola. Quedándose en la cueva para refugiarse de la lluvia, se sienta con su espalda pegada a la pared, mirando aquel oscuro agujero el cual sus ganas de entrar aumentaban con el rugido de su estómago, estaba cansada y odiaba su vida, su madre la ignoraba y prefería quedarse en el trabajo, probablemente engañaba a papá, el por su parte la hacía trabajar hasta el cansancio, y si cometía el más mínimo error la golpeaba, a veces la golpea solo porqué si, sus hermanos no eran mejores, la trataban como basura y para este punto solo deseaba estar fuera de todo esto.

Se paró justo al borde del agujero, no puede llorar más, tampoco tiene razones para quedarse, por un breve momento empieza a dudar, pero llegan los recuerdos de su tortuosa vida y la duda se esfuma, decidida, pues sabía que a su familia no le importaba, ya sea viva o muerta, entendía que para ellos, ella no era más que polvo del cual deshacerse, ellos no sentían nada por ella. Levantó la pierna para dar aquel paso, ya no había marcha atrás, y realmente no se arrepentía, cayendo por esa infinita oscuridad dejo de pensar, solo quedando en su mente la pregunta de si algún momento fue feliz, buscaba un buen momento, una sonrisa, pero en su mente solo estaba la de aquel chico extraño que salto hace no mucho por el mismo agujero.

Cerró los ojos, sin saber si sigue cayendo o no por aquel agujero, solo quiere descansar...

Abriendo lentamente los ojos, se da cuenta de que está otra vez en la cueva, justo al lado del agujero como si se hubiera quedado dormida ¿Fué un sueño? Debió serlo, está claro que ella no podría escapar de su vida, el hambre la golpea, haciendo que le dé un vistazo a la entrada, solo para ver el cielo más bello que había visto en grisácea vida.

Decidiendo salir, se pone de pie para caminar, sus pasos resonaban y el aire se sentía más limpio que de costumbre, su mente estaba calmada aún con el hambre que tenía, al salir de la cueva, observa un paisaje impactante, está en el bosque, pero ahora todo está tan cambiado, tan... Tan lleno de vida, no como antes, dónde incluso podía ver su casa si caminaba unos metros.

—Bienvenida— era una voz masculina, una que reconoció inmediatamente, era aquel chico de antes, al parecer la estaba esperando cerca de la entrada a la cueva.

—¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy?— pregunta inmediatamente, estaba angustiada.

—Este lugar es lo que tú quieres que— sea— dijo mirando a la chica —Y yo, yo me llamo Luh, ¿Cuál es tu nombre?

—...— estaba confundida, pero luego de ver al chico sonreír, solo puede responder con un poco de duda —Mila, me llamo Mila—

—Un lindo nombre, ven, sígueme— sin mucho que pudiera hacer, ni tener a dónde ir, decide seguirlo aunque no puede mantener el ritmo por el hambre.

Después de unos minutos de caminata se empieza a ver una casa, al acercarse se da cuenta de que hay más personas allí, varios niños y niñas, tenían diferentes tonos de piel, pero su edad no parecía superar los 6-7; en eso llega hacia ellos una pequeña niña, tenía una cara de alegría mientras sostenía un muñeco de trapo con forma de conejo.

Luh la recibe con un abrazo, pronto todos los demás niños se acercan para saludar, no mucho después se empiezan a preguntar quién estaba junto a el, por lo que sin demora solo responde —Se llama Mila, démosle una buena bienvenida, ¿Sí?— sin perder el tiempo, cada uno de los niños se presenta en voz alta, ella por su parte estaba abrumada y pronto llega el rugido de sus tripas; fue en ese momento en que un niño de piel oscura se acerca y le ofrece un fruto que nunca había visto.

—¿Pará mí?— duda en tomarlo, a lo que el niño de forma tiene le responde.

—Si, aquí todos compartimos, hay para todos, pero está es para tí—

Mila sujeta temblorosamente la fruta, la saliva se forma su boca, ya sin poder aguantar decide comerla así que le da una mordida, fue cuando cae de rodillas mientras aún devora el fruto. Los más pequeños se preguntan el motivo de su llanto, lo que no sabían es que está era la primera vez en que a Mila la trataban con cuidado y se preocupaban por su bienestar, además, la fruta estaba deliciosa.

—Dime, Mila, ¿Té quieres quedar con nosotros?— pregunta Luh.

Terminando de tragar y aún con lágrimas en la cara, responde —Si... Quiero quedarme—

Todos celebran a la recién llegada, Mila podía comer lo que quisiera, también comenzó a conocer a cada uno de los infantes, dandose cuenta de que ella y Luh eran los mayores, y comenzó a vivir ahí como si fuera la hermana mayor que todos necesitaban, dando y recibiendo amor por dónde sea que esté.

Esa primera noche, mirando aquel cielo estrellado se dió cuenta de que no reconoce ninguna constelación, en ese momento aparece Luh, el chico misterioso y pregunta con una sonrisa.

—Entonces, ¿Qué te parece el lugar, Mila?—

—Este lugar es fantástico, pero ¿En dónde estoy? Porqué claramente esto no es donde yo vivía—

—La cueva dónde te encontré solo se abre para quienes buscan algo que quieren desesperadamente—

—Lo único que quería era terminar con mi dolor, pero aquí estoy—

—Todos aquí querían lo mismo que tú, que todo por fin termine y por fin descansar en paz, con la desesperación creemos que la única solución es morir para ya no tener que sufrir, pero no es una solución, nunca lo es—

—Ya veo, entonces todos aquí deseaban morir—

—De alguna u otra manera, si—

—Espera, ¿entonces eso quiere decir que estoy muerta?—

—Solo hay una forma de saberlo— inmediatamente señaló a una parte.

—¿Cómo?— solo para ver a dónde señalaba, la montaña.

—Solo saltando el pozo otra vez tendrás tu respuesta, pero quienes lo hacen nunca regresan, o al menos no como eran antes—

—Creo que estoy aún mas confundida que antes—

—Perdón, es que ya salte muchas veces mientras buscaba a personas como tú, como yo, gente desesperada, eres libre de irte si quieres, pero de verdad desearía que te quedarás—

—¿De verdad?—

—Si, estos niños y niñas perdieron su apego hacia la vida, yo los traje aquí para hacer la diferencia, y parece que tú les agradas, así quizás no se vayan nunca—

—¿Por qué se irían? Este lugar es perfecto—

—A veces quieren volver y cambiar las cosas, otras porqué recuerdan aquello que dejaron atrás y quieren traerlo, pero ya no saben cómo volver—

—Yo nunca volveré a dónde estaba, eso es seguro, ese lugar era un asco—

—Gracias, Mila—

—¿Por qué?— nota la felicidad en la cara de Luh.

—Porqué a veces esto llega a ser solitario, tarde o temprano todos se lanzan por el agujero, incluso tu, no eres la primera en decir que no se irá y no serás la última, yo soy el único que puede ir y volver, esa es mi maldición—

—Entonces, ya que existe probabilidad de que me vaya, me quedaré a tu lado lo más que pueda, te quitaré tu soledad e intentaré alegrar tus días, mientras esté aquí me aseguraré de nunca estés solo—

Ambos intercambian sonrisas, pero pronto era hora de dormir, los pequeños crearon una cama improvisada, pero aún así era la superficie más cómoda que había probado; Mila temía que si cerraba los ojos, al despertar estaría con su familia de nuevo, en ese infierno. Sin embargo, a la mañana siguiente fue otro día en ese paraíso, dónde ella era amada y respetada por todos y todas esas pequeñas caras de alegría, ya algunos hasta la llamaban "Mamá" de forma cariñosa, pues parecía tener algo con Luh.

El tiempo pasó y parecía que nada cambiaba, pero Luh se alejaba de vez en cuando para ir al agujero y no volver en un tiempo, en esos tiempos Mila tomaba el mando del lugar, cuidando a los más pequeños. Sin embargo, a veces pierde a uno que otro de vista, solo para encontrarlos cerca del agujero, para momentos después despedirse y dar el salto.

Mila intentó de todo para detenerlos, pero era inútil, pocas veces logro convencer a alguien de quedarse, aunque tarde Luh volvía tarde o temprano con algún miembro nuevo para la familia o solo, pero siempre era bien recibido, sobretodo por Mila, que se angustia cuando tarda demasiado en volver.

Una de esas veces se fue por mucho tiempo, tanto que ya todos se habían ido y solo quedaba Mila, quien se quedó sola por unos días hasta que Luh volvió, con las manos vacías; eso realmente no importaba ya, ambos se abrazaron como si no se hubieran visto en siglos, regresaron a la casa para pasar la noche mientras compartían la misma cama, así fue durante una semana, siendo que en la última noche Mila por fin se animó a probar los labios de Luh, ambos estaban rojos de vergüenza, pero muy felices.

Luh se fue a la mañana siguiente, , Mila se quedó esperando, esperó y esperó durante días,  días que pronto se volvieron semanas y luego meses... Para este punto, Mila estaba desesperada, cada vez era más difícil soportar la soledad que la acechaba, sin nadie con quien hablar, tampoco sentir el calor de alguien, cada día las ganas de ir al agujero y saltar aumentaban, incluso había visitado el lugar; e decía a sí misma que era para esperar a Luh, pero sabía que solo era una mentira, poco a poco perdía la esperanza en que el regresará.

Fuí débil, ese fue su pensamiento cuando escribió una carta para cuando Luh volviera, ya no podía soportarlo más, entonces se dirigió a la cueva y se lanzó por aquel agujero, cerrando los ojos mientras caía al vacío; entonces se despertó, estaba en la misma cueva, mirando a la entrada de la cueva, pudo ver qué estaba lloviendo hace no mucho, era un paisaje que creyó olvidado, incluso podía ver la casa de sus padres a lo lejos, sin nada de bosques alrededor.

Se sentía horrible, quería volver, estaba arrepentida, pero paso lo que menos deseaba, el agujero ya no estaba, lloró, gritó que lo lamentaba, que en verdad quería volver con todas sus fuerzas, y que deseaba pedirle perdón a Luh.

¿Pero que más podía hacer? No pensaba ir con su familia, no quería volver con su familia, decidió tomar otro camino, alejarse lo más posible y olvidar todo lo relacionado con su pasado, camino por mucho tiempo, sin rumbo por cualquier lugar donde el paisaje se hacía más hermoso, se adentro en un bosque en el cual se perdió, la poca comida que fue recolectando se acabó y no encontraba más.

Poco a poco se hacía más débil, aún así seguía caminando en busca de algo que comer, y se impacto de sorpresa al traspasar unos arbustos, al ver una casa en el bosque y notar que era exactamente como la de Luh en el mundo del agujero, solo podía creer que era su mente jugandole una broma.

Se acercó para tocarlo, era real, se sentía exactamente como la del mundo del agujero, se sentía como so hogar, era una sensación que no se podría expresar en palabras.

—Bienvenida— una voz masculina le llama su atención.

Se queda sin aliento ante lo que ven sus ojos, era aquel chico, el cual estaba sentado justo frente a ella, tal fue la cantidad de emociones que la invadieron que se desmayo ahí mismo. Cuando recobro el sentido, se percata de que está en el interior de la casa donde vivió durante tanto tiempo.

—Yá despertaste, Mila—

—Luh, ¿De verdad eres tú? ¿Qué es todo esto? ¿Por qué estás aquí?—

—Mi misión era llevar y guiar las almas de los niños y niñas que se pierden en la vida, aquellos que desean morir, yo era el guardián de ese limbo— cerró sus puños con fuerza, para luego mostrar una sonrisa cálida —Pero luego llegaste tu, tu llenaste mi vida de alegría, me salvaste de la soledad, cuando llegaste me di cuenta que mi labor estaba por terminar, sin embargo no creí que aparecería aquí, lejos de tí y sin posibilidad de regresar a dónde estabas; lo intenté, lo intente por todos los medios, por mucho, mucho tiempo, no hubo día en que no regresará a aquella cueva solo para ver si el agujero estaba ahí, de nuevo— lágrimas salían de su cara, a lo que Mila, solo pudo acercarse y abrazarlo en silencio —Lo siento, Mila, en verdad lo siento —

—Esta bien, ya no importa porqué yo estoy aquí, ya estamos los dos, juntos— salió lentamente del abrazo para agarrar la cara de Luh y quitarle las lágrimas —te amo, Luh— un beso fue todo lo que pudo dar en ese momento, lágrimas de alegría recorrían su cara mientras la soledad que la acompañó por tantos meses se esfumaba.

—Yo también te amo, Mila— por primera vez en su existencia el suelta lágrimas de alegría, y por primera vez siente que toda esa carga que tuvo que llevar a lo largo de los años se iba.

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