13.-Con estos amigos...

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Continuó caminando sin saber por dónde iba, sentía la necesidad de estar aparte para poder pensar. Todo esto era muy extraño.

Se suponía que había pasado un año completo ignorándolo.

«Dijo que había terminado con ella» ...

Se había dicho en repetidas ocasiones que no le importaba lo que él sintiera por otra persona.

Ace había sido quien había decidido terminar con su relación por un mal entendido, después de todo.

«¿Porque ella le estaba tomando el brazo así?»...

Había tomado la distancia necesaria para no tener duda alguna que aquello había terminado. Le había tomado meses convencerse de que no había nada entre ellos, que Ace podía estar con alguien más, pero...

«Me duele verlos juntos».

Se detuvo a mirar a través de la ventana, ya quedaban pocos alumnos por los pasillos; eso significaba que la mayoría se encontraba almorzando, en la cafetería o en sus casas.

Los más aplicados probablemente estarían en la biblioteca y los más sociables quizás con sus amigos disfrutando afuera del bello día.

«¿Qué es lo que debería hacer ahora? Quizás deba hablar de esto con alguien», pensó la chica, un tanto abatida.

Inesperadamente, vino a su mente la tierna sonrisa de su mejor amigo y por un momento ella sonrió también. De alguna manera sentía una calidez en su corazón.

Se estaría mintiendo a sí misma si se decía que era suficiente; pero era lo que necesitaba, esperaba que lo fuera.

Se dio un par de palmadas en las mejillas, secó una lágrima rebelde que había caído sin que se diera cuenta y decidió buscar su celular. Su mano paso de largo a un costado en donde debía haber estado su bolso...

—¡Mi bolso! ¡Lo dejé allá!

Luego de la sonora palmada en la frente, se giró sobre sus talones y camino un par de pasos cuando vio una figura que se acercaba a ella.

—¿Se te olvidó algo pequeña (t/n)? —preguntó Sabo con una gran sonrisa, un bolso negro muy familiar en una mano y en la otra un balón naranja.

—Oh, lo siento, creo que salí con prisa... gracias —respondió la chica con una sonrisa afectada.

—Sí, lo noté...—susurró sin que la chica lo escuchara.

—¿Y eso? No me digas que... —preguntó indicando a la pelota.

— Sip, al parecer ustedes dos son buenos olvidando cosas.

(t/n) sonrió y dio un paso hacia adelante abrazando con fuerza a su amigo.

—Gracias Sabo, de verdad gracias por cuidarme —le dijo suavemente, alzando la cabeza para verlo mejor.

— Descuida, (t/n) —contestó nervioso, sus labios habían comenzado a temblar levemente—. (t/n) yo... Quiero...No, necesito decirte algo...yo...

—¿Dónde está Luffy? —dijo la chica mirando a su alrededor, sin querer interrumpiendo el balbuceo de Sabo.

— E-está en la cafetería...con los demás, ¿nos acompañas? —contestó el rubio, suspirando aliviado. «No es el momento...», pensó resignado en tanto acariciaba el pelo de la chica que aún le abrazaba. Ella simplemente no se enteraba de lo que pasaba por la cabeza de su amigo ni la razón por la que de pronto sus latidos se habían acelerado.

—Tengo hambre — dijo la joven dedicándole una mirada suplicante a propósito del tema del almuerzo y su falta de presupuesto.

—Ey, no me mires así... Está bien, yo te invito el almuerzo —dijo Sabo sonriendo, realmente no tenía remedio. No podía decirle que no.

(t/n) lo soltó de un saltito y puso las manos juntas sonriendo agradecida. Otra vez su amigo le estaba salvando la vida. Siempre cuidándola y rescatándola incluso de ella misma, de su pobreza y su cabeza distraída.

— ¿Que sería yo sin ti, Sabo? —dijo tomándole de un brazo y apoyando la cabeza en él.

«Qué sería yo sin ti (t/n)», pensó Sabo mientras carraspeaba suavemente intentando disimular su sonrojo.

Detestaba verla triste y no era ideal aprovecharse de la situación; pero su corazón se sentía lleno solo teniéndola a su lado.

Agradeció para sus adentros que no se mencionara a su hermano en todo el trayecto, aunque no le fue indiferente la actitud de (t/n).

Hace mucho que no la veía con la mirada apagada, fingiendo sonrisas. Algo tendría que hacer al respecto.

                          *

—¡Oi! ¡(t/n)! —llamó Luffy desde la mesa de siempre. Ya habían pedido almuerzo y esperaba feliz con el que le correspondía a la chica.

— Gracias Luffy...—dijo (t/n) con un dejo de tristeza en la voz que no pasó desapercibido por toda la mesa.

Antes de sentarse aprovechó de saludar a todos.

Nami estaba cruzada de brazos hecha una furia y para variar la causa era Luffy; Zoro, estaba con su cabeza sobre sus brazos en la mesa, probablemente durmiendo; Usopp, intentaba comer sin que Luffy le quitara la comida; Sanji le estaba acercando la silla de Robin hacia la mesa y ya se dirigía, contorneándose, hacia (t/n) para ayudarle a sentarse también.

«Siempre tan caballeroso, Sanji. Podría jurar que hay corazoncitos en sus ojos», pensó (t/n) sonriendo, ya empezaba a cambiarle el ánimo.

—¡(t/n) swaaan! Querida hermosa, preciosa, ángel del cielo, ¿cómo estás? ¡no te habíamos visto hace tanto! —canturreó el chico de rubios cabellos, figura estilizada que siempre vestía traje formal. Se acercó lo suficiente como para invadir el espacio personal de (t/n) ganándose un tirón de orejas de parte de Nami.

Pobre amiga, siempre le hacían rabiar sus amigos, nunca parecían comportarse de manera normal.

(t/n) vio a Sabo a su lado frunciendo el entrecejo, extrañamente había algo que le había puesto de mal humor.

Dándose cuenta de la mirada preocupada de la chica le invitó a sentarse moviendo una silla no sin antes cambiar el semblante a uno más amable y dedicarle una gran sonrisa.

La chica agradeció el gesto y sus mejillas se tornaron de un rosa adorable.

Robin río bajito al ver el intercambio, al ser la mayor y más observadora del grupo tenía una gran capacidad de análisis, nada se le escapaba.

T/ n no sentía mucho apetito, no había podido dejar de sentirse tan mal luego del encuentro con Ace.

«No fue estar con él, fue verlo irse con ella», pensó la chica e inevitablemente bajó la mirada poniendo su atención en el tenedor que movía por el plato sin tomar alimento alguno.

Sabo le tomó de la mano, el tacto era suave y cálido.

—¿(t/n) estás bien? Creo que hay algo que te está molestando. Puedes hablar conmigo, como siempre —susurró con el volumen suficiente como para que solo ella escuchara.

—¡(t/n) está triste por Ace! —intervino Luffy a viva voz, mientras devoraba despreocupado su espagueti con doble ración de albóndigas; de alguna manera se había hecho amigo de la cocinera y siempre le daba un poco más.

—¡Tonto insensible! —le regañó Nami dándole una palmada en la cabeza.

Sabo se cubrió la cara con la mano, su hermanito siempre tan elocuente y tan malo para las sutilezas.

—¡¿Que!? No es mentira —añadió metiéndose una gran cantidad de pasta en la boca y encogiéndose de hombros.

—Ay Luffy, no creo sea por eso que Nami se molestó. Deberías ser más como yo, el gran Usopp,
experto en relaciones interpersonales.

Dicho eso, se acercó rápidamente a (t/n) colocando un pie sobre una silla desocupada.

—Dígame señorita, ¿en qué le puedo ayudar? Soy todo un profesional.
Si quiere podemos darle a ese rufián una lección —le dijo a la chica, con voz masculina, una mano en jarra sobre su cadera mientras se apuntaba con un pulgar sonriendo socarronamente.

—¡Tú no estés actuando como mafioso! —gritó Nami a la vez que lo agarraba de la nariz. (t/n) se rió con ganas viendo como era arrastrado de vuelta a su asiento.

—Creo que deberían hablar para aclarar sus diferencias. Si es un hombre de verdad admitirá sus errores. Jamás se debe hacer sentir triste a una bella dama —masculló Sanji mientras encendía un cigarrillo.

—No se puede fumar aquí, pseudo-cocinero pervertido —dijo de la nada Zoro abriendo un ojo, bostezando.

—¿¡Y a ti quién carajos te pregunto cabeza de alga!? —protestó Sanji escupiendo su cigarrillo.

«Y aquí vamos de nuevo...» pensó (t/n) más entretenida que afligida. No era raro que esos dos discutieran a veces por solo el hecho de existir. Para otros podía ser preocupante, pero para (t/n) era un espectáculo muy divertido, aún se preguntaba porque esos dos no aclaraban su relación, estaba segura que había algo entre ellos.

—Estos no cambian...—soltó una cansada peli naranja—. ¿Qué es lo que pasa (t/n) ?, ¿Aún no solucionan su asunto con Ace? ¿No crees que haya pasado mucho tiempo?

¡Vaya, al parecer todos querían tener una opinión sobre su relación con Ace! t/n se estaba sintiendo un tanto incomoda, pero luego pensó que estas personas eran de confianza y habían estado allí desde el comienzo así que no habría problema si compartía con ellos lo que le aquejaba. O al menos eso creía.

—Tienes razón Nami... Es solo que me cuesta dialogar con él tranquilamente —expresó (t/n) con total resignación. Quizás lo que necesitaba era una real conversación con el pelinegro para aclarar todo lo que no había sido hablado.

—Hagamos una intervención —propuso Robin quien había estado observando en silencio.

—¡Robin, es una idea genial! ¡Los sentamos en una habitación y los obligamos a que se hablen!

«Claro, así de fácil ¿Qué podría salir mal?», reflexionó t/n. Ya se estaba arrepintiendo de haber abierto la boca.

—¡Yo quiero hacer las preguntas! —intervino Luffy levantando un brazo.

—En ese caso, yo seré el juez —añadió Usopp nuevamente dándose aires de grandeza

Robin se rio bajito y Nami les aclaró.

—No es un juicio par de idiotas, ¡es una intervención! ¿Qué dices (t/n)? —dijo mirando a la chica, expectante.

—¿Eh?... —(t/n) se había quedado sin palabras, mirando a sus amigos conversando mientras a un lado se oían los gritos de la discusión de Zoro y Sanji.

(—¿Quieres pelear cejas raras?

—Me gustaría ver qué lo intentes ¡espadachín de cuarta!

—Estas destinado a perder pervertido...

—Jajá quien lo dice, señor orientación.

—¡Cocinero mierdoso!

—¡Cactus verde!)

En realidad, no había notado hasta ahora, lo escandalosos que eran. No pudo evitar reír, pero sentirse nerviosa al mismo tiempo.

Nami tenía razón, ya era hora de resolver lo que fuese que hubiera entre Ace y ella, sin embargo, la idea de una intervención organizada por ellos; inevitablemente le causaba bastante ansiedad.

Asintió levemente, aún insegura miró a Sabo pidiendo ayuda y el rubio solo se limitó a proporcionarle una sonrisa extraña encogiéndose de hombros.

«Amigo traidor ya me las pagarás».

—Está decidido entonces, nosotros veremos los detalles no te preocupes. Ya no estés triste — afirmó Nami bastante entusiasmada.

—Sí, no te preocupes. Cuando lo arreglemos, ya podremos estar siempre juntos (t/n) —dijo Luffy de cerca, dándole palmadas en la espalda.

La joven sintió su corazón palpitar con fuerza, a pesar de las buenas intenciones de su amigo Luffy; esas últimas palabras solo habían conseguido preocuparla más.

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