18.- A sus brazos

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—Aaah...—bostezó t/n sonoramente mientras acomodaba sus cosas al entrar a la universidad.

Se había levantado muy temprano para ir a su departamento y recoger todo lo necesario para la jornada. Todos se habían quedado en casa de Robin al final viendo películas y conversando. Realmente había sido una pena tener que renunciar a la comodidad de su acogedor hogar y enfrentarse al mundo real, pero había que cumplir con las responsabilidades de una nueva semana.

Después de una interesante clase de «Sociología II», se despidió de su amigo Sabo, quien debía ir a secretaría y ahora caminaba tranquila para ir a la siguiente clase, si no hubiese sido porque tenía más sueño que ganas de vivir todo hubiera estado perfecto.

A decir verdad, había que reconocer que lunes había transcurrido sin inconvenientes. Por supuesto, obviando un pequeño tropiezo en las escalinatas de la entrada de la universidad y un paso en falso en la salida del aula, pero para su buena fortuna en ambas ocasiones había estado Sabo junto a ella para ayudarle. Como agradecimiento y más que nada jugando, le regaló un papel titulado «vale por», que podría usarlo en cualquier momento. «Para lo que quieras, cuando quieras», le aclaró ingenuamente. El rubio agradeció el gesto con las mejillas muy sonrojadas.

Detuvo su andar un momento mirando hacia afuera a través de uno de los ventanales. Se le encogió el estómago recordar ese cosquilleo que tuvo cuando le dio aquel papelito y ambas manos se rozaron. Sus miradas se cruzaron por un segundo que pareció durar mucho más.

Su sonrisa había sido tan brillante que iluminó su corazón.

Cada vez que Sabo la miraba de una manera diferente, le hacía sentir cosas que no acostumbraba.

«Conversa con Sabo» resonó en su cabeza la voz de su amiga. Quizás tenía que hacerlo.

Si algo le pasaba con ella, tenía que saberlo ¿no? Fuera positivo o no.

Y por otro lado estaba Ace. ¿Qué pasaba con él? Ah sí, casi se habían besado y ahora no sabía qué hacer. «Genial...», pensó resignada.

La chica cerró los ojos y golpeó suavemente las mejillas, tendría que dejar de pensar en esas cosas o actuar de una vez. Lo único que lograba era estresarse y perder el tiempo.

Estaba segura que nada pasaría con ninguno de los dos, pues Sabo era un excelente amigo y con Ace habían pasado cosas muchas ya y era historia antigua. Lo mejor, sin duda, era dar vuelta la página.

Pero, ¿dónde dejaba lo que ella estaba sintiendo? ¿Qué es lo que estaba exactamente sintiendo?

(t/n) suspiró pesadamente mientras apoyaba su frente en el frío vidrio, tenía que admitir que su cabeza estaba echa un lio.

Miró la hora en su móvil. La siguiente clase daría inicio en unos momentos y no quería llegar atrasada. Afirmó el agarre del libro que llevaba en sus manos, acomodo su bolso al hombro y comenzó a correr hacia su destino.

Como iba mirando hacia el suelo para no tropezarse o no doblarse el tobillo de nuevo, no se fijó que iba directo hacia alguien.

De pronto todo se volvió obscuro y se vio a sí misma en el suelo con un gran dolor en la muñeca.

—Ay, ay, ay, cuando han puesto una pared aquí... —se quejó sin pensar en lo que decía.

Le costó darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Solo sabía que le dolía inmensamente la mano izquierda, incluso le pareció haber escuchado un chasquido extraño. No se levantó a mirar que había sido, sólo tomó su mano intentando averiguar porque le dolía tanto.

—Deberías ver bien por dónde vas... —dijo una voz profunda y calmada. (t/n) alzó la mirada y vio a una familia joven pelinegro de ojos grises y semblante molesto, con las manos en el bolsillo. «Por supuesto, no era una pared...»

—¡Qué amable pared! ¿Me vas a ayudar o no? —exigió saber, enojada. Usualmente no le hablaba a la gente de esa forma, pero el dolor le impedía ser amable en ese momento.

El chico enarcó una ceja, confundido, ciertamente nunca nadie le había llamado pared.

A pesar del fastidio que demostraba en rostro, tomó con cuidado a la chica pasando un brazo por sus hombros, ayudándola de a ponerse de pie.

(t/n) le miró asombrada por la facilidad con la que la levantó.

Sabía que ella había tenido la culpa y él le estaba ayudando, pero no podía evitar sentirse enojada y avergonzada al mismo tiempo. Le ponía nerviosa tanta cercanía, era un extraño, al fin y al cabo. Por lo tuvo que desviar la mirada al lado contrario para evitar que le viera su sonrojo y le malinterpretara.

Toda la escena fue vista por otro joven que iba pasando con sus compañeros de equipo, no ponía atención a las bromas ni conversación en general sobre el partido de práctica que acababan de tener, sino que observaba con el ceño fruncido el rostro de (t/n) mientras estaba tan cerca de ese tipo que parecía a punto de tomarla en sus brazos.

Se acercó sin pensar.

—Deberías tener más cuidado y no andar chocando con la gente — dijo sin más.

(t/n) tenía los ojos cerrados, pero reconoció inmediatamente esa voz

«¿Y este idiota piensa que lo he hecho a propósito?», pensó irritada. No le había hablado en todos esos días y ¿se acercaba así? Era lo que faltaba. Había estado lo suficientemente optimista como para no reconocer que ese día estaba teniendo una suerte de perros. Pero toda la situación le demostró lo contrario.

Cuando se resolvió a soltar unas cuantas verdades, notó que Ace tenía la vista fija en el chico a su lado. Sorprendentemente, éste solo esbozaba una especie de mueca, una media sonrisa tal vez.

Ambos mantuvieron la mirada por unos segundos, sin apartarla. T/n notó que estar entre los dos la hacía sentir pequeña. Ace parecía ser unos centímetros más bajo, pero ambos eran muy altos. Aunque , en realidad, más parecía que era porque el ambiente se había vuelto denso.

«¿Eh? ¿Y ahora de que me perdí? ... ¿estos dos se conocen?», se preguntó la chica, confundida.

—Discúlpame, pero por si no lo has visto no ha sido mi culpa —dijo sin siquiera pestañear—. Podría decir que incluso vino corriendo a mis brazos —añadió sardónico.

—Trafalgar...

—Portgas-ya...

—¡E-Ey! Yo no corrí a tus brazos, chocamos... Cho-ca-mos —intervino (t/n) dándose cuenta del comentario, pasando por alto la fricción entre ambos.

—Bueno, como sea, yo la llevaré la enfermería, Trafalgar. No es necesario la que la andes llevando así — le dijo poniéndole el balón en el pecho con fuerza al aludido.

Uooo... ¡Ace! ¿¡Que carajos haces!?¡Bájame! —reclamó la chica viendo como el pecoso se inclinaba para intentar tomar a (t/n) en brazos como princesa.

—¡(t/n) quédate quieta! Estoy intentando ayudarte —dijo Ace entre dientes.

Forcejeando un poco y sin tocar su mano lastimada logró ponerse de pie, fulminando al pecoso con la mirada.

Se arregló la ropa mientras aún pensaba cuál sería la relación entre los dos, cuando de golpe y tarde cayó en cuenta de que el chico que estaba frente a ella se trataba de quién Sabo le había hablado.

Era lógico que se conociera a Ace por medio de Luffy.

No supo que cara había puesto, pero Ace le sonrió y le dio un pellizco en la mejilla.

— ¿En qué estás pensando, loca? —le dijo suprimiendo una sonrisa —.

—Ey, eso duele, Ace —reclamó la chica acariciando su mejilla y haciendo naturalmente un mohín. Ace pensó que se veía adorable.

—Vamos, yo te llevo —le insistió, a pesar de que lo había rechazado hace unos segundos. Optó esta vez por ofrecerle un brazo para que la chica lo tomara y caminara con su ayuda.

El ojigrís haciendo caso omiso al intercambio entre los dos, volvió a tomar el brazo de la chica e intentó avanzar devolviéndole bruscamente el balón a Ace.

—Esto es tuyo, ahora se amable y déjanos pasar.

Ace lo miró detenidamente como si estuviese decidiendo si confiar en él o no.

El moreno suspiró cansinamente y explicó con paciencia forzada, como si estuviese enseñándole algo a un niño de corta edad.

—Mmm mira, yo estoy a cargo de la enfermería así que yo la llevaré. A menos que tú sepas cómo tratar una lesión y tengas acceso a insumos médicos, claramente la opción inteligente es irse conmigo.

—¡Oye pecoso! voy con éste porque por su culpa me quedaré sin mano... —añadió t/n alzando su dolorido brazo.

Ace la miró con cara pensativa hasta que decidió acceder a la idea.

—Está bien, vayan.

—No es que haya estado esperando tu permiso, Portgas-ya— dijo el moreno provocando que Ace frunciera el entrecejo, pero se mordiera la respuesta por el bien de su amiga.

A Ace no le caía nada bien aquel sujeto, simplemente eran incompatibles y le era imposible no hacerlo evidente en su cara y palabras. Sin embargo, era por el bien de (t/n) así que no quiso seguir retrasándolos.

El motivo real de su reticencia era que le enfermaba que estuvieran tan cerca, pero tenía claro que Trafalgar la atendería bien.

—Sí, sí lo que digas... ¡Si le haces algo raro te la verás conmigo! —le gritó mientras los veía avanzar en sentido contrario. Estaba muy molesto. Se revolvió el pelo con las dos manos y soltando un gruñido, dio media vuelta alejándose.

(T/n) vio como el vecino sonreía levemente, satisfecho, sin dejar de ver hacia el frente.

La escena entera había sido de lo más extraña, no lograba descifrar que estaba pasando, era como una batalla por territorio.

«Que bicho le había picado este idiota», pensó la chica mirando por última vez hacia atrás.

Caminaron en silencio un par de minutos, nunca había ido a la enfermería así que no tenía idea de cuánto tiempo más tendrían que caminar tan juntos. (t/n) se sonrojo completamente tomando conciencia de su situación, estaba totalmente avergonzada.

—Tu novio es bastante celoso —soltó el pelinegro sin más. Si quería romper la tensión lo había logrado con creces.

—¿Novio? Ahm...n-no es mi novio —corrigió un poco aturdida por el comentario sin poder evitar tropezarse de nuevo y él la sujeto soltando un gruñido.

Este tipo la ponía nerviosa sin siquiera conocerlo. Maldijo por lo bajo, no podía ser tan torpe.

—¿Qué te hace pensar que es mi n-novio? —preguntó sin recibir respuesta.

De golpe el moreno la soltó y abrió una puerta ante ella esperando sin mirarla a que entrara primero.

Ya habían llegado.

—Aaah, con que aquí estaba —se dijo la chica con asombro mirando la puerta blanca y ancha a solo unos metros de la entrada a la facultad de medicina. Había pasado decenas de veces por allí y no se había enterado.

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