Capitulum III

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A pesar de ser las 10 a.m., el local de alimentación en el que me encontraba acompañado o, para ser exactos, en el que el rubio se encontraba acompañándome para cumplir uno de mis miedos y así superar mi misofobia, estaba actualmente bastante lleno de clientes. Los locales en Busan a estas horas de la mañana apenas poseían de 10 personas como mínimo y justo hoy, el día en el que yo vendría, más de 25 personas se hayaban en el lugar, como si no existiese ninguna tienda de alimentación más en el área.

Bufé molesto al verme tan rodeado y a la vez tan expuesto y simplemente me paré en un lugar algo alejado de la gente para hablar con el chico a mi lado.

—¿Qué debes comprar?— le pregunté una vez que detuvo el carrito a mi par.

—¿Qué es lo que pasó con usted en el baño? ¿De verdad está bien? No parecía muy bien cuando ha corrido de esa forma...— suspiré gracioso al apreciar el rostro de confusión de mi psicólogo aún por lo anterior sucedido y sonreí.

—No estaba bien, tiene razón, pero me propuse superar esto aquí y ahora.

El rostro de confusión del chico se hizo aún más fruncido y contuve una carcajada al ver como sus labios se fruncían en un puchero tierno.

—¿Se ha drogado?— preguntó serio y no pude contenerme más, explorando en sonoras carcajadas, llevando mis manos a mi estomago para agarrar este.

—¿Qué? No, claro que no, ¿Por que piensa eso? ¿Por mi cambio de actuar repentino? No se preocupe Sr. Park, estoy bien, mi cuerpo esta limpio—lo miré aún riendo y él suavizó su ceño.

—Esta bien, le creeré, pero ¿Qué fue exactamente lo que hizo para calmarse?— interrogó una vez más.

—Solo lavé mis manos, era la forma de sentirme mínimamente bien—la siguiente expresión por parte del rubio fue incluso más graciosa que las anteriores y volví a reír agarrando mi estomago.—No me diga que no lo había pensado.

Un ligero rubor se extendió en las mejillas de mi acompañante y también terminó contagiándose de mi risa, sintiendo las miradas confusa de los clientes que pasaban.

—La verdad es que no, no lo había pensado. Usualmente cuando voy aún baño público yo suelo...— lo miré divertido, escuchado lo que decía hasta que él mismo se interrumpió y el color carmesí en sus cachetes se intensificó a uno más notable.

Reí de nuevo por ello.

—No quiero detalles, estoy bien con eso, nada más —Lo molesté— . Vamos, deberíamos ir a lo que hemos venido.—el pequeño hombre asintió aún ruborizado y se encaminó por uno de los pasillos que llevaban a la zona de alimentos.

—Por cierto Dr. Park, el día en el que tuve mi primera consulta, tiró el bolígrafo a propósito, ¿verdad?

El rubio rió a metros míos y sin detenerse contestó.

—Veo que no es fácil engañarle, Jungkook.—

Sonreí al saber que mi hipótesis era correcta y nos perdimos por los concurridos pasillos del supermercado.

[…]

—Cójalo— me ordenó el chico rubio mientras con la mirada señalaba una bolsa de snacks roja.

Dudando menos que la vez en la que tuve que sostener el pasaporte del lugar, estiré mi mano y mis dedos sostuvieron el embalaje de plástico, soltándolo en el carro de metal y sintiendo como mi piel cosquilleaba por el hecho de volver a sentir algo material entrando en contacto directo con mis dedos después de tanto tiempo.

Sonreí de haberlo conseguido.

—Muy bien Jungkook, veo que puede hacerlo— sonreí por su alago y  asentí contento—. Entonces nos turnaremos, yo cogeré una cosa y usted la siguiente.

Mi emoción fue descendiendo poco a poco al saber que tendría que pasar la angustia de segundos antes por varias veces más y la sonrisa pícara por parte del rubio me hizo sentir aún peor.

Habían pasado unos cuantos minutos desde que nosotros vagábamos por los pasillos del lugar, buscando los productos que el chico de pelo claro tenía apuntados en una lista.

Como el licenciado había sugerido, fuimos turnándonos en meter los objetos en el carrito y, por suerte, mi asco y sofoco, fue disminuyendo a medida que entablaba contacto con más de los productos del lugar.

Era el turno del de bajos complejos y él se dispuso a agarrar un paquete de arroz que se encontraba en la parte alta de un estante.

Observé cada uno de sus movimientos desde el carro situado a varios metros del estante y reí al ver como el rubio se ponía de puntillas, intentando alcanzar el paquete algo alto.

Me acerqué a él por la espalda y nuestros dedos rozaron en una milésima de segundo al agarrar el paquete conteniente del cereal.

Asustado por mi presencia, el rubio se giró cohibido al verme y soltó rápidamente el agarre por su parte sobre el arroz, dejándome cargarlo a mí solo.

—L-lo siento, no sabía que estaba aquí.—habló nervioso, creía que por el hecho de haberme tocado.

Debía admitir que también me sorprendió - de manera grata- no sentir ninguna reacción al tocarnos y eso solo me hizo sonreí con el idiota que era, ilusionado por el reciente hallazgo de poder tocar a alguien sin sentir el asco emanar de lo más profundo de mi ser y las náuseas aproximarse amenazantes.

—Esta bien, no se preocupe, vi que necesitaba ayuda por ahí abajo y decidí darle algo de la mía. — sonreí burlesco cuando el chico  rubio frunció sus labios en un puchero al oír como me refería a él indirectamente como alguien bajo y reí depositando aquel paquete en el carro.

—No es mi culpa que sea bajo...— murmuró.

—¿Quién dijo que usted es bajo? Solo dije que vi que necesitaba ayuda.—el rubio terminó riendo conmigo y ambos nos dirigimos hacia la cola para pagar por los productos.

—¿No tiene problema con el que nos hayamos tocado?— preguntó una vez que pagamos y nos encontrábamos caminando hacia el hogar del mayor de los dos.

—Mmm...No, creo que está bien, por alguna razón no lo veo como algo de lo que debo alejarme, creo que lo acepto.— el chico a mi lado río por mis palabras.

—¿Debería sentirme alagado?—gracioso preguntó con su típica y armoniosa risa.

—Tal vez— contesté—. Usted es la primera persona en años a la que mi cuerpo tolera Sr.Park.—declaré despreocupado.

Aunque fuese cierto y, yo mismo me había encontrado rezándole al sol y a la luna por años por poder tocar a alguien sin ningún tipo de reacción negativa, haber entrado en contacto directo, piel contra piel —aunque fueran escasos segundos— ,no me parecía la gran cosa después de haber podido sujetar los productos del supermercado sin sufrir ningún ataque, por lo que no le di suma importancia a nuestro roce.

—¿Ahora soy señor?— reí por su comentario al ver como se burlaba de mi forma nueva de dirigirme a él y ambos terminamos riendo en el camino.

—¿Jungkook?— una voz a nuestra espalda hizo detenernos, girándome apresuradamente al reconocer la voz de la persona quién me llamaba.

—Tae, ¿Qué haces aquí?—cuestioné con un tono más suave de lo normal y sintiéndo al recién nombrado.

Kim Taehyung, mi jefe, o más bien, uno de mis pocos amigos, se encontraba vistiendo ropa casual de estar por casa, con su pelo castaño cayendo por su frente de una forma despreocupada.

Quedé asombrado por tanta belleza.

Él —usualmente— solía vestir trajes y su pelo estaba peinado perfectamente hacia atrás, dejando ver su frente al descubierto, pero ahora, él se veía incluso más hermoso de aquella manera tan informal, ocasionando que un rubor se extendiese en mis mejillas al darme cuenta de como mis ojos recorrían su cuerpo a medida que él se acercaba.

—Kook, pensé que estarías en casa, iba a cambiarme para ir a verte y pedirte los informes sobre el caso 32, ¿Los tienes?— su voz dulce fue grabada en mi mente junto con aquella expléndida imagen que nunca olvidaría que presencié.

—Los informes...¡Si, si! Los tengo.

—Perfecto—declaró—, entonces te acompaño a casa y me los entregas.

El castaño frente a mí sonrió de esa forma geométrica en le que solo él sabía hacer y me perdí, una vez más en su angelical rostro—. Oh, usted es el Dr. Park Jimin, ¿cierto? Nos conocimos en la cafetería. —mi mente regresó a la realidad y ambas miradas fueron posadas sobre el anterior mencionado por mi amigo.

—Sí—afirmó el rubio—, un placer.

Al solo sostener la única bolsa de la compra que todos los productos habían ocupado, ambos hombres estrecharon sus manos sonriendo y por un segundo me sentí mal de no poder ser yo el que estuviese sujetando la varonil mano del castaño—. Disculpe, no recuerdo su nombre...

—Taehyung, Kim Taehyung.—respondió el castaño de forma amable, haciéndome olvidar los viles sentimientos, recientemente instalados en mi pecho, y ocasionando una sonrisa en mis finos labios como solo el castaño podía hacer.

—Oh, sí. Sr. Kim— el susodicho asintió y volvió a mirarme con aquellos ojos castaños en los que me encantaba perderme mirándolo.

—¿Qué hacen por aquí? Tu barrio es en otra calle Kook.

—Comprábamos— señalé con el dedo la bolsa que el rubio cargaba para verificar mis palabras y el moreno asintió.

—¿Fuiste a comprar? ¿Dónde están tus guantes?— escucharlo decir aquello, hizo darme cuenta de que no los llevaba y rápidamente saqué las prendas de tela que había metido en mi bolsillo para colocarlas nuevamente.

—Estábamos en una sesión Sr. Kim—habló el rubio de nuevo.

—¿De verdad? y, ¿Qué tal?— hice un gesto de que todo fue bien mientras sonreía contento por mi trabajo en el local minutos antes.—¡Me alegro!— habló mi amigo emocionado por mi afirmación.

—Gracias —sonreí—. ¿Deberíamos irnos?— ambos chicos a mi lado asintieron y comenzamos a caminar en dirección a la casa del rubio para dejarlo y dirigirnos a mi hogar en busca de los documentos que Taehyung necesitaba.

En el camino hablamos entre algunas risas por parte del castaño y mías y me extrañó que el Dr. Park apenas participase en la conversación a pesar de no apartar la mirada de nosotros, por lo que varias veces le pregunté directamente a él, intentando que se sintiera integrado, cosa que se me complicó al recibir respuestas cortas y complejas por su parte.

El tono de teléfono de Taehyung comenzó a sonar sacándonos de nuestra aura de risas y el castaño sacó su teléfono para comprobar de que se trataba.

—Es del hospital, discúlpenme un segundo— tanto el rubio como yo asentimos y Taehyung se retiró un poco de nuestro lado para contrastar tranquilo, sin dejar de caminar hacia el frente algo retirado de nosotros.

—¿Le gusta el Sr. Kim?— oí como al cabo de segundos de que el castaño se alejara metros de nosotros, el rubio a mi lado preguntase aquello en un susurro, haciéndome mirarlo sorprendido por su repentina pregunta.

—¿¡Que!? ¡No! Claro que no. Él s-solo me atrae, no me gusta...— contesté tímido desviando la mirada al suelo.

—¿Le atrae lo suficiente como para dejarle tocar?

—No lo sé, no lo creo, Taehyung es mucho de ir abrazando a la gente y cuando nos conocimos lo intentó conmigo, recuerdo cuando terminó en el suelo al yo esquivarle para que no me tocase.— reí recordando aquel grato recuerdo y miré el castaño a nuestro lado quien parecía discutir algo por la línea del teléfono.

—Veo que tienen mucha confianza— cuestionó atrayendo mi mirada de nuevo.

—La tenemos, Taehyung es posiblemente el único amigo que me queda y no me gustaría estropearlo por mi fobia o peor, mis sentimientos.

—Entiendo.

Antes de que nuestra conversación pudiese avanzar, el castaño regresó a nuestro lado.

—Disculpen por esto, era urgente, ¿De qué hablaban?— el chico recién llegado cuestionó curioso y, al recordar la anterior conversación con el rubio sobre mi atracción por mi jefe, mis mejillas ardieron de nuevo.

—Nosotros hablábamos sobre el clima frío de esta noche, n-nada más...—tras oírme, Taehyung miró hacia el cielo y el viento helado azotó contra su tez clara, balanceando los mechones que caían sobre su frente para regresar su mirada a mí.

—Tienes razón, hoy hace especialmente frío afuera.—hizo una pausa y su rostro cambió a uno de preocupación.—Kook, estás rojo, ¿Tienes fiebre?—

Sin yo esperarlo, el castaño dirigió una de sus manos hacía mi frente con el fin de comprobar si mi sonrojo se debía a una alta temperatura corporal pero,  como yo sabía que pasaría, rápidamente me aleje de él, posicionándome detrás del cuerpo pequeño del rubio, viendo como, tras mi asustada reacción, Taehyung parecía sorprendido y confuso por mis actos; más pude notar como un brillo triste se formaba en sus pupilas tras bajar su brazo de nuevo.

— Lo siento, no era mi intención tocarte...—mordí mi labio y algo en mi corazón pareció romperse al ver su mueca triste por mi acto. 

No me gustaba verlo tan triste como si fuese un pequeño cachorro abandonado bajo la lluvia.

Salí de detrás del rubio y me acerque un poco más a él, manteniendo una distancia de seguridad y odiándome por no haber podido dejarle tocarme.

—No te preocupes... Está bien. Yo... Lo siento por asustarme...— jugué nerviosamente con mis dedos bajo en manto estrellado de astros que no había percibido por estar pendiente del castaño cuando se había sumido por completo en la oscuridad.

— Está bien...sigamos—tras una última sonrisa- la cual pude notar que era falsa- por parte de mi superior, los dos hombres a mi lado siguieron caminando y no me quedó de otra que seguirlos.

El ambiente desde ese altercado fue tenso e incómodo entre nosotros y ninguno formuló palabra hasta que llegamos a la casa del más bajo de los tres.

—Hoy hiciste un gran avance Jungkook, si quieres, puedes saltarte la sesión de la semana que viene y descansar de la terapia.—habló el rubio desde su puerta una vez que llegamos al destino.

—Estoy bien, enserio, quiero superar esto y no lo conseguiré descansando.— convencido de mis palabras, hablé y una leve sonrisa se formó en el rostro ajeno.

—Esta bien entonces, nos vemos la semana que viene. Si tienes algún otro tipo de problemas—hizo una pausa par señalar con la mirada a Taehyung quien se encontraba a unos metros del recibidor, esperando a que me despidiese del psicólogo, para que entendiese que se refería a él.—no dudes en llamarme o venir a verme —

Avergonzado de que alguien supiese sobre mi atracción con mi superior, terminé de despedirme del mayor y, en la compañía de Taehyung, nos dirigimos en dirección a mi hogar. El trayecto volvió a volverse incómodo y no vi en momento en el que le entregué aquellos informes al castaño para que se fuese tras una corta despedida, encerrándome en mi hogar y pensando en todo lo que había pasado hoy.

Por una parte, estaba contento de poder haberme superado a mi mismo y eso me había dado una tremenda energía y esperanza, como si de una batería se tratase. Ahora mi cuerpo parecía renovado y lleno de positividad para dar y regalar a cualquiera en el mundo que se sintiese desganado.

Por otra parte, mi reacción cuando Taehyung amago con tocarme no fue para nada adecuado y por ello, el castaño pareció entristecerse por mi alejamiento y, la mirada de lastima que recibí por su parte, me hizo sentirme demasiado inferior en ese momento. Recordarlo hacía sentirme como la peor escoria de la tierra al haber herido los sentimientos de Taehyung.

No era la primera vez que mi cuerpo huía del contacto contra otro ser humano y tampoco fue la primea vez que me pasaba con Taehyung. Pero si era la primera vez que me sentía de esta forma tan desoladora al ver su triste mirada al rehuirlo y buscar cobijo detrás de la pequeña espalda del rubio que, por alguna razón, me pareció el escudo más seguro del mundo contra cualquier bacteria a pesar de la reducida estatura del chico.

Solo esperaba que las cosas no se volviesen raras entre Taehyung y yo...

[…]

La semana pasó lenta y tediosa. La temporada otoñal de lluvia había comenzado y las personas en Busan se veían encerradas en sus hogares sin poder salir al exterior por la fuerte caída de agua contra la tierra. Los charcos se formaron en las veredas y, adonde quiera que fueses paraguas de todo tipo de colores, eran lo único que daba vida al la tetricidad de las aceras. El cielo estaba tan oscuro que incluso llegué a pensar que se caería en uno de estos días y el sol no dejó ser visto al estar oculto entre la furiosidad del cielo gris.

Durante toda esta semana añoré mi baño diario de los últimos rayos de sol que la esfera luminosa brindaba y que- gracias al gran ventanal de la sala- yo era capaz de apreciarlo con todo su esplendor y belleza.

Las plegarias que formulé en el último día que había visto tanto al castaño como al rubio, no parecieron ser escuchadas y las cosas con mi superior se tornaron únicamente de forma profesional.

Me explico.

Antes del pequeño "altercado", Taehyung y yo solíamos hablar por lo menos una vez al día, si no era de trabajo solo nos preguntábamos que tal el día y reíamos por alguna broma que el castaño solía soltar en nuestras conversaciones pero, ahora, solamente había hablado con el moreno dos veces en lo que restaba de semana y las dos ocasiones fueron para comentar un tema de trabajo o algún posible consejo para una operación. 

Nuestras llamadas laborales estos días me dejaban con las ganas de oír más su voz y volverlo a ver sonreír de esa forma cuadrada que tan atractiva me resultaba. Por desgracia, la voz seca que el castaño utilizaba cuando habló conmigo a través del teléfono, me dió a entender que debía darle su espacio para que asimilas mi reacción en el camino y solamente lo hice, aunque eso supusiese que mi corazón dolería por lo que restaba de semana.

Los días siguieron pasando y el no hablar con Taehyung iba desgarrando una parte de mi corazón poco a poco.

Tampoco hablé con el rubio lo que restó de semana y aún quedaban dos días para que nuestra siguiente consulta llegase a su cita, por lo que no supe nada de él en este tiempo.

Ahora mismo, me encontraba llevando unos documentos que el castaño de mi jefe había solicitado en nuestra última llamada telefónica y que requería con urgencia en el hospital donde trabajaba.

El sol seguía sin mostrarse pero el escaso ruido de los autos transitar y los pájaros cantando en lo alto de las arboledas daba a entender que apenas amanecía en otro frío y lluvioso día en la ciudad de Busan. 

Mi reloj de muñeca marcaba las 7:55 a.m. y a pesar de ser una hora temprana, me encontraba en dirección al centro hospitalario con el fin de entregar los documentos e irme a casa antes de que el diluvio comenzase una vez más en lo que restaba de semana.

Al ser una hora temprana, pocas eran las personas que paseaban por la calle y eso me dió ventaja a la hora de avanzar por las veredas sin tener que esquivar el contacto de personas ajenas. Odiaba caminar por las calles debido al gran número de personas que se aglomeraban en estas cuando el reloj marcaba las 10a.m. y aprovechaba el día lluvioso para resguardarme del posible roce con otros.

Apresurado, entré por las vidriosas puertas del hospital y me dirigí al elevador. Este se abrió segundos de espera después y me introducí sin dudarlo en la estrecha cabina.

Observé mi reflejo en la pared de aquella caja metálica mientras sus pesadas puertas se cerraban.

Mi cabello caía suavemente sobre mi frente y la mitad de mi rostro era cubierto por una mascarilla, preveniendo los virus de aquel lugar lleno de infecciones. Los guantes, ahora de látex, no faltaban en mis manos y llevaba una sudadera larga junto con unos pantalones vaqueros que marcaban mis pocos músculos.

Suspiré rendido al verme tan frágil y delgado, saliendo del elevador cuando sus puertas se abrieron nuevamente dándome paso. Solo entregaría esto y me iría a casa.

—Adelante— obtuve como resultado por esa voz conocida una vez que mis nudillos cubiertos por al material blanco llamaron a la puerta del despacho frente a mí.

Respiré profundo antes de entrar en la sala. No sabía como debía tratar al moreno ahora que nuestra relación se había vuelto algo tensa y necesité unos segundos de reflexión para calmar mi encogído corazón por lo dura que había sonado la voz del hombre en la sala al contestar.

—Taehyung, hola. Traigo los documentos que pediste...—hablé tímido, acercándome para dejar las hojas llenas de letras sobre su escritorio, obteniendo una mirada seria por su parte.

—Jungkook—me saludó— . Perfecto, gracias.

El castaño dió un rápido vistazo a los papeles recién entregados y asintió para si mismo.

—Está bien, entonces... Me voy.

Reverencié y giré con la intención de irme, pero en eso, el teléfono de oficina que se encontraba sobre el escritorio, reprodució un mensaje importante dirigido al castaño.

¡Señor Kim! ¡Necesitamos que mande a uno de los mejores cirujanos que disponga ahora a la sala de operaciones xx! ¡Es urgente!—el mensaje terminó de reproducirse y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Me apresuré en sujetar el pomo de la puerta antes de que el castaño de mi jefe pudiese comentar al sobre aquel mensaje pero, mi velocidad no fue suficiente y me arrepentí al instante de haberme quedado para escuchar ese mensaje.

—Jungkook, lo has oído, te necesitan. Ve. — en un rápido movimiento Taehyung se encontraba entre la puerta y mi cuerpo, mirándome de una forma seria, aun más que cuando había entrado por aquella apertura en la pared.

—¿Qué?—nervioso por su tono autoritario, pregunté.

—No dispongo de nadie más ahora, debes ser tú— temblé achantado por la rudeza de su voz y mi piel comenzó a transpirar. No me estaba sintiendo muy bien.

—Sabes que no puedo Tae...

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?— sus palabras se clavaron dolientes en mi corazón como si fuesen dagas y mi órgano gimió de dolor en mi pecho—Eres un adulto, haz lo que te digo y déjate de juegos.

—¿Crees qué esto es un juego?— a medida que formulaba mis palabras, mis ojos ardieron y las lágrimas saladas amenazaron con hacerse presentes. No estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando con el nuevo comportamiento del moreno.

Al verme tan frágil y vulnerable, la persona frente a mi me miró con lástima y mordió su labio apenado, retractándose de sus crueles palabras. Sentía que me rompería enfrente suyo en cualquier momento.

—Jungkook... Lo siento yo no-

—No, quiero que aclaremos esto porque para mí, no es un juego. No puedo tocar a las personas Taehyung, no puedo y quiero hacerlo, pero lo estoy intentando.

—Lo sé, pero...—el castaño se interrumpió a si mismo, desviando su mirada de la mía ahora de la cual brotaban lagrimas mezcladas de dolor e ira.

—¿Pero qué?—pregunté molesto.

—¿Por qué estudiaste para ser cirujano si no podrías operar? Es... estúpido...

Oírlo decir aquello, ocasionó que las lágrimas brotasen con más frecuencia de mis ojos y sin decir nada más salí de la oficina, andando apresurado hacía el recibidor del hospital.

Me había dolido. Joder si había dolido, pero lo que más me hirió fue que tuviese razón. Muchas veces me había cuestionado a mí mismo el por qué de mi esfuerzo en estudiar si luego no podría aportar más que papeles e ideas sobre ello. La verdadera razón eran mis padres. Ellos siempre habían soñado con que yo me conviertiese en uno de los más grades cirujanos y ayudase a muchas personas en mi servicio. Por parte, había conseguido lo que mis difuntos progenitores habían sugerido que era lo mejor para mí pero, me sentía mal al saber que no estaba cumpliendo con mi deber como licenciado en medicina de la forma en la que yo trabajaba y eso me hacía doler el pecho mucho más profundo.

—¡Jungkook!—salí a las vacías calles de Busan, retirando la tela cubriendo mi boca y nariz, intentando respirar mejor en consecuencia de mis sollozos.—¡Jungkook, espera!

Detuve mi andar para encararlo. No estaba listo, por supuesto que no estaba preparado para enfrentar a la persona por la que sentía una especie de "gustar" y la única persona que me había aceptado y ayudado con mi problema en todo este tiempo.

—No es necesario que vengas detrás de mí sintiendo lastima, renunciaré si es lo que te preocupa, que siga aquí.

Cada sílaba que salía de mi boca se llevaba con ella una parte de mi alma y la felicidad que se había comenzado a formar hace unas semanas. Pero ya no me importaba, nada lo hacia.

—¿Qué? ¡No, claro que no! Vamos Jungkook, hablemos...— la imagen de un pequeño cachorro abandonado se instaló en mi mente y sustituyó aquella hiriente imagen en el lugar del castaño frente a mí, haciéndome sufrir con más intensidad.

—¿De verdad quieres hablar con alguien como yo?— de forma borde, hablé, chistando la lengua contra el interior de mi mejilla molesto— Olvídalo Taehyung, búscate otro cirujano que pueda tocar a las personas.

Sin nada más que añadir y dejando al castaño parado en medio de la vereda comencé a andar sin un rumbo alguno establecido.

—¡Esta bien, vete! ¡No es mi problema que no seas normal!—grito aquello ultimo y lloré, lloré como hacía mucho tiempo que no lo hacia.

Roto y con todo el dolor del mundo el los pocos restos de mi corazón que aún no habían caído al charco bajo mis pies, me giré y lo mire una última vez.

—Ten un buen día, Taehyung— una sonrisa triste se formo en mis labios y entonces pude ver como el rosto del castaño, anteriormente rojo por la ira de mis palabras, se tornaba a uno igual de doloroso que el mío y su pecho comenzó a temblar.

—¡Jungkook!.. ¡No!... ¡Espera!

Entonces, corrí.

Corrí como nuca antes, perdiéndome mientras pisaba los charcos de agua en el suelo y mis lágrimas se fundían con estos al caer por mis mejillas, dejando un rastro salado a su paso. Mi corazón latía desenfrenado en mi pecho y ya dudaba de la razón de su actuar violento. La angustia se instaló en mi paladar, haciendo que un sabor amargo recorriese mi interior y con cada paso que daba me sentía hundirme más y más en la miseria misma. Corrí sin rumbo, sin un destino fijado y, como acto del destino, llegué a su puerta. 

Sabía que él me ayudaría a calmarme.

Como si me estuviesen persiguiendo por el peor delito cometido, mis nudillos cubiertos tocaron repetitivamente la gran puerta de madera a la que solía llamar una vez a la semana y esperé por una respuesta.

Pero nada.

Tras varios minutos, nadie abrió y volví a insistir en busca de una respuesta diferente.

Aún había sollozos que salían de mi boca pero las lagrimas habían cesado y mi corazón latía con menos rudeza que antes.

Un suspiro aliviado escapó entre mis labios al oír como los cerrojos de la pieza de madera eran retirados desde el interior y segundos después la vista del rubio con el rostro soñoliento y una bata de seda turquesa se alzaba ante mí, frotando uno de sus ojos con su pequeña mano para aclarar su vista.

—¿Jungkook? ¿Qué hace aquí? ¿Qué hora es?—la voz del chico frente a mí, había salido más ronca de lo usual suponía que lo había despertado por el revuelo en el que los mechones de su cabello claro estaban subidos.

Tierno, pensé.

—¿P-puedo pasar?

Al parecer el mayor notó que mi estado en ese momento era el más inestable y frágil, apartándose de la entrada, dándome paso a su hogar. No dudé en aceptar su invitación y pasando por su lado, me adentré en la casa, dirigiéndome a la sala que ya conocía de memoria y en la que, de alguna forma, el aura de paz emanaba.

—¿Está bien? ¿Qué es lo que ha pasado?

Una vez que el rubio se sentó en el sillón en frente mío, pude notar como la preocupación se instalaba en sus palabras y sus ojos avellanas me lo decían todo, ahora más despierto que antes.

—Taehyung. He peleado con Taehyung. É-él...— mis últimas palabras se rompieron y lleve una mano a mi boca conteniendo los sollozos que amenazaban con hacerse presentes.

—¿Qué es lo que ha pasado exactamente?

Le conté todo lo que había sucedido con mi superior minutos antes y se me fue difícil contener las lágrimas y los sollozos recordando lo ocurrido con el castaño.

—¿Qué debo hacer? Yo no...

—Lo tienes jodido pelinegro— mis palabras fueron interrumpidas por una voz gruesa a mi espalda que hizo sobresaltarme por completo y dar un bote en mi asiento, notando como el rubio se levantaba por la inesperada presencia.

Confuso, volteé, observando al hombre parado a mi espalda, viendo como el desconocido se acercaba hacia el rubio, quien lo miraba sin expresión alguna. 

Con mi mirada clavada en el nuevo sujeto, este último plantó un beso en su cuello del de cabellos amarillos para -luego- intentar besar a este último en sus carnosos labios y encontrándose con la situación de ser esquivado por el más bajo, tocando con sus belfos la mejilla en su lugar y sonriendo con sorna por el acto anterior del psicólogo. 

—Nos vemos cariño— concluyó una vez que se reincorporó en su lugar—.  Oh, y suerte con tu chico pelinegro.—tras esas palabras, desapareció por la puerta de entrada, cerrándola en su espalda.

Mi cuerpo se heló en el momento en el que aquel intruso entró por la puerta de la sala y no sabía como reaccionar a lo que mi mente acababa de ver, sin saber que hacer o decir después de aquella escena. Posando mis oscuros ojos al rubio, este soltó un suspiro pesado y su mano tocó su nuca nervioso.

—Siento mucho to- 

—¿Es gay?— sin tiempo a disculparse por la anterior intromisión, corté al rubio en mitad de sus palabras por mi pregunta y aquel me miró sin expresión. Esa pregunta era lo que más me importaba en ese momento, olvidando el motivo por el que me encontraba a tan temprana hora en su consulta y sintiendo un nuevo peso por el que preocuparme.

—Lo soy—contestó seguro.

Oír aquello fue como regresar a un pasado del que había escapado y todo me cayó como un balde de agua helada, haciéndome temblar y que mi piel se pusiese de punta. Mi modo de respirar se volvió anormal y mi corazón golpeó con fuerza resonante en mi caja torácica, aumentado mi pulso. Todo y nada se encontraba en mi mente en ese momento. Cuestionaba hasta cualquier mínimo detalle de mi vida por mi pequeño que fuese hasta los hallazgos mas grandes que conseguí hasta la fecha. No entendía en que momento el rubio había confesado aquello o en que momento fue en el que yo me encontré llamando a su puerta a las 8 de la mañana, irrumpiendo en su hogar sin una previa invitación. Pero eso no era ahora lo importante. Lo que más me preocupaba en ese momento era que pasaría conmigo a partir de ese momento o siquiera si yo estaría bien.

No lo había comentado pero, ¿Sabían que sufro de homofobia también?

Tal vez no eran conocedores de esta información, pero más adelante les explicaré el motivo de esto. Por el momento, solo sepan que desde que tenía 10 años, mi cuerpo rechaza completamente a la gente homosexual peor que a cualquier otra persona u objeto. Las personas atraídas por su mismo sexo eran lo mas repulsivo de este mundo a mi ver y, por nada en el mundo, cambiaría aquello.

Supongo que también estarán pensando: pero si a ti te gusta Kim Taehyung y él es un hombre, como tú. 

Bueno, como anteriormente había comentado, yo no gustaba del castaño, sino que me atraía, de forma... No sé de que forma exactamente, pero solo sabía que mi corazón se aceleraba más cuando nuestras miradas chocaban y su sonrisa hacía contagiarme de su felicidad radiante.

—Jungkook, ¿Está bien?— la voz del rubio me sacó de mi mundo de pesadillas y temblando lo miré.

—T-tengo que salir de aquí.

Como alguien quién escapa de su peor miedo -en mi caso, los homosexuales- me levanté del sillón y corrí como pude hasta el recibidor para salir de ese lugar, sintiendo mis pensar temblar.

Todo en mi cuerpo, que había estado en cerca del rubio, se sentía contaminado. El asco que provocaba náuseas en mi garganta se expandía por mi ser completo e incluso las palabras intercambiadas con el de complejos bajos me hacían estremecer en agonía al recordarlas.

Ver la ancha puerta de madera de aquella casa que ahora producía un temor intenso me dió algo de esperanza para alejarme de aquel lugar y no volver a regresar jamás. Pero en segundos, la figura del rubio se paraba entre aquel recibidor de madera y yo con sus brazos extendidos, negándome avanzar hacía mi objetivo. Me detuve en seco y retrocedí ciertos pasos, esquivando la confusa mirada del psicólogo y pensando en la mejor forma de alejarme de él.

— ¿Qué es lo que sucede?— preguntó el sujeto haciendo el ademán de acercarse.

Mis sentidos se alertaron y todos mis músculos se tensaron en cuestión de segundos.

—¡No te acerques! —grité sintiendo mis lágrimas amenazar —No te acerques a mí, p-por favor...

—Hablemos tranquilos, ¿Si?—su voz salió tranquila y sin amenazas y eso solo hizo que mis defensas se activasen en mi cabeza. 

Estaba recordando el pasado.

—¡No! ¡A-aléjate de mí!

—¿Qué es lo que ocurre? Dígamelo y podré ayudarle...— el chico que tanto temor me producía, alzó uno de sus brazos con la intención de caminar hasta mí y agarrarme. Como reflejo, mi cuerpo se encogió de cunclillas en el suelo, cubriendo mi cabeza con mis manos y ahora las lágrimas agrias desbordaban de mis ojos asustados.

—P-Por favor, n-no me hagas daño, p-por favor....

Susurraba y rogaba por que aquel ser tan monstruoso no se acercase más y solo pedía que nada pasase de nuevo.

No otra vez por favor.

Me repetía una y otra vez entre lamentos y agonías. Estaba seguro de que sufriría un ataque en ese momento y entonces yo estaba preparado para dejarme ir y desquitar todo este mal que mi alma poseía por la presencia del más bajo.

—Esta bien—declaró con voz suave al acabo de unos segundos de observación —. Me iré ahora, te daré una hora para poder calmarte e irte a casa, solo.... Solo cierra la puerta al salir...

El rubio comenzó a caminar en dirección a la puerta y cogió una de las chaquetas largas colgada en el alto perchero para colocársela y salir por la puerta dejando a tras toda la situación vivida junto a mí.

Agradecí desde lo mas profundo de mi alma el que él se fuese. Estaba seguro de que no hubiese resistido estar por más tiempo junto aquel en el mismo lugar, sabiendo lo que hacían las personas como él y, desde el segundo en el que la puerta se cerró, dejándome aislado de cualquiera en aquella casa ajena, mis pulmones parecieron volver a ser capaces de coger aire con algo más de libertad.

Las sensaciones tan devastadoras fueron desapareciendo en cuestión de minutos y, media hora después, me encontraba saliendo de la residencia del Dr. Park, huyendo de él y corriendo a mi hogar para quitar cualquier sustancia contaminada a la que pudiese haber estado expuesto en lo que respectaba al rubio.

Mi miedo más grande, eran las personas homosexuales.

Hola!! Aquí les dejo otro CAP más :3
Qué creen que para con Jungkook y Jimin? Jungkook estará bien?? Sigan leyendo para saberlo :D
Espero que lo disfruten y lo compartan para que más personas lo vean.
Nos vemos en el próximo.
Gracias!!!

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