Capitulum X

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Los amaneceres nunca han sido fáciles. Tener la fuerza que poseía nuestra esfera para alzarse todos los días por el horizonte, sin emitir sonido alguno y brindando esa luz descomunal, era algo que, para los ser humanos, aún era impensable que alguien pudiera hacerlo por su cuenta. Elevándose en el cielo oscuro, tiñéndolo de un color celeste y atrayendo al despertar de los sueños a todos los seres vivos cercanos.

Los pájaros junto con las plantas, parecían ser los únicos seres que agradecían la llegada del sol y lo recibían con sus brazos abiertos. Las aves piaban y formaban melodías nada más el primer rayo de luz azotaba contra la rama de un árbol y, las plantas, estaban agradecidas por la energía que la esfera luminosa aportaba para producir su alimento diario y el oxígeno para el resto.

Pero para el resto de seres vivos, dormir era lo único que nos consumía a la hora del amanecer y ninguno en esta tierra —a excepción de las dos especies nombradas— deseaba por el comienzo de otra jornada agotadora. Por desgracia, ese era mi caso actual.

Apenas las canciones de los pájaros fueron audibles en el interior de la habitación, mi sueño se había esfumado por completo, siendo robado por el canto de los ruiseñores y, molesto, di la vuelta en el colchón para dormir de nuevo.

Estaba exhausto. La fiebre días atrás no me había permitido descansar en condiciones debido a las constantes pesadillas y, a pesar de que el mayor aparecía en cada una de estas como ya lo había hecho, esta vez, su ayuda nuca llegaba y solo se quedaba mirando la repulsiva escena, apoyado en la pared de ladrillos con un rostro sin expresión.

El miedo a mostrarme expuesto ante aquel chico rubio una vez más era lo que me hacía despertar entre sudores fríos y sollozos agudos, más que el propio ser infernal que tenía recorriendo cada parte de mi cuerpo de niño sin pudor.

Jimin había cogido la extraña costumbre de pasearse por mis sueños y formar parte de ellos. A veces eran buenos, otras...no tanto. Pero la cuestión era qué demonios estaba sucediendo conmigo para que el rubio fuese lo único que pensase y, las ganas de verlo y deleitarme con esa dulce risa, eran demasiadas como para no estar bien.

Si bien mi resfriado por el frío estaba casi extinto, ahora lo que me producía malestar era la necesidad de volver a ver al más bajo e impregnarme en su esencia.

Las ganas de verlo me comían la cabeza todo el día desde nuestra llegada y hoy, por fin, podría verlo para saciar mi sed de....¿Jimin? Bueno, no lo tengo claro, lo que sé es que algo en mi interior se quedaría más tranquilo una vez que lo viésemos y charlásemos un rato.

Con ello en mente, me levanté de la cama a pesar de la temprana hora, tomando una ducha de agua cálida para borrar cualquier rastro de sudor nocturno.

Como en rubio había sugerido días atrás, hoy tendríamos una sesión más a —casi— la hora de almorzar. El chico había insistido en que comiésemos juntos y así intentar superar otra etapa de mi fobia: el beber del vaso de otra persona.

No tenía muy claro que yo pudiese hacer eso pero lo intentaría con todas mis fuerzas y me esforzaría al máximo para lograrlo, al fin y al cabo, yo había decidido superar esto y lo haría siempre que el mayor se encontrase a mi lado.

Mis ganas por vestirme elegante el día de hoy aparecieron en cuento me puse a pensar en las prendas que llevaría y corrí a mi armario para buscar algo que me gustase. Una vaquero negro ajustado junto con una camisa del mismo color, remetida entre el previo pantalón me hicieron destellear los ojos al mirarme en el espejo y verme radiante. ¿Muy narcisista? Bueno, últimamente estaba cogiendo algo de peso al encontrarme más animado. Los años anteriores apenas comía porque mi habré no se hacía presente y muchas veces me encontré sin alimentarme por días por pura pereza. Pero desde que conocía a Jimin y mis esperanzas de curarme se hicieron presentes, mi hambre volvió con ellas y mi cuerpo empezaba a cobrar un mejor estado. Tal vez debería empezar a ejercitarme.

Peinando mi cabello negro algo largo después de meses sin cortarlo y, siendo un día laboral más, me dirigí a la cocina para preparar algo de desayuno y, una vez listo, pasé el resto de horas antes de verme con el rubio realizando mi trabajo como usualmente hacía.

El tiempo pasó lento. Tan despacio y tedioso que realmente pensé que nunca llegaría la hora de ver al mayor y escuchar su armoniosa voz riendo. Pero, a pesar de lo aburrido que estaba esperando por que el reloj marcase la hora de salir, mi espera dio sus frutos y no tardé en correr a por mis botas marrones que tanto amaba para salir en camino a la casa del más bajo. Primero tendríamos nuestra sesión y después iríamos a comer a algún lugar.

Se preguntarán: Pero, Jungkook, si tu no puedes comer comida de fuera, ¿Cómo lo harás?

Pues bien, el trato que hice con el pelirrubio fue que yo lo acompañaría al lugar porque se le había antojado comer en un restaurante que a él le gustaba —aquello me lo comentó en el trayecto de vuelva del viaje, por qué si, fuimos juntos al final—. Si bien yo no comería, me prometió que luego regresaríamos a su casa y cocinaría algo para mí. Accedí a aquello con la condición de que no nos demoraríamos demasiado en el restaurante y el chico sonrió contento ante mi asentimiento. Sabía que el rubio cocinaba bastante bien y agradecí poder haber probado comida preparada por él antes de morir. ¿Muy lúgubre? No importa, lo importante era que solo faltaban 10 minutos para llegar a la puerta de su casa y empezar con la sesión que había solicitado y que aún desconocía en motivo del por qué.

También debía comentar que faltaban pocos días para año nuevo y, como siempre, no tenía ningún plan en específico.

Las nubes seguían cubriendo en vasto cielo y el clima lluvioso aún no se disipaba después del regreso del viaje. Ver el cielo tan frío y cubierto por nubes grises que solo avecinaban tormenta era algo deprimente. No me gustaba la lluvia. Sin embargo, a pesar de ese fenómeno para nada agradable, la primavera era mi estación favorita y ansiaba con todo mi corazón que pronto se acabase el invierno para darle paso a la cálida estación.

Las flores, los árboles con sus frutos, los charcos después de una tormenta leve y risueña. Todo aquello me hacía sentir una felicidad inmensa con solo pensarlo. Era tan hermoso apreciar los paisajes primaverales en Busan que no dudaba en sacar mi teléfono para fotografiar cada pequeño indicio primaveral y guardarlo en la galería, como si fuese un tesoro.

El único problema de la primavera, era el hecho de que me recordaba que el aniversario de la muerte de mis padres se encontraba a no mucho de ese periodo y entonces, las flores coloridas y llenas de vida, para mí eran hojas marchitas sin sentido; la brisa suave y fresca que traía con ella el aroma dulce del campo, se convertía en un olor triste y melancólico; y los charcos de barro en los que antes disfrutaba saltar, se volvían espejos de la dura realidad donde, cada vez que me veía reflejado, el dolor se acumulaba y se desbordaba por mis ojos en forma de lágrimas.

Las primeras semanas de primavera era un periodo duro para mí que nunca olvidaría y, para colmo, mi misofobia aumentaba en esas fechas. Supongo que sabréis por qué, así que no lo explicaré.

Un suspiro cargado de tristeza, escapó de mis labios al ver la casa del rubio alzarse frente a mí finalmente y una sonrisa de igual forma se formó tras los agrios recuerdos del pasado. Llamé al timbre.

Segundos después, la puerta se abrió y, un Jimin con el pelo castaño claro y sus típicas gafas de pasta negra sobre el puente de su nariz, se dejó ver ante mí. Su sonrisa risueña y unos pantalones de mezclilla color café junto con una camisa crema de seda era lo que llevaba. Me preguntaba si no tendría frío con solo eso.

—¿Nuevo color de pelo?— pregunté una vez entré el lugar tras el bajo darme paso.

—¿Te gusta? Me apetecía cambiar— sonrió y se sentó en su lugar correspondiente. Yo ocupe el mío.

—Te queda bien—afirmé —. Pero me gustaba el rubio.

— Que lastima, no creo que regrese en un tiempo— el chico se encogió de hombros mientras acomodaba sus cosas sobre sus muslos, como tenía acostumbrado a hacer y, tiempo después, me miró algo más serio.

—¿Puedo saber por qué querías una sesión?—pregunté antes de que dijese nada.

—Bueno, de vez en cuando debemos hablar, ¿No crees?— asentí — Es bueno hablar con alguien para sentirte mejor y yo estoy para eso.

—Pero no me siento mal — fruncí mi ceño mientras decía aquello.

—No es necesario que te sientas mal para necesitar hablar con alguien. A veces no somos conscientes de que algo va mal con nosotros y lo retenemos hasta que no podemos más— dijo serio, sin desviar su mirada de la mía.

No estaba entendiendo nada de lo que estaba diciendo el mayor. Era casi como si hablase en otro idioma y procesar sus palabras me estaba resultando complicado y solo era el principio.

—Hagamos algo— habló tiempo después al ver mi estado de trance por su hablar—. Finjamos que no nos conocemos, ¿Si? Hablarás conmigo de cualquier cosa. Lo que sea. Cómo te sientes con Kim o como te sentiste cuando fuimos de viaje, pero tienes que pensar que yo no estuve allí y que no soy el Jimin con el que fuiste a la montaña— alzó sus cejas para comprobar si entendía y asentí aún algo confuso.

—Entonces....¿Quieres qué hable del viaje?— giré mi rostro ligeramente, estaba más que confundido. El chico asintió — Pues... — pensé por varios segundos. Aquello que, el —ahora castaño— pedía, se me estaba complicando de sobremanera. No tenía idea de que era lo que aquel buscaba o intentaba sacar de mí pero, rendido y saliendo del lío de pensamientos en el que me había enredado yo solo, suspiré para concentrarme—. Me sentía mal sinceramente— contesté. Jimin pareció sorprendido por mi respuesta. Tal vez no pensaba que contestaría tan sincero, pero necesitaba contarle a alguien como me sentí esos dos días—. Ver a Taehyung todo el tiempo pegado a Sumin me destrozaba y lo único que quería era llorar— seguí y su expresión se relajó—. Nunca me había pasado, lo de estar mal por alguien y menos por un hombre —pausé unos segundos—. Toda mi vida fui influenciado por qué la homosexualidad era algo que estaba mal y lo creí hasta hace poco— su expresión sorprendida regresó. No me detuve—. Conocí a alguien. Jimin. Es un chico bajo que antes era rubio. No se si lo conoces— el pelicastaño río y sonreí por ello—. Él me hizo ver eso de una forma diferente. Siento que puedo confiar en él —me brindó un sonrisa cálida—. El problema fue cuando me enfermé y no pensé con claridad— ahora frunció su ceño. Suponía que sabía dónde quería llegar—. No— me corregí—. El problema fue cuando....— me detuve, no estaba seguro si contarle o no lo que pensaba.

Era aquello en lo que consistía su trabajo y él mismo me había pedido que olvidase cualquier relación al respecto. Pero aquello era una especie de confesión y mordí mi labio nervioso, debatiendo en si decirle o no.

—Cuándo....— el mayor me impulsó a seguir, mirándome tranquilo.

—Cuando hace un par de semanas tuve un problema que él no sabe— proseguí sin mirarlo, estaba avergonzado.

Para los que se hayan perdido, me estaba refiriendo a la vez en la que llamé al bajo y nuestra llamada terminó con un estado de excitación por mi parte al oírlo gemir al otro lado. A eso me estaba refiriendo. Pero por algún motivo, mirar a Jimin a la cara sin que el supiese sobre lo sucedido, me hacía sentir culpable. Tal vez, si se enteraba dejaría de hablarme y cancelarían todo, llamándome pervertido y aquello lo entendería pero sería duro dejarlo ir ahora que me había encariñado con él.

—¿Qué es lo que no sabe?— preguntó una vez más, con un tono curioso y confuso. Creía que había podido percibir mi reciente nerviosismo.

—B-bueno, la cosa fue que hace tiempo, tuve que llamarlo y la cosa no terminó muy bien.

—¿Puedes explicarte?— pidió calmado. El castaño sabía de lo que habla, de qué llamada estaba hablando.

— No tengo experiencia sexual, pero claramente se diferencia cuando alguien me gime casi en el oído— aclaré mirándolo. Un tono rojizo cubrió sus mejillas y sus ojos se abrieron ligeramente más. Sonreí internamente por lo tierno que aquel se veía de esa forma nerviosa y avergonzada —. El problema no fue ese. El verdadero problema fue mi reacción— continúe. Nuestras miradas no se separaban, parecía como si estuviesemos en una batalla por ver quién la desviaba primero y no iba a perder. Notaba como él intentaba mantener profesionalismo después de todo y, aquello, solo me causaba más ternura—. No quería, pero mi cuerpo relacionó mal y...—el silencio se hizo presente al yo detenerme.

Sentía como si mi corazón latiese demasiado rápido, como si le estuviese contado el mayor secreto nunca dicho y como la adrenalina me consumía por ello. Las palabras fluían solas y parecían no querer detenerse hasta confesarse, pero estaba nervioso. El intenso color rojo en las mejillas de ambos nos dio a entender lo vergonzosa que era mi confesión.

Solo esperaba por que no me dejase ahora, después de más de un mes de amistad, y que no me echase en cara la reacción involuntaria de mi cuerpo ante su excitada voz.

El castaño saco su lengua, humedeciendo sus labios y ahora su sonrojo era casi innotable. Sonrió al ver mis nervios a flor de piel.

—¿Y?— preguntó dejando las cosas sobre sus piernas a un lado y cruzándose de brazos para mirarme con determinación. Estaba disfrutando de la situación y de la incomodidad que sentía. No contesté —. A ver si he entendido— continúo tras mi silencio—. Le dijiste al chico que no pasaba nada, que estaba bien sobre la llamada cuando te preguntó— obviamente sabía sobre eso aunque yo no lo hubiese dicho. Era él. Claramente sabía de ello que estaba hablando aunque no le contaste todo. Me estremecí al escucharlo—, y resulta que intentaste evadir el tema porque reaccionaste mal, ¿Cierto?— levemente, asentí con la cabeza. Él rió divertido— ¿Puedo saber que tipo de reacción tuviste?—negué con la cabeza.

—No...

—Déjame adivinar...— el castaño se puso de pie y caminó lentamente con una sonrisa en su rostro. Todos mis nervios parecieron tensarse el sentir como colocaba una de sus rodillas entre mis piernas y acercaba su pecho al mío, casi rozándose, sin dejar de mirarnos—¿Te excitaste?— preguntó al fin.

Estaba más que nervioso y no era capaz de articular palabra. Puede que ya no estuviese enfermo y no era lo mismo el sobrellevar la misofobia pero, aún sabiendo aquello, el mayor acercó una mano a mi rostro y sujetó mi barbilla para que lo mirase. La parte de mi rostro tocada por aquel, la sentí contaminada.

—Ya veo— habló tras mi silencio, acercando, como aquella vez, sus labios a mi cuello y besando con delicadeza el hueso sobresaliente de mi clavícula—¿Alguna vez hiciste algo como esto con el tal Jimin?— se refirió a los besos repartidos estratégicamente por mi cuello y el cómo estos me hacían morder mi labio para reprimir jadeos. Asentí con un leve movimiento de cabeza.

Su toque era tan cálido y suave que se me era complicado retenerme. Lo peor de todo, era que no estaba reaccionando y eso se debía al asco. Mis extremidades se entumecieron en cuento el mayor acortó las distancias peligrosamente, dándome a entender que no podría huir y mi pulso se aceleró más de lo que estaba.

Llevé una mano a su pecho para alejarlo un poco de mí, pero éste no se movió y siguió entretenido con la piel de mi cuello, ahora lamiéndola sin pudor y haciéndome sentir infectado por los lugares donde él pasaba su lengua. Cálida y húmeda, pero llena de virus y bacterias.

—¿Te gustó lo que hicisteis?

—S-si— titubeé por el nerviosismo notable en mi rostro. No parecía tener intención de detenerse y eso me causaba especial miedo. Mi mano sobre su pecho no hizo nada y él solo la ignoró por completo.

—¿Llegasteis más lejos?— retiró la mano sobre su pecho, con la que ahora ejercía más presión para separarlo, y la sujetó por mi muñeca sin ningún tipo de cobertor.

El ahora castaño, me había dejado en claro que cuando estuviese con él en la consulta, el uso de mis guantes estaba prohibido y no me resistí en obedecerlo. Negué a su pregunta.

—¿Tú querías?— asentí ahora. Sabía el punto a dónde quiera llegar y no me iba a interponer en ello aunque eso implicaba confesarle mis deseos más oscuros y profundos respecto a él—¿Qué era lo que querías hacer?— se separó ligeramente para mirarme con ese brillo de excitación y lujuria en sus pupilas. Sentí su aliento contra el mío, tan cerca y entremezclándose.

—Besarlo...— contesté inseguro.

—¿Por qué no lo hiciste?— su rostro ahora volvía a ser serio y su respiración salía agitada, suponía por haber estado jugando con mi cuello.

— Tenía miedo...—respondí—. Y...  Sentía asco...—confesé mirándolo, buscando algún tipo de reacción en él que nunca llegó.

—¿Él lo sabía?—preguntó después, negué.

—Lo dudo.

—¿No le dirás sobre tu pequeño "problema" con la llamada?— sonrió divertido y sentí su nariz rozar con la mía. Lo miré de manera matadora por su burla, estaba más que claro que él lo sabía— Entiendo, será nuestro secreto— tras declarar aquello, se separó de mí y volvió a su asiento para cruzarse de piernas y apuntar algo en la libreta a su derecha.

Sentía la contaminación correr por mis venas y como la zona de mi cuello besada por él, todavía ardía, sintiendo el reciente roce aún por sus labios.

Me estremecí ante su mirada avellana un vez más, cuando esta se elevó, quedando sujeta por la mía después de terminar de apuntar algo en aquel cuaderno marrón.

—¿Estás bien?— preguntó con notable preocupación.

—No— contesté. Su rostro pareció confuso—. No estoy bien.

—¿Qué sucede?—preguntó con un deje calmado.

La cosa fue que no sabía que responder. Sabía que me encontraba en un lapsus mental donde todo a mi alrededor desaparecía, dando vueltas y el revuelo en mi estómago, junto con la sensación de radiante felicidad, se mezclaban en mi corazón, haciéndolo latir más deprisa. Nada y todo estaba claro. Sabía que necesitaba una ducha con urgencia o no estaría bien por el resto del día, siquiera dudaba de poder sobrevivir por un posible ataque. Y, a la vez, un sentimiento nuevo y con una fuerza increíble me hacía sonreír internamente como un idiota.

Necesité un par de segundos para entender la batalla en mi mente y, al fin, contesté.

—¿Puedo tomar una ducha?— respondí a su pregunta con otra.

El pelicastaño me miró sorprendido y algo preocupado, pero era lo que necesitaba para culminar los planes del mayor de ir a comer en un restaurante sin desmayarme por el asco en el camino. El chico asintió e hizo el ademan con la cabeza de que podía retirarme a cumplir mi pedido. No tardé en encontrarme desnudo, frotando mi cuerpo como si de ello tratase mi vida y mirando como el agua con los restos de contaminación de mi cuerpo, se perdían por el sumidero en el suelo, dejándome un poco más tranquilo al saber que podría volver a mi estado de pureza anterior.

No tardé más de 10 minutos en terminar de secar mi cuerpo con una de las toallas que el mayor tenía a su disposición y volver a vestirme con las prendas que traía, saliendo del cuarto y regresando con un estado más tranquilo frente al mayor.

La liberación que sentía al, el agua cálida y el jabón correr por mi cuerpo, llevándose todos los gérmenes con ellos, fue inmensa y descubrí de dónde provenía el olor a cítrico y menta del más bajo, impregnando su olor en mi pelo al usar el champú en él.

—Podemos irnos cuando quieras— hablé una vez me paré frente chico castaño quien escribía algo en el portátil y quién levantó la vista al escucharme hablar.

—Siento lo de antes— se levantó del asiento y reverenció apenado. Se le veía que en verdad lo había preocupado.

—No te preocupes, estoy bien— sonreí. Pero...¿Era realmente verdad? ¿Podía estar bien con este sentimiento en el corazón? No lo sabía, pero lo descubriría.

—Te compensaré de alguna forma, dim-

—No hace falta, en serio— lo interrumpí observando la mirada de cachorro apenado que me daba—. Con dejarme usar tu ducha me sirve, gracias.

—Está bien...— habló no muy convencido, acercándose a mí— Pospondremos lo de salir a comer para otro día, no tengo el animo, cocinaremos aquí, ¿Quieres ayudarme?— preguntó repentinamente, con un humor más alegre que el anterior.

Puede notar el brillo en los ojos del mayor cuando hablaba del restaurante con el que tenía antojo cuando regresábamos de la escapada y ahora, había cambiado sus planes por su "animo". Aquello me pareció sospechoso pero, como ya había dicho anteriormente, no pregunté nada.

Si el rubio tenía problemas con cualquier cosa, podría acudir a mí sin problemas pero, si no era él quien comenzaba a contarme, yo no preguntaría, aunque la curiosidad me matase por saber el por qué tan repentino cambio de humor.

Hace a penas unos minutos, el pelicastaño se encontraba encima de mí, saboreando cada parte de mi cuello como si este supiese a caramelo y su animo parecía ser el mejor del mundo. 

No cuestionaría a pesar desearlo con todas mi ganas, solo asentí ante su pregunta para seguirlo a su cocina, donde nunca antes había estado y ayudarlo a preparar lo que sería nuestro almuerzo.

El lugar era bonito y su decoración minimalista fue lo que más me encantó entre esas cuatro paredes. El ambiente hogareño que emanaba el lugar, con su correspondiente frutero encima del cenador, lleno de diferentes variedades de frutas, y alguna que otra planta de plástico para darle un aire natural entre los estantes de comida, desbordantes de tarros. Se notaba que el más bajo no tenía los dotes de un jardinero. Sonreí internamente por ello.

—¿Quieres un té mientras cocinamos?— tras yo asentir, el castaño sacó dos tazas de un gran armario y puso una tetera repleta de agua a hervir en los fuegos del lugar, mientras alcanzaba los sobres con las hojas secas del té, para ponerlas en las respectivas tazas.

—¿Qué cocinaremos?— pregunté, observando todos sus movimientos. El mayor poseía un aura de confianza en lo que respectaba la cocina.

—¿Te parece bien pasta?— me miró sonriendo.

—¿Qué tipo de pasta?— pregunté una vez mas

—¿Qué te apetece?

—Mmm...— lo pensé por unos segundos, sentándome en una de las sillas del cenador y apoyando mi quijada sobre la mano previamente posada en la mesa. Mi vista se dirigió a la única venta de la sala y miré el clima en el exterior— Quiero algo con crema— respondí, ahora mirándolo a él.

—En ese caso— se acercó a otro de los estantes y abrió la gran puerta—, necesito que alcances los ingredientes— me miró.

Verlo pedir ayuda de esa forma tan indirecta me hizo reír y levantarme del  asiento para llegar a su lado, sonriéndole de una forma landina y observando como un puchero se formaba en sus labios al saber lo que pensaba.

—Ya Jungkook, no tiene gracia— reí de nuevo y él se cruzó de brazos.

—Yo creo que si la tiene— al estar cerca del mayor, di un paso más, acortando la distancia a unos centímetros y, para burlarme, miré hacia abajo, viendo el rostro enfurruñado del castaño, quién se vio obligado a alzar su vista para unirla con la mía —. Mucha gracia— sonreí con prepotencia ante aquello. 

Alzarme alto me aportaba ese coraje de sentirme mínimamente seguro al lado del mayor y me daba índices de burlarme por su baja estatura cuando el tema salía.

Jimin iba a reclamarme cuando sus palabras fueron interrumpidas por el agudo chillar de la tetera y sonreí aún más, al ver como éste quedaba con su boca abierta al ser interrumpido, boqueando cual pez y frunciendo un puchero nuevamente al verse obligado a sacar la tetera del fuego.

Como el más bajo había solicitado, saqué los ingredientes de la despensa necesarios para preparar la salsa suave de la pasta. El clima en el exterior estaba cargado de nubes grises y profundas y, como había comentado, no era de mi agrado aquel tiempo meteorológico, por lo que, una rica pasta acompañada por la deliciosa salsa de crema, sería la mejor opción para ese toque dulce y suave del día.

—Listo— coloqué los ingredientes alcanzados sobre la mesa y agradecí por la taza de aquella bebida caliente al mayor cuando me otorgó una de las tazas. 

Fundirme con el olor de aquel líquido y el dulce aroma a té que emanaba esta, me hizo ser consciente de que, tal vez, podría intentar algo más para ir superando la misofobia tan molesta que obtuve en un pasado.

Sin sorber aún de la taza, dejé esta posada, con delicadeza sobre la mesa, observando como el castaño claro sorbía con gusto de su respectivo vaso.

—Jimin...— el mencionado dejó de beber para mirarme, soltando un leve ruido para darme a entender que prosiguiese —¿Puedo... Puedo beber de tu taza..?

Como era de esperarse, su rostro asombrado fue apareciendo en cuestión los segundos pasaban y, finalmente, asintió, sonriendo por mi propuesta y haciéndome entrega del recipiente porcelánico entre sus dedos, después de pronunciar un "por supuesto" y sonreírme una vez más, dándome ánimos.

Sostuve la taza entre mis manos como si aquella albergase el mismo mal. Mis ojos no salían del líquido oscuro vertido en el interior y mi mandíbula se tensó ante las intenciones que tenía. Sabía perfectamente que posar mis labios en una superficie donde otra persona había tenido su boca previamente, era una de las cosas que me aterraban en profundidad y que di por perdidas en el primer momento en el que lo intente a principios de mi fobia, y los intentos solo obtuvieron el resultado de un ataque a mi sistema nervioso, haciéndome desmayarme al instante, sintiendo como mi respiración se detenía y mi corazón latía con una fuerza que llegaba a dañarme desde dentro.

Pero algo me decía que sí se trataba de los labios del mayor aquello sería diferente. Y que razón tenía aquella extraña voz en mi interior.

A lentos movimientos, mis extremidades fueron acortando la distancia entre mi boca y aquel material. Sentía la mirada del castaño puesta en mí y el silencio impaciente que reinaba en el lugar, solo me hacía poner más en alerta.

Quería acabar con todo, salir corriendo y no volver a ver al pelicastaño para no seguir exponiéndome a este tipo de situaciones donde mi organismo completo, se negaba a ser corrompido por cualquier cosa. La presencia de Jimin, de alguna forma, influenciaba en mi ser y me obligaba a superarme a mi mismo y mis limites impuestos por un trauma donde todo estaba contaminado a mi alrededor. Pero, por parte, sentir aquella sensación donde, a pesar de los malos momentos al forzarme a superarlo, todo parecía ser posible. Fueron los que me impulsaron a —finalmente— posar mis labios en el mismo lugar que el psicólogo anteriormente y darle un sorbo a la bebida, sintiendo como ésta se deslizaba por mi garganta, ardiendo a su paso por la temperatura.

—Lo...hice...— comenté al ser consciente de mi acto y sonreí al mayor al escuchar aplausos por su zona.

La sensación de capacidad fue tan llenadera que incluso me olvidé por completo de todos los gérmenes que podía contraer y, parte de la causa de mi olvido, fue la gran sonrisa perlada del mayor.

—¡Muy bien Jungkook!— sonrió dejándome embobado— Y...¿Qué te parece intentar otro paso?— habló algo más serio.

Todo rastro de emoción fue borrado de mi rostro al ver la firme mirada del chico. La misma voz interior, me decía que nada bueno era lo que él estaba pensado y mis sospechas se confirmaron al yo preguntarle.

—¿Qué... paso?—pregunté desconfiado, quedándome quieto al verlo acercarse y detenerse a centímetros de mí, mirándome con toda la calma del mundo.

—Bebiste del mismo vaso que yo— comenzó y asentí como si aquello hubiera sido un pregunta—, eso puede darse a entender como un beso indirecto— asentí de nuevo. El mayor tenia razón—. Y si...¿Me besas de verdad?

Sus labios se curvaron de una forma tan bella que sentiría mis ganas de correr a por una cámara y fotografiarlo para guardar esa hermosa imagen para siempre. Tan amplio y risueño. Pero, como dije, "sentiría", porque tras oírlo hablar lo único que pasó por mi mente fue cuestionarme si el mayor había ingerido algo en mal estado en la mañana o si solo lo decía para molestarme y ahogar mi reciente ánimo por el gran logro.

—Es una broma, ¿Cierto?— el chico negó con su cabeza— ¿De verdad quieres qué...?— asintió.

—Si consigues hacerlo, podríamos dar casi por superada una importante parte de la fobia y con ello te irías acostumbrando— aclaró. Pero mi mente había entrado en un cortocircuito y lo único que se repetía en ella era la palabra "beso".

—No voy a besarte— hablé con un asco notable. Me moría por hacerlo días atrás, pero ese mismo asco fue lo que me mantuvo lejos de realizar la acción.

—¿Por qué no? Yo no puedo hacerlo, tienes que ser tú el que lo haga— hizo un puchero ante mi respuesta.

Cualquiera no se resistiría a algo que pidiese el bajo si lo viesen actuar de esa forma tan adorable. Hasta a mí me estaba constando.

—¿No quieres hacerlo por que no soy atractivo?— preguntó de nuevo con expresión de cachorro mojado. Este hombre conseguiría parar mi corazón de ternura.

—No es eso...— aparté mi vista de él—. Sabes que no puedo Jimin...

—Pero tu lo dijiste— bramó con un tono de confianza, como si tuviese asegurado que yo lo besaría—. Dijiste que querías besarme— afirmó. Mis mejillas comenzaron a arder y me sentí estúpido al saber que tenía razón en ello, yo mismo se lo había confesado.

—También te dije que no lo hice por que sentí asco...

—¿Sientes asco ahora?— uní nuestras miradas en busca del significado a aquella pregunta.

—¿No?

—Exacto— afirmó—. Deberías sentirlo ya que acabas de beber del mismo vaso que yo, Jungkook—toda la verdad se encontraba en sus palabras y mi seguridad se rebajó a la altura de los talones.

—Pero no es lo mismo que un beso— respondí cabizbajo—. Además...

—¿Además?— pidió una explicación de mi pausa. Mis cachetes fueron pintados de un rojo intenso.

— Además, sería mi primer beso...

—¿Nunca has besado a nadie?—negué con cierta vergüenza— ¿Y por qué no intentarlo?

¿Este hombre no se rendía nunca? Pensaba que, al confesarle sobre el estado virgen de mis belfos, Jimin dejaría de insistir sobre contaminar aquellos al tratarse de un tema importante para la mayoría de las personas. 

No me importaba realmente eso, me refiero. Con quien tuviese el primer roce de labios, no era algo de suma importancia, nunca lo había sido para mí. Algo importante que si lo era, era la persona a le que entregaría mi corazón y mi alma que resguardé de peligros por años y a la persona a la que le brindaría mi cuerpo, este cuerpo tan dañado y corrompido que solo juré entregar a la persona con la que estuviese seguro y, Jimin, se estaba ganando ese puesto.

—Vamos Jungkook, al menos haz el intento— habló de nuevo—. Si te retractas al final, no insistiré de nuevo.

Sus palabras se repitieron en mi mente una y otra vez. Un estado de duda me consumió, haciéndome debatir entre si intentarlo y besar al rubio, o si negarme y seguir siendo molestado por él. Al final, decidí aceptar. ¿Qué tenía que perder? ¿La pureza de mis labios? ¿Mi primer beso? Lo arriesgaría todo por el mayor y lo intentaría.

— Está bien...— su sonrisa volvió a aparecer y asintió estirando levemente su cuello hacia arriba por el contraste de alturas. Sonreí por eso y me perdí el los ojos avellanas frente a mí, cuales me miraban con destellos intensos y, el solo verlos, observándome tan fijamente, como si aquellos contuviesen todo mi miedo y nerviosismo, me hizo sentir incómodo. Se lo hice saber—¿Puedes...cerrar tus ojos?— El castaño fue consciente de la intensidad de su mirada y cerró estos últimos esperado por que me decidiese.

El tiempo se detuvo, al menos eso me pareció. Todo a mi alrededor fue desapareciendo y lo único que ahora escuchaba era mi intenso latir acelerado. Sus labios carnosos atraían mi mirada, dejándola fija a ellos y haciéndome no ser conscientes del cuándo, mi rostro se comenzaba a acercar al suyo por impulso y el deseo de tocarlo se hacía presente junto con el cosquillear de mis dedos.

Tan pomposos, suaves y rosados eran esa parte del mayor que desde que tenía consciencia de su existencia, había sido un deseo profundo el probarlos, el saber cómo se sentiría estar unidos a los míos y mezclando nuestra saliva. Corrompiéndonos entre nosotros y brindando de esas dulces caricias con los labios, esas caricias que...

—No puedo hacerlo— a milímetros de cometer una de las peores acciones que nunca haría, me separé de sus rostro donde, segundos antes, pude apreciar su aliento chocando contra el mío, mezclándose en uno solo y haciéndome entrar en razón de que, aquellos labios, esos que moría por tener y probar, nunca serían solo míos. Porque era conocedor de la existencia de individuos como el tal Namjoon o el desconocido de la llamada que sabía, casi con certeza, que compartían su saliva con el rubio y, por ello, no aceptaría que mi boca tocase la ajena. 

Conocía mucho acerca de ese tema, incluso podía afirmar que más de lo que quería y retuve una vez más el deseo de besarlo, echándome atrás cuando pude, llevándome en esa distancia impuesta todo tipo de posibilidad de probar los labios tan atractivo del bajo.

Di varios pasos retrocediendo y cubrir mi boca con una mano, sin ser capaz de creer lo que estuve a segundos de hacer y observando como el mayor abría los ojos lentamente, mirándome con una expresión apenado.

No sabía que decir. No era como si le fuese a echar en cara al castaño el ir besando a hombres por ahí. Tampoco es como si fuese alguien para decirle lo que hacer o no. Si él quería disfrutar de su vida, acostándose con varias personas y compartiendo toques, esa no era mi incumbencia, más, si lo era el hecho de que casi fui una de sus víctimas más. Víctima de aquellos labios esponjosos que te atraían y sus ojos avellanas que te hacían querer obedecer a cualquier orden impuesta por el bajo.

—Otra vez será— subió y bajo sus hombros sin importancia, girándose y comenzando a cocinar sin ningún tipo de inconveniente que carcomiese su cabeza.

Sin embargo, en la mía solo habitaban cavilaciones de ese tipo. Tan impuras y que no te dejan dormir por las noches, creándote pesadillas y voces que llegan a convencerte de acabar con tu vida.

No se asusten, no era mi caso.

Pestañeé un par de veces al ver la reacción natural del castaño y me pregunté si era yo el único que estaba haciendo una montaña de un grano de arena. ¡Pero no lo era! Estuve a segundos, milímetros de dar el primero de mis besos y aceptar ser contaminado por la boca del psicólogo, milímetros que, en el fondo, me arrepentí de no acortar y sentir finalmente la cálida boca del mayor, quizás incluso su lengua. 

Pero aquello ya no importaba y, como Jimin, decidí actuar con normalidad y brindarle de mi ayuda al cocinar, cosa que resultó más que complicada el concentrarme al estar imaginando ese tacto entre labios que nunca llegó a suceder por mi cobardía.

¿Será quizás que nunca descubriré cómo saben sus labios?

Todo eso deberá irse descubriendo a medida que el tiempo avance y lazos más fuertes en nuestra relación se vayan forjando. Tal vez, nosotros algún día lleguemos a ser de esos amigos que se duchan juntos. O...No.

Pensar sobre si nosotros tendríamos esa confianza admirable entre amigos, como si fuésemos de la misma familia, no era imprescindible cuando mi corazón seguía latiendo de esta manera feroz e impulsiva. Debía callarlo como fuera, eso sería una acción complicada. Yo no estaba decidiendo que el palpitar de mi órgano fuese en ese momento exclusivo para el bajo y tenía por seguro que aquello que podía alterar el corazón humano —a veces— se debía a un sentimiento de afecto o... amor.

Demasiadas películas románticas y novelas de romances, Jungkook.

Buenas!! :3 q opinan de la historia? Os va gustando? Jungkook empezará a sentir cosas por Jimin? Jimin tenía intenciones ocultas respecto al beso? ╮(. ❛ ᴗ ❛.)╭   Nadie lo sabe (excepto yo XD)

Hey! Les gusta el cartel que hice para la historia? Estuve más de tres horas haciéndolo XD (no me llevo bien con la tecnología ⊙﹏⊙ ) A partir de ahora aparecerán como el final :3
También quería añadir que los avances de tiempo en la historia ya no serán con puntos en vertical sino que se sustituirán por […]

Estuve pensando (porq a veces pienso aunq no lo parezca) y creo q a lo mejor los horarios de publicación para esta historia son algo escesivos(?
Seguramente no sean ni tres personas las que lo lean y eso me hace sentir triste en cierta forma, pero soy la más feliz al saber que al menos alguien conoce mi historia y la lee.
No soy famosa, mucho menos entré aquí con la intención de serlo, solo lo hice para expresarme de una buena forma utilizando como referencia a las personas que me inspiran todos los días (BTS) esto que hago es por parte un agradecimiento hacia ellos y por eso deseé que al menos más personas lo leyesen.
No me importa en número de seguidores ni de comentarios ni de nada, solo que alguien pueda disfrutar de su tiempo en relación a personas que admira.
Nada más.
Perdonad, hoy estoy sensible, escribí el cap hace unos días y no me gusta excesivamente, pero tampoco le veo el dato exacto para cambiarlo.
Nos vemos en otro CAP... ( ◜‿◝ )♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro