Capitulum XXIII

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La fina y cálida arena enterró mis pies y los rayos de sol azotaron contra mi rostro, haciéndome entrecerrar los párpados para distinguir qué era lo que se encontraba frente a mí. Me llevé una mano a la frente, intentando de alguna forma hacer sombra y tomar consciencia de dónde estaba. Me acostumbré a la cegadora claridad del día y por fin alcé la vista, sintiéndome como en un mal sueño al no saber cómo había llegado allí.

—¡Kook, vamos, no te quedes atrás!—jadeé por lo fuerte que latió mi órgano al oír aquella voz que tanto amaba y giré mi rostro en dirección al llamado.

—Jimin...

El rubio estaba ahí, andando de espaladas para mirarme con una gran sonrisa en sus rostro carente de preocupaciones. Pero... ¿Cómo? ¿Cómo habíamos llegado nosotros hasta la playa? Porque sí, nos encontrábamos siendo rodeados por agua salada a cantidades y la arena cosquilleaba contra el contacto en mi piel.

El joven de baja estatura volvió a sonreírme con ternura al verme estático en mi sitio y corrió a mi encuentro.

—¡Vamos a la orilla, Kookie!— sentí su mano envolver la mía y arrastrarme emocionado como un niño para que lo siguiera.

Corrió conmigo agarrado, una vez nuestros pies se sumergieron en la fría agua, el rubio comenzó a chapotear contento como si se tratare de un cachorrito juguetón.

Me perdí en su dulce risa y en como este se divertía a pesar de que, lo más probable, era que nada de esto fuese real y todo se tratara de un sueño efímero.

Era imposible que de la camilla del hospital se hubiera recuperado y ahora saltara y brincara con sus pies en el agua salada. Pero, ahora, estaba dudando de mis creencias porque toda aquella situación se sentía muy real.

—Jimin, ¿Cómo...?—comencé a acercarme más al chico que tras oírme volteó su rostro en mi dirección, portando aquella linda sonrisa que me hizo sentir como si no tuviera nada de que preocuparme y lo único que debía hacer era reír con el.

—No lo se Kook, solo disfrútalo mientras dure—sus palabras me helaron como un cubito de hielo.

Esto no era real y la ilusión del pelirrubio frente a mí acababa de confiármelo, pero...¿De cuánto tiempo dispondríamos antes de despertar de esta pesadilla? Esto era un mal sueño con el que estaba huyendo de la realidad, en aquella habitación de hospital, donde el más bajo se debatía entre la vida y la muerte.

Pero a pesar de saber que nada era para siempre, sonreí y tomé la mano del mayor para correr entre las olas hasta que el tiempo en aquella ilusión se terminara. Nuestras carcajadas se fundieron en una sola convirtiéndose en melodías que acompañaban al romper del mar y el aire húmedo hacía que cada poro de mi piel se dilatara buscando sentir más de ese cálido clima marino. Nunca había estado en una playa pero esta, estaba seguro de que sería la mejor por el simple hecho de que Jimin estaba a mi lado.

Anduvimos bajo el sol y agradecía que en este sueño nuestras ropas fueran veraniegas para poder meternos al agua. En el momento en el que vi al rubio portando esos vaqueros azules piratas y aquella camisa blanca, algo ancha y con rayas azules, mi instinto me invitó a lanzarme sobre el chico y besarlo hasta que nosotros fuéramos uno solo. Por suerte, mi parte racional supo controlarse y pensar sobre la situación.

Era triste al fin y al cabo, tal vez esta fuera la última vez que viese al mayor reír y ni siquiera sería algo real. Pero decidí dejarme llevar por el momento, disfrutar de la cercanía al mar que mi mente estaba reproduciendo en mi cabeza y, sobre todo, dejar grabado cada movimiento, risa o sonrisa que el rubio hiciera. Reiría con el por este corto tiempo juntos hasta que la realidad volviera y me azotara con fuerza.

[...]

—Ha sido divertido—comentó mientras caminábamos con nuestras manos juntas por la orilla de aquel basto océano.

—Si, me lo he pasado bien—sonreí—. Pero ahora estamos empapados porque "alguien" quiso correr chapoteando en el agua—lo acusé como si fuera un niño pequeño y el mayor río.

—¡Era divertido!— carcajeó recordando lo anterior y seguimos caminando bajo los rayos.

Estaba feliz, al menos con eso. Verlo y sentir como si su tacto fuera el verdadero. Yo estaba disfrutando más que los dos en este momento.

Un grito por parte del bajo me hizo detener y girarme a mirarlo confundido. Jimin cayó al suelo, gimiendo de dolor por alguna causa que desconocía.

No entendía nada, hace un segundo estaba riéndose a mi lado, entonces ¿Por qué?

—¿J-Jimin?—todo en mí tembló al ver como, del muslo del chico, brotaba un rastro de sangre a grandes cantidades.

El rubio comenzó a llorar y gimotear en busca de calmar el dolor, estaba agonizando por la herida y creía que ésta, era mucho más abierta que la que era realmente por la bala.

Me agaché a socorrerlo, aún sabiendo que no era real, todo en mí me decía que lo hiciera porque sabía a donde mi mente quería llegar con esto y no estaba decidido a sufrir también por esto. Si Jimin fallecía en mi sueño, yo no podría regresar a la realidad sin morir por dentro también.

—J-Jungkook...—sollozó mi nombre, quejándose cuando hice la misma acción que la primera vez, creando un torniquete para detener, al menos, la hemorragia y que nuestro tiempo fuera más largo— D-dios...

—T-tranquilo, ¿Si? Vas a estar bien—repetí mis palabras, sintiendo romperme cuando el rubio me sonrió tranquilo para calmarme.

Lágrimas amargas no dejaba de brotar de mis ojos, sentía mi corazón bombear en mi garganta y como un pitido resonaba en mi cabeza haciéndola doler. Jimin acarició mi mejilla con ternura mientras su piel se tornaba más pálida por la constante pérdida de sangre.

—T-tenemos que buscar un hospital—declaré, haciendo el ademán de levantarme.

Pero una pequeña mano que conocía de memoria me impidió esto, regresándome a mirarlo mientas mantenía su cabeza agachada.

—Jimin...

—N-no te vayas Kook, n-no quiero estar solo ahora...

—P-pero no sobrevivirás si no hacemos nada— exclamé y el chico alzó la vista para mirarme.

Lo sé.

Dos palabras.

Cuarto letras.

La ilusión del psicólogo en mi cabeza seguía portando esa valentía que conocí de niño la cual hacía parecer que no le temía a nada. Pero acababa de darme cuenta de que no era así porque, Jimin, estaba aterrado ahora, a pesar de la sonrisa en su rostro.

—Está bien... no me iré...— me arrodillé de nuevo a su lado y eso bastó para que se aferrara a mi pecho, intentando sentirme.

Lo rodeé con mis brazos sintiendo como una parte de mi órgano se estaba yendo junto el charco de sangre que arrastraba la marea, perdiéndose. No evité llorar en silencio mientras mantenía mi vista puesta al frente, intentando afrontar la situación mientras dejaba suaves caricias entre sus rubias hebras.

Pero simplemente, no podía. Nada podría estar bien después de esto. Lo único que quería era cargar al mayor en busca de ayuda y creer en la esperanza de que pudiera seguir viviendo. Pero mi sueño no traía con ella un centro hospitalario y me odié por eso internamente.

Dejé de sentir el intenso agarre ocasionado por sus puños en mi camisa, haciéndome asustar al pensar que él, ya se había ido.

—¿Jimin...?—tomé su rostro entre ambas manos, dejándome apreciar aquella obra de arte que muchas personas se perdieron en la vida.

—T-te amo mucho Jungkook...—dijo arrastrando las palabras. El aire estaba constando llegar a sus pulmones, su pulso parecía estar perdido y sus ojos avellanas se encontraban carentes de brillo. Pero aún así, me sonrió, una última sonrisa que hizo mi alma partirse en dos— Te amo, mi pequeño Kookie... no... lo olvides...

—Y-yo también te amo Mochi—lloré con más intensidad, las lágrimas parecían ser fruto de como mi corazón estaba destruyéndose y, buscando sentirlo una última vez, uní nuestros labios.

Esos esponjosos y rosados labios, ahora eran fríos y sin ningún rastro de vida.

Él se había ido.

Jadeé separándome y viéndolo, inerte, con sus ojos cerrados y aquel líquido rojo dejando su cuerpo.

—J-Jimin...—sollocé con fuerza. Todo estaba perdido y su pequeño cuerpo entre mis brazos no tenía pensado regresar a mí.

Lo había pedido todo, las sonrisas, los besos, la luz, todo. Lo único que deseaba ahora era gritar de dolor desesperado y así lo hice.

Solo quería gritar una cosa para que la brisa marina supiera lo que sentía. Solo quería gritar su nombre, el nombre de la persona a la que amé.

[...]

—¡J-Jimin!— sobresaltado, miré a mi alrededor intentando distinguir donde estaba, con la vista nublada por las lágrimas y mi pulso acelerado más que la velocidad a la que se movían las locomotoras de vapor.

El hospital.

Había regresado. Pero el dolor seguía allí, sin tener pensado irse al apreciar como las constantes del rubio parecían estables a través de la máquina de electrocardiograma y observar su pecho subiendo y bajando con tranquilidad.

Él estaba vivo.

—Dios...—sollocé una última vez para limpiar mis mejillas y levantarme en busca del sonido del teléfono que era lo que había conseguido sacarme de aquella pesadilla.

Con el corazón partido en dos, contesté. Era mi hermana.

¿Jungkook?¡Hasta que al fin contestas! ¿Dónde estás?—no pude evitar soltar un suspiro cansado y acercarme a la camilla del rubio para apreciarlo una última vez y salir de aquella habitación que parecía contener todo mi sufrimiento.

—En el hospital.

¿Qué? ¿Por qué? ¿Ha sucedido algo?

—Min Hwa y-yo...—no por favor, no quería que la morena notara que yo estaba llorando.

¿Qué habitación?—preguntó de nuevo ahora más seria que antes, estaba preocupada.

—E-en el hospital de Busan, la habitación 123.

Voy para allá —asentí con la cabeza aunque ella no pudiera verme y colgué para regresar a aquella sala donde el cuerpo del bajo se mantenía postrado.

Pero una grave voz me interrumpió y no me dejó entrar de nuevo.

—Llevas aquí toda la noche Jungkook, al menos come algo—el pelimenta me miró preocupado.

—N-no, tengo que quedarme a su lado por si despierta.

—Si no vas y compras un café y algo de comer les diré a los de seguridad que no te dejen entrar más—amenazó y mi agarre en el pomo de la puerta tembló.

Sabía que hablaba en serio, no tenía la más mínima duda de que haría aquello si no lo obedecía y por más que no quisiera, tuve que hacerle caso. Me encargaría de regresar cuanto antes para estar a su lado.

Pero Taehyung conocía mis intenciones de perderme por unos de los pasillos y correr para regresar a la habitación sin pisar la cafetería y se encargó de acompañarme, asegurándose de que comía.

Mi jefe llegaba a convertirse en un padre muchas veces.

[...]

Casi una hora más tarde, me encontraba suspirando con pesadez y adentrándome de vuelta a la habitación.

A pesar de haberme negado hasta el cansancio, Kim Taehyung no era alguien de rendirse fácil y no me quedó de otra que regresar a mi casa para tomar una ducha y despejarme un poco de las blancas paredes del hospital que me estaban haciendo enloquecer a cada segundo que transcurría.

Se suponía que yo debía estar bien, al fin y al cabo, yo no era quien recibió aquel proyectil y ahora se encontraba postrado en una cama. Pero yo no estaba bien, no podía estarlo porque la culpa me carcomía cada instante y no podía ignorar aquel malestar que me estaba desgarrando desde el interior. Muchas veces jadeaba en busca de aire, o tenía que agarrar mi pecho porque este comenzaba a doler. Pero, sinceramente, ya nada de eso me importaba, porque en el fondo, yo me merecía todo el mal en este mundo.

Entré a la habitación con la cabeza gacha, no quería mirarlo aún, ver su rostro pálido y aquellas mejillas regordetas sin ningún color. No era capaz de hacerlo sin sufrir y no estaba seguro si alguna vez sería capaz de mirar al mayor de nuevo si este despertaba.

—Hey...—la dulce voz de mi familiar resonó y, al instante, sentí unos pequeños brazos rodearme, dándome el afecto que necesitaba en ese momento si tan siquiera ser necesario pedirlo. Min Hwa me conocía bien.

Correspondí su abrazo, sintiéndome vulnerable de pronto y apoyando mi cabeza en su hombro para que no pudiera verme derramar lágrimas. Ella acarició mi espalda, entendía que no era un buen momento para hablar y suponía que ella estaba enterada de la situación al encontrarse en la habitación del rubio. La morena simplemente sabía lo que hacer en ese momento respecto a la situación y, con solo dejarme sentir su calor, era más que suficiente para calmarme mínimamente.

—L-lo siento...— me disculpé limpiando los rastros salados de los cachetes una vez estos dejaron de brotar y la joven me sonrió con lástima.

—Está bien pequeño, no hay problema—acarició mi cabello y me obligué a brindarle una sonrisa para que viera que estaba bien—. ¿Puedo preguntar qué ha pasado?

Suspiré con pesadez por décima vez en lo que llevábamos de mañana. Estaba claro que se preocuparía por mí una vez oyó mi voz temblorosa y rota a través de la línea telefónica y ahora, pediría al menos una explicación al llegar a Busan y encontrarse con el más bajo en una camilla de hospital con una bala en la pierna.

Me alejé de la chica, pasando por su lado para sentarme en una de las sillas donde había dormido para apreciar la aún pálida tez de Jimin. Todo en aquella habitación indicaba que él iba a estar bien pero, un mal presentimiento, como si mi pesadilla hubiera sido una premonición, me advertía que no me dejase engañar por la máquina marcando sus constantes vitales y ver su rostro tranquilo como si estuviera sumido en un agradable sueño, uno del que tal vez no despertaría nunca.

—Fue mi culpa...—tomé la pequeña mano del pelirrubio y sentí a mi familiar sentarse en la silla de al lado, prestándome atención aunque solo la estuviera mirando de reojo— Cuando nos peleamos y regresé solo a Busan, Jimin no tardó mucho en aparecer en mi departamento con un par de llaves— me detuve para apreciar la tensa reacción de mi hermana cuando solté aquella acción en tono acusatorio.

—Jungkook yo...— intentó excusarse, sabía que había sido ella quien le facilitó la entrada al rubio pero no me molestaba, porque gracias a ello, yo pude dejar mis miedos de lado y entregarme a aquel chico.

—Está bien— ella asintió con la cabeza gacha, como si estuviera siendo regañada—. Jimin me explicó la situación, yo de verdad no entendí el motivo por el que no me había dicho nada y todo resultó ser un capricho suyo— sonreí con nostalgia, no sabría que haría a partir de ahora si el mayor ya no estaba más en mi vida—. Después de eso, de hablar y explicarme todo n-nosotros...

—Kook...—refregó mi espalda al oírme sollozar de nuevo.

No pude contenerme, todos los recuerdos de esa noche llegaron a mí junto a cada sentimiento experimentado. Fue como si solo la luna y las estrellas hubieran compartido nuestro gozo aquella noche, como si las caricias silenciosas y los besos ardientes consiguieron llenar mi alma hundida y repararla con su amor.

Apreté con más fuerza su mano contra la mía, rezándole a alguien porque despertara. Lo necesitaba a mi lado.

—N-nosotros hicimos el amor ese día. Yo estoy curado Min...— como pude, levanté la vista para observar a mi pariente que tenía su mirada perdida en algún punto de la pared.

No evité sentirme mal, esperaba algún comentario por su parte pero entendía que las circunstancias no nos daban mucha oportunidad a alegrarnos.

—Cuando nos despertamos ayer juntos, luego salimos a la calle e íbamos paseando de una forma normal hasta que Jimin nos detuvo y lo noté tenso— acaricié la mano del chico inconsciente mientras dirigía mis ojos a ese lugar—. No entendí el por qué hasta que pude ver a Namjoon, un hombre con el que Jimin se acostaba y que llegó a desarrollar una especie de odio hacia mi por "quitarle" a Jimin. Él sacó el arma y nos apuntó con ella. No sabía que hacer en ese momento, estaba temblando. Pero Jimin no parecía tenerle miedo y se mantuvo al frente para encarar la situación—hice una pausa al sentir un nudo en mi garganta. Me estaba costando seguir con la historia —. Todo fue muy deprisa, Namjoon sonreía de una forma aterradora mientras que Jimin parecía que en cualquier momento se tiraría sobre él y lo golpearía hasta la muerte. Pero no sé que me sucedió que, algo en mí me impulsó a no dejarme defender y afrontar mis miedos, y entonces, terminé molestando a Namjoon. E-es mi culpa Min Hwa, s-si yo no hubiera dicho nada, s-si Jimin solo me hubiera dejado y se hubiera ido con él... nada de esto habría sucedido—sollocé.

Me dolía decir aquello porque sabía que era cierto. Todo a mi alrededor siempre terminaba convirtiéndose en una desgracia para el resto.

—No digas eso, Kook... tú tenías miedo y quisiste defender a Jimin, la culpa es de Namjoon por no dejar a Jimin con su vida—asentí en silencio y limpié las lágrimas de mis mejillas con el dorso de la mano.

—D-después de eso estaba seguro de que sería yo quien recibiría el disparo pero no fue así. Jimin me empujó en el último segundo y unos policías que no sé aún de donde salieron inmovilizaron a tiempo a Namjoon para que la bala se desviase hacia abajo y no diera en puntos vitales, y...

—Y terminasteis aquí...—completó la historia, omitiendo algunos hechos que no sabía pero que eran irrelevantes.

Asentí y solté la mano del mayor para pasarla con desesperación por mi cabello, echando la cabeza hacia atrás en el respaldo y mirando hacia el techo.

—Yo... no sé que haré si no despierta, Min... No podría vivir sin Jimin... Todo lo malo que le sucede... es mi culpa...

—Vamos, Jungkook, no digas eso...— intentó replicarme, pero sus palabras salieron en un tono de lástima y compasión por mí.

Me sentí como una mierda al oírla. Tener que llamar a mi hermana, dejando su trabajo y quehaceres solo para venir a consolarme, no era lo que yo hubiera querido si se podía evitar. Pero no pude, y por ello me sentía inútil y un fracaso, por tener que embarrar a más gente con el charco de lodo y barro que yo mismo hacía de mi existencia. 

Simplemente, debería no existir.

—Debiste haberme dejado tomar esas pastillas en un pasado— la morena se levantó bruscamente horrorizada por mis palabras mientras me miraba incrédula.

—¿Qué estás diciendo? ¿Acaso perdiste la cabeza?—bufó molesta y me levanté de igual forma para encararla, con todo el peso de mi depresión y angustia siendo arrastrados.

—Si yo hubiera muerto él no estaría así ahora. ¡Si tan solo me hubieras dejado mo- !—su mano se impactó con fuerza sobre mi mejilla haciéndola arder en llamas.

—¡Deja de decir estupideces! ¿¡Necesito volver a regañarte por siquiera pensar en eso!?—gritó exaltada y yo solo la miré serio.

Estaba siendo un imbécil con alguien que apreciaba y no se lo merecía. Veía sus ojos cristalinos amenazar con soltar lágrimas, pero yo era una mala persona que de alguna forma siempre llegaba a trasmitir su dolor al resto a su alrededor. Era todo un canalla escrito en mayúsculas.

—Min Hwa, yo-

—¿Jungkook...?—mis ojos se abrieron de sobremanera al igual que los de la morena y ambos dirigimos la mirada hacia aquella voz ronca a nuestra derecha— ¿Qué está sucediendo?

Mi órgano bombeó con fuerza, queriendo salir de mi pecho para lanzarse a las manos de aquel hombre de rubias hebras que amaba con exasperación. Todos los viles sentimientos que me hacían quiere acabar con todo se esfumaron como granitos de arena arrastrados por una brisa que dejaba una reconfortante sensación de calma y, lo que segundos atrás estaba haciéndome querer desaparecer para siempre, ahora me decía que tenía una oportunidad de seguir adelante.

—Iré a... avisar a un médico...—la morena salió de la habitación tras decir aquello, dejándome en un estado de shock al no saber aún si todo se trataba de un sueño o terminaría mal como mi anterior ilusión.

Para serles sinceros, no sabía que hacer. Deseaba hacer muchas cosas, tirarme a sus brazos, oír su voz una vez más, besarlo, que él también me besara haciéndome sentir que estaba a mi lado. Sin pensarlo dos veces, me lancé a su cuello, rompiéndome en lágrimas de nuevo y llorando con más intensidad de lo que llevaba haciéndolo hasta ahora. Él se desestabilizó en la cama al haberse reincorporado segundos atrás y soltó una exclamación por la desesperanza que mis brazos desprendían.

Jimin había despertado. Él no se había ido de mi lado.

—J-jimin...

—Estoy bien, cariño, todo está bien—no estaba viendo su rostro pero suponía que el rubio estaba sonriendo mientras se dejaba hacer por mí.

No podría explicar nunca cómo fue el sentimiento que experimenté al saber que no volvería a estar solo. Tal vez, muchos lo asociarán con una sensación de alivio, pero lo que yo sentí no era solo eso, sino algo más profundo y que envarcó mi alma entera, una emoción que me hizo querer vivir incluso si minutos atrás yo deseaba la muerte más tortuosa, un sentimientos que yo podría definir como amor.

Y cuando volví a sentir su corazón latir a una velocidad rápida como el mío estaba haciendo, siendo capaz de notarlo al tener mi pecho pegado al ajeno, fue ahí, donde supe que ya nada volvería a ser como antes.

Tuve aquel sentimiento la primera vez que nosotros nos encontramos desnudos, pero algo en mi interior, aquella aguda voz en mi cabeza, me advirtió que no todo estaba bien. 

Cuando vi al mayor quedarse paralizado en medio de la calle, donde resultó no estar transitada a pesar de las horas y sintiendo como su brazo extendido chocaba contra mi abdomen impidiéndome avanzar, fue suficiente divisar el brillo de sus pupilas avellanas para saber que algo no estaba correcto. Confirmé aquella premonición cuando el moreno de Namjoon mostró el calibre y todos los nervios de mi sistema se tensaron por ello. 

Mi mundo pareció dar un gran giro y caer en picado ante mis ojos, mezclándose con la sangre del psicólogo que poco a poco abandonaba su cuerpo haciéndolo estar más cerca de su final. Supuse que perdí todo cuando vi la ilusión de Jimin en aquella pesadilla y el cómo la persona ante mis ojos fallecía sin dejarme opción a hacer algo por él. Fue doloroso. Una sensación horrible que enarcó cada centímetro de mi cuerpo casi dejándome sin oxigeno y que—de alguna manera— me hizo querer no haber existido nunca.

Hacía mucho tiempo que aquel vil pensamiento no rondaba mi cabeza, ese de hacer que las llamas del infierno en el que vivía se extinguieran y con ellas mi angustia. Pero la llegada de aquel chico rubio de bajos complejos consiguió abrir la puerta del tortuoso infierno, así, como también pudo abrir las puertas de mi corazón. 

Me salvó de la muerte, porque aún muchos crean que solo se puede fallecer con una agresión o dolor físico, no era cierto. Yo mismo podía confirmar aquello, cuando más de una vez no pude seguir adelante porque de pronto mi cuerpo colapsada buscando sentir un mínimo de contacto que necesitaba.

Y fue entonces cuando Jimin reapareció en mi vida, llevándome con él a diferentes lugares para que yo pudiera superarme y afrontar mi fobia. Sitios que al encontrarme a su lado consiguieron que desarrollara sentimientos por él, esos lugares que ahora habitaban en mi mente como buenos recuerdos y una etapa resplandeciente de mi vida. Una etapa que yo denominaría como "la superación".

Jimin llegó a mi como un ángel; mi ángel salvador. Me demostró que las personas homosexuales no eran siempre malas y que podía confiar en alguien en este mundo. Me mostró la primera sonrisa sincera y aquellas carcajadas melodiosas que se convirtieron en mi música favorita. Me hizo sentirme amado y querer amar, tocar a alguien y volver a poder sentir al resto del mundo exterior que no solo se encontraba entre las cuatro paredes de mi departamento. Jimin fue, es y será la persona más importante de mi vida y no tendría suficiente tiempo para demostrarle lo agradecido que estaba con él.

Y por eso lloré cunado abrió sus ojos e hizo aquella interrupción a mi disputa con mi familiar, dejándonos a ambos sin saber como reaccionar pero consiguiendo implantar una calidez inmensa en mi pecho al haber sido mi nombre la primera cosa que pronunció tras su despertar.

Min Hwa llegó minutos después con un médico que me hizo soltar el cuerpo del bajo y dejarle espacio para revisarlo. Tras varias preguntas al rubio que él contestó sin problema, el trabajador nos pidió a mi hermana y a mí que abandonáramos la habitación para poder hacerle una revisión al bajo.

Claramente, me negué. Yo quería ser el primero en enterarme de que sucedería con el psicólogo. Si cabría la posibilidad de que este pudiera irse de mi lado o si él estaba curado. Pero cuando hasta Taehyung y mi hermana intentaban sacarme a rastras de aquella sala, la única razón por la que accedí irme fue porque Jimin me prometió que todo estaba bien y que nos veríamos en unos minutos. 

No tuve más opción que asentir y salir por la puerta, guardando el recuerdo del chico pelirrubio sonriéndome con el pulcro camisón de hospital y sus claras hebras balanceándose al son del viento por la ventana abierta.

Esperé ansioso a los resultados, la impaciencia me estaba consumiendo y tenía por seguro de que si se tardaban más de media hora entraría de nuevo y ayudaría con lo que pudiera. Pero no hizo falta mi intervención cuando el medico salió de la sala y nos informó de todos los estudios realizados apenas unos segundos.

Él estaba bien, Jimin no iba a morir.

Se pueden imaginar como los hilos de agua salada volvieron a cubrir mis mejillas y abracé a la morena con felicidad, separándome segundos después para ir a ver al mayor.

—¡Jimin!—exclamé al verlo esperándome y corrí a su encuentro.

—Te prometí que todo iba a estar bien, Kook—asentí, acortando la poca distancia que nos separaba y uniendo nuestros labios para poder deleitarme con ese sabor a fresa que sus carnosos belfos dejaban tras su toque.

Sentirlo de nuevo me hacía saber que no nos separaríamos jamás.

[...]

Meses más tarde, cuando el invierno ya casi había terminado y las flores comenzaban a brotar llenas de vida, nosotros finamente terminamos de acomodar todas las cajas y maletas que antes se encontraban en mi departamento y, ahora reposaban en la casa del rubio.

Después de ese día en el hospital, Jimin tuvo que reposar allí por unas noches más para tener controlada su herida y que esta no se infectara. Yo comencé a trabajar presencialmente en el centro hospitalario y, por ello, cada rato que tenía, no dudaba en ir a hacerle compañía al mayor. Pero, nuestros momentos juntos, no duraban mucho y me sentía desanimado con ello. Por eso, cuando los médicos le dieron el alta a Jimin, haciéndolo caminar con muletas pero pudiendo salir de aquel lugar, no dudé en prepararle el mejor regreso a casa al pelirrubio, organizando una íntima cena con la que solo nosotros y las cuatro paredes de su hogar—ahora también el mío— seríamos cómplices del amor que nuestros corazones desbordaban al encontrarse unidos de nuevo.

El moreno fue arrestado el mismo día del incidente, al parecer había cometido otros delitos y por ello los tribunales no tuvieron problemas en ponerle una condena de 10 largos años bajo rejas. Sentí lástima por él. Si algo había aprendido es que las personas pueden cambiar y, aunque Jimin repitiera que él no cambiaría por mucho tiempo que pasara bajo arresto, yo aún conservaba una pizca de esperanza en el chico.

El año nuevo llegó y, con él, una gran celebración donde mi novio decidió que quería pasarlo junto a nuestros amigos, y así fue. Ese día nos reunimos todos en la casa del bajo, festejando hasta tarde y bebiendo casi hasta acabar en el suelo. Mi superior asistió junto a su pareja con la que dentro de poco llegarían al año de relación. Tuve la idea de invitar a Jogin y este asintió encantado —cosa que al psicólogo, no pareció agradarle la presencia del muchacho en toda la noche—. También, ese día se me fue mostrado a un chico pálido y de cabello negro, de bajos complejos al igual que el rubio y con unos ojos gatunos con los que parecía analizar cada centímetro de todo. Jimin me presentó a aquel sujeto como Min Yoongi, una de las otras personas que fueron a tomar el curso en París y con la que terminó teniendo una buena relación.

Tengo que admitir que saber que el mayor tenía una vínculo con otra persona me infundió el miedo de ser abandonado. Pero este no tardo en desaparecer al ver como el pálido mantenía sus distancias con mi pareja y lo miraba con respeto.

La noche fue increíble. A las 00:00 de la mañana y ya en otro año, el rubio juntó nuestros labios mientras comenzábamos a oír los fuegos artificiales. Sonreí en mitad del beso y lo rodeé por el cuello para intensificar la unión. Yo era más que feliz desde entonces y estaba seguro de que ese sería un gran año.

Tiempo después y en el mes de mayo, el más bajo fue capaz de caminar por sí solo, dejando las muletas de lado y aprovechando la movilidad para mantenerme en vela toda la noche. Disfruté cada caricia que propinó en mi piel y el como mi órgano latía por aquel hombre. Nosotros volvimos a juntarnos como si fuéramos completos extraños después de mucho tiempo.

Y, ahora, podría afirmar sin mentir que yo era feliz, viviendo al lado del chico pelirrubio de regordetas mejillas y demostrándonos nuestro amor casi cada día. Yo lo amaba y él me amaba a mí, no necesitaba saber nada más.

—Voy a tomar una ducha, ¿Te vienes?— sonreí al sentir unos brazos sujetar mi cintura y mi mejilla ser rozaba con un pequeño beso.

Por fin estábamos juntos. Mover todas las cosas de mi departamento al nuevo lugar había sido cansado y por ello ambos estábamos exhaustos pero satisfechos por nuestro trabajo. Asentí y lo seguí escaleras arriba, buscando desquitar mi cansancio con el jabón y el agua de la lluvia artificial, y lo que era más importante, estando a su lado.

[...]

—Jiminie— secando su cabello algo más oscuro, dejándose apreciar su pelinegra raíz, el mayor se volteó en mi dirección, encontrándome con aquella mata —ahora verdosa y de grandes hojas— entre las manos.

Le sonreí acercándome y él se detuvo en lo que hacía para prestarme atención.

—¿Recuerdas cuando me diste esta planta?—asintió, sonriendo con nostalgia y acercándose a apreciar la maceta ya crecida y con una hermosa flor carmesí— Me dijiste que la cuidara como pago a tus sesiones y... ahora, ya estoy curado por lo que te la devuelvo.

—Oh, Kookie, la había olvidado por completo— declaró avergonzado y tomó la aloe vera entre sus pequeñas manos para apreciarla con detenimiento—. Ha crecido mucho, hiciste un gran trabajo, cariño.

—La verdad es que creo que es una especie de planta mágica— desvió su mirada hacia mis ojos para que prosiguiera—. Cuando me la diste, estaba morada y seca, casi muerta— asintió en silencio—. A medida que pasaban los días y yo iba gustando de ti, la planta fue recuperando color y en el momento en el que admití haberme enamorado, la planta tuvo la primera flor— el rubio formó un "o" con sus labios en forma de exclamación para posar los ojos en aquella flor citada—. Parecía que todo este tiempo estuvo comprendiendo como me sentía y hasta el día de hoy lo sigue haciendo—Hice una pequeña pausa sin dejar de mirarlo cuando este conectó sus ojos avellanas con los míos y me sonrió con ternura—. Te amo, Jimin, te amo más que a nada en este mundo.

—Yo también te amo, Jungkook— se acercó y dejo un cálido beso en mi mejilla—. Creo que será mejor que la dejemos en la sala, ¿Qué te parec- ?

Interrumpiéndolo con mis belfos contra los suyos, lamí su labio inferior para darle paso a su lengua en mi cavidad bucal y comenzar una guerra de saliva. 

Jimin dejó mi boca vacía para depositar la maceta en el suelo y regresar a mis labios ahora con más pasión que antes. Introduje una mano por debajo de su camiseta y jadeé en su boca cuando sentí mi miembro semi erecto ser tomado sobre la tela y masajeado con delicadeza.

No hicieron falta palabras para entender lo que ambos queríamos, simplemente unos escasos segundos en los que nuestras pupilas se reflejaron en las ajenas y convirtiendo esa casta acción en el detonante a un mar de placer.

No supe en que momento ambos nos encontrábamos desnudos de nuevo y acostados en la cama matrimonial en la que ahora dormíamos juntos, sintiendo mi cuerpo arder en lujuria y siendo complacido cuando el mayor me penetró de una sola estocada sin preparación previa. Lo hacíamos tantas veces que yo ya me encontraba lo suficientemente dilatado para él.

—Eres delicioso, pequeño— susurró en mi oído a los segundos de entrar en mí y comenzar a moverse.

—T-tu me haces volverme delicioso— murmuré de vuelta, estremeciéndome al, Jimin, reír contra la piel de mi cuello y pasar a lamer la zona como si se tratara de un lindo pero caliente gato.

No bastaron más de cinco minutos para que mi orgasmo azotara en mi vientre y manchara mi abdomen junto al ajeno con un agudo gemido de fondo; agarrándome con fuerza a las sábanas y siendo estocado por varios segundos hasta sentir mi interior llenarse con la semilla del más bajo. Este último besó mis labios al terminar, saliendo de mí y abrazándome a su cuerpo. Me dejé hacer sin rechistar, amaba la manera tan tierna y cuidadosa con la que Jimin me trataba cada ocasión que nosotros hacíamos el amor. Me llegaba a sentir como alguien de la realeza o una pequeña figurita de cristal frágil. Pero lo que si tenía por seguro, era que mis sentimientos por el mayor y los suyos, eran la emoción más fuerte y verdadera que alguna vez pude sentir y, nosotros, siempre estaríamos unidos para mantener la llama de la vida del otro encendida, así, como la del amor irracional y la emoción por estar al lado de la persona a la que amas.

Y, a pesar de que esta historia esté llegando a su fin, Jimin y yo nunca terminaríamos, porque nuestras almas destinadas se reencarnarían en la otra vida para encontrarse y amarse de nuevo. 

Pero, oh, no se confundan, esto no es una historia dedicada al amor y los sentimientos, esta historia cuenta como, de una persona perdida, rota y desalmada como yo, Jeon Jungkook; alguien con un pasado tan sombrío y sin esperanza por vivir, pude salir adelante. De cómo bastó el apoyo incondicional de una única persona para sentirme bien de nuevo y el cómo yo había logrado superar mis mayores miedos. 

En momentos malos, hay que sonreírle a la vida y ,en los buenos, hay que brindarle esa sonrisa a personas que lo necesitan. Jimin llegó a mi camino para convertirse en mi sonrisa y gracias a él yo pude superar mi misofobia, siendo capaz de amar y de seguir adelante.

Y lo único que espero si has leído mi historia, es que no te rindas y sigas adelante. Porque nunca vas a saber cuando alguien va a aparecer en tu vida y a sonreírte de una manera en la que jamás te esperabas, haciéndote sentir como si la misma luz que irradia el sol no se comparara con esa persona que se convertirá en tu propio sol.

Afronta tus miedos por muy grandes y aterradores que estos sean, siempre habrá alguien ahí que podrá ayudarte a avanzar si sientes que no puedes seguir adelante por ti solo.

Supera tus miedos sin rendirte y ayuda al resto a superar los suyos.


Buenoooo.... Y, sin más preámbulos, aquí termina Misophobie ^^ espero q hayan disfrutado la historia y si llegaron a sentir lo que yo sentí al escribirlo mejor XD. Pero tranquilos porque aún queda una secuencia de epilogos y los agradecimientos, (no se libran de mi aún (~ ̄³ ̄)~ )
Quiero agradecerles ya de paso si han llegado hasta este punto de la historia. Muchas gracias por leer, gracias por los votos y los comentarios, estoy muy feliz de saber que podremos crecer con el paso del tiempo y no duden q seguiré esforzándome por mejorar.
Posiblemente haya un pequeño descanso en esta cuenta pero no será por mucho porque ya tengo otra historia a desarrollar y espero que también puedan leerla ^^
Gracias a todos y si les ha gustado la historia me ayudarían muchísimo si la compartirsen y la hicieran llegar a más personas.
En el apartado "agradecimientos" hablaré un poco más de la historia.
Nos vemos en la siguiente ^^

Swallowfixx

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro