Capitulum XXII

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Un escalofrío recorrió mi cuerpo, hacia frío. De a poco, mis ojos fueron abriéndose, pestañeando varias veces tratando de acostumbrarse a la tenue claridad que entraba por la ventana. El clima fresco de otoño se estaba haciendo presente y el susurro del viento por las calles lo confirmaba. Los árboles con sus hojas desprendiéndose y cayendo a las aceras para teñirlas de vivos tonos otoñales; los anocheceres oscureciendo la ciudad con más rapidez y los estudiantes comenzando sus clases después de unas largas vacaciones de verano. Pero, a pesar de los pocos grados que hacía en el exterior, mi cuerpo se mantenía envuelto en un aura de calidez esa mañana.

Tras despertarme, mi inercia fue removerme entra las suaves sábanas para comenzar lo que sería un día más de trabajo. La alarma de mi despertador no había sonado aún, extrañándome porque mi cuerpo no pedía dormir más y, a pesar de la temprana hora, decidí levantarme.

Mala decisión.

Moví mi cuerpo perezoso resultándome imposible avanzar entre las sábanas. ¿Pero qué…? Fue mi primer pensamiento. Algo o alguien rodeaba mi cintura y, al mirar hacia aquella zona, mi rostro ardió avergonzado al ser consciente de que no llevaba nada de ropa. Entonces, comencé a recordar.

¿Eso realmente había sucedido el día anterior? ¿Yo de verdad podría darme como curado de la misofobia al haber superado mi mayor miedo y entregado mi cuerpo al rubio? ¿Nada había sido un sueño?

No, y los fuertes brazos de Jimin rodeando mi cadera desnuda me confirmaban aquello.

Sentí el aliento cálido del chico en mi nuca provocando que todo mi vello se erizara y mi órgano latiera con fuerza en mi pecho. Esto era real, no era un  sueño o una ilusión, Jimin realmente se encontraba a mi lado, dejándome sentir su suave piel desnuda contra mi cuerpo y haciendo que la sonrisa más estúpida se formara en mi rostro acompañando al rubor de mis mejillas.

Quería gritar de felicidad. Tal vez las circunstancias que impulsaron ese acto de pasión no fueron exactamente buenas pero nosotros lo habíamos hecho, Jimin y yo nos demostramos nuestro amor con algo más que palabras y eso fue más que suficiente para hacerme saber que, amarlo, no era un error. 

La dulce forma en la que me infundió tranquilidad con sus besos; lo abrasadores que sus dedos se volvieron al recorrer cada centímetro de mi piel; su forma de mirarme como si yo fuera todo su mundo, y lo cuidadoso que fue el rubio con sus actos para que todo resultara perfecto para mí y no me asustara de más. Le agradecí aquello último, puede que no hubiera visto a la persona frente a mí por todo este tiempo pero si pude percibir lo mucho que el psicólogo hacía para que yo disfrutara de aquella experiencia que él más que nadie sabía que era un gran paso para mí y todo aquello me hizo sentirme seguro entre sus brazos, siendo bañado por su aroma y sabiendo que Jimin era el indicado. Amé la forma en la que me hizo el amor como si fuera mi primera vez y esperaba que, aquella sensación, se repitiera de nuevo.

Llevé mis manos a mi rostro acalorado al recordar los pasados acontecimientos. Era feliz, ahora si podía serlo por fin. Después de tantos años sumido en el mismo infierno, solo, vagado por una corriente sin rumbo que me hacía ahogarme más y más profundo cada día que pasaba, el pelirrubio resultó ser mi salvación y me sacó de aquella corriente amarga para endulzar mi existencia con sus sonrisas y besos. Y eso no solo lo hizo desde hacía un año, sino, llevaba haciéndolo desde más de una década, cuando la aparición del pequeño niño de regordetas mejillas vino a socorrerme aquella tarde en el parque al verme llorar. Park Jimin fue mi luz y mi guía desde un inicio y, aquella luz que pareció apagarse con le tiempo, ahora iluminaba mi alma más que nunca.

A lentos y cuidadosos movimientos, me giré para mirar su rostro tranquilo y sumido en un profundo sueño. Su respiración calmada me indicaba que se encontraba en los brazos de Morfeo por lo que no tardé en perderme en su rostro con total libertad. 

Lo admiré con un notable brillo en los ojos, recorriendo cada fracción de su cara para gravarla en mi mente como algo que nunca olvidar. Mis dedos cosquillearon bajo las sábanas por sentir su piel, viéndome segundos después delineando cada zona de su tez y sonriendo ante el grato sentimiento de su suave superficie. No podía estar más agradecido con el mundo por la oportunidad de apreciar al mayor en aquel estado de paz, siendo iluminado por la claridad de la mañana y haciendo que todo en aquel hombre luciera mucho más hermoso de lo que ya era. 

Sentí mi órgano bombear con fuerza y mi mente comenzó a analizar con emoción los sucesos de la noche anterior sin apartar mis dedos de sus mejillas.

El rubio me penetró con lentitud, haciéndome gemir adolorido en un principio y aferrarme más a sus hombros para aguantar el dolor. Nos mantuvimos unos minutos en esa postura, donde yo derramaba lágrimas que en el pasar del tiempo fueron unas bañadas de placer y que, por inercia y cansancio, el movimiento de caderas que realicé me hizo jadear en el oído del bajo, desencadenando lo que sería el mejor momento de mi vida.

Jimin comenzó dejando dulces estocadas en mi interior mientras mantenía su mirada fija en mí. Aquello me hizo avergonzar, sentir los penetrantes ojos avellanas del psicólogo no estaba ayudándome a mantenerme en mis cinco sentidos, y sentía como si en cualquier momento enloquecería por las placenteras sensaciones que comenzaban a implantarse en todo mi ser.

Una descarga eléctrica circuló sobre mi columna, provocando que jadeara con más intensidad y mi espalda se curvara. El mayor rozó aquel punto que la mayoría de personas describirían como "dulce" y eso, no pasó desapercibido por el de bajos complejos.

Aprecié la travesura en le brillo de sus ojos, dando lugar a una sonrisa ladeada y que el mayor golpeara con más fuerza aquel punto que me hacía querer gritar su nombre.

Lágrimas de estasis resbalaron de mis ojos cuando sentí mi estómago contraerse y un calor implantarse allí, avisando de mi próxima eyaculación. Todo se sentía tan bien, nunca había imaginado que, a parte del dolor, el coito pudiera brindar este nivel de placer que el rubio me daba. Era increíble y excitante, todo mi cuerpo reclamaba por liberar esa tensión en mi miembro que no tardaría en salir. 

Entre gemidos y jadeos, fui capaz de avisarle sobre la llegada de mi orgasmo. El chico asintió y, como si no fuera suficiente ya lo muy próximo que yo estaba de rozar las estrellas, Jimin comenzó a masturbar mi erecto con una de sus manos. Quería regañarle y decirle que se detuviera, estaba haciéndome sufrir de una manera que me estaba encantando pero que, por algún motivo, no me dejaba pensar con claridad.

Todo lo que se encontraba en mi mente en esos momentos era Jimin.

Jimin, Jimin, Jimin y…Mochi.

Mi pequeño y pelinegro amigo que ahora se había convertido en un lindo chico de rubios cabellos que llegué a pensar que disfrutaba de mi placentero sufrimiento. Si alguien me hubiera dicho años atrás que esto sucedería, realmente lo hubiera tomado por loco. Pero no era falso, todo eso sucedió y terminó cuando sentí como mi abdomen era cubierto por mi semilla entremezclada por la del mayor para después que este se levantara de la cama hacia el baño y limpiara mi abdomen con una toalla una vez regresó, acostándose a mi lado y envolviéndome con sus brazos hasta que ambos terminamos dormidos después de decirnos algunas palabras de amor.

Yo lo amaba, joder si no lo hacía. Cada sentimiento y sensación que el pelirrubio provocaba en mí solo me hacían querer chillar de felicidad cual adolescente y tirarme a sus brazos para demostrarle lo mucho que lo quería de una forma más allá de las palabras. Y no poder hacerlo, demostrarle al bajo lo muy agradecido que estaba con su llegada a mi vida y lo mucho que este significaba para mí, me frustraba de una manera increíble. Llegaba a sentirme culpable muchas veces cuando pensaba que no sería capaz nunca de darle la satisfacción que el mayor necesitaba y eso me entristecía hasta el punto de hacerme llorar. Pero ya no era así, yo me había encargado de mostrarle mis sentimientos, fundiendo mi alma con la suya a través de lazos invisibles pero indestructibles e, incluso, llegué a sentir como su corazón latía junto al mío, siendo uno, sin ningún miedo de por medio.

Y, entonces, lo sentí. Noté como las barreras impuestas a mi alrededor iban cayendo una a una, dejando una gran nube de polvo tras su derrumbamiento y una inmensa vista a lo que sería una nueva vida para mí. Todo el terror y los remordimientos se esfumaron de mi mente; los malos pensamientos y el asco a tocar a otras personas también parecieron desaparecer. Todo por lo que mi existencia llegó a parecerme un infierno ya no estaba, yo estaba curado ahora. Y lo sentí, sentí como si en mi cabeza algo hiciera un "click" que me indicaba que ya nada me dañaría nunca; que a pesar de las suciedad y los gérmenes de las cosas a mi alrededor, yo no podría ser contaminado nunca por estos; que pasara lo que pasara, Jimin estaría a mi lado para ayudarme a volver a levantarme y seguir mi camino. Porque eso fue lo que la unión de nuestros cuerpos rebosantes de emociones me transmitió en cada roce. Porque yo ahora podría hacer lo que quisiera sabiendo que el rubio estaba ahí.

Y no pude evitar cuando un sollozo se escapó de mis labios haciendo que quitara las manos del tranquilo rostro ajeno para cubrir mi boca intentando ahogar los gemidos de mi llanto. No sabía cuando había comenzado a llorar, pero en cuestión de segundos, mis mejillas se sintieron completamente húmedas y mi pecho tembló entristecido.

Si yo ya estaba curado de mi fobia, eso significaba que el psicólogo y yo tendríamos menos contacto, al menos en la parte paciente-profesional, pero lo tendríamos, y tener que verlo menos horas a la semana, me hizo sentir triste de pronto.

Intenté calmarme antes de que el pelirrubio despertara, siendo un intento fallido cuando noté sus ojos abrirse y mi cintura ser abrazada con más intensidad. Lloré en su pecho ahora.

—L-lo siento…

—¿Por qué te disculpas?—preguntó con su voz ronca, dejando suaves caricias en mi espalda.

—S-siento haberte despertado, no era mi intención…—respondí.

Agradecía que mi rostro se encontrara pegado a su pecho para que él no pudiera verme llorar directamente, no me sentía con ánimo ahora.

—¿Puedo saber por qué lloras?—una de sus manos se dirigió a mi cabello para comenzar a acariciarlo, brindándome el cariño que necesitaba en ese momento e inconscientemente me sumergí más en su torso desnudo, rozando con mi nariz la piel de aquella zona y provocando que mis fosas nasales se inundaran con su fragancia a cítrico y menta.

—Y-yo…

—Tranquilo, ¿si? Estoy aquí— asentí y me separé un poco de él aún sin mirarlo. Sentí sus pequeñas manos acariciar ahora mis mejillas, retirando los rastros salados de estas.

—Y-yo estoy curado Jimin…—comenté y el rubio sonrió por ello, abrazándome emocionado.

—Eso es genial, cariño—besó mi frente para mirarme aún con esa perlada sonrisa que se fue borrando poco a poco al verme llorando todavía—. ¿Pero…?

—P-pero eso significa que ya no tendré que ir a verte a tu consulta cada semana y-y no quiero eso, Mochi, y-yo quiero verte todos los días y besarte y-y…—lo miré con desespero. Jimin me dio una mirada tranquilizadora que me hizo sentir en calma de nuevo— Yo no quiero sepárame de ti, no quiero que esto termine, quiero verte a diario.

—Y lo harás— comentó haciendo que mi corazón comenzara a latir frenético de nuevo. Pero mis esperanzas decayeron cuando fui conscientes de que, sus palabras, eran algo imposible.

—No podemos vernos todos los días por más que queramos, es… imposible, Jimin.

—La verdad es que no— dijo y lo miré confundido. El mayor se separó para sentarse en el borde del colchó rascando su nuca con notable nerviosismo de pronto. 

¿A caso sucedía algo más que no sabía?

—¿Sucede algo?

—Verás…la oportunidad de que nos veamos a diario no depende tanto de mí, sino de ti, Jungkook— declaró y entonces me sentí realmente perdido. No estaba entendiendo a que se refería.

Sin importarme mi estado de desnudez al igual que el suyo, me paré sentado sobre la cama para mirarlo. Él se mantenía con la mirada nerviosa puesta en su regazo y no saber el motivo estaba inquietando algo en mi interior.

—¿Yo? ¿Por qué?

—Quería decírtelo más tarde, tal vez resulte algo apresurado pero…¿Te gustaría venirte a vivir conmigo?— se giró a mirarme y mi rostro no pudo estar más sorprendido— Sé que tampoco llevamos mucho tiempo juntos pero, estoy seguro de que no quiero separarme de ti y no soportaría no verte todos los días— tomó mis manos para entrelazar sus pequeños dedos con los míos—. Y…¿Bien? ¿Aceptas?

—¿Lo dices en serio?— cuestioné a lo que asintió. No pude contenerme más y mis brazos se encontraron rodeando su cuello mientras que mis labios se unían a los suyos con desespero.

La sonrisa que se pintó en mi rostro fue la suficiente respuesta para el mayor, quien respondió a mis feroces belfos, agarrándome de la cintura para que ambos no cayésemos de la cama.

Y, por milésima vez en lo que llevaba de vida compartida junto al rubio, sentí el mayor grado de felicidad bañar mi organismo, siendo consumido por alegría desbordante que hacía a mi corazón bombear emocionado.

Después de eso, pueden imaginarnos como si nos trataramos de Adán y Eva, pecando por el resto de la mañana al haber probado la roja manzana el día anterior. No nos separamos, al contario, volvimos a unirnos una y otra vez, con nuestros órganos felices y nuestros cuerpos calientes ignorando la temperatura fría en el exterior. Y tras terminar varias rondas donde mi cuerpo terminó sintiéndose más pesado de lo habitual, tomamos una ducha juntos que me hizo aprender la lección.

Nunca, bajo ningún concepto, le prives de un polvo en meses a un adicto al sexo porque, cuando vuelva a poder hacerlo, arrasará con todo lo que haya por delante. Yo era el claro ejemplo de ello y cada marca rojiza en mi piel lo demostraba. Pero no voy a negarles que lo disfruté la primera vez sintiéndolo en mi interior como disfrutaría las muchas otras que lo hiciéramos en un futuro. Porque nosotros siempre estaríamos juntos y nuestro amor no se pedrería con los años; se reforzaría al mantenernos unidos.

[...]

Sentir la brisa otoñal golpear mi rostro me hizo sentir como que el mundo ahora era completamente mío. Pero, si aquel pensamiento fuera cierto, no me importaba en lo absoluto. Porque lo único que yo quería poseer era al más bajo quien ahora caminaba a mi lado con sus pequeña mano entrelazada a la mía y dejándome sentir su calor. Yo no podía evitar dejar de sonreír como un total enamorado.

—Está empezando ha hacer bastante frío últimamente—comentó, apretando con más fuerza nuestro agarre.

—Si, no me gusta nada el frío, solo trae desgracias y más facturas de calefacción—bufé con molestia al ser consciente de la veracidad de mis palabras. Pero la amena risa de mi acompañante hizo que cada molesto pensamiento desapareciera y me girara a míralo en busca de la razón de su risa.

—Sigues igual que de niño, mi pequeño Kookie.

Como si mi cuerpo entero fuera un volcán en erupción, mi rostro se coloreó de un ardiente rubor carmesí por su apodo. Amaba oírlo llamarme así de pequeño, ahora era algo incómodo volver a escucharlo y más de aquella boca.

—N-no me llames así, idiota— me quejé, golpeando su hombro y sintiéndolo carcajear con más fuerza a mi lado, provocando que apartara la mirada avergonzada hacia el suelo.

—¿Por qué, pequeño? ¿Te avergüenzo?

—Cállate, tu eres el más pequeño de los dos aquí— volteé mi rostro para sacarle la lengua de una forma infantil.

Llegué a enamorarme de la forma en la que Jimin y yo discutíamos por este tipo de cosas. Era agradable poder hablar de temas triviales con alguna persona y al mismo tiempo sentir su calor entremezclándose con el mío. Era una sensación agradable y que había añorado por mucho tiempo.

—¿A quien llamas pequeño, mocoso…?—dejó de andar, poniendo un brazos en frente de mí para que yo tampoco continuara. Lo miré confundido— Mantente detrás de mí, ¿Entendido?— deshizo el agarre de nuestras manos, provocando sentir el frío de pronto azotar contra mi palma y mirarlo con una interrogación en mi rostro.

Pero Jimin no me miró, él mantuvo su vista en algún punto fijo algo más adelante de nosotros y sus ojos desprendían una mezcla de miedo y defensa. Estaba en estado de alerta y no sabía cual era la posible amenaza a nuestro alcance para su repentino actuar protector.

—¿Qué?—Le pregunté sin obtener respuesta—Jimin, ¿Qué sucede?

—Si, Minie, ¿Qué sucede?— todo mi cuerpo tembló al escuchar esa conocida voz áspera y asustado levanté la vista.

El moreno de Namjoon se encontraba frente a nosotros, con una sonrisa cínica frunciendo sus secos labios y sosteniendo algo por detrás de su espalda. Entendí porqué el rubio se había alertado en cuestión de segundos, yo no había sido capaz de presenciar al sujeto frente a nosotros sin que éste hablara primero. 

Me llamó la atención las manchas negras debajo de los ojos de aquel hombre más alto y el especial brillo en sus opacos ojos, desbordantes de seguridad y algo de odio. Entonces, me miró, y al sentir como nuestros ojos conectaban, algo en mi pecho se oprimió, causando que mi respiración cesara por escasos segundos.

—Namjoon—adelantando un paso y dejándome apreciar su pequeña espalda, el mayor declaró con una voz profunda y autoritaria que me hizo estremecerme.

Sabía que lo que internara aquel sujeto no traería nada más que problemas, pero lo que yo desconocía, era el porqué el psicólogo actuaba de aquella forma frente aquel. No quería pensar mal de nadie, tal vez Namjoon solo viniera a disculparse por su anterior amenaza o a dejar el hacha de guerra entre él y yo que yo en ningún momento ansié levantar. Pero este mundo podía llegar a albergar personas muy enfermas y con mentes dañadas y él se trató de una da esas cabezas.

Sonriendo con la diversión bañando sus ojos, el hombre reveló finalmente qué era lo que portaba a sus espalda, provocando que tanto Jimin como yo retrocediéramos asustados. 

Un arma.

Una pistola de medio calibre fue alzada en nuestra dirección. No supe como actuar ante ello, todo se volvió gris en cuestión de segundos y lo que sería una linda mañana al lado del mayor se tornó completamente negra, haciéndome tragar con dificultad ante la situación en la que nos encontrábamos.

—¿Por qué tembláis? ¿Acaso tenéis miedo de algo?—rió por su mal comentario y se paró a mirarnos detenidamente con la sonrisa de lado— Avisé de que no os dejaría estar juntos. Si Park no es mío, no será de nadie.

—¿Por qué haces esto, Namjoon?—le preguntó con un tono desafiante pero calmado. No podía entender cómo incluso en el momento en el que le apuntaban con un arma, él seguía actuando de esa forma, como si quisiera molestar al agresor— Tengo entendido que no es por amor, tu no me amas—afirmó y el moreno hizo una mueca con desagrado, suponía que el rubio había dado en el clavo y eso me sorprendió bastante—. Entonces, ¿Por qué?—cuestionó nuevamente.

—Eres divertido, cariño. Contigo las sensaciones son más placenteras que con ningún otro. Me gusta tenerte para mí solo—afirmó sin problema.

Mi cuerpo tiritó de nuevo, ya no sabía si era por el miedo o por el frío del viento, porque su comentario me había dejado helado. Escucharlo me hizo pensar muchas cosas. ¿Había algo que de verdad me aseguraba que Jimin se quedaría a mi lado? ¿Qué yo no era solo un juguete más como el moreno había declarado antes? ¿Él de verdad me amaba? Yo ya no sabía nada y el terror infundido por el cañón de aquel arma no me estaba dejando pensar con claridad.

Pero no, yo no tenía nada a que temerle. Algo en lo más profundo de mi corazón me afirmaba que el más bajo me quería de la misma forma en la que yo lo hacía y que pasara lo que pasara sus toques y besos seguían siendo sinceros. Y no debía mostrar miedo de nuevo, había dado un gran paso en mi vida y ese fue el de afrontar mis demonios más interinos. Si este asunto también le influía al mayor entonces con más razón debía pelear.

—Él no está disponible.

—Jungkook…—dando una zancada, conseguí reunir valor enfrentar a la persona frente a mí. Jimin advirtió mi nombre sorprendido y entonces lo miré, viendo por primera vez el miedo en sus ojos.

Él estaba asustado ahora y sabía el porqué, pero no retrocedería y me dejaría salvar una vez más por aquel sujeto en la que mi existencia solía girar en torno. Esta vez no, porque algo me decía que lo protegiera con mi vida si fuera necesario. Y así lo haría.

—Vaya, vaya, la princesita tiene boca— una mueca de desagrado se implantó en mi rostro cuando Namjoon se acercó a lentos pasos hasta tenerme en frente y pasar el frío metal del arma por mi cuello.

La saliva dolió como si fueran cuchillas al resbalar por mi garganta. Pero no temblé ni agaché la cabeza, yo no iba huir esta vez refugiándome en una enfermedad de nuevo. Mi yo de ahora no haría eso.

No iba a negar que lo único que deseaba en ese momento era salir corriendo con el rubio y escondernos en un lugar lejano para abrazarlo y llorar dejando el terror fluir con mis lágrimas. Ya había perdido la noción del tiempo que había trascurrido desde que el moreno se paró frente a nosotros. No sabía qué hora era o qué era lo que sucedía a nuestro alrededor. Lo único que lograba hacer era pensar en la forma de distraer al sujeto y tomar al mayor para correr en busca de algún policía. Necesitaba tiempo para pensar y Namjoon no me lo estaba dando.

Gruñó con molestia en mi oído y se alejó de nuevo. Solté el aire de mis pulmones al ver su amplia espada alejarse, dejándome unos segundos para pensar con claridad la solución.

—Tienes razón—habló interrumpiendo mi plan y se giró sonriéndome. Temblé por su sonrisa—. Él esta distraído con su nuevo juguete, y cunado un niño malcriado se encariña con algo, hay que quitárselo.

Lo siguiente que recuerdo fue todo volverse borroso de pronto. Fue tan rápido, todo tan simétrico como si esta parte de la historia ya hubiera sido escrita desde mucho antes que el inicio y estaba predicho que yo nunca tendría un buen final. 

El hombre moreno alzó su mano sosteniendo el arma, apuntándome con ella para, después, oír un "Bang" y que segundos más tarde el Namjoon se encontrara en el suelo siendo sujetado por dos policías con los que comenzó a forcejear en vano.

Traté de entender que sucedía, me sorprendió que no sintiera dolor, la bala debería haber internado en mi cuerpo, perforándome la piel y dejando un rastro de sangre tras de sí. Pero eso no había sucedido y las sospechas que saqué me hacían no querer mirar hacia el lugar en el que el impacto de la bala debía haber llegado.

—Jung…kook…—fue lo que escuché entes de sentir como el cuerpo del bajo se desplomaba a mi lado y entonces me atreví a mirarlo.

Mis ojos ardieron ante la aterradora imagen a mis pies, todo estaba resultando convertirse en mi peor pesadilla. Estuve tan sumido en el estado de shock que no había sido consciente en el momento en el que el mayor empujó mi cuerpo, sacándome de la trayectoria de la bala para terminar siendo él quien recibiría el impacto. Si se podía llamar suerte, aquellos agentes de policía que tampoco había sido consciente de su llegada, fueron justos en el momento en el que bloquearon al más alto y el proyectil desvió su rumbo hasta el muslo del rubio. Pero el rojizo líquido que no dejaba de brotar de su pierna no me trasmitía un buen presentimiento. Era médico y conocía sobre las heridas, esta agresión, podría matar a Jimin.

—¡Eh! ¡Chico!—uno de los agentes me gritó haciendo que lo mirara con las lágrimas brotando de mis ojos— Una ambulancia viene ya hacia aquí, tu amigo se pondrá bien.

Caí de rodillas al lado del cuerpo del hombre al que amaba. Esto no podía estar pasándome, no a Jimin, yo no podía hacer nada.

Y, entonces, me paré a pensar; eso no era cierto, yo sí podía hacer algo para detener la hemorragia del psicólogo y no dudaría en ponerlo en practica.

Sequé mis mejillas con brusquedad, no iba a quedarme de brazos cruzados cuando todo lo que tenía podía llegar a desaparecer e hice sentarse el mayor con las piernas estiradas provocando que un quejido se escapara de sus labios.

—¿Estás mareado? ¿Sientes que todo te da vueltas?— pregunté, quitándome la chaqueta que llevaba para fabricar un torniquete y detener el sangrado.

No me importó que hiciera frío y el viento calara hasta mis huesos, si luego enfermaba no importaba, solo la vida del rubio importaba ahora y yo me encargaría de atenderlo hasta que la ambulancia llegara a socorrernos.

—E-Estoy bien, no me siento mal...—se agarró a mi hombro sobre la camiseta de manga corta que llevaba y observé como intentaba sonreírme cuando ese gesto se convirtió en una mueca de dolor— Vas a... enfermarte... ponte la chaqueta...—lo ignoré y desgarré la prenda de ropa para hacer una tira de tela.

Jimin soltó una leve risa por mi falta de atención hacia sus palabras y sentí como su respiración se volvía más pesada a cada segundo. Si seguía así, no llegaría al hospital estando consciente.

—Jimin, eh—lo llamé al ver como cerraba sus ojos tratando de aguantar mejor el dolor. Pero simplemente no podía dejar que se durmiera o estaríamos perdidos. Lo sujeté del rosto para que me mirara, él abrió sus ojos con dificultad y los conectó con los míos—. Quédate conmigo, ¿Si? Estarás bien, no te duermas.

—Pero...tengo sueño, Jungkook...

—Lo sé, pero no puedes, aguanta un poco, pequeño, solo... un poco más— contuve un sollozo y él asintió.

Estaba destrozándome verlo en ese estado, rodeado de un charco rojizo y agonizando por la tortura que le suponía la herida abierta. No podía distraerme y hacer lo que quería, cargarlo en mis brazos y llevarlo directamente a un centro hospitalario para atenderlo en condiciones. Solo negué con la cabeza y levanté con delicadeza su muslo magullado, amarrando el trozo de chaqueta por encima de la herida y escuchando como volvía a gemir dolorido. 

—Ya está...— sentí mi ser romperse cuando los jadeos en busca de aire se escucharon más costosos en él.

Yo había conseguido sulfurar el flujo de sangre, pero eso no impedía que de alguna forma Jimin no pudiera con el líquido perdido y se desmayara en cualquier momento. Tenía miedo, estaba asustado y por más que deseara ser yo quien recibió aquella bala, ahora no podía cambiar el pasado.

Y como si mi mente quisiera atormentarme, provocando que me rompiera frente al rubio, todas las imágenes y recuerdos al lado de aquel chico se fueron reproduciendo una a una, momento a momento. Los reviví todos, en cada latido un recuerdo al lado del mayor, memorias que me hacían desesperar más en cada pulsación y que estaba seguro de que si no se detenían sufriría un ataque de nervios.

Pero las sirenas de la ambulancia se hicieron audibles junto con la aparición de una patrulla de policía. Los enfermeros comenzaron a bajarse del auto, acercándose a nosotros y cargando a Jimin en una camilla para regresarlo al vehículo y partir hacia el hospital donde sería tratado. Me subí con él y di varias indicaciones a los médicos allí quienes se sorprendieron con mi actuar.

—¿Es usted médico?—preguntó uno de los hombres mientras pinchaba el suero en el brazo del rubio.

—Cirujano, si. Debemos darnos prisa, perdió mucha sangre— comenté y ambos hombres asintieron.

Solo deseaba por que llegáramos a tiempo y poder salvar al rubio...

[...]

—Gracias por su ayuda, Dr. Jeon— una de las enfermeras reverenció ante mí y salió de la sala.

La seguí por detrás soltando un gran suspiro, habíamos trabajado a tiempo y el psicólogo ahora se encontraba  durmiendo en una de las habitaciones del lugar. Sentía un peso menos oprimiendo mi pecho, Jimin estaba atendido y descansando en una camilla, esperando a despertarse con algo de dolor seguramente. Pero tuvimos que extraerle la bala en el quirófano y la herida aún era muy reciente por lo que podría infectarse y llegar a... morir...

No quería pensar en eso, yo solo deseaba sentarme junto a él y sostenerle la mano para llorar en silencio hasta que abriera sus ojos. Para ello debía quitarme el uniforme de quirófano que llevaba y lavarme antes de pasar a verlo.

—¡Jungkook!—la voz de mi superior resonó en los pasillos de la planta haciendo a todos los presentes voltearan a mirarlo correr por el lugar— Gracias a dios que estás bien—llegó hasta a mí y me examinó de pies a cabeza con preocupación—. ¿Qué ha sucedido? Oí que Park recibió una bala y-

Me sentí tan mal de pronto que la única manera de mantenerme en pie fue aferrarme al cuerpo del pelimenta y llorar en su hombro. Llevaba todo este tiempo conteniendo el malestar en mi interior para dejarlo salir una vez estuviera seguro de que Jimin estaba bien pero yo...ya no podía más...

—Kook...—me rodeó con sus brazos, dejándome desahogar en su hombro— Tranquilo...puedes llorar todo lo que quieras...

—N-No lo entiendo, Tae, y-yo debía ser quien recibía esa bala, no él... —aclaré en murmuros rostros.

—¿Cómo? ¿Park se puso en medio para que no te dispararan?—asentí en silencio, sollozando más alto. El chico acarició mi cabello para intentar calmarme— Tal vez si me equivoqué con él...—fruncí mi ceño al escucharlo, separándome escasos centímetros para mirarlo.

—¿A-A qué te refieres?

—Park no me agradaba en absoluto. No sé, lo veía como una mala persona para ti y algo me decía que desconfiara de él— dijo—. Pero ya veo que él de verdad te ama como tú lo haces, estoy feliz por eso. Aunque las circunstancias para demostrarlo no fueron las mejores, yo de verdad desconfiaba de él porque creía que escondía algo contigo— sinceró y entonces mordí mi labio recordando la disputa cuando descubrí que él era alguien que ya conocía—. Pero no es así al parecer, me equivoqué con él, le debo una disculpa, fui un idiota.

—S-si, los dos os comportabais de una manera infantil siempre, pero eso no importará s-si él...—mierda.

Las lágrimas brotaron con más intensidad antes las desagradables imágenes que surcaron mi mente. Él no podía morir, no podía dejarme ahora, él no...

—Shh —Taehyung volvió a acercarme a su cuerpo y no dudé en aferrarme de nuevo—. Él estará bien, ya lo verás...

—E-espero que tengas razón, Taehyung, y-yo de verdad lo amo...

—Lo sé.

—N-no podría vivir sin él...

—Lo sé.

—L-lo amo...

— También lo sé Jungkook, estoy seguro de que Park también lo hace y podréis amaros todo el tiempo que queráis cuando despierte y esté bien— ahogué un gemido al pensar sobre las últimas palabras del pelimenta.

¿Y si de verdad el no llegaba a despertar nunca?

¿Y si su herida se infectaba y aquello llegaba a matarlo?

¿Y si yo no volvía a verlo, a oír su voz o a sentir su calor en las mañanas frías de otoño?

Lo necesitaba, por dios si lo hacía. Jimin era lo más necesario en mi vida. No. Incluso, más que eso, él era mi vida misma y la razón de mi existencia.

Llegó cuando menos me lo esperaba, portando esas gafas de pasta negra y con el aura a profesional rodeándolo. Me preguntó con su dulce voz si podía sentarse y así lo hizo. Fue una acción insignificante para muchos pero aquello se convirtió en el principio de mi historia con el mayor y, gracias a él, pude volver a encontrarle el motivo a la vida. Porque yo me había perdido hacía mucho tiempo, solo vagaba sin ningún rumbo a la felicidad y aquello no fue necesario cuando el más bajo apareció. Bastaron una sonrisa y unas palabras para convencerme en ir a visitarlo a su consulta. Yo no confiaba en nadie, pero el pelirrubio me dio esa sensación de calidez y bienestar que solo mis progenitores lograron otorgarme y, una vez mi corazón golpeó con fuerza a causa de él por primera vez, ya no hubo vuelta atrás. 

Y lo preferiría así una y mil veces. Por muy mal que lo estuviera pasando ahora; por mucho que deseara morirme para que esto nunca hubiera pasado, yo elegiría conocerlo una y mil veces más, aunque nuestro destino fuera el mismo y termináramos en este punto, yo lo elegiría a él en mi vida, en esta historia y en la siguiente. Estábamos destinados, algo me lo decía, yo lo sabía y tanto mi mente como mi corazón concordaban con eso.

Yo estaría con Jimin para siempre aún si no era en esta historia.

Con todos los acontecimientos no ví el momento en el que la noche cubrió el manto azulado y, una vez más, me senté frente a la ventana para llorarle a la luna mis penas y que ella me consolara de alguna forma. La única diferentica era que esta vez la venta pertenecía a un hospital y el cuerpo inerte del más bajo descansaba en una camilla a mi lado, con sus vitales constantes pero débiles y el sonido de la máquina a un lado dejando resonar el molesto "Pi" por toda la sala, dando a indicar que su corazón, aún latía.


No me maten por favor!! No lo había dicho antes pero no me gustan los típicos finales felices así q… Les recomiendo q esperen el próximo capítulo q será el último y luego una secuencia de epilogos.

Lo se, está historia está llegando a su fin y estoy triste por ello peor no va a ser eterno (╥﹏╥)

Si les  gusta la historia me ayudarían mucho si la comparten y la votan. muchísimas gracias por las personitas q ya lo hacen así q, sin decir más, me iré lentamente, a clase, porq estoy escribiendo este comentario del autor mientras estoy en clase 😅

Nos vemos y gracias por su apoyo ( ◜‿◝ )♡

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