➳Capítulo 26: Por esto odio los hospitales

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Al contrario de lo que estábamos acostumbrados, no esperamos largas filas para poder entrar al hospital. Simplemente bajamos, di la contraseña que me habían dado cuando anoté a JungKook en la recepción y un doctor con una sonrisa radiante vino caminando hacia nosotros luego de unos minutos. 

Tenía el pelo rubio platino, casi como el de JiMin, pero con un tono castaño en las puntas. No traía bata, pero en su uniforme tenía bordado su nombre en letras coloridas, y este estaba decorado con un sol sonriente al lado. 

De alguna forma, el dibujo se asemejaba a él. 

—Buenas noches, ustedes deben ser los Kim— me miró sonriendo tanto que lo admiré al ver que sus mejillas ni temblaban. Yo asentí, agradeciendo que no hubiera mencionado nada de mi situación, pero en parte sabiendo que probablemente NamJoon también se lo había avisado, considerando que prácticamente me metió el nombre del doctor por la garganta.—Soy Jung HoSeok, a su servicio. 

—Es un gusto, doctor Jung— me estrechó la mano y empujé la silla de JungKook luego de soltarlo.—Él es mi hermano, JungKook. 

HoSeok lo miró y extendió una mano hacia él. 

—Es un gusto, JungKook-ssi. 

Mi hermano vaciló, pero estrechó la mano del doctor, cortés como nos habían criado. 

—I-Igualmente, doctor. 

HoSeok nos miró a ambos antes de girarse e indicarnos que lo siguiéramos. 

—El consultorio está por aquí. Adelante.

Tres puertas más abajo de donde estábamos, él abrió la que estaba contigua y nos dejó pasar primero. Yo llevaba a JungKook empujándolo, porque ya veía que seguía con su pseudo-berrinche de la noche e igualmente me pediría que lo hiciera. Ojo, no me quejaba, pero realmente me seguía pesando el hecho de que no me hubiera dicho directamente qué es lo que le pasaba. 

¿O quizás yo era demasiado malo para leerlo y ya me lo había hecho saber? 

Pensé en ello mientras entrábamos al lugar que era tan colorido como las letras del uniforme de HoSeok, e incluso un poco más que un salón de preescolar. Todo estaba pintado como si fuera un bosque o algo así, y aunque fuera muy bonito, mis ojos se quedaron doliendo por el amarillo intenso que tenían algunas flores. 

HoSeok cerró la puerta detrás de nosotros y yo ubiqué a JungKook cerca de la camilla. 

—Bien, ¿por qué no empezamos?— se colocó un estetoscopio al cuello, para luego frotar sus manos.

Volví a cargar a JungKook por la espalda y las piernas, aprovechando que era delgado, para acarrearlo hasta la camilla. Él se acostó completamente inmóvil, con los ojos pegados a la nube que estaba llorando en el techo. 

Me hice a un lado, pero me quedé cerca por si necesitaran más ayuda, mientras el doctor comenzaba su revisión rutinaria. Apoyé mi espalda contra la pared, cruzando mis brazos sobre mi pecho. 

—Dime, JungKook— comentó, mientras encendía una luz para ver dentro de su garganta.—¿Tienes algún fisioterapeuta? 

Mi hermano asintió. 

—Sí... Yugyeom, pero no he ido con él hace unas semanas. 

HoSeok le revisó los latidos del corazón, pidiéndole que tomara grandes bocanadas de aire. 

—Ya veo. Hizo un buen trabajo, tienes brazos muy fuertes— sonrió, bajando el estetoscopio.—También veo que tus piernas lucen saludables. ¿Úlceras? ¿Problemas para ir al baño? 

JungKook se mordió los labios, y negó lentamente con la cabeza. 

—Todo... está bien. 

—¿Supongo que tu hermano te ayuda con los ejercicios diarios?— me miró de soslayo y hasta me sentí un poco mal por asentir siendo que yo solo los hacía cuando tenía tiempo. El resto de la semana, TaeHyung le ayudaba ya que me había pedido que le enseñara a hacerlo. 

Dios, TaeHyung era un ángel. 

El doctor continuó haciendo unas preguntas sobre su cuidado en general y yo repetí lo que siempre decía en todas las consultas. 

Terminamos antes de lo que creí, y mientras nos recetaba unos medicamentos por el dolor de cabeza que JungKook presentaba a veces, sentí un peso abismal ser levantado de mis hombros. 

Ahora ya tan solo debía llevarle los documentos a la asistente social y nos dejarían en paz, JungKook permanecería conmigo y KimCo me pagaría dinerales con los que pagaría la cirugía que mi hermano tanto deseaba. 

Me sentía optimista, y quizás eso se reflejó en mi rostro cuando HoSeok me pasaba la hoja, porque me sonrió también. 

¿Este hombre no se cansaba de sonreír? 

—Yo lo veo todo en orden. Pero debo preguntar, ¿es paraplejia traumática?

Yo me apresuré a contestar, ya que estaba con mi racha de alegría y buena suerte. 

—Así es, pero me han dicho que es tratable, ¿no? 

HoSeok levantó ambas cejas. 

—Bueno, eso depende de las vértebras que estén lesionadas...—

—Probablemente eran las lumbares, ¿no?— le pregunté a JungKook y este abrió la boca. Sin embargo, no le dejé hablar.—Eran las lumbares. 

—Existen métodos, sí. Sin embargo, debería analizarse primero la estructura de su columna y luego ver si una cirugía sería útil. 

—¿Podríamos... hacer eso? Es que hacerse una sería alentador para Kook. 

—Hyung...—

—Sh, JungKook. 

El doctor asintió, golpeando un dedo contra la mesa. 

—Te dejaré un pedido para hacer una radiografía y luego mostrársela a nuestro traumatólogo. Pero por lo que pude notar, todo está bastante correcto.

—Eso es un alivio, ¿no es así, Kook?— le pregunté emocionado, y él asintió, sin ninguna emoción.

No lo comprendía. ¿Por qué no estaba animado también? 

—Bueno, Jin-ssi, JungKookie, ha sido un placer. No se preocupen, todo está bien. 

Tal y como nos recibió, HoSeok nos despidió hasta el pasillo, y con JungKook regresamos por donde había venido, en un silencio demasiado extenso para mi gusto. 

Mi preocupación por él paulatinamente se convertía en exasperación a medida que avanzábamos.

Todas las posibilidades estaban a nuestro favor. Por primera vez la vida nos sonreía otra vez, ¿y JungKook se la pasaba haciendo caras feas y muecas a todo?

No era justo. No era justo para mí ni para él. Ni siquiera para TaeHyung, quien lo cuidaba todos los días. 

Miré la parte de arriba de su pelo con desdén, sabiendo que todavía tenía esa expresión amarga en el rostro incluso después de escuchar las grandes posibilidades que tenía de poder volver a caminar.

—Oye, ya déjalo, ¿quieres? 

Llegué a la puerta y esta se abrió automáticamente. El ligero viento de afuera nos revolvió a ambos el cabello, y yo busqué con la mirada el Mercedes. No estaba. Probablemente vendría enseguida. 

—Lo siento, su majestad— contraatacó, siseando apenas. 

—Cuidado con quién hablas, JungKook. Soy tu hermano, pero sigo siendo mayor. 

Mi rabia estaba burbujeando fácilmente por encima de mi empatía, y realmente tenía miedo de que la ahogara por completo. No quería terminar gritándole o diciendole algo hiriente, por lo que saqué mi teléfono para darle una llamada a YoonGi. 

Empero, escuché claramente como bajaba el volumen de su voz y susurraba un:

—Me vale. 

Oh, no. 

Me detuve en mi lugar abruptamente, parando las ruedas con un pie. Me incliné sobre él hacia el costado, para que estuviéramos cara a cara. 

—Te oí. 

—¿Quieres una disculpa? 

—JungKook, detente. 

—¿Por qué lo haría, hyung? ¿Qué vas a hacerme si no? ¿Dejarme aquí? ¿Tirarme a la calle? ¿¡Decirles a nuestros padres muertos que soy una carga para ti!? 

Su arrebato en vez de alivianar mi coraje, lo intensificó, entremezclándose con los sucesos e incertidumbres del día. 

Estaba agotado, confundido y preocupado. Y era mejor sentirme furioso con mi hermano a que sentirme miserable por lo que yo no podía ser. 

O al menos, eso pensé en ese momento. 

—¡Pues no, no lo haría! ¡Porque todo esto es por ti! ¿¡O acaso crees que me parto la espalda trabajando todos los días para mí!? ¡Despierta, JungKook! ¡Tú eres la maldita razón por la que hago lo que hago! ¡Y si no puedes verlo, entonces es tú problema! ¿¡Entiendes!? 

—¡Pues no quiero que lo hagas! ¡No quiero ser caridad, no quiero que me trates como si nunca pudiera ser normal...—

—¿¡Adivina qué!? ¡Nunca volverás a ser normal a menos que consigamos esta cirugía!

Solté lo último casi gritando, pero no creí que fuera por ello que mi hermano se había quedado completamente inmóvil. 

No me arrepentí de lo que dije en los segundos siguientes, pero sí cuando lo escuché ahogar un sollozo. 

Fue mi turno de quedarme igual de quieto, esperando por una confirmación de que lo que había dicho de verdad lo lastimó. Quizás por mero miedo de desatar una nueva razón para odiarme a mí mismo, o quizás porque no pensé en esa frase antes de decirla. 

Entonces, JungKook liberó otro sollozo. 

Solté su silla y me agaché en frente de él, cada lágrima que caía de su rostro clavándome en el pecho como dagas. 

Tú ocasionaste esto, SeokJin. 

—K-Kook...

—Perdón, h-hyung— lloriqueó, limpiándose con las manos.—Por n-no ser el hermano que deberías tener. 

Mis ojos también se llenaron de lágrimas con eso. 

—Oh, no, bebé— arrullé, alcanzando su rostro entre mis manos.—No quise...—

—N-No lo intentes— sus lágrimas cayeron por mis dedos a medida que intentaba quitarlas del camino.—Sé que es-estoy roto, d-defectuoso. Y tú solo quieres repararme. 

Sacudí la cabeza, antes de gentilmente tomarlo y abrazarlo contra mí, esperando borrar inútilmente el efecto de mis palabras. 

Él sollozó contra mi cuello con fuerza. 

—No, no lo estás. Perdóname, Kook. Escucha...—miré hacia el cielo para que mis lágrimas no cayeran.—Solo quiero que vivas tu vida como cualquier otro adolescente. Quiero verte hacer todo lo que ellos hacen, porque quiero verte feliz. Así que esto simplemente... me animó. 

Soltó otro llanto, antes de hipar levemente. 

—P-Pero, hyung...—

En ese momento, la bocina del Mercedes nos alertó de la llegada de nuestro chofer. 

—Ahí está al fin— me alejé de él y volví a secarle los ojitos llenos de agua.—Vayamos a comer brochetas de cordero, ¿está bien? En son de paz. Ya está, no llores, cariño. 

Las palabras endulzadas salieron de mis labios tan fácilmente que ni tuve tiempo de pensarlas. Simplemente, esperé a que JungKook volviera a respirar tranquilo antes de llevarlo de nuevo al auto, convencido de que el lazo entre nosotros se había fortalecido. 










Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro