➳Capítulo 27: Un descanso, es lo único que pido

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La noche fue dura. Aunque Jungkook ya hubiera dejado de tener ese aura de tristeza, parecía que yo lo hubiera absorbido para interiorizarlo. Tuve insomnio hasta las tres, y cuando me di cuenta de que tenía que dormir ya, eran las cuatro. 

Me pasé torturandome con los pensamientos de lo que JungKook había dicho sobre estar roto; sobre lo hiriente que fue lo que le dije porque básicamente implicaba que yo no creía que él fuera normal—lo cual es errado—; y luego comencé a pensar en NamJoon, cuando no debería. 

Me sentía ahogado, y la primera persona en la que pensé para ayudarme era él, como si fuera mi confidente o algo. La verdad es que tenia engravado en la mente que yo era un hijo de perra aprovechador y que a la más mínima muestra de afecto externo, metería la cola entre las patas y correría detrás de quien sea que lo estuviera dando. 

Tal vez era así, por eso seguía recurriendo a él.

Tal vez lo era, porque terminé llorando pensando en lo horrible que me sentía, pero sin dejar de pensar en mi jefe. 

La hora de irme llegó así, conmigo habiendo dormido una hora como máximo y adquiriendo un tinte rojo permanente en los ojos. 

Me esforcé al máximo mientras iba a la oficina para que no fuera como la última vez que no dormía, forzando una sonrisa amable hacia NamJoon cuando lo encontré en su escritorio hasta que quería llorar de nuevo. 

Él no pareció notar que algo pasaba. Eso era bueno. No tenía por qué involucrarlo en mis asuntos personales, por mucho que quisiera hacerlo y me llevara de esta ancla a la que tanto me estaba aferrando. 

Cuestión, la mañana pasó relativamente normal. NamJoon y yo solo hablábamos cuando era necesario y yo hacía el trabajo que él me mandara. 

Pensé que seguiría así hasta la noche, pero esos tranquilos planes se fueron por el caño cuando mi jefe se levantó de improviso y me dijo que Jaehwan necesitaba que le lleváramos unos biblioratos a su oficina. No me interesaba por qué los necesitaba, pero sí me interesó saber por qué NamJoon vino conmigo cuando simplemente podía mandarme a mí solo a hacerlo— alegó excusas creíbles, sí, pero como yo ya estaba delirante en mis fantasías de jubilada cincuentona, no las creí—. 

Entonces, ambos salimos de la oficina uno al lado del otro, cargando los biblioratos en nuestros brazos. 

La oficina de Jaehwan solo estaba un piso abajo, por lo que el ascensor solo nos mantuvo como un minuto adentro, antes de abrirse y revelar otro pasillo lleno de puertas con diferentes nombres escritos en ellas. 

NamJoon lideró el camino, y yo lo seguí intentando mirar en donde pisaba para no caerme de bruces al suelo o en algún lugar de su cuerpo. 

Doblamos dos esquinas y al final de la última, estaba una puerta de madera más cara y la cual adiviné, pertenecía a nuestro gerente. 

—Jaehwan— llamó NamJoon mientras entraba sin tocar. Supuse que tenía esa potestad a ser el CEO.—Ya vinimos. 

Cuando los hombros de NamJoon dejaron de taparme la visual y me metí detrás de él, divisé a Jaehwan parado cerca del escritorio, con unas hojas en sus manos y una expresión confundida. 

—¿NamJoon? ¿Qué haces aquí?

A medida que lo preguntó, mi jefe caminó hasta él dejó los biblioratos sobre su escritorio con un sonoro «plop». 

—Querías los archivos de los fundraising anteriores, pues aquí están. Jin— me hizo una seña y yo me acerqué también, sonriendole al gerente mientras colocaba los restantes sobre le mesa.

—Hola, señor Jaehwan. 

Sus labios se curvaron en una sonrisa al verme. 

—Oh, hola, señorita Kim— extendió una mano con la palma abierta hacia mi y yo necesité unos segundos para entender lo que quería. Le pasé mi mano, y él la tomó entre las suyas, acunandola como si fuera de la realeza.—Escuché que su idea fue aceptada para el desfile. La felicito; usted es realmente...—

—Jaehwan, no vinimos para que le coquetees a mi asistente— interrumpió NamJoon, y yo me sonrojé sin darme cuenta. Se veía fastidiado, con los brazos cruzados sobre su pecho.

Jaehwan me soltó la mano. 

—Pues aun no entiendo por qué viniste también, NamJoon-ssi. El CEO no debería venir personalmente a traer biblioratos. 

NamJoon bufó, y de alguna forma, terminó parado entre el gerente y yo. 

—Sé lo que hago. Como sea, si solo era eso...

—No, en realidad quería ayuda para guardarlos allá— señaló un mueble en la parte alta de otro mueble, como a unos dos metros y medio del suelo.—Y ya sabes, mi lesión por badminton aun no me deja estirarme demasiado. 

—Pues no hay forma de que yo lo alcance también...—

—Yo puedo hacerlo, señores— ofrecí, viendo como ninguno de los dos iba a doblegarse, por la forma en la que se miraban.

La expresión penumbrosa de Jaehwan se iluminó como un árbol de navidad, y rehuyó a NamJoon para acercarse a mí. 

—Se lo agradecería, señorita. Puede usar esto—trotó hacia el otro lado de la oficina y arrastró una pequeña escalera de tres peldaños. La colocó en frente del mueble y yo caminé hasta él a pesar de que NamJoon me estuviera dirigiendo una mirada de lo más desaprobatoria. 

—Tengo un poco de vértigo, pero está bien...— puse un pie en el primer peldaño, vacilante. Las alturas nunca habían sido lo mio, a pesar de que fuera bastante alto. 

—Puedo sostenerla, no se preocupe— el gerente se colocó cerca de mí, pero no llegó a mantenerse ahí. NamJoon llegó y le apretó el hombro desde atrás, y Jaehwan hizo una cara tal que creí que la parca era el que lo estaba sosteniendo y no mi jefe. 

—Apártate, Lee. Ni se te ocurra— habló grave, firme y yo enarqué una ceja. ¿Y a este que le pasaba?—Tú puedes pasarme los biblioratos. 

Jaehwan murmuró algo que ninguno entendió, y se desvió de su camino hacia su escritorio con los hombros tensos. 

Mi mirada se encontró con la de NamJoon. 

—Vamos, Jin, yo voy a sostenerte— se colocó en la base de la escalera, y mantuvo sus ojos fijos en el mueble al que tenía que llegar. 

Asentí. 

—Gracias, señor— con eso, subí los otros escalones que me faltaban y comencé con mi trabajo. 

Me pasaron los biblioratos de a uno aunque les dije que podían pasarmelos de a dos, pero lo dejé pasar a costa de perder cinco minutos más haciendolo. 

Para cuando metí el último, mis brazos ya se sentían cansados y mis piernas estaban empezando a acalambrarse. 

—Ya es todo— anunció Jaehwan y yo suspiré aliviado. Me quité el pelo del rostro y miré a NamJoon, quien tenía la vista pegada hacia la izquierda, intentando no mirar hacia arriba. 

Cuando me di cuenta de por qué no lo hacía, me sentí tan cohibido que intenté bajar lo más rápido posible. 

—Espera, Jin— soltó cuando pisé el segundo peldaño, y por el sobresalto, mi pie resbaló sobre el borde del tacón. 

Vamos, que no estaba tan alto. Pero aún así, mi pánico explotó como una granada y me solté del mueble pensando que aquí era en donde moriría. 

Te espero, Dios

Cerré los ojos y solté un gritito, cuando sentí las manos de NamJoon en mi cintura y luego, de alguna forma, el mueble contra mi espalda. Mis pies habían abandonado la escalera, pero solo uno de ellos todavía seguía tocando tierra firme, y el otro, estaba suspendido en el aire.

Mi mente no logró imaginarse la posición en la que estaba aún vivo con los ojos cerrados, por lo que me forzó a abrir los párpados y enfrentar a mi pesadilla. 

—Jin...— llamó NamJoon, cerca de mi rostro, una mano sosteniéndose del mueble por el costado de mi cuello. Su cuerpo entero estaba casi entre mis piernas, pegado al mio, y su mano libre tenía mi rodilla pegada a su costado.

Incluso a través de las medias podía sentir la suavidad de sus manos recorriendo parte de mi muslo. 

Fue tanta la emoción y sorpresa que no me puse rojo enseguida. Me quedé respirando irregular mirándolo, esperando que él reaccionara primero. 

Pero no lo hizo. 

Dios, te sigo esperando. 

Su cuerpo contra el mio se sentía increíble. Su mano en mi pierna se sentía increíble. 

Su cercanía se sentía increíble. 

Nunca habia experimentado algo así, y poco a poco comencé a tiritar, mirándolo aún como si fuera a decirme por qué se debía. 

—N-NamJoon— susurré, y él se pegó ligeramente más a mi, su pierna derecha hundiéndose en mi falda, lo que me hizo morderme los labios.

Piensa en perritos muertos, piensa en perritos muertos. SeokJin, carajo. 

Sus dedos acariciaron mi pierna, porque Jaehwan no podía verlo. 

—¿Estás bien? 

—Creo que sí. Gracias a ti. 

Nuestro acompañante carraspeó entonces, frunciendo los labios en una expresión que me pareció cómica. 

Tenía una mano a medio alzar extendida, y cuando ambos lo miramos, la cerró en un puño. 

NamJoon soltó un sonido por lo bajo y dejó ir mi extremidad gentilmente, para luego separar nuestros cuerpos y colocar una distancia considerable entre ambos. Quise enterrar mis uñas en el mueble, aun con el pecho tan apretado como si fuera a tener un ataque, y sintiéndome más acalorado de lo que me hubiera sentido tomando el sol en el desierto. 

Mis rodillas todavía flaqueaban. 

—¿Está bien, señorita Kim?— inquirió Jaehwan, guardando su puño en uno de sus bolsillos. Se veía preocupado, por lo que asentí con la cabeza, bajando la mirada para cubrirme con mi pelo.

—Lo e-estoy. Uf, uh, creo que...— fue mi turno de aclararme la garganta, intentando que mi voz no cayera a sus octavas normales.—D-Deberíamos ir-irnos. S-Señor Kim.

SeokJin, contrólate. 

Mi jefe movió la cabeza hacia la puerta, en señal de que concordaba. 

—Adelántate. Tengo que hablar con Jaehwan sobre algo. 

No me quedé lo suficiente para entender su tono, ni tampoco para sacar conclusiones apresuradas sobre ello. Tampoco consideré entre mi desesperación mental, que NamJoon no había estado ni la mitad de nervioso que yo por lo que había pasado. 

Solamente asentí, y torpemente, troté fuera de la oficina. Cerré la puerta, caminando directo al ascensor con una mano sobre mis labios, el calor haciéndose tal que empezaba a sentirme mareado. Llegué manoteando el panel del ascensor para que me llevara a la oficina y cuando las puertas me protegieron de todo lo externo, me desplomé contra una de las paredes de metal, apretando mis párpados. 

Mis manos seguían temblando incontrolables, una sobre mi pecho sintiendo mi corazón y la otra soltando mis labios. 

—Basta— susurré a la nada, la nada que me asfixiaba cada vez más y daba vueltas todo a mi alrededor. No sabía lo que sentía. 

Mi vientre cosquilleaba como nunca, como si se hubiera llenado de ratones intentando escapar por mis pulmones, mi tórax y todo lo que tuviera dentro.

Se sentía horriblemente... bien. Y sin embargo, estaba tan asustado que permanecí dentro del ascensor incluso cuando ya había llegado. 

Mis ojos veían el pasillo cerca de la oficina, pero yo veía a NamJoon sobre mí. Veía sus labios cerca de los míos, su respiración en mi cuello. Veía sus manos apretando mis piernas y sus dedos recorriendo mi cuerpo. 

Sentía su calor y su aroma envolviéndome hasta que estuviera ciego. Su voz ronca susurrandome al oído y gruñendo mi nombre. 

—Por favor— imploré con voz pequeña, aunque sabía que nadie escucharía. Las visiones se mezclaban con la realidad.—¿Qué fue lo que m-me hiciste? 

Lo peor era que solo yo podría responderme. 






Hasta aquí 😳 espero que les haya gustado y no quieran matarme 😩💜
Ysi, es tan dramático como le gusta a la gente (yo soy, yo soy gente)

Gracias por leer! ✨😭

[Ya que no entendieron muy bien cual era la dichosa posición acá tienen un dibujo feo de como era. KJ ¿Y por qué no solamente pusiste una foto? Pues soy extra como me criaron los chicos así que...] (like por favor, me duele la mano JAJSJSJ)



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