08: ¡Achú!

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Pocas cosas disfruta tanto como un baño relajante después de correr en las mañanas. Son pocos los sábados que puede disfrutar en total tranquilidad, sin compromisos de trabajo o revisiones obligatorias de la empresa. Despertar con Lisa abrazada de piernas y brazos a su torso, aún cuando el calor del verano ya sofocaba incluso en las mañanas, es definitivamente su parte favorita del día.

Después de desayunar, Jennie se despidió de la pequeña, quien todavía tenía melón en las mejillas, masticando. Disfrutó de correr por el terreno aledaño a la casa, el sol brillando en el cielo, la música sonando en su reproductor y la suave brisa de la mañana sobre su piel caliente.

Al llegar a casa, encontró a Lisa ya duchada, sentada frente al televisor y con una manta cubriendo todo su cuerpo asemejando una casita acolchada. Pasaban una película, no se dio tiempo de averiguar cual y tras recibir su beso de bienvenida, emprendió camino a ducharse.

Se despojó de los pantalones cortos y camiseta sin mangas, conectó su reproductor a las bocinas sobre la repisa del tocador y se dejó relajar por el fluir del agua caliente en su espalda, destensando sus músculos. Demasiado concentrada en sus cavilaciones mentales, sumergida en un íntimo momento personal mientras la música suena y el vapor rodea su cuerpo, Jennie no se da cuenta de que tiene una pequeña intrusa.

—¡Achú! —se escucha desde el otro lado de la cortina.

Jennie abre los ojos, tira de toda el agua en su cabello empujando hacia atrás con ambas manos y escucha, absolutamente segura de que no fue su imaginación. El estornudo no se repite.

Abriendo la cortina, encuentra a Lisa sentada sobre la tapa del retrete, vistiendo la ropa que dejó para ella en la cama antes de irse. Esta le sonríe nerviosa, parpadeando muy rápido para hacerla caer por sus encantos.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—Uh... —entre sus dedos, retuerce un extremo de su camiseta blanca—. ¿Tres canciones?

Sin decirle una palabra más, vuelve a entrar totalmente a la ducha, pero tampoco cierra la cortina. Por un momento solamente se escucha la música, el sonido del grifo y el agua cayendo.

—Sí princesa, puedes entrar.

—¡Sí!

Lisa sonríe bien grande, sacándose la camiseta por sobre la cabeza de un tirón antes de seguir con los pantalones de mezclilla y entrar a la ducha con Mami.

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