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✧          「 M̶O̶N̶ ̶B̶E̶A̶U̶-F̶R̶ÉR̶E̶ 」         ✧


Kim SeokJin, hermano mayor de Kim JiSoo por cuatro años. Un tipo de hombros anchos, cintura angosta y carita de angel. Muy responsable para sus veintinueve años, pero tambien un personaje liberal muy peculiar. Al igual que JiSoo era muy temerario y extremista, pero no guardaba rencores como su hermana menor. SeokJin era una alma libre, un chico lleno de aventuras para contar y Playboy empedernido que gustaba de llevar a la cama a todo aquel que llamará su atención y estuviera en su misma página.

SeokJin era un farmacéutico de veintinueve años de edad que, de parejas estables no tenía mucho para contar. SeokJin no iba por ese lado aún, había estado con quién se le había antojado y aún lo hacía, gustaba de la libertad, la diversión y el bullying a sus amigos, compañeros de trabajo y a JiSoo. Era alguien difícil para tomar en serio en temas amorosos, pero cuando SeokJin amaba lo hacía con ganas y solo su familia y amigos eran merecedores de ese amor.

Su chico ideal, no había aparecido aún ¿lo estaba buscando? en absoluto. No podía verse ni siquiera dentro de cinco años en una relación seria. Él simplemente no iba por ese camino. Le gustaba lo casual, no tenía nada de malo con las personas y su fecha de caducidad. Ciertamente era un personaje muy agradable y ameno, llamaba la atención instantáneamente, tenía ese imán para los presentes y que estos se le pagarán como moscas.

SeokJin no aburría a su público y él tampoco se aburría de la gente, cuando de amistad se trataba. Volviendo a sus romances, SeokJin tenía un límite de encuentros y si esas personas se iban de su vida sin despedirse, ni previo aviso, SeokJin ya estaba reconsiderando su próxima víctima. Pero había un código, él tenía aventuras con gente que tenía los pies sobre la tierra y solo lo veían como un pedazo de carne, si notaba que luego de algunas salidas, la otra persona tenía más que simples ganas de un encuentro salvaje, SeokJin no iba por ese lado. Sin importar las ganas que le tuviera a dicha persona. Si veía un destello de algo más que simple sexo en los ojos del otro, SeokJin no le tocaría un pelo a la persona en cuestión.

Él no podía brindar más que un poco de placer en algunos encuentros esporádicos. SeokJin no buscaba romperle el corazón a nadie y mucho menos jugar con la otra persona para saatisfacer sus necesidades. Él solo buscaba dignos contrincantes para compartir la cama de un hotel o el jacuzzi, pero jamás para jugar con los sentimientos de una persona. Namjoon, su cómplice, afirmaba que sufría el famoso "síndrome de la isla" que, hace referencia a las personas que ante la mirada del otro se muestran independientes y libres que, dicho sea de paso, tal comportamiento enmascara algo mucho más profundo: el miedo al compromiso.

Cada vez que lo decía, SeokJin estallaba en risas sonoras, ridículas y pegadizas, lo cierto es que jamás lo admitiría en voz alta.

Algo de lo que SeokJin era fanático y lo tomaba como un pasatiempo, era comprar cosas dañadas y arreglarlas para luego utilizarlas o bien regalarlas. Así era como había obtenido los muebles para su nuevo hogar. La pocilga, como JiSoo la llamaba, era una casa pequeña con dos cuartos, dos baños, una sala de estar y una cocina diminuta. Cuando la compro la casa se venía abajo y aquello le encantaba porque contaba con los conocimientos de Namjoon—su segundón, mejor amigo y contratista—para levantarla de las cenizas y hacerla su nuevo hogar.

Dicho sea de paso, ese acontecimiento lo llevaba a volver a casa de sus padres mientras sucedian las renovaciones que se estaban poniendo en marcha. Lo que maldecía era la maldita casualidad de volver a casa cuando su hermanita volvía de Francia con su nuevo noviecito, quién hacía cuatro meses se había vuelto su prometido y a quien SeokJin consideraba el hombre más bonito que sus ojos habían visto.

¡Ay, dios! SeokJin no tenía un tipo, pero ese chico abarcaba todas y cada una de sus preferencias. Su piel acaramelada, su labios semi carnosos. Sus ojos grandes que, seguramente debían ser muy expresivos. Sus manos, ufff... SeokJin veía las fotos o videos que JiSoo subía a su Instagram y sus manos con dedos largos y perfectos no habían pasado desapercibidos para él. Ese chico era un pecado y SeokJin estaba seguro que era malditamente gay. De pies a cabeza, d adentro hacia afuera... Y seguramente estaba metido en el closet, le había pasado llave y se la había tragado.

Pero no sé lo diría a JiSoo, al menos no era de su incumbencia. Él podía hacer la vista gorda si su hermanita era feliz y la verdad que estaba agotado de estar al tanto de la vida amorosa de su hermana, por lo que "el posible prometido gay" no debía importarle. Aunque su cabeza daba vueltas con algunas teorías de por qué diablos su hermana se estaba casando con un chico que conocía hacía un maldito año.

— ¡Un año! ¿qué imbécil hace eso? —preguntaba, tomando su trago en el bar de la esquina de Namjoon.

El contratista suspiraba—. ¿Vamos hablar de eso? ¿en serio?

SeokJin resoplaba—. ¿Te dije que una de mis teorías es que ese chico es totalmente gay?

Jimin llegaba a su mesa con una nueva bebida en su mano—. Para ti todos son gays, amigo —se mofaba.

— ¿Y he fallado con alguno? —cuestionaba SeokJin.

Jimin y Namjoon y se miraban para comenzar a reír.

—Tengo miedo que un día digas que yo soy gay y te termines enterando antes que yo, así de preciso eres con tu gaydar —soltaba el rubio.

SeokJin fruncía el ceño—. Mimi, tú eres gay —mencionaba.

Jimin alzaba sus brazos—. Te dije que lo nuestro no puede ser —y todos se echaban a reír.

La noche había pasado a ser una madrugada alegre de dos amigos  consolando a uno de ellos que, pasaba por un momento complicado. SeokJin ya estaba listo para volver a casa y agradecía que ninguno de sus amigos necesitará un aventón porque apenas podía mantener sus ojos abiertos y lo único que quería era llegar a casa de sus padres y dormir en su cama de adolescente hormonal hasta la mañana siguente.

✧          「 M̶O̶N̶ ̶B̶E̶A̶U̶-F̶R̶ÉR̶E̶ 」         ✧


La mañana siguente en casa de sus padres estaba siendo demasiado ruidosa para su cabeza que, parecía tener un concierto de heavy metal dentro. Abría como podía sus ojos pegados y notaba que ni siquiera se había quitado los zapatos cuando había llegado en plena madrugada.
Los golpes a su puerta no se habían tardado en llegar y dios, que alguien baje el volumen de ese mañana, por favor.

Se ponía de pie, apretando su sien y se apoyaba sobre su puerta cuál moribundo.

— ¿Quién y por qué? —soltaba gravemente ronco, sin abrir la misma.

— ¡Tu hermana menor! —gritaba JiSoo.

SeokJin parpadeaba confundido. Por la gran m-.... Muralla china, había olvidado que JiSoo volvía esa mañana.

—No tengo hermana —respondía a propósito.

— ¡Ya! Sal y dame un abrazo, tu cuñado está aquí conmigo. No me pongas en vergüenza.

Al otro lado, TaeHyung yacía al lado de su prometida. Estaba nervioso y no sabía con exactitud por qué, hacía ya treinta minutos que habían llegado y efectivamente, tal y como en los vídeos por Skype, los padres de JiSoo habían sido cálidos y cariñosos. Pero por alguna extraña razón, sus palmas sudaban esperando a conocer a su cuñado.

Un gemido ronco de frustración se escuchaba al otro lado de la puerta y TaeHyung creía que era el sonido más sensual que jamás había oído. Sin mencionar que la voz ronca del tal SeokJin era algo que a TaeHyung le golpeaba.... Justo-allí-abajo.

—Saludaré cuando esté pasable. Huelo a alcohol y necesito un buen baño —mencionaba con su voz adormilada.

JiSoo rodaba sus ojos al mismo tiempo que resoplaba.

—Ya te he visto así, sal y saludanos, Tae quiere conocerte.

«¿Quiero?» pensaba el azabache.

«¿Y por qué?» se cuestionaba SeokJin.

La puerta se abría y tanto Tae como JiSoo se enderezaban, bueno JiSoo se paraba recta y TaeHyung, TaeHyung se ponía tenso y rígido, pero solo una mano salía por la puerta.

— ¡Mucho gusto, cuñado! —soltaba SeokJin. Gritando exageradamente, mientras su mano se movía en todas las direcciones—. Huelo a alcohol, así que me presentaré de esta forma hasta tomar un baño. ¿Dónde estás? dame la mano.

JiSoo hacía una mueca esquivando la gran mano de SeokJin, hasta que éste tomaba su rostro y lo cubría por completo.

— ¡Jin! —la voz sonaba amortiguada por la palma.

— ¡Chi choo! Te ves hermosa, lo puedo asegurar —se mofaba SeokJin y TaeHyung no podía evitar reír por lo que veía.

Toda la carita de JiSoo era cubierta por la mano de su hermano mayor.

— ¡Ya! —la chica se soltaba entre risas y dirigía la mano de su hermano a la de su novio. Juntando estas para un apretón—. Este es mi prometido, Kim TaeHyung.

Ambos hombres estrechaba sus manos y SeokJin recordaba las fotos y videos donde las había visto con suma atención y cerraba los ojos al sentir finalmente, la textura suave de la piel ajena y lo largo de sus dedos. Le daba un firme apretón y acariciaba apenas la muñeca de TaeHyung con su dedo corazón.

—Gusto en conocerte, TaeHyung —exclamaba con un tono grave.

TaeHyung pasaba saliva al sentir el contacto de la mano ajena, el firme agarre de la misma y los dedos peculiares que tenía y más encima uno de estos acariciaba su muñeca, lo tenían recalculando y petrificado. Sentía sus mejillas entintadas en rojo, hasta que JiSoo lo hacía reaccionar con un suave golpe y le daba a entender que por favor saludara a su hermano.

—Oh, si... Él g-gusto mío, hyung —replicaba.

Y algo que Jin jamás había oído, era la voz más gruesa y jodidamente seductora con la que aquel hombre había sido bendecido. Golpeaba su frente contra la puerta y:

— ¡Ouch!

— ¿Estás bien? —preguntaba JiSoo. TaeHyung seguía estrechando su mano.

—Si, me duchare y bajaré... Em, necesito mi mano —exclamaba.

Y TaeHyung lo soltaba de repente como si la misma le quemara.

—Te esperamos para desayunar, omma dijo que no demores.

— ¡Okey!

TaeHyung era empujado cuesta abajo por JiSoo, mientras que SeokJin se miraba la mano estrechada por su cuñado.

— ¿Tenía que tener esa voz? —se quejaba para si mismo.

✧          「 M̶O̶N̶ ̶B̶E̶A̶U̶-F̶R̶ÉR̶E̶ 」         ✧


JiSoo, su padre y su novio perturbado, de nombre TaeHyung, se encontraban en la mesa ya puesta, esperando por los manjares que su madre estaba preparando. Los minutos pasaban y TaeHyung se sentía incómodo.

—Iré a ver si tu madre necesita ayuda

—Ella no le gusta que se metan en la cocina cuando está preparando algo —mencionaba la chica.

TaeHyung hacía oídos sordos y besando la cabeza de JiSoo se levantaba de la mesa con respeto y se dirigía a la cocina. Esta misma estaba ubicada en un punto medio con dos entradas, una desde la escalera que llevaba a las habitaciones y la entrada desde la sala. Por la segunda venía TaeHyung y ahí lo veía de pie.

1,79 centímetros, cabello negro, húmedo y con mullet, pantalones deportivos de color gris y una camiseta negra que se adhería demasiado bien en los lugares indicados  del cuerpo masculino ajeno. TaeHyung veía boquiabierto que Jin tenía unos hombros demasiados anchos y una cintura tan angosta, que lo hacía parecer a esos dibujos de mangas, dónde el protagonista es un dibujito sensual con una espalda que contrasta en demasía con la diminuta cintura.

Su boca estaba abierta y sus ojos recorrian a Jin de pies a cabeza. Piernas largas, pies descalzos, colonia para afeitar, perfume dulce y varonil. Dios, TaeHyung se sentía mareado y se había olvidado por completo que estaba haciendo allí en primera instancia.

— ¡Tae! —llamaba la señora Kim y SeokJin y se volteaba a verlo por primera vez.

TaeHyung abría su boca, pero ningún sonido salía de ella.
SeokJin lo miraba de abajo hacia arriba y notaba el rojo en las mejillas del otro chico. Mordía su labio a inferior y lo soltaba luego de humedecerlos, en un segundo que, TaeHyung atontado y todo, había captado aquella lengua que relamia los belfos rosados.

La madre de JiSoo se interponia, sacando a Tae de su encanto—. Él es mi Jinnie, parece frío, pero tiene buen corazón —mencionaba la señora, palmeando el pecho de su hijo y luego tomando una bandeja con magdalenas—. Llevaré esto a la mesa, Jin trae el pan —ordenaba y se marchaba dejando a los dos hombres con un clima palpable de tensión.

—Lamento mi presentación inicial —mencionaba el mayor—. Bienvenido a la familia.

Su mano iba en dirección al hombro de TaeHyung y añadía una presión que enviaba una corriente eléctrica al cuerpo del otro chico. TaeHyung seguía recalculando, este tipo no podía verse tan bien, era mil veces más perfecto que la foto familiar de JiSoo y sus hombros eran una maldita cosa antinatural... Su boca se abría y ninguna palabra salía.

SeokJin alzaba la cejas, esperando y soltaba el hombro de Tae añadía—. ¿Estás bien? —se inclinaba hacia adelante y quedaba más cerca del rostro del azabache—. Estás algo pálido.

Mentira, SeokJin conocía muy bien esa mirada impresionada con algo más brillando en esos ojos negros.

—Estoy bien —lograba articular—. Gracias, yo-... Solo venia a ver si necesitaban ayuda —TaeHyung relamia sus labios y se recomponía, despeinandose un poco, como cuando estaba nervioso y necesitaba apartar esa emoción.

SeokJin hacía un puchero mirando a su alrededor—. ¿Quieres llevar el pan? —preguntaba, levantando la canasta en dirección a Tae.

—Seguro, si —TaeHyung tomaba la misma de las manos de Jin y ¡ups!, acariciaba todo el dorso  de la mano de éste con palma y dedos de la suya—. ¡Lo siento! —se la arrebataba de repente.

—Tranquilo —reía SeokJin y ponía una mano en el pecho de Tae y susurraba—. Cosas que pasan.

TaeHyung abría sus ojos ante el cosquilleo en la zona y el impacto en su entrepierna que, dicha voz había enviado, lo miraba con ojos abiertos de par en par y ¡mierda! ese Adonis estaba demasiado cerca. Sus ojos no pedían permiso para bajar a sus labios, inconscientemente al ver su textura y color tan de cerca y sentir el aroma a menta del aliento ajeno, TaeHyung no podía evitar relamer los suyos propios.

«No hagas eso... Sigue caminando Jinnie, sigue tu camino» Pensaba el castaño, pero ahí estaba una sonrisa ladina tirando de la comisura de sus labios y devolviendo la mirada voraz a la boca ajena.

—Te veo en la mesa, solo lleva eso —mencionaba SeokJin, TaeHyung ni siquiera despegaba sus ojos de su rostro—, mamá no te dejará hacer más.

Y ahí estaba, el guiño que SeokJin a veces debería guardarse para si mismo, pero no. Ahí estaba guiñandole el ojo al prometido de su hermanita. Salía de su trance y abandonaba la cocina sin decir nada más, mientras que TaeHyung sentía como si una carrera de caballos estuviera ocurriendo dentro su caja torácica.

«Maldita sea ¿Que mierda fue eso?»

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