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~Por despertarme de ser sofocada,

Por despertarme de mi sueño, que era en todo en lo que vivía...

Ellas declararon estar enamoradas de Haerin. Se lo dijeron no una vez, sino que varias veces, pero Haerin lo seguía sintiendo como si hubiera sido un sueño. Escuchar esas palabras, que jamás pensó que vendrían de ellas, volcó su mundo por completo, y no podía dejar de oírlo en su cabeza.

Por lo mismo, parpadeó al darse cuenta de que estaba en la puerta de su casa. Trató de hacer memoria y entender cómo llegó allí. Quizás tomó el bus y luego caminó, o pidió un taxi, o un Uber, o qué mierda, pero estaba en su casa y sólo pensaba en Danielle y Minji.

En los brillantes ojos de Danielle, que cuando sonreía, se transformaban en medias lunas y gritaba que no podía ver, así que no la hicieran reír. En la sonrisa de Minji, gamosa y adorable, y esa voz que era todo lo contrario: grave, que le provocaba escalofríos. En las manos de ambas, que le sostuvieron con tanta firmeza, que ella era capaz de soltar esa carga de sus hombros y relajarse con las alfas. En sus aromas, amando la manera en que la rodeaban y hacían sentir protegida.

Ellas querían ser sus alfas. Lo habían dicho con expresiones serias, sin lugar a duda. Se lo habían ofrecido, ¿no es así? "Te queremos tanto que deseamos ser tus dos alfas". Haerin no podía creerlo todavía.

Metió la llave en la puerta y entró en silencio, todavía con un poco de shock en su mente. Ni siquiera tomó en cuenta a Mily, que apareció con entusiasmo y se lanzó sobre su pecho. Haerin sólo le acarició las orejas, distraída, y escuchó el saludo de Nora desde la cocina. Se lo devolvió y fue hacia las escaleras, pero cuando llegó a mitad de ellas, observó a Hanni mirándole desde el rellano.

―¿Dónde estabas? ―preguntó enseguida―. No contestaste mis mensajes, Hae.

Haerin miró a Hanni sin expresión en su rostro. Sabía lo que iba a pasar apenas le contara qué había hecho, y si era sincera, no tenía fuerzas para lidiar con su hermana. Quería encerrarse en su cuarto y seguir procesando todo lo ocurrido.

―Estaba ocupada, Nini unnie ―dijo con suavidad―, haciendo una tarea con Eunchae.

Hanni la miró con el ceño fruncido, como si quisiera descubrir la mentira en su rostro y voz. Haerin trató de no desviar la vista y, sobre todo, no verse culpable, pero supo que falló cuando vio la expresión grave en el rostro ajeno.

―Las has visto, ¿cierto? ―preguntó, sin rastro de humor en su cara y los ojos evidentemente enojados―. Sabes que puedo sentir parte de tus emociones y han estado muy alteradas las últimas horas.

Haerin no quería hablarlo con ella. Por lo mismo, ignoró sus palabras y siguió subiendo las escaleras, con toda la intención de pasar directo a su cuarto. Sin embargo, le sorprendió que Hanni le agarrara del brazo con algo de fuerza.

―Estoy hablando contigo, Haerin ―le dijo la alfa.

―Yo no quiero hablar contigo ―replicó, sin poder evitarlo.

Eso pareció enojar más a Hanni, y Haerin sabía que ella tampoco estaba siendo demasiado racional. Entendía que su hermana mayor estuviera preocupada y quisiera protegerla, pero también le agotaba que fuera tan sobreprotectora respecto a ese tema. Haerin sentía, en muchas ocasiones, que tenía que resolverlo sola, sin ayuda de otros, porque al fin y al cabo, eran sus sentimientos. Y Nora también se lo dijo: nuestros omegas saben lo que quieren, y sería más doloroso para nosotros luchar contra eso. Haerin sabía muy bien lo que su omega deseaba.

―Haerin, ¿piensas volver con esas chicas? ―preguntó, incrédula.

―No es tu incumbencia, Hanni unnie.

Pudo haber dicho que no, para tranquilizarla y porque, efectivamente, no pensaba en regresar a una relación con las alfas. No todavía. Pero también sentía que no debía darle explicaciones a Hanni, porque eso tenía que ver con ella, sólo con ella. Y no quería que otras personas influyeran en sus decisiones, pues durante mucho tiempo permitió que su madre le manipulara y, al final, nunca fue feliz.

―No puedo creer que seas tan estúpida ―le soltó la mayor, y eso la enojó―, ellas te lo dijeron, ¿no es así? Que sólo fuiste una apuesta, ¡nunca te quisieron! Sólo querían llevarte a la cama, ¿y no lo iban a grabar? ¡Si volvieras con ellas, serías la reina de las idiotas, Haerin!

No pudo evitarlo, pero los ojos de la omega se llenaron de lágrimas por la frustración y el dolor que le causó escuchar eso. Tuvo el impulso de golpear a Hanni, e incluso estuvo a punto de hacerlo, pero fue interrumpida por una suave voz.

―¿Qué está pasando aquí?

Se voltearon para ver a Nora, de pie en las escaleras. Su tono fue amable, sin embargo, su rostro poseía una dura severidad que las hizo bajar la vista.

―Pelea de hermanas ―explicó Han.

―¿Le acabas de decir idiota a tu hermana, Hanni? ―dijo ella, con evidente disgusto en su voz―. ¿Realmente lo acabas de hacer?

―Mamá, no lo entiendes...

―¿Qué no entiendo? ―la mujer terminó de subir las escaleras―. ¿Así es cómo tratas a tu hermana menor?

Haerin sorbió por su nariz.

―Está bien, Nora-imo ―murmuró Haerin, conteniendo el llanto―, no fue nada. Hanni se molestó conmigo, nada más. ¿Puedo ir a mi cuarto ahora?

Nora miró a Hanni con evidente disgusto. Hanni emitió un suspiro bajo, sabiendo que se había excedido con sus palabras.

―Haerin, lo siento mucho ―dijo finalmente.

―Está bien ―repitió, a pesar de que era mentira―, pero quiero estar sola.

Hanni no quiso seguir presionando, y Nora también cedió, aunque le hizo una seña a su hija para que arreglara las cosas apenas pudiera.

Haerin logró llegar a su habitación, cerrar la puerta y echarse en la cama. De pronto, se sintió como esos primeros días luego de enterarse con la verdad: con los ánimos por el suelo y el corazón roto, pensando en las palabras de Hanni.

¿Y si su hermana tenía razón? ¿Era todo una mentira, otra vez, por parte de Danielle y Minji? ¿Eran capaces de seguir mintiéndole de tal vil manera, sólo para ilusionarla y volver a reírse de ella? Su omega se estremeció en dolor ante eso, y no debería darle la razón, no luego de lo que había ocurrido sólo una hora atrás, pero seguía siendo muy insegura luego de lo que pasó.

Ellas le habían buscado, luego de haber sabido la verdad, sólo para decirle que la amaban. Que la querían. Que deseaban ser sus alfas. ¿No era eso algo loco y un poco desquiciado? Una omega con dos alfas... ¿cuándo se había visto eso? Los alfas podían tener a los omegas que quisieran, ¿y dos de ellas se pelearían por una omega ordinaria? Era irrisorio.

Sin embargo, Danielle y Minji se lo dijeron. En toda esa conversación, ¿cuántas veces lo hicieron? Más de cinco veces. Incluso lo afirmaron cuando se los preguntó directamente.

Minji y Danielle insistieron en esas palabras. Habían sonado tan sinceras, y también avergonzadas cuando le explicaron lo que ocurrió con la apuesta. ¿Haerin podía confiar en ellas?

La pregunta, por supuesto, no encontró una respuesta inmediata. Y eso sólo le apretó el corazón un poquito más.

***

A Danielle le sorprendió el beso, por supuesto, pero no hizo el amago de alejarse o pegar el grito al cielo. Los labios de Minji sobre los suyos, suaves y dulces, hicieron que su estómago se apretara, y casi sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de la alfa más alta para que no se separara de ella.

Ambas jadearon en el beso luego de unos segundos, moviéndose a tropezones, pero sin soltarse. El beso acabó, sin embargo, pronto otro comenzó, y ahora fue más bien una lucha de poder para ver cuál de las dos podía imponerse frente a la otra. Gruñidos resonaron en sus gargantas e incluso se mordieron mutuamente los labios, luchando por el control, hasta que al final ninguna quiso ceder y no les quedó más que separarse.

Ambas tenían los rostros colorados y los labios hinchados. Sus respiraciones eran aceleradas, mientras que sus ojos se habían oscurecido por el deseo mutuo.

―No puede ser ―murmuró Danielle, sonriendo sin poder evitarlo―, ¿es en serio, Minji?

―Mmmm ―Minji emitió un nuevo gruñido―. Llorabas mucho. Parecía ser la única forma de consolarte.

Danielle soltó una risa llorosa, dándole un golpe a Minji en el hombro, pero antes de decirle alguna palabra grosera, la azabache volvió a besarle. Sin embargo, ahora fue un poco más dulce y tierna.

―Qué extraño ―comentó Kim al separarse―, nunca pensé que besarte fuera tan fácil. De haberlo sabido, quizás lo habría hecho antes.

―¿Segura? ―se burló Danielle―. Besarnos siempre sonó asqueroso para nosotras antes, ¿qué cambió ahora?

Minji le miró a los ojos, con esa expresión de estarlo pensando demasiado. Danielle no pudo evitarlo, y pensó que besar a Minji no se sentía como besar a Haerin. La omega era más tímida y torpe, no mala para besar, pero sí parecía contenerse mucho, como para no dar rienda suelta al deseo. Por el contrario, su amiga fue más salvaje y desordenada, casi como si quisiera devorársela.

―Somos amigas, ¿no? ―preguntó Danielle luego de unos segundos, sin alejarla, pero tampoco sin acercarla.

―Amigas... ―Minji no dejaba de sonreír, como si le hubieran dado un premio―, claro que sí. Mejores amigas que aman a la misma omega, ¿no es eso loco?

―Más loco es que esas mejores amigas se besen también ―contestó Danielle, pero no lo decía con seriedad, y se acercó a darle otro beso suave―. Que extraño. Nunca hicimos esto antes, considerando que somos dos alfas. ¿No es eso algo... antinatural?

―Puede ser ―Minji le dio la razón, pero no parecía demasiado acomplejada por dichas palabras―, nunca te miré con otros ojos, pero ahora, Danielle, con todo esto... ¿de alguna manera nos hemos acercado más de lo debido?

Danielle tarareó en señal de razón. Ella también lo había notado, en especial desde que Haerin se marchó. Antes, cuando estaba con ellas, se la pasaban peleando por su atención, pero ahora que se había ido, ¿qué les quedaba? Buscar consuelo en la otra. Incluso, en medio del dolor de su partida, habían dormido en la cama de la omega por la desesperación de percibir su aroma. Habían tenido muchas conversaciones cercanas, con la tensión creciendo entre ambas.

Y era raro, eso no podía evitar pensarlo. El beso fue consolador, reparador, sin embargo, también un momento bastante extraño. Se sintió algo natural, a pesar de que pelearon por el control de la situación, pero al fin y al cabo... eran alfas, ¿no es así? Era natural para ellas pelear por eso.

―Me hubiera preocupado antes de esta situación ―admitió Dani―, pero ahora, lo único que quiero es recuperar a Haerin. Además... No se sintió demasiado mal. Se sintió bien ―Minji le sonrió―. Pero eso no significa que puedas hacerlo cuando quieras.

Su amiga se rió ante dichas palabras, como si Danielle hubiera contado un buen chiste.

―¿No? ―jugueteó la alfa más alta―. ¿Cada vez que llores, puedo hacerlo?

Danielle le dio un suave empujón en el hombro, con una idea repentina en su cabeza.

―A Haerin esto no le gustará. Sabes cómo es...

Muy celosa. Trataba siempre de no demostrarlo, sin embargo, ellas notaban la expresión que ponía si algún o alguna omega se le acercaba con dobles intenciones. Solía entornar los ojos y empujaba su lengua contra una mejilla, disgustada, con las feromonas ligeramente más agrias. Además de que le gustaba ser tratada y consentida como una pequeña bebé. Era lo que más le gustaba, aunque no lo pareciera: ser el centro de atención de ambas alfas.

―¿Celosa? Claro que sí ―Minji ahora se alejó un poco más, pero el espacio seguía siendo íntimo―. Sin embargo, ¿se pondrá celosa por esto? Tal vez sea un alivio para ella ―la alfa esbozó una sonrisa amarga―. Si es que llega a perdonarnos, por supuesto.

Las palabras de Minji le devolvieron a la realidad, pero ahora, Danielle no sentía el corazón tan apretado ni adolorido. Quizás fue por el beso de su amiga (¿amiga? Claro que sí), así que estaba algo más tranquila en ese instante. Aunque la perspectiva de perder a Haerin seguía siendo horrible.

―Verla... se sintió bien, hasta que se puso a llorar ―dijo Danielle con aspecto decaído―, y su confusión por lo que le dijimos... Por Dios, ¿qué le hicimos? Creyó que todo lo que hicimos por ella fue una farsa.

Dolor brilló también en los ojos de Minji por sus palabras, y es que a las dos les había destrozado ver a Haerin tan desconcertada por su propuesta, tan atónita, como si no les creyera los sentimientos que tenían por ella. Ni siquiera era eso: Haerin pensaba que nunca la amaron porque, muy probablemente, creía que no podía ser amada de esa manera.

La idea hacía que sus corazones dolieran más de lo normal.

―Rinnie no nos aceptará enseguida ―razonó Minji―, pero podríamos... podríamos pedirle si nos deja cortejarla.

—Cortejarla ―repitió Danielle, sonriendo con cansancio―, ¿nos aceptará o mandará al diablo? Recuerdas cómo lo hizo la primera que habló contigo, ¿cierto? A ti nunca te gustaron los cortejos, y ahora lo estás sugiriendo...

Minji ahogó la risa en su boca. El sólo recuerdo de ese primer encuentro le daba hasta algo de vergüenza ajena, porque fue realmente una idiota, y sabía que para Danielle era lo mismo.

Iba a decir algo, pero fueron interrumpidas por una llamada telefónica en el celular de Minji. La alfa frunció el ceño, y su boca se arrugó en un gesto de disgusto al ver el número telefónico. Era su madre.

Suspiró, algo molesta. Había estado evitando a sus padres, al igual que Danielle, luego de esa desastrosa noche en que vieron a Haerin y la trataron tan mal. Pensar en lo mucho que lloró la menor hacía que ardiera en rabia, porque no sólo la minimizaron, sino que también insultaron y despreciaron. Además de hacerle ver como si no mereciera estar con Minji. Así que, por lo mismo, no quiso saber nada de ellos por días, en especial de su madre.

Ahora, sin embargo, decidió contestar para saber lo que quería.

―¿Mamá? ―dijo a modo de saludo, sin molestarse en sonar educada.

―¿Así es cómo me dices hola luego de haberme ignorado? ―preguntó, con evidente enojo en su voz―. Soy tu madre, Minji, a mí me respetas.

Minji tuvo que contenerse para no imitarla haciendo un burdo ruido con su boca. Danielle pareció darse cuenta, porque trató de aguantar la risa.

―Bueno, madre ―murmuró, tratando de no sonar irónica―, ¿en qué puedo ayudarte?

―¿Dónde estás? Vine a verte, pero no hay nadie. Le pregunté a tu casero y me ha dicho que te vio salir con Danielle ayer y no han regresado hasta ahora.

Minji volvió a la cara de desagrado. Danielle pareció escuchar lo que decía la mujer, porque también puso una expresión molesta.

―Estamos en Busan ―dijo Minji como si nada. Si bien pudo mentirle, una parte suya quería molestar a su madre en una infantil venganza por lo que le había hecho a Haerin.

―¡¿Busan?! ¡¿Qué hacen allá?!

―Algunas... cosas.

―Dios santo, Minji ―su madre se oía muy molesta y alterada―, ¿es por alguna clase? ¿O decidiste irte de vacaciones con Danielle cuando están terminando el año académico?

―Mamá, esto no te incumbe demasiado ―Minji ni siquiera quería comenzar a explicarle el motivo por el que se encontraba en esa ciudad―, ¿por qué fuiste a buscarme?

―¡A hablar contigo, claro! —bufó―. Me has estado ignorando todas estas semanas desde que conocí a esa... omega ―la mujer parecía querer usar otra palabra, pero logró controlarse a tiempo―. Tu padre ha estado muy molesto, ¿cómo se te ocurre...?

―Mamá, si era para eso, adiós ―gruñó, y escuchó el reclamo de su madre antes de cortarle―. ¿Tu madre ha hecho esto mismo?

―No ―Danielle se encogió de hombros―, papá le dijo sobre el padre de Haerin y pareció calmarse. Tal vez debas decirle lo mismo a tu madre, a ver si te deja en paz.

Minji asintió, pero la idea no terminaba por gustarle tampoco. A pesar de todo, no quería que sus padres se acercaran a Haerin, pues sentía que, al final, sólo buscarían aprovechar de esa nueva posición social en la que estaba. Y detestaba que las personas quisieran aprovecharse de la omega.

―De cualquier manera... ahora lo único que nos queda es darle tiempo a Haerin ―suspiró la mayor―, esperar que... que realmente nos crea y nos permita... nos permita cortejarla.

―Si nos lo permite... ―Danielle sintió su garganta apretada otra vez―, vamos a hacerla la omega más feliz del mundo, ¿no es así?

Minji sonrió con dolor, pero también con una pequeña esperanza surgiendo en el corazón.

―La omega más feliz del universo ―prometió, porque era un hecho para las dos.

***

Cuando llegó el lunes, Haerin seguía en un estado mental de confusión y desconcierto. Hanni le había vuelto a pedir perdón por sus palabras, pero la omega le dijo que no era necesario, que ya había pasado. Nora le contó a su esposo lo que hizo Hanni, y volvió a ganarse un regaño, sin embargo ahora Hanni creía que se lo merecía.

De cualquier forma, Haerin estaba distraída y poco atenta a las clases. Había conversado con Yujin el día anterior, y ahora a su mejor amiga se le había pasado parte de la ira inicial (no toda, pero al menos una pequeña parte), y le escuchó atentamente.

Yo creo que se merecen unos golpes ―dijo Yujin, y Haerin soltó una risa débil.

―Unnie, me has dicho eso varias veces ―señaló la menor.

Pues es que se lo han ganado ―Yujin suspiró, poniéndose ahora más seria―. Bueno, Hae... Me preocupo por ti y te diría que deberías ignorarlas, pero sé que las quieres y es difícil eso. ¿Ellas... realmente sugirieron eso?

―También creí que escuché mal ―Haerin hizo un mohín―, pero lo repitieron... varias veces. Muchas veces.

―¡Qué raro! ―su amiga sonaba muy extrañada y confundida―. Jamás oí de eso... Dos alfas queriendo tener a la misma omega hasta el punto de compartirla...

―Yujin...

―¡¿No es un poco romántico?!

Haerin rodó los ojos, sabiendo que si lo hubiera hecho frente a su amiga, se habría ganado un golpe por insolente. Tampoco le extrañó que hubiera dicho eso, considerando que Yujin era un poco romántica en el fondo. Por lo mismo, le extrañó mucho al inicio que quisiera salir con Xiaoting, considerando que la alfa, a primera vista, no se veía como alguien demasiado amorosa.

―Yujin... ―repitió.

―Sí, ¡lo siento! ―Choi trató de calmarse―. Es que todavía no lo puedo creer, Hae. Dos alfas queriendo estar contigo... Eso no quita que sean unas cretinas ―añadió―, pero ¿por qué no te aprovechas de ellas?

―¿Cómo?

―¡Que te consientan! ¡Que te regalen cosas y te mimen! Si no quisieran ir tan en serio contigo, no harían esas cosas.

―Pero unnie, hicieron esas cosas antes.

Decirlo en voz alta fue como si le volviera a golpear. Claro, ellas lo hicieron: no dudaban en comprarle cualquier cosa para hacerla sentir bonita y consentida. A veces, ni siquiera les decía algo, y llegaban con algún regalito. La cámara fotográfica, los perfumes, lápices para dibujar, cuadernillos, lociones... Ellas parecían muy felices con eso, con ver su expresión cuando le regalaban algo.

¿Eso lo habrán hecho porque la querían? ¿O fue una manera de seducirla?

Cuando te empezamos a querer, cuando nos dimos cuenta de nuestros sentimientos, esa apuesta desapareció.

Eso le habían dicho. Que, efectivamente, iniciaron con eso debido a una apuesta, pero después se enamoraron de ella y acabaron con ese estúpido juego. Y siguieron mimándola, consintiéndola, incluso llevándola a ese viaje a la nieve y siendo suaves y amables con ella. Incluso, si
hubieran presionado un poco, con toda probabilidad habría aceptado acostarse con ambas en ese viaje, pero no lo hicieron. Respetaron sus límites.

Ahora que lo veía sin esa nube de dolor, resultaba muy extraño, como había dicho Yujin.

Hae... ―la voz de su amiga la sacó de sus pensamientos―, mira, todavía las odio un poco, ¿bueno? Pero yo sé que tú no quieres oír eso ―Haerin le dio la razón, porque ya tuvo suficiente de eso las primeras semanas―, y sé que me lo estás contando porque quieres que te escuche, nada más. Yo no soy nadie, también, para decirte qué hacer. Si tú quieres hablar con ellas y... y permitirles estar cerca de ti, pues está bien, es tú decisión. Todavía las odiaré, sin embargo, si te hace feliz, voy a aceptarlo. Aquí lo importante es que tú seas feliz.

―Gracias, Yujin unnie ―murmuró la menor con la garganta apretada.

―¡Te quiero mucho! ―le aseguró―. ¿Quieres que te cuente algo que te pondrá contenta? ¡Ya hemos fijado la fecha de mi boda con Xiaoting!

―¿De verdad? ¡Ya se habían tardado mucho!

―¡Será el 16 de agosto! ¿Vas a venir, cierto? ¡Porque tú serás mi madrina!

La conversación con su mejor amiga logró relajarle un poco y calmar la confusión en su corazón, al menos durante ese día. Aunque cuando despertó el lunes, volvió a sentir algo de ansiedad.

―Haerin, ¿estás bien? ―preguntó Wonyoung a la hora de almuerzo―. Apenas has dicho algo.

Eunchae le dirigió una mirada de reojo, como si supiera el motivo de su silencio. Haerin no le contó nada, sin embargo, parecía ser evidente para ella lo que le estaba pasando.

―He discutido con mi hermana ―mintió.

―¡¿Con ese ángel del cielo?! ―gritó Kyujin, incrédula.

―¡Kyujin! ―regañó Sunghoon, enfadado.

Para su fortuna, esas palabras lograron sacar la atención de ella. Sin embargo, Wonyoung seguía mirándole con una expresión indecisa, como si supiera que no estaba siendo honesta. Por lo mismo, buscó cualquier tema de conversación y le habló a Eunchae con la intención de evitar otro interrogatorio.

Cuando el timbre del final de clases se anunció, no quiso irse en bus a su casa. Sentía que necesitaba caminar para despejarse y tal vez eso le ayudaría a despejarse un poco más. Al menos, eso pensaba hasta que escuchó a alguien llamándola, y al voltearse, vio a Wonyoung alcanzándola.

―Oh, Wonny ―dijo―, ¿no te vas en bus?

―Te vi yéndote caminar y quise acompañarte ―dijo Wonyoung, sonriendo amistosa―, estaba algo preocupada por ti. Parecías un poco triste por momentos, Hae.

Haerin desvió los ojos, sin saber muy bien cómo contestar ante esas palabras. Wonyoung parecía tener una extraña habilidad para adivinar su estado de ánimo con sólo una mirada.

―Ya te dije, Wonyoung...

―Sí, pero eso no quita que haya quedado preocupada ―Wonyoung parecía querer tocarla, pero para su fortuna, no lo hizo―. ¿Quieres ir por algo para comer? ¡Yo te invito!

La omega se lo habría aceptado si no supiera las intenciones de la alfa. A pesar de ser dulce y amable, y que le caía bien, Haerin tenía claro la manera en que Wonyoung le observaba.

―No, gracias, Wonny ―declinó con cuidado―, no tengo mucha hambre.

La sonrisa en el rostro de la alta pareció desaparecer casi por completo, con sus ojos luciendo algo apenados ahora.

―Hae ―dijo Jang, y tomó aire, como si también buscara agarrar valor con eso―, yo... La verdad es que no sé si lo sabes, pero... pero me gustas un poco y quisiera conocerte mejor. Me pareces una omega muy bonita e interesante.

Haerin titubeó cuando la vio inclinarse para darle un beso, pero no alcanzó a reaccionar lo suficientemente rápido como para evitarlo. Los labios de Wonyoung se posaron en los suyos con suavidad, y casi de manera inevitable, cerró los ojos esperando que explotaran miles de mariposas en su estómago.

Sin embargo, no hubo nada. Nada.

No, mentira. Hubo algo. Hubo un pensamiento rápido, breve y veloz que casi le sacó el aire: ojalá hubiera sido un beso de Minji o uno de Danielle. Cuando cualquiera de las dos la besaban, era como llegar al cielo mismo.

Wonyoung se alejó con una nueva sonrisa pequeña, que pareció congelarse al ver el rostro de Haerin.

―Eso no estuvo bien ―dijo la omega en voz baja.

―¿Haerin? ―barboteó la alfa.

―Wonyoung ―Haerin no podía dejar de pensar en Danielle, en Minji, en sus besos―, lo siento, pero no puedo corresponderte. Tú... no me gustas de esa forma.

―¿De... de verdad?

―De verdad ―la omega trató de no limpiarse su boca, sabiendo que eso se vería grosero―. Mentí la otra vez: tuve una relación en Seúl y... y todavía estoy algo enamorada de esa alfa. No puedo... no estaría bien estar contigo, cuando pienso todavía en otra persona.

Decirlo en voz alta se sintió, de pronto, como si fuera una epifanía: todavía estaba enamorada de ambas alfas, todavía las tenía en su corazón. Lo que ellas le habían dicho removió todos esos sentimientos, sacándolos a la luz otra vez, y Haerin no iba a deshacerse de aquello con facilidad.

―Ah... ―Wonyoung puso cara triste―, lo... lo siento. No quería incomodarte. ¿Me... me puedes perdonar?

―Sí ―Haerin sonrió―. Entenderé también si quieres alejarte de mí por esto.

―Debo pensarlo ―Wonyoung retrocedió, un poco avergonzada, como si no supiera dónde meterse―. Pues... pues nos vemos mañana.

Haerin se despidió de ella, volteándose y apresurándose en irse a su hogar, y pensando en lo que iba a hacer con ese nuevo descubrimiento. Todavía no perdonaba a Danielle y Minji por lo que habían hecho, pero no podía seguir fingiendo una indiferencia que no existía. La confusión sólo crecía y crecía, y empeoró cuando, unos días después, recibió un mensaje de Danielle.

Danielle

¿Podemos hablar? Con Minji queremos decirte algo.

No es para presionarte.

La omega titubeó, pero al final, aceptó por la curiosidad y la necesidad que tenía de estar junto a ellas. Era extraño, no podía evitarlo y, en otro momento, se habría sentido peor. Ahora, sólo deseaba saciar ese sentimiento de querer verlas.

Se citaron en el mismo café para el sábado. Haerin se preguntó si ellas estaban muy ansiosas, porque pudieron haberle citado antes, pero luego adivinó que debían estar atareadas por sus estudios. De alguna forma, le tranquilizó saber que seguían estudiando, como si eso le hiciera saber que estaban bien, dentro de todo.

Cuando entró al café, se les quedó mirando un instante de lejos. Danielle estaba inclinada contra Minji, diciéndole algo al oído, mientras que la alfa más alta sonreía ligeramente. Había un aire íntimo entre ellas, y a Haerin le llamó la atención, aunque no hubo celos: también le aliviaba saber que, a pesar de todo, todavía eran amigas. Recordaba esas peleas que tuvieron en el departamento, como se atacaban y miraban con molestia, mientras ella se sentía mal por no saber a quién elegir.

―Hola ―dijo cuando se acercó, y ambas se alejaron un poco.

―Rinnie ―dijo Minji―, siéntate. Ya hemos... pedido por ti. Leche de plátano, ¿cierto?

La omega asintió con la cabeza, sorprendida de que aún lo recordaran.

―¿Están terminando el semestre? ―preguntó.

―Sí ―contestó Danielle―, dentro de unas semanas... Bueno, hemos pasado las materias ―la alfa menor hizo un mohín con su boca― y el próximo año seremos internas. ¿Tú cómo vas con los estudios? ¿Todavía te cuesta matemática?

Otra sensación de sorpresa. Trató de disimularlo.

―No demasiado ahora. Tengo compañeros que me ayudan y unnie también se preocupa por mí ―contestó.

―¿Tu hermana mayor? ―aventuró Kim. Haerin asintió con la cabeza―. No nos está esperando fuera para golpearnos, ¿cierto?

Esas palabras hicieron que medio riera y medio ahogara, porque las alfas se veían muy serias con eso. De pronto, imaginarse a Hanni, de un metro sesenta y uno, queriendo golpearlas le hizo mucha gracia, como si no fuera una imagen real.

―No, no ―prometió―. Bueno... ¿Qué era lo que querían decirme?

Danielle y Minji compartieron una mirada, como si estuvieran decidiendo quién hablaría primero.

―Queríamos pedirte permiso ―habló Danielle finalmente.

―¿Permiso? ―Haerin les observó, confundida.

―Sí, permiso ―Minji se veía muy tímida―, para cortejarte. Queremos cortejarte las dos juntas, Rinnie.

La omega parpadeó, con la sorpresa pintando su rostro. De todas las cosas que pudieron decirle, ¿cuándo pensó que le iban a pedir eso?

―No... no las he perdonado ―habló Haerin, tratando de hilar sus ideas.

―No, lo sabemos ―dijo Minji―, pero queremos cortejarte sin compromiso, Rin.

Más sorpresa. ¿Un cortejo sin compromiso? ¿Qué era eso?

―Déjanos cortejarte ―pidió Danielle―, por favor, Haekie. Si luego de... de unos meses te das cuenta que ya no nos quieres, entonces nos lo puedes decir y te dejaremos en paz.

Haerin miró de Minji a Danielle y viceversa, con el corazón apretado, el alma temblando y su omega alterada.

―¿Hablan... hablan en serio? ―barboteó.

―Muy en serio ―aseguró la castaña―. Es la única oportunidad que... que queremos pedirte, Haerin. Un cortejo sin compromiso.

―No que vuelvas con nosotras ―añadió Minji―, pero que nos des la oportunidad de... de demostrarte que te amamos. Que queremos estar contigo y te amamos.

La omega volvió a pestañear, asustada por la manera en que todo en ella pareció sacudirse con las palabras que le habían dicho. Así que, sin pensarlo demasiado, les dio una respuesta.

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