Dieciocho

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¿A donde van los corazones rotos? Louis intentaba descubrirlo, viajó por todo el mundo y aún no descubría donde era su lugar realmente. Sentía que no pertenecía, aun así, había un lugar que le daba una pizca de esperanza a su vida: Italia.
El lugar donde su corazón nació y murió, había algo tan perfecto en la belleza que el dolor entregaba. Hay algo llamado "Kingtsugui" es el arte
de ver belleza hasta en tus penas más dolorosas.

Eso es lo que Louis más amaba, porque podía convertir su pena en belleza y amor, porque las personas no pueden ser realmente felices sin sentir dolor, sin tener penas, miedos y dolores. Pero algo que aprendió con el paso del tiempo, es qué hay amor en todos lados, desde la perdida de tu ser más amado hasta el día de tu boda. Desde que tu primer hijo nace hasta que tu mueres. Hay tanta belleza oculta, tanto amor en todos lados, no puedes probar el amor sin antes conocer el dolor. Lastimosamente, a él aún no le tocaba sentir ni ver ese amor por sí mismo, aunque le gustaba ver la felicidad en otras personas, le gustaría experimentarlo por el mismo, realmente deseaba ser dichoso.

Se encontraba en el restaurante donde siempre iba con Harry, donde se encontraba su vieja amiga, la sabía anciana que de vez en cuando se convertía en su mentora. Luego de un rico almuerzo ella lo invito a pasar un tiempo en el patio de su casa, Louis realmente necesitaba sus consejos.

Le contó todas sus preocupaciones, hizo énfasis en lo confundido que estaba porque amaba a Harry y quería a Valerie. Pero no sabía como aceptarlo, no sabía como sanar su corazón.De hecho, a veces se preguntaba si realmente llegó a mar a alguien en su vida, sentía que esa confusión hacía a su amor menos valido, que alguien que realmente amaba a otra persona no dudaría ni un segundo en hacer lo que sea para esa persona, eso es lo que él hubiera hecho en el pasado. Pero las cosas cambiaron, y con ellos su corazón también. Aunque creía amarlo ya no tenía esa confianza para decir que daría su vida por él, porque no estaba muy seguro de que fuera correspondido. Él no podía vivir así.

-Realmente hay veces en las que no me entiendo a mi mismo, y me frustra porque... porque lastimo a la gente con mis acciones, y me reprimo demasiado, tanto que termino siendo un hombre miserable. No es la vida que yo quiero llevar Nonna.-

La mujer asiente, comprensiva.

-Tal vez ahora mismo no quieras sentir nada. Tal vez nunca quieras sentir nada. Pero... siente lo que obviamente sentiste. Mira, niño Louis... tu y Harry tuvieron una hermosa amistad... tal vez más que una amistad.- dice mirándolo a los ojos con una sonrisa -Y los envidio. Nos despojamos tanto de nosotros mismos para curarnos más rápido que terminamos rotos para la edad de 30, y tenemos menos que ofrecer cada vez que volvemos a intentar algo con alguien nuevo.
Pero fingir que no sientes nada, para no sentir nada... Que desperdicio.- acaricia el dorso de su mano, observando como sus ojos empiezan a romper en llanto, Louis siemplemente asiente casi imperceptiblemente una y otra vez.

-Como vivas tu vida es asunto tuyo. Solo recuerda... nuestros corazones y nuestros cuerpos se nos regalan solo una vez en la vida, y... antes de que te des cuenta tu corazón se habrá gastado. Y en cuanto a tu cuerpo... llega un punto en el que nadie lo voltea a ver, y mucho menos sé acercan a él.
Ahora mismo sientes dolor, sufrimiento, pero no trates de reprimirlo. Quédate con la alegría que sentiste, sin perderte en el pasado.-

Harry no había salido de la cama desde la carta que leyó. No sentía nada, se sentía vacío y por primera vez en su vida realmente pensaba en rendirse.
Niall lo había encontrado en un rincón, llorando mientras se tocaba su pecho adolorido, casi intentando arrancarse el corazón.
No le quiso decir qué pasó, pero se dio cuenta de inmediato una vez que vio esas hojas de papel tiradas en el piso.
Niall lo llevó a su cama, y desde hace dos días que cuida de él.
Por suerte, Harry mejoró con el paso de los días, ya comía y pedía hacer otras actividades más que quedarse viendo a un punto fijo con los ojos perdidos.

Niall, contrariamente a las indicaciones que Harry le había dado, se encontraba leyendo la carta en la sala de su departamento. Tal vez eso lo podía ayudar a entender mejor a Harry y saber cómo ayudarlo.

"Hola mi querido hijo, sé que no estaré aquí cuando estés leyendo esta carta, pero me pareció prudente poder explicártelo todo, sabes que me gusta atormentarte, morir no es un impedimento.

Supongo que me gusta ser egoísta, más cuando se trata de ti.
Desde que naciste he lidiado con el constante sentimiento de obsesión contigo, un sentimiento tan profundo que me llevo a la condena, tanto a mi como a tu madre.

Tal vez no te explique muchas cosas en vida, y hay muchas cosas que no sabrás hasta que leas esta carta. Decido contártelo ahora porque no tengo nada que perder, me verás como el malo una vez más pero como ya estaré muerto no me puede importar menos.
He sido siempre sobre protector contigo porque la idea de que alguien más te mire o te toque con otras intenciones me atormento desde el día que naciste, más bien, cuando empezaste a desarrollarte y tu cuerpo tomó otro significado para mi.

Una lujuria imparable y repugnante; aunque siendo franco no pienso mucho en ella como algo asqueroso, más bien, lo que siento por ti va más allá de lo perverso o sexual, es lo más puro que alguna vez he sentido por alguien.
Intente ocultarlo despreciando tus preferencias sexuales e insultándote, sin embargo todo eso no fue nada más que una tapadera de mis celos.

Yo sé que sabes que mate a tu madre. No me guardes rencor por eso. Es lo que yo debía hacer.
Fue un mandado de los dioses, todas las noches me lo susurraban, mientras dormía con ella y me daba la espalda, soñaba con matarla.
Aunque bien sabía yo que necesitaba una excusa, nada más perfecto que el hecho de que ella quiso separarnos. Después de todo, fue su culpa. Éramos una familia tan perfecta, ella quiso llevarte lejos de mi.
Claro, yo también pensaba en eso a diario, pero al menos lo podría controlar. Ella quería dejarme para siempre.
Así que hice lo que tenía que hacer. No pienses hacer justicia, porque jamás lo lograrás.
Así que, como se que lo supiste siempre, y encima de todo eso querías irte de mis brazos, querías escapar con ese artista bastardo, te tuve que llevar.

Cada vez que intenses amar a un hombre me verás a mi, quien por las noches entraba a tu habitación y miraba tu hermosa cara mientras..."

Niall tiro la carta al suelo, tapándose la boca con la palma de su mano y sollozando en silencio.
Si la carta lo había afectado de esa manera no podía imaginar como se sentía Harry. De pronto sintió un nauseabundo sentimiento recorrer todo su cuerpo, un resentimiento profundo penetró su alma, su deseo de venganza que jamás será saciada inundó cada espacio dentro suyo.
Se dirigió hacia la habitación de Harry, algo mareado y desorientado.
Con cuidado abrió la puerta y observó a su dulce amigo durmiendo en paz en su cama, con respiraciones tranquilas y una aura en calma.
Se quedó en su lugar, mirándolo con ojos llorosos y deseando que siempre esté así de tranquilo, como si estuviera dormido siempre. Que siempre sea feliz y que deje de sentir un dolor tan constante.

Louis siente una vez más como el sabor del whisky quema su garganta deliciosamente, acabándose con solo tres grandes sorbos y pagando una más de inmediato.
No estaba orgulloso de decir que ahogaba sus penas en el alcohol, pero debía de admitirlo.
Las peores de las compañías lo acompañaban cuando estaba en pena, el alcohol y el tabaco eran sus mejores amigos en esos casos, y, aunque sonara loco, la Luna era una buena oyente.
Salía a su balcón y sentía el viento soplar mientras hablaba con ella por horas y horas, de alguna manera se sentía conectado a las personas que más amaba a través de ella.

Dicen que si le pides algo a la Luna ella te lo dará, claro, que te quitará algo a cambio. Louis cree que le quito su felicidad, porque luego de tantos años solo logro ser feliz una vez en su vida, con una sola persona, gracias a solo una persona.
Y le habían arrebatado a esa persona de su vida.
-Luna querida, que debo de hacer para enmendar todos mis errores, tal vez él no me quiera volver a hablar en su vida.- pregunta apenado y borracho, recostado en su auto en el vacío estacionamiento del bar.
-¿Podrías devolverme a mi amado? No creo poder seguir sin él... no puedo seguir sin él. No se que hacer sin él, no se donde poner mis manos. No puedo dormir y termino hablándote a las 3 de la mañana.
No necesito que nadie más me vea, no necesito que nadie me valide. Simplemente no creo poder soportar estar donde él no esté.- Louis se pone de rodillas, evitando caerse de mala manera de todos los mareos que desencadenaron su borrachera. Con las rodillas raspadas y un corazón roto, saca su teléfono de su bolsillo sin pensarlo ni un segundo, buscando el contacto de la persona que acapara sus pensamientos día y noche.
Dos pitidos, es todo lo que suena hasta que la llamada le sea correspondida.
-¿Louis? ¿Eres tú?-
Escucha la angelical voz desde el otro lado del teléfono y de repente tiene ganas de llorar, echarse a gritarle lo mucho que lo ama, decirle cuanto lo siente por haberle dejado de lado.
-Venus...-
-Louis, ¿estás bien? ¿Por qué me llamas a esta hora?-
-Yo...yo, no lo sé. Solo necesitaba escucharte.-
-Mira, si esta es una estúpida broma entonces es de muy mal gusto. Si realmente quieres hablar con alguien deberías hablar con tu novia. Deja de llamarme, deja de ilusionarme, por favor permíteme sanar.-
El rizado cuelga el teléfono y Louis niega una y otra vez como si lo pudiera ver.
Se agarra la cabeza con ambas manos y se levanta del piso hasta dirigirse a su auto.
Entra y enciende un cigarrillo, calmando por un segundo a su mente e intentando volver a la sobriedad.
Deberá de solucionar esto de alguna u otra manera.

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