𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

9. ASLAN


━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

           JADIS decidió que lo mejor sería acampar en el bosque esa tarde, así que nos ató al tronco de un árbol mientras veíamos al séquito de Jadis allí reunido hablando y comiendo. De vez en cuando nos echaban miradas e incluso se reían de nosotros. Al menos tenía a Edmund a mi lado.

En algunos momentos de silencio incluso intenté utilizar mis supuestos dones, pero era imposible.

—¿Sientes tus... poderes?— me preguntó Edmund en voz baja.

—No— negué con la cabeza— No siento nada. Creo que se ha equivocado de persona.

—Lo siento tanto, Drey... —susurró con pesar. Lo miré apenada— No quería que acabaras así. He sido un idiota de remate.

—Está bien —le dije con tranquilidad—. No pasa nada, Ed. Saldremos de esta.

—¿Cómo sabes eso?

—No dejaré que nada te pase. Estoy segura de que Aslan nos salvará.

—Ni siquiera lo conocemos— Edmund negó con la cabeza.

—No me preguntes por qué, pero confío en él. Aunque nunca lo haya visto sé que se preocupa por nosotros. En serio. Él sí que nos conoce.

—Quería ser mejor que todos —comentó Edmund, con la voz rota—. Me pudo la ambición. Me imaginé gobernando este lugar y siendo querido y alabado por todos. Me imaginé siendo mejor que Peter, me imaginé humillándolo y mandando sobre él como hacía él conmigo.

—Peter te quiere mucho, Ed. Has tenido una imagen errónea de él todo este tiempo.

—Lo sé -suspiró-. He sido un maleducado con todos y entiendo si me odiáis.

—No te odio, Edmund —contesté con rapidez, sin querer que él se sintiera peor de lo que se sentía en ese momento—. Te tengo mucho aprecio, no te tortures más. Y estoy muy segura de que a tus hermanos les da igual lo que pensaras antes, deben estar buscándote como locos para saber que estás bien. Tú tienes a gente aquí que se preocupa por ti y que te quiere ver ya.

—Tú también, Drey —me miró y torció la boca—. Durante estos días he visto que mis hermanos han ido cogiéndote mucho cariño, y en el fondo, yo también.

Sonreí, feliz de escuchar esas palabras incluso en esa situación.

—¡Ya está bien de conversación! -exclamó Ginarrbrik con enfado, y acabó tapando nuestras bocas colocándonos un trozo de tela oscura a cada uno. No me quería imaginar ni el aspecto que debía tener en ese momento. Una vez amordazados, el enano nos miró con diversión—. ¿Se encuentran incómodos nuestro principito y nuestra brujita? ¿Queréis que os acomode un poco la almohada?

Bromeó refiriéndose al incómodo y duro tronco del árbol. Acercó su mano al rostro de Edmund, consiguiendo que el niño intentara apartarse lejos de él.

—Y la pequeña bruja... —me miró sonriendo con esa cara tan peculiar— Mírala, tan hermosa normalmente y tan... vulnerable ahora. Perdiendo su brillo por momentos.

Comenzó a andar alrededor nuestro, dando vueltas mientras jugaba con nuestras emociones. Pasó por el tronco.

—Un trato especial para los niños especiales!— Puso su rostro peligrosamente cerca de ambos.— ¿No es eso lo que querías, Edmund?

Después se alejó, dejándonos atados y pensando en qué sería lo próximo que nos ocurriría. Estaba claro que ahora estábamos en las manos del destino y poco podíamos hacer por nosotros mismos.

Por desgracia, ahora ya no podíamos hablar. Ya no teníamos ni la comunicación entre nosotros.

[...]

Cuando llegó la noche, Edmund estaba medio dormido y yo contemplaba y analizaba a todas las criaturas del séquito de la Bruja Blanca. Estaban forjando armas y preparaban todo para una guerra segura que tendría lugar muy pronto.

Habían hecho fuegos en algunos puntos del lugar donde acampaban, ya fuera para calentarse del frío de la noche o para forjar las armas. Todos eran criaturas horribles y feas. No me gustaba mirarlos, era desagradable, pero debía contemplar cada movimiento para poder conocerlos y poder saber cómo actuarían en batalla. Era necesario.

Los ogros eran grandes y fuertes, podían destruirte con solo apretar un poco su mano. Pero a su vez eran torpes y un poco despistados, eso era un punto a nuestro favor. 

Los enanos eran crueles y no tenían piedad. Tenían caras de malas personas, se les veía a kilómetros que no tenían buenas ideas en mente. Sus expresiones eran horrenda y eran muy inteligentes. Les gustaba la violencia y ser pequeños no era un obstáculo para ser mortales.

Los minotauros eran agresivos y sabían que lo que querían era destruir, para eso estaban allí. Eran brutos e impulsivos. En general, todas esas criaturas o deberían a Jadis y querían machacar a todo el enemigo que se interpusiera entre ellos.

Entonces, la llegada repentina de un lobo al campamento mientras aullaba llamó la atención de todos. Escuchamos un caballo cabalgar, o algo parecido, al mismo tiempo que Ginarrbrik llegaba hasta nosotros. Parecía nervioso y quería sacarnos de allí.

Pude  ver que hacía nosotros se dirigía una nueva criatura para mi. Se trataba de un hombre, pero no era un hombre, porque era caballo por debajo. Del ombligo hacia arriba era totalmente el cuerpo de un hombre, pero de caderas hacia abajo tenía el cuerpo de un caballo de color marrón, casi del color de mi cabello.

Era un centauro. Cabalgaba hacia nosotros derribando a todo el que se interponía y les lanzaba estocadas con su espada. Era enemigo de Jadis, por lo tanto, aliado nuestro.

En menos de dos segundos, el centauro junto con otros más de su especie llegaban hasta nuestro tronco y alzaban a Ginarrbrik en el aire. Uno de ellos liberó nuestras mordazas con su espada, cortándolas. Sonreí con emoción al ver que otro me alzaba y me dejaba en su lomo. Sin muchas fuerzas, caí sobre él y llegué a ver cómo el que iba al frente de todos dejaba a Ginarrbrik, que ahora tenía boca amordaza, en el tronco y lo ataba al igual que él había hecho con nosotros anteriormente.

—Estamos aquí para salvaros, su Majestad —le dijo el centauro a Edmund, que los miraba con sorpresa— Y a usted también, Bruja Legitima.

—¿Nos llevaréis con Aslan?— no pude evitar preguntar.

—Sí, nos espera un camino largo, así que debe sujetarse fuerte a mi, Bruja —me dijo el centauro que me llevaba.

Yo asentí y obedecí a las palabras que me dijo, me sujeté con fuerza a él y acabé cerrando mis ojos poco a poco. Avanzar con rapidez por el bosque montada en centauro era una sensación nueva e increíble. Pero estaba tan cansada, tan agotada, que mis párpados bajaron sin poder evitarlo.

Estaba segura de que todo iría bien.

[...]

Cuando volví a abrir mis ojos, era de día. Los entrecerré mirando al cielo, y después miré a todos lados.  Me asusté pensando en que quizá lo ocurrido con los centauros había sido un sueño, pero rápidamente sentí un alivio enorme al ver  aquellas criaturas cerca de Edmund y de mi. Edmund me había despertado y me miraba con una sonrisa.

—Drey, hemos llegado.

Me ayudó a incorporarme y después a levantarme. Miré a todos lados, estábamos en una colina donde se podía ver un campamento desde arriba. Se veían carpas de colores rojo, blanco, amarillo... Mucho más colorido que el campamento de la reina Jadis.

Sonreí contenta, porque sabía que estábamos a salvo.

—Dicen que mis hermanos están a salvo —me dijo Edmund, andando hacia los centauros—, y que nosotros estaremos bien, también.

No pude evitar abrazar con fuerza a Edmund. El chico, un poco incómodo porque no le gustaban los abrazos, me lo devolvió. Sabía que no le gustaba tener tanto tacto físico, pero me daba igual.

—Todo irá bien —murmuré.

—Bruja legítima —me dijo uno de los centauros, y me separé de Edmund—, debéis hablar con Aslan. Os espera al lado de la tienda de campaña del resto de reyes.

—¿El resto de reyes? ¿Os referís a los Pevensie? —pregunté frunciendo el ceño, ellos asintieron—. Perfecto. Debemos hablar con Aslan, entonces. Gracias por todo.

—No debes darnos las gracias —respondió el centauro—. Nosotros os debemos todo a vosotros. —hizo una reverencia— Permíteme presentarme, Audrey Sawyer, me llamo Oreius, y estoy a vuestro servicio.

Sonreí agradecida. Estaba contenta por el trato que estábamos recibiendo de esos centauros, en especial después de lo que había ocurrido con los súbditos de Jadis. De repente éramos especiales, no basura.

Comenzamos a avanzar hasta llegar a una piedra alta, al lado de unas tiendas de campaña. Los centauros se separaron a la vez que mirábamos al animal que teníamos frente a nosotros.

Un león, de tamaño más grande de lo normal, nos miraba con expresión afable. Incluso sonreía un poco, y en cuanto lo miré sentí una corriente de esperanza cruzar mi cuerpo. Mi falda estaba hecha jirones, sabía que mi piel tenias heridas, mi cabello estaba hecho un desastre y estaba a punto de desmayarme del cansancio y el hambre. Pero tener a aquel león frente a mi me hizo saber que todo estaría bien y que me recuperaría.

Sabía quién era.

—Aslan —dije con un jadeo.

—Estoy feliz de teneros aquí, con nosotros, rey Edmund, bruja Audrey —su voz era grave y calmante.—Me alegra ver que estáis bien.

Los dos llegamos a su lado, y lo miramos con asombro.

—Sé que estaréis muy cansados, y no os molestaré de momento. Creo que deberíais descansar antes de conversar sobre temas importantes —bajó un poco su cabeza cerrando los ojos—. Sólo quiero decir una cosa, Edmund.

Edmund lo miró con algo de temor, sabiendo que Aslan ya estaba al corriente de su traición. Coloqué mi mano en el hombro del moreno para darle mi apoyo.

—Siento mucho lo ocurrido, Aslan. —dijo con la vergüenza evidente en su voz— Siento haberos traicionado, y siento haber ayudado a la bruja a avanzar, yo...

—Tú has aprendido de tus errores, joven —le interrumpió el león, con voz amable. Los dos lo miramos con sorpresa, pues no parecía enfadado—. Con eso me parece suficiente para perdonarte. Está todo en el pasado.

—Gracias, Aslan.

—¡Edmund! ¡Drey!— escuchamos la voz de Lucy.

Aslan miró a un lado, consiguiendo que los dos miráramos hacia esa dirección. Más abajo, junto a una tienda, Peter Pevensie nos miraba directamente, sonriendo levemente. Sentí mi corazón latir con mucha fuerza. Su cabello rubia relucía ante la luz del sol, e iba vestido con un traje medieval. Parecía más mayor a pesar de que sólo había pasado dos días desde la ultima vez que lo vi.

A su lado estaban Susan y Lucy, ambos sujetaban a Lucy para que no avanzara y corriera hacia nosotros. Estaba tan feliz de verlos sanos y salvos... estaban increíbles. Las dos chicas vestían dos hermosos vestidos medievales también. Sonreían con emoción, sin dejar de mirarnos.

Miramos a Aslan, y nos indicó que podíamos bajar para saludar al resto, y que después debíamos dormir.

Edmund comenzó a bajar la colina, y yo le seguí unos pasos más atrás. Los hermanos Pevensie no dejaron de mirarnos, y cuando llegamos hasta ellos, Aslan se posicionó a nuestro lado.

Edmund parecía avergonzado, porque andaba cabizbajo. Vi que Peter pasaba su mirada de Edmund hacia mi, y vi que sus ojos brillaban un poco al mirarme.

—Lo hecho, hecho está—dijo Aslan—. No tenéis por qué hablar con él sobre algo ya pasado.

Dicho esto, se marchó, dejándonos tiempo a solas.

Edmund miró a Peter, que lo miraba serio.

—Hola —murmuró el moreno, preparado para la reprimenda.

Esperaba que Peter no fuera duro con Edmund. Tenía claro que yo defendería al pequeño en caso de que le reprocharan cualquier cosa. Ellos no habían estado allí con él, no habían visto lo que habíamos sufrido.

Susan sonrió a la vez que Lucy corría hacia su hermano y lo abrazaba con fuerza. Susan se dirigió a mi y me sorprendió abrazándome también.

Peter miró cómo yo sonreía mientras le correspondía el abrazo a Susan.

—Estaba tan preocupada por ti— me dijo la muchacha, y se separó para después mirarme con emoción— Pensé que había perdido a mi única amiga.

—Estoy aquí, Susan —sonreí—. No os librareis tan fácil de mi.

Después Susan se dirigió a su hermano, para abrazarlo cuando se separó de Lucy. Lucy se lanzó a mis brazos soltando un grito de emoción. Reí mientras le apretaba con fuerza contra mi.

—Menos mal que estás bien, Drey— me dijo con su dulce voz.

Al separarnos, vi que Peter nos miraba intensamente.

—¿Estás bien? –Le preguntó Susan a su hermano Edmund.

—Un poco cansado —Edmund se encogió de hombros, sonriendo levemente.

—Duerme un poco —le ordenó Peter con voz firme, señalando la tienda que tenían detrás. Edmund lo miró con una mueca al ver el trato frío que le dirigía, y comenzó a andar hacia la tienda, pasando por su lado. Miré a Peter con el ceño fruncido. Él se dio cuenta de mi reacción, y se dio la vuelta con prisa— y, Edmund —Edmund lo miró—, intenta no largarte.

Peter sonrió al decir eso, contagiándole la sonrisa a Edmund. Las demás miramos la escena enternecidas.

Peter suspiró a la vez que se daba la vuelta y me miró. Susan y Lucy se dirigieron una mirada cómplice, riendo un poco, y se marcharon andando hacia su tienda dejándonos solos.

Solté un suspiro en voz baja mientras veía la manera en que Peter me miraba. Ahora que lo veía de nuevo, después de tanto sin saber de él, me daba cuenta de lo mucho que sentía por él. Sentía muchas cosas que me hacían sentir nerviosa y extasiada. Peter Pevensie me gustaba mucho, y me dolía el pecho de pensar que seguramente él no se sentía de la misma manera que yo, al menos no con la misma intensidad.

—Gracias por cuidar de Edmund.

—¿Cómo sabes que he cuidado de él?

—Los castores nos dijeron todo, sabemos que eres una bruja. —se acercó a mi— Sabemos que te marchaste para no dejar solo a Edmund en el bosque, y sabemos que has hecho lo posible por mantenerlo a salvo. Gracias, Sawyer.

—No hay de qué, Pevensie.

Peter llegó hasta mi, y sin que yo pudiera reaccionar, me abrazó con fuerza. Apoyó su nariz en mi cabello y me apretó contra él. Le abracé de vuelta, enredando mis brazos alrededor de su torso, juntando mis manos. El abrazo de Peter era el mejor que había recibido nunca, daba abrazos increíbles, te hacían sentir protegida. Y me habría gustado quedarme así por minutos.

Peter se separó de mi y me sonrió levemente.

—Deberías descansar.

—Sí... —suspiré, y comencé a dirigirme hacia la tienda de las chicas. Me di la vuelta y lo miré una última vez, viendo que él ya me miraba—. Gracias por no ser duro con Edmund.

—Estoy contento sabiendo que estáis los dos aquí.

Asentí y entré por fin en la tienda, sabiendo que iba a descansar mejor que en días. Por fin.


━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro