viii. Not the Chosen One

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eight not the chosen one

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ES EL MARTES DESPUÉS de la reunión de la sociedad marxista cuando Mia sale de la sala común de Hufflepuff con un pañuelo amarillo que cubre la mitad inferior de su rostro, viendo la última incorporación de los decretos educativos de Umbridge. Esta vez se han prohibido los clubes o, al menos, esto es lo que dice la carta rodeada del marco más feo que se pueda imaginar. A Mia no le gustan los parientes de su padre, claro, pero al menos aprecia que entendieron una cosita llamada diseño de interiores. Los marcos no deben ser del mismo color marrón ladrillo que el muro de un castillo. Es asqueroso. ¿Primero ella hace una estúpida regla y luego que el anuncio sea feo? Capulla.

Mia frunce ante el decreto. Varios estudiantes también lo miran y se preguntan qué pasará con los equipos de quidditch, los diferentes clubes. Uno de primero le pregunta a su amigo qué va a pasar con el club de ajedrez. Los labios de Mia se tuercen; sin embargo, tiene que dar un paso atrás, su irritación cubriendo el cristal del marco con escarcha.

Tal vez pueda conjurar un carámbano y dejar ciega a Umbridge la próxima vez que pase por una de estas cosas, piensa.

—Te ves tan alegre como siempre, Black —la voz de George resuena en sus oídos y ella deja escapar un suspiro. La escarcha se calienta—. No me digas que estás secretamente en el club de Gobstones.

—No desde el noventa y dos —dice Mia, sacudiendo la cabeza—. Casi mato a uno de séptimo —con esto, comienza a alejarse, esperando poder encontrar a Archie y desayunar con él.

¿Estabas en...?

—Sí —Mia deja de caminar. Su pensamiento es que si tiene la conversación aquí, en el pasillo, terminará aquí, en el pasillo. Para que no tenga que sufrir otra comida con un Weasley—. Pero me expulsaron cuando mis emociones se apoderaron de mí y todos se volvieron locos. La hija del asesino en masa y todo eso —pone los ojos en blanco. Es agradable poder hablar con personas que saben que su padre es inocente—. De todos modos, los clubes están prohibidos. Nada de viva la revolución para nosotros.

—Algunos estamos un poco molestos, que lo sepas —él enarca una ceja. Ella juega con la correa de su mochila de cuero negro con detalles dorados. Emilia dijo que era demasiado obtener una adecuada. Mia quería una blanca. O tal vez una del tono de una joya. O morada. A Mia le gusta el morado. Oh una con estampado de leopardo... De todos modos. Mia está esquivando el asunto real. Y es que se siente un poco mal—. Aunque no pasa nada. Solo porque esté prohibido no significa que no lo haremos, ¿verdad?

Mia asiente.

—Supongo que es verdad.

—¿Todavía asistirás? —pregunta George.

Ella lo mira y pone los ojos en blanco.

—Sí, lo que sea.

Brillante —dice él con una sonrisa.

Mia no sabe cómo, pero logra escapar, encontrar a Archie y sentarse con él. Pasa a Cormac cuando él se va para ir a la biblioteca en su clase libre (él dejó en claro que está en un área vacía de la biblioteca, en caso de que ella quiera hacer una visita) y él le sonríe amablemente. Tiene una bonita sonrisa. Una encantadora... Superior, probablemente diría su padre. Pero ese no es su problema.

Sigue pensando en esta reunión a la que va a asistir, porque es cierto que le preocupa. O sea, Mia no es la mejor en defensa. Siempre ha tenido la impresión de que realmente no necesita preocuparse por defenderse, porque su magia se asustará si tiene miedo y eso lo resolverá. Así que está un poco nerviosa. Habrá muchos triunfadores en esta reunión y, bueno, Mia no es una de ellos.

—Buenos días —saluda Archie con una sonrisa—. Oí que estamos en la resistencia ahora.

—Bueno, el rojo es un color muy comunista —dice Mia.

Archie guiña un ojo.

—Lo sabes, nena.

Mia ríe.

—Creo que intentan encontrar un lugar para la reunión... bueno, solo Hermione —dice Archie mientras come su tostada. Mia tiene gachas de avena. Toma una cucharada al mismo tiempo que piensa: conoces un lugar, conoces un lugar...—. Estoy seguro de que Hermione está estresada por la prohibición de clubes.

—Eso es lo que Umbridge quiere, ¿no es así? —dice Mia, y recién ahora hace clic en su cabeza. Esto es realmente injusto. ¿Por qué Umbridge dicta algo tan pequeño como los clubes?—. Es muy estúpido.

—Puedes decirlo otra vez —Archie asiente—. Ah, Cormac me dijo que te dijera que está en la biblioteca. Sección M.

—Que asco —dice ella, haciendo una mueca.

Él rueda los ojos.

—Él me dijo que te lo dijera. No puedo decir que le haya cortado el rollo... Lo hizo él mismo.

Mia mira a Archie mientras él frunce el ceño y hace una mueca.

—Entonces, eh ... ¿él no va a estas reuniones?

—No se lo he contado —responde él—. Pero la cuestión es que lo conozco. Es mi mejor amigo. Es lo mismo que yo preguntándote sobre Cedric. Sabrías su respuesta de inmediato, ¿no? —Mia asiente. Ella se deleita con la mención. Dios, lo extraña—. Y sé que él no tendría nada que ver con eso. Así que no tiene sentido. Creo que sabe pasa algo, pero piensa que está por encima de eso, así que.

—Hm —dice Mia, con el ceño fruncido. Se siente mal por Archie.

Es casi la hora de que comiencen las clases cuando Mia y Archie deciden abandonar el comedor. Mia tiene Astronomía; el acuerdo de los martes es que debería ser una clase doble, pero debido a que tienen una clase por la noche, solo tienen la primera hora de esta mañana. Lo cual, para Mia, es un poco molesto ya que es un momento muy extraño para tener una hora libre, pero lo que sea. Ella disfruta de la asignatura. Su padre dice que es lo que pasa cuando eres un Black. Tienes un interés natural por las estrellas. A Mia le molesta un poco, así que no piensa mucho en esa parte.

—Erm, Mia —llama Harry.

Ella se da vuelta. No te enojes, todavía no ha hablado.

—¿Si? —ella levanta una ceja.

—¿Puedo hablar contigo?

Mia presiona los labios.

—Ya lo haces.

—No, pero, eh... —Harry se detiene. Frunce el ceño y comienza de nuevo—. Te iba a preguntar... sobre esa sala... que conoces.

Ella recuerda el sábado. Tal vez lo hayas olvidado, pero fue mi padre el que escapó de Azkaban. Tal vez quería esconderme de todo. Mira a Harry, quien tiene esa horrible mirada obstinada en su rostro. Las cejas se fruncieron, una mirada que sigue volviendo a Ron y Hermione, como si realmente no quisiera preguntarle. Hm.

Mira su reloj. Mierda.

—Llego tarde —dice Mia.

—¿Pero me enseñarás...?

—¡Oh, Dios mío, Potter! ¡Te lo contaré, pero ahora llego tarde!

¿En serio? —él dice, con los ojos muy abiertos.

—No me caes bien, eso es seguro —dice ella—. Pero es injusto no enseñártela.

Ella se aleja después al darse cuenta de que Archie la estaba esperando. Hace una mueca, queriendo poder explicarle esto.

—Erm... —comienza él.

—Recuerdas el cuarto año, ¿no? ¿El final?

Archie asiente, aún frunciendo. La mirada de un hermano mayor protector.

—Cómo fue mi padre el que escapó de Azkaban, pero no vino a verme, sino a ver a Harry. Y cómo... Y cómo ocurrió eso en la Casa de los Gritos y el Sauce Boxeador durante la noche de verano y yo no tuve nada que ver —dice Mia. Cierra los ojos. Por alguna razón, las lágrimas ya están apareciendo. Es ridículo. Ella mira a su lado, donde aparece un charco en el piso del castillo. Basta, Mia—. Es solo... mierda. Mi padre es un asco.

Archie suspira.

—No sabía por qué, pero tenía la sensación de que se trataba de tu padre. Aún así, lo entiendo. Es una mierda ser el otro hijo de James y Lily —resopla y hace un patético signo de la paz con los dedos—. El no elegido.

—Tenemos que buscar a Livvy y hacer un club —dice Mia con una mueca, refiriéndose al hermano menor de Briar—. Ya sabes, de todos los hijos merodeadores que quedaron atrás.

—Seremos los merodeadores del after hour —dice Archie—. Los marxistas.

Mia no puede evitar reírse un poco.

—Totalmente.

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DESPUÉS DE TERMINAR HACE UN MINUTO —NO, SEGUNDOS— su clase de Encantamientos del cuarto período, Mia se encuentra acorralada por Harry. No, no acorralada. Emboscada. Atacada. Molesta, incluso. Mia cree que sí. Después de terminar hace un minuto, no, segundos, su clase de encantamientos, Mia es molestada por Harry. Eso es lo que realmente está pasando. Está siendo molestada. ¿Puede parar, por favor?

—Erm —dice Harry. Mia ha notado que así es como comienza todas sus oraciones. Tal vez salió del útero diciendo erm. No se sorprendería—, ¿puedo hablar contigo...?

Mia rueda los ojos. Quiere ir a la biblioteca antes de la cena; tiene un ensayo para la próxima semana y quiere hacer el plan. Así que se vuelve hacia Harry.

—Te mostraré la sala —dice, bajando un poco la voz. Sin embargo, la baja por completo mientras se dice a sí misma—: Cristo.

Empieza a caminar. Cree que atrapa a Harry tropezar con sus propios pies para alcanzarla, y mientras lo hace, alguien que pasa por delante de ellos lo golpea, fuerte, en el hombro. Mia frunce. Cree que también escucha a alguien más murmurar algo sobre Potter y cómo es un mentiroso. Alguien más dice que dijo lo de Voldemort para llamar la atención. No se menciona que el chico maravilla sea bueno en absoluto. Hm. Ella sabía que a muchas personas no les caía bien, pero este es un nivel completamente nuevo...

—¿Qué tan lejos está? —pregunta Harry. Están en un pasillo vacío. Se ve un poco nervioso. Quizás incómodo. Incluso tímido. Mia supone que no han pasado tiempo juntos antes, o al menos solos, ¿verdad? Siempre está su padre allí.

—Está a la vuelta de la esquina.

—Erm, gracias por contármelo... —comienza, inseguro de cómo decirlo.

Mia suspira.

—Es justo. Y además, significa que cuando hacemos estas lecciones olvidadas de Dios, tienes que darme un pase gratis.

—¿Por qué?

—¿Por ser basura? —dice ella.

Ella no tiene tiempo para dar detalles, gracias a Dios, porque llegan al pasillo donde aparece la puerta secreta. La profesora Sprout le contó al respecto cuando se le acercó llorando después de pasar toda la tarde escuchando a la gente hablar sobre lo horrible que es su padre. "Solo quiero irme a casa," dijo. "O al menos ir a un lugar donde no puedo escuchar a la gente y a sus madres hablar sobre cómo mi padre es un asesino, porque puede que me sienta como basura y tal vez lo extraño mucho..."

Y Sprout le había dicho que fuera a este pasillo, que había una sala tranquila que podía usar. Más tarde, Mia se dio cuenta de que estaba encantada de alguna manera, porque trató de mostrársela a Cedric, pero nunca apareció. Regresó a Sprout y le preguntó por qué Cedric no podía verlo, y la respuesta fue simple: no la necesita.

Pero Harry sí.

Entonces ella mira hacia la pared y la puerta comienza a aparecer en un tenue contorno de polvo dorado. Los ojos de Harry se ensanchan y ella gira el pomo, entrando.

Todavía es su sala, pero con muchos ajustes. Aún tiene la forma de un antiguo salón de la iglesia, salvo por los detalles y los equipos para lanzar hechizos. Hay una chimenea en la pared del fondo y el cálido resplandor del ardiente fuego le da a todo el lugar un tinte anaranjado. Un modelo de un mortífago se encuentra en el centro. En la esquina a su derecha, hay un espejo en pie. Una imagen de la Orden del Fénix original está pegada a un lado. Mia sonríe suavemente.

—Supongo que se dio un cambio de imagen —comenta Mia.

—¿Qué es este lugar? —quiere saber Harry, asombrado.

Camina hacia el modelo mortífago hecho de metal y apoyado en un soporte rodante.

Mia se encoge de hombros. La puerta se cierra detrás de ellos, como siempre.

—Es la Sala de los Menesteres —contesta. Mira hacia el espejo y ve que comienzan a aparecer un par de fotos más. Uno de los titulares de un periódico, una cita de Dumbledore sobre la fuerza de la unión. La otra es de Cedric. Ella mira hacia otro lado—. Solo se aparece a alguien cuando realmente lo necesita... Se ve que la hizo Helga Hufflepuff.

—Como la Cámara de los Secretos con Slytherin —dice Harry.

—Solo un poco más agradable —dice Mia. Harry frunce el ceño—. Bueno. No sabes si él era completamente malvado. No estabas allí, ¿verdad?

—Odiaba a los nacidos de muggles —responde él lentamente.

Mia frunce.

—Lo que está mal, sí, pero en ese momento había juicios con brujas... —deja escapar un suspiro, porque realmente no quiere meterse en esto ahora—. Mira, es comprensible por qué, con el contexto, él no quería hijos de muggles. Pero sigo pensando que es injusto, porque imagina cómo debe ser para ellos, estar completamente solos, sin tener idea de cómo controlar su poder...

Piensa en su madre, cuando desarrolló por primera vez estos poderes basados en la emoción.

—De todos modos —dice Mia—. Esto debería funcionar.

—No hay otro lugar —dice Harry.

Vale, piensa ella. Pone sus manos en sus caderas, sin saber qué más hacer, y mientras mira a su alrededor a los pequeños cambios en su sala, ve a Harry revolviendo en su mochila. No piensa mucho en eso, él solo tendrá libros escolares y tal vez una pluma, así que sigue mirando a su alrededor. Sus ojos siguen parpadeando de regreso a la imagen de Cedric pegada al espejo. No puede evitar mirarlo. Parece que han pasado años desde la última vez que vio su rostro. Pero supone que eso es lo que sucede cuando la gente muere. Empiezas a olvidar su cara. Su voz también. Eso es lo peor, a los ojos de Mia. Sabe que está luchando por recordar su voz ahora mismo. Ella lo odia.

—Vaya, esta sala no aparece en el mapa —suelta Harry.

Las cejas de Mia se fruncen mientras se vuelve hacia él.

—¿Mapa?

Harry la mira en shock. Ella no puede evitar sentirse absolutamente confundida, especialmente por cómo él la mira mientras se acerca y él le muestra el pergamino dorado. La tinta forma un mapa del colegio, palabras en latín forman las paredes.

—Se llama el Mapa del Merodeador —explica Harry.

—¿Papá hizo esto? —dice Mia, su voz suave, tranquila, débil.

—Sí, erm —dice él, y comienza a revolverlo, diciendo "travesura realizada" para hacer desaparecer el mapa. Él vuelve a poner su varita encima—. Mira —y luego dice—: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas —y la escritura vuelve a aparecer.

Mia siente como si su corazón se hubiera roto.

¿Por qué no sabía al respecto?

—¿Cómo es que tu...?

—Ah, Fred y George me lo dieron en tercero —responde Harry. Él sigue mirándola. Se ve un poco asustado al verla así. O, al menos, esta es la primera vez que la ve y no se ha enojado hasta cierto punto—. Dijeron que lo robaron del despacho de Filch en primero. Pero no sabían que los merodeadores eran, ya sabes, nuestros padres... Apuesto a que si lo supieran, te lo habrían dado de inmediato.

—No, no lo habrían hecho —susurra Mia—. No soy parte de tu grupo, de tu familia, ¿verdad? —desearía no decirle todo esto a Harry de todas las personas, pero está a punto de llorar y no puede evitar hablar—. Papá ni siquiera intentó buscarme cuando escapó.

Se aleja de Harry. Había dejado su mochila en el suelo, al lado del espejo, y se acerca para recogerla. Todo el día había planeado ir a la biblioteca, cenar rápido y prepararse para esa clase de Astrología esta noche, pero ahora quiere olvidarlo todo. Ese mapa es importante, puede decirlo por cómo Harry lo sacó, imaginando que ella lo sabría, pero su padre ni siquiera se lo dijo. Ella ve un charco crecer en el suelo. Se mira en el espejo, las lágrimas se acumulan en sus ojos y hace todo lo posible por ignorar la imagen de Cedric. Solo empeorará las cosas.

—Te... te veré más tarde —dice Mia, rápidamente, antes de abandonar la Sala de los Menesteres lo más rápido posible.

Va al baño de chicas más cercano. En el momento en que cierra la puerta del cubículo, estalla en llanto. No puede creerlo. Su padre no se lo dijo. No se molestó en buscarla cuando escapó, no la involucró en nada de eso cuando todos los Gryffindor sí. No le contó sobre el mapa mágico que creó. No se lo dijo, como si nunca hubiera intentado incluirla en nada.

Mia sigue imaginando lo que sucedería si Cedric estuviera vivo. Porque sabe que, de alguna manera, la encontraría, la abrazaría con fuerza y ​​la consolaría. Desea poder abrazarlo una última vez. Eso es todo lo que quiere. Sabe que él no puede volver para siempre, pero desea poder tener un último abrazo. Solo para sentirlo de nuevo. Para sentir el calor de su jersey. Olerlo... No era nada específico, solo Ced. Su mejor amigo. Su ex novio. El amor de su vida, platónica y románticamente.

¿Por qué tuvo que morir?

—Uh —dice una voz fuera del cubículo.

Tienes que estar bromeando.

—Mia —George suena nervioso—, ¿estás, uh...?

—Vete.

—Harry dijo que estabas molesta —dice. Ella puede escuchar sus pasos acercarse. El baño está vacío, salvo por ellos dos, así que supone que es fácil para él averiguar dónde está. Mia se pone de pie. Sin embargo, no quiere abrir la puerta. Ya la ha visto llorar una vez, es suficiente—. Creo que intentaba encontrar a Archie, pero se encontró con Fred y conmigo, así que...

Mia frunce el ceño.

—No tenías que venir.

—Quería hacerlo —dice George.

Ella no sabe qué pensar de eso.

George se aclara la garganta.

—Dime, ¿qué pasa?

—Nada —contesta Mia. Abre la puerta del cubículo y él salta cuando ella lo hace y sale corriendo. Comienza a lavarse las manos—. Yo solo... no sabía sobre el mapa.

George la sigue y ella donde él está parado. Sus cejas están fruncidas, su rostro cubierto con una mirada de incredulidad.

¿No lo sabías?

—No —dice Mia débilmente—. Pero ese es siempre el caso, ¿no es así? Papá no me dice una mierda ya que, ¿por qué debería saber algo al respecto? No es como si fuera su hija, ¿verdad? No es como si debiera ser importante para él. Y no lo soy... No lo soy.

Él se estira para tomar su mano, pero ella comienza a alejarse. Se limpia las mejillas y siente que su tristeza se convierte en pura ira. Qué imbécil. ¿Por qué demonios debería tratarla así? Se supone que es su padre, que la ama incondicionalmente. Pero él no se molesta con nada de eso. ¿Y sabes qué? Ya no lo aguanta más.

—¿A dónde vas? —pregunta George.

—A pelear con mi padre —dice Mia claramente.

Ella vuelve a la Sala de los Menesteres, ahora vacía. El fuego duplica su tamaño mientras camina hacia él, arrojando su mochila a un lado. Se arrodilla y toma la olla de polvos flu, que aparece cuando la mira, y arroja un puñado al fuego. Quiero hablar con papá.

Su rostro aparece en las llamas.

—Tienes que estar bromeando —dice Mia, furiosa. El calor del fuego le está calentando la cara, pero no lo piensa—. Harry me habló del Mapa del Merodeador. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Uh, hola Mia —saluda Sirius torpemente.

Mia niega con la cabeza.

—Vete a la mierda.

—Woah, ¡vale! ¡Te lo iba a decir...!

—¿Ah, sí? —dice Mia. Desearía poder verlo en persona, desearía poder gritarle correctamente a la cara. Odia esto. Odia todo esto—. Porque nunca intentaste buscarme cuando escapaste, y sé que piensas que fue por mi seguridad, pero ¿entiendes lo horrible que es para mí, sabiendo que estás en mi colegio, buscando a Harry sin molestarte en hacer lo mismo por mí? Y ese verano... e incluso el verano pasado, ¡actuaste como si Harry tuviera más derecho a llorar cuando murió mi mejor amigo!

—Mia...

¡No! —ella le grita. El fuego ruge. Debe tener cuidado antes de quemar todo el colegio—. ¡No te preocupas por mí!

¡Claro que me preocupo por ti, Mia! ¡Tú no fuiste a prisión, sabiendo que el verdadero traidor era considerado un héroe! ¡No sabes lo que es huir!

—¡Se supone que debes ser mi padre!

—¡Lo soy! —le devuelve él.

—¡No lo eres! Perdí a mi padre cuando tenía dos años y no lo recuperé. Porque... ¿cuándo me has tratado como a tu hija en comparación a cómo tratas a Harry?

¡Mia Black...!

—Eres un padre de mierda, espero que lo sepas —dice Mia, y se pone de pie, rompiendo la conexión. Se cubre la cara con las manos y el calor de sus mejillas se calienta contra sus palmas. Quiere gritar, conjurar todo el fuego del mundo y sentirlo arder, dejar que las lágrimas al rojo vivo corran por sus mejillas, dejando marcas. Nunca ha estado tan enojada antes. Y todo se debe a ese idiota de padre que tiene.

Escucha la puerta abierta. Es George, otra vez, y camina lentamente hacia ella, como si dudara. Acaba de ir a buscarla porque sabe que está molesta. Es muy diferente a caminar por el pasillo y encontrarla llorando, como el verano pasado.

Con cautela, George la abraza. No solo la abraza, no, la sostiene. En cualquier otro contexto, esto sería muy extraño para ella, pero lo único en lo que puede pensar es en su padre. Su padre no se lo dijo, su padre no la buscó cuando escapó por primera vez, su padre, su padre, su padre...

Piensa en lo que dijo Archie, antes. "Es una mierda ser el otro hijo de James y Lily. El no elegido." Porque son lo mismo, ¿no? Ella es la no elegida. Ni siquiera en lo mas mínimo.

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