xviii. Fallen Star

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twenty-three fallen star



A MIA LE HA DADO por pintar estos días.

Siempre ha disfrutado cómo todo se esfumaba hasta que el mundo desaparecía y solo quedan ella y su lienzo. Le hizo apreciar la más simple de las bellezas; desde la curva de un pétalo hasta el sutil contorno del pómulo de alguien, todo se sentía divinamente hermoso cuando su pincel era la causa. Tendría que concentrarse profundamente en estas cualidades, y cree que es por eso que entiende la belleza en todo.

Ha aprendido que el arte es una gran forma de superar el trauma. En las últimas cuatro semanas, siente que ha transferido la mayoría de sus emociones a su trabajo. Pasó la primera semana pintando a Cedric. Una pieza realista, o al menos, la mitad de su rostro es realista, siendo el resto contornos abocetados. Se dedicó a la mitad de su rostro, perfeccionando cada detalle en su imagen de referencia y agregando los detalles más pequeños que recordaba. Su ligera capa de pecas, que solo veías cuando estabas de cerca. El pequeño punto de pigmento más oscuro en un ojo. La calidez de su sonrisa... Pero tras una semana, esta intensa fascinación por su rostro desapareció. Mia se sintió mejor y no vio la necesidad de terminarlo. Era como si este cuadro hubiera arrancado toda la tristeza que le quedaba. Por no mencionar que a ella le gustaba el simbolismo de él siendo medio pintado, medio no. Al igual que su vida, que terminó antes de terminar. Pensó que tenía matices, al igual que su profesor de arte.

En un intento por ignorar el estrés de los exámenes, Mia pasó la semana siguiente pintando retratos de un mismo tipo. Hizo que su madre le enviara fotos de ella y su padre sin explicación, pensando que sería un regalo genial para el Día del Padre, y su madre respondió con bonitas fotos en blanco y negro de los dos cuando eran adolescentes. Parece como si se las hubieran sacado el uno al otro. Mia nunca antes había visto esta foto de su padre, pero decidió que es su favorita. Tiene los ojos cerrados y sonríe cálidamente. Tiene una mano sobre su frente, protegiendo sus ojos del sol. No es que se vea feliz, se ve... Bueno, se ve contento.

Mia supone que no le había visto así antes. Su vida se vio alterada cuando era pequeña. En el retrato, empezó a pensar en cómo debió de ser para él, en lo joven que era cuando aquello ocurrió. Empezó a desear haber tenido el padre de este cuadro. Empezó a lamentarlo un poco, pero notó pequeños detalles en su cara que ella ha heredado. Tienen la misma protuberancia en la nariz, por ejemplo. La misma uña de forma extraña, pero sólo en su dedo corazón izquierdo.

Ama a su madre hasta la muerte. Cada vez que ve fotos de su madre de joven, se esfuerza por imaginarlo, porque para ella su madre nació para ser su madre. Emilia Black, de soltera Salvatore, es la mujer más maravillosa que Mia haya conocido, y no sabe qué buen karma tuvo en una vida pasada para merecerla como su madre. Pinta su cuadro y no siente nada más que amor. Piensa en su magia emocional y cómo vino de su madre; como realmente es su madre siempre cuidándola... Piensa en lo horrible que debe haber sido para ella el día en que todos sus familiares murieron...

Mia guarda los cuadros en el momento en que termina, y junto con el mensaje habitual del Día del Padre, agrega: Os quiero un montón, Mia xxx. Ha estado pensando recientemente... que su padre, antes de todo este horror, debe haber sido un tipo genial. Es decir, su madre se casó con él. A veces sigue siendo cool. Ella le contó cómo se había metido en la pintura y él le dijo que escribiera una lista de todos los utensilios que necesita para poder conseguirlos.

Las últimas dos semanas estuvieron ocupadas por los exámenes, pero en su tiempo libre consiguió un viejo cuaderno de bocetos y practicó la figura humana. Es divertido, piensa, verse al espejo y dibujar las líneas y curvas que ve. La hace apreciarse a sí misma.

Fue en esas últimas dos semanas que Mia entendió la belleza del arte. La ayudó a calmarse. A comprender sus propias emociones, a canalizarlas hacia algo mejor que una bombilla rota o un baño inundado. Podía alejar la carga emocional de sí misma y trasladarla a otra cosa.

Y ahí es donde está ahora. Último día de exámenes. Le queda uno esta tarde y está un poco nerviosa, pero cree que irá bien. Los más importantes son el próximo año, de todos modos. Estos son simulacros. Pero quiere hacerlos bien, ¡duh! Ha pasado todo el almuerzo revisando sus notas con Archie, que parece aburrido hasta la muerte.

—Hipotéticamente hablando —comienza Archie—, si matamos a Malfoy y muere en el salón donde realizamos los exámenes... Todos conseguiremos las calificaciones previstas.

Mia arruga el ceño.

—¿Crees que me inviten al funeral?

Archie se encoge de hombros.

—Puede, si descubren que no eres la asesina.

—Tal vez... —dice Mia, pensando para sí misma—. Siento que la tía Bellatrix intentaría matar a mi padre, así que puede que no...

—Al menos no te mata a ti —añade Archie a modo de consuelo.

Mia hace una mueca.

Mira, Archie acabó con los exámenes ayer, así que es hombre libre. Mia, por otro lado, está preocupada. Sabe que estos exámenes no son tan importantes, ¡pero aún así quiere hacerlos bien! Siente que le fue muy bien este año, y como el año anterior no hubo exámenes por el accidente con Cedric, quiere probarse a sí misma.

Finalmente renuncia a estudiar y decide que si no sabe el tema ahora, no tiene remedio. En cambio, se acuesta en el césped, reclamando el antiguo lugar de George y Fred en los terrenos del castillo. Está lo suficientemente cerca del árbol para conseguir un poco de sombra, pero no tanto como para que no pueda broncearse. A veces, Mia ve pasar a la gente con envidia. Quiere decirles: "¡Es una compensación por salir con uno de ellos, ta-ta!"

No es como si le hubieran dado el lugar a Mia y Archie. En realidad, percibieron que estaría libre, y en el momento en que llegó la hora del almuerzo del día después de la partida de los gemelos, Mia y Archie corrieron para reclamar el lugar. Tal vez su cercanía con los gemelos los ayudó, pero aún así. A Mia le gusta pensar que es lo mínimo que George puede hacer... No es que haya hecho nada malo...

(No le digas esto a nadie, pero la verdadera razón es que Mia extraña a George y le gusta recordarlo aquí. Demándala, ¿sí? Piensa que es perfectamente normal pensar así. Pero por eso se lo dijo a Archie, enfatizando los beneficios de tener sombra sin tener mucha. Tal vez Archie sabía que ella mentía, pero nunca se lo dijo. Ella lo adora por eso.)

Mia cierra los ojos, disfrutando del sol. Le encanta Hogwarts durante el verano. Todo es mucho más pacífico... Ni siquiera está pensando en el aniversario de la muerte de cierta persona.

—¿Todo bien, peque?

Abre un ojo para ver con quién está hablando Archie. Debería haberse dado cuenta de que sería Harry, considerando el apodo aleatorio, pero aun así. Harry está solo y Mia cree que Hermione todavía sigue en la biblioteca.

—¿Vas de camino al examen? —le pregunta Mia a Harry.

—Sí —responde—. ¿El tuyo es ahora también?

Mía se sienta.

—Ajá... Espera, iré contigo.

Archie levanta el pulgar hacia arriba. Le gusta actuar como un padre molesto, porque sabe que eso irrita a Mia. Ella le da un ligero golpe en la cabeza mientras se pone de pie.

—¡Buena suerte! —dice Archie con una sonrisa—. Yo me quedaré aquí, sintiéndome cada vez más hot con el tiempo.

Harry mira a su hermano mayor con una ceja levantada. Mía sonríe.

—Lo tuyo no es la humildad —le dice Mia a Archie.

Harry resopla.

Mia coge su mochila y comienza a caminar con Harry hacia el castillo. Es extraño cómo se llevan bien ahora. Nunca se llamarían mejores amigos, pero puede estar cerca de él por períodos prolongados sin querer matarlo. Es un progreso, ¿verdad?

—¿Cómo están los gemelos? —pregunta Mia, pero se refiere a George.

—Oh, erm, no he hablado mucho con ellos. Pero la señora Weasley dice que está orgullosa, así que imagino que les va bien.

—Guay —Mia siente una punzada en el corazón.

Extraña mucho a George.

Pero trata de aprovechar todo eso. No puede suspender este examen por estar pensando en un chico. Sería estúpido de su parte. Puede tener problemas para dormir porque está pensando en él, puede soñar despierta con él y su molesto rostro, puede disfrutar de cada pensamiento sobre él; pero hacer eso, en un examen, es la gota que colma el vaso.

Mia y Harry llegan al Gran Comedor, que ha sido despejado para los exámenes, cambiando las mesas de comedor por pequeños escritorios. Mia le sonríe a Harry y se desean buena suerte. Ya puede sentir su corazón latir con nerviosismo. Calma, calma, calma... Piensa en otra cosa que no sean los exámenes, lo que significa que su mente vuelve a George. La consuela un poco, pero luego se siente rara. No debería estar usando la imagen de un ex para calmarla. Él ya no es de ella. Sabe que necesitaba estar sola por un tiempo, pero aun así, siente este terrible anhelo por él.

—Tenéis una hora y media. Ya podéis empezar.

Trata de sacarlo de su mente, pero rápidamente tropieza con pensamientos sobre él. Se pregunta cómo es su tienda. Si tiene éxito. Qué se pone para trabajar, si tiene camisetas estampadas con el logo o algo más cool. Se pregunta si él es feliz. Si le gusta alguien más. Si piensa en ella. Si...

Hay un golpe gigante en el pasillo.

Mia gira la cabeza bruscamente para ver que Harry se ha caído al suelo. El profesor Tofty, el supervisor, lo obliga a ponerse de pie y lo lleva afuera. Mía frunce el ceño. Qué raro. Harry nunca había hecho eso antes. Siente la abrumadora sensación de que algo anda realmente mal... Recuerda el verano pasado y se le empieza a retorcer el estómago.

No. Vamos. Está bien. Se tranquiliza a sí misma. Está solo preocupada por los exámenes. Todo está bien. Nada va mal. Y si es así, terminará su examen primero. Vuelve a su examen y trata de alejar la preocupación que siente. Puede investigar después. Ahora mismo no tiene nada que ver con ella.

Trata de distraerse de Harry y volver a su examen. Su mente vaga fácilmente hacia George, pero lo permite, decidiendo que es mejor que preocuparse por Harry.

Sin embargo, en cuanto termina el examen, se pone de pie. Trata de alcanzar a Ron y Hermione antes de que se vayan, pero los dejaron salir tres filas antes que ella, así que cuando sale ya se han marchado. Archie, sin embargo, la está esperando afuera. Ella abre la boca para explicar lo que pasó, pero él niega con la cabeza.

—Vamos.

Archie agarra su mano para pasar a través de la multitud. Él camina más rápido, lo que significa que la está arrastrando. Van lejos, a un pasillo vacío.

Mia comienza:

—¿Sabes lo que le ha...?

—Te lo diré cuando lleguemos. Pero Mia, lo que está pasando da miedo, por favor no reacciones mal, porque te necesitaremos más tarde...

—¿A qué te refieres? No te entiendo...

Llegan a un salón vacío y Archie abre la puerta. Harry, Ron, Hermione, Ginny, Luna y Neville están allí. Miran directamente a Mia, casi con pena. Ella tiene flashbacks del año anterior.

—¿Por qué me estáis mirando?

—Mia... —dice Hermione, pero se detiene, como si no supiera cómo explicar.

Mia mira a Archie. En secreto, desea que George estuviera aquí.

—¿Por qué parecéis asustados? ¿Qué pasa?

—Mia —empieza Harry con cuidado—, Voldemort tiene a Sirius.

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