xiv. The End of All Things

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twenty-four the end of all things



SEGURAMENTE SEA PATÉTICO decirlo, pero George sigue sin dejar de pensar en una chica. Ni siquiera estaban realmente juntos y, sin embargo, aquí está meses después, sentado en una reunión de la Orden (algo en lo que hizo campaña para participar en el verano anterior), ignorando todo lo que dicen porque su mente no suelta la idea de Mia Black.

Está sentado junto a su gemelo en la mesa de la cocina de Grimmauld Place, ya que cerraron la tienda temprano para esta reunión. Ha tenido bastante éxito desde que abrieron hace un par de meses; han podido permitirse un guardarropa nuevo repleto de trajes, algo de lo que Briar habla efusivamente (ew) cada vez que ve a Fred. George se mira los pantalones morado oscuro y se pregunta si a Mia le gustarían. Incluso lleva puesta una camiseta de una banda muggle, algo que cree que le gustaría. ¡Merlín, a esto se refiere! Es una desgracia para los magos.

Y entonces, se oye un crack.

—¡PAPÁ! ¡TIENEN A SIRIUS!

La puerta de la cocina se abre de golpe con Briar de pie en el umbral, sin aliento. Tiene un corte en la cara, sangre alrededor de la boca. Su padre ya cogió una silla para ella, George y Fred cruzaron la habitación sin decir una palabra más. George frunce, poniendo su mano sobre el hombro de su mejor amiga. Su hermano, el novio de ella, se arrodilla.

Pero Sirius frunce el ceño.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Remus.

—Ah, me han secuestrado, pero he tenido una visión, Sirius. Harry cree que te han secuestrado los mortífagos —responde la rubia—. Pensaron que me interpondría en el camino, como el año pasado, por eso fueron por mí... —mira a Sirius, confundida—. ¿Y tú por qué no estás secuestrado?

—Tal vez no planeaban llevárselo —dice su papá—. Briar, ¿has dicho que Harry dijo esto en la visión?

—S-Sí... —Briar asiente.

Y luego aparece Snape, luciendo más serio que nunca.

—Potter ha dicho que... —y luego ve a Sirius—. Ah.

Briar frunce el ceño.

—No lo entiendo...

—Es una trampa —dice Moody de repente—, están detrás de Potter.

¿Cuándo no?

—Pero no sé donde —dice Briar.

Remus frunce.

—Briar, necesitas descansar...

—Quiero ayudar.

—Ya has hecho suficiente —dice Remus—. Briar...

—Estoy bien —dice, y se pone de pie, pero comienza a tambalearse. Vuelve a sentarse—. Estoy bien, papá. Todo está bien.

Remus mira a los gemelos.

—Fred, George, ¿podéis cuidar de ella?

Pero justo cuando pregunta, George mira a Snape hablando con Sirius y Emilia.

—Supongo que deberías saber que tu hija estaba con Potter cuando...

George siente que su estómago se hunde.

¿Mia forma parte? ¡Voy con vosotros!

—¡No irás! —protesta su madre.

Pero a George no le importa.

—¡Haré lo que quiera!

—¡Si va Harry seguramente vaya Ron! —apunta Fred—. ¡Quizás Ginny también!

—¡Nuestros amigos están en problemas! —George se refiere a Mia, sabe que todos saben que solo está pensando en ella, pero no le importa. No se quedará sentado ni un minuto más si ella está en algún lugar en peligro—. ¿Creéis que vamos a quedarnos sentados sin hacer nada?

—¡Dijísteis que ahora somos parte de la Orden! —exclamó Fred.

—Woah, woah, woah, ¿cómo es que no estoy yo en la Orden? —Briar se vuelve hacia Remus.

Él suspira.

—Porque ellos salieron del colegio antes que tú...

—¿Así que ahora estoy en la Orden?

—No... —Remus arruga las cejas.

—¡Brillante, nosotros tres en la Orden —Briar hace señas a sí misma y a los gemelos— vamos a ayudar a nuestros amigos, porque obviamente es lo correcto...!

—¡Muy bien! —dice Moody, golpeando un cenicero en la mesa. George lo mira fijamente—. ¡Lo que no vamos a hacer es permitir que los niños dicten esta reunión! —mira a George, Fred y Briar—. ¡Os quiero a los tres fuera de aquí!

No discuten. A George no le importa nada de esta mierda, su único signo de Mia son las visiones de Briar, y todavía lo tiene.

Suben al salón y, en el momento en que se cierra la puerta, las quejas de George se convierten en un ritmo acelerado.

—No pienso quedarme quieto.

Fred se cruza de brazos.

—Ron y Ginny...

—¡Y Mia!

—Está bien, maldita sea —susurra Fred.

George se detiene en seco, a punto de luchar contra su propio gemelo.

—¡Oh, no eres quien para hablar! —espeta. Fred no dice nada; en cambio, George se vuelve hacia Briar—. ¿Crees poder averiguar dónde están?

—Puedo intentarlo, pero tuve esa visión hace nada... —capta la mirada de Fred y rápidamente mira hacia otro lado. George no piensa nada de eso. Siempre han tenido su propio idioma—. Así que necesitaré una bola de cristal o algo por el estilo...

Afortunadamente, la antigua y más noble casa de los Black es jodidamente rara, y hay una en el gabinete. Briar se sienta, haciendo todo lo posible por concentrarse. George termina viendo hacia otro lado, su impaciencia lo agita aún más. Mira por la ventana, tratando de darle a Briar el espacio para averiguar a dónde deben ir. Ve pasar a una chica afuera con cabello castaño oscuro, y desea desesperadamente que fuera Mia.

—Ella estará bien —dice Fred, en voz baja.

George se vuelve hacia su hermano. Él mira a Briar, cuyos ojos se han vuelto de un blanco brillante, sus pupilas giran hacia la parte posterior de la cabeza como siempre lo hacen cada vez que tiene una visión. Solía asustarlo, cuando la miraba en sus lecciones y ella parecía poseída, pero ahora está acostumbrado. Verla así ahora lo hace sentir aliviado.

—Apuesto a que pensó eso de Cedric el año pasado —murmura George.

Fred niega con la cabeza.

—Déjalo. Mia estará bien... Ya sabes, si estás tan emocionado por eso, tal vez deberías hablar con ella cuando todo termine...

No, piensa George Sí, está molesto y quiere levantar a Mia en sus brazos y alejarla de todo esto, pero eso no viene al caso. Dejaron de hablar porque Mia no estaba preparada para nada. Una experiencia cercana a la muerte no va a arreglarlo, ¿verdad? No está lista. Él no la forzará.

Briar vuelve a la realidad, salvando a George de esa incómoda conversación sobre sus sentimientos.

—Sé a dónde ir. O... sé cómo llegar.

—Pues vamos —George asiente.

Briar toma las manos de ambos después de comprobar que ha recuperado su varita.

—Espera, Briar —dice Fred—, ¿por qué tienes los labios rojos?

—Ah, mordí a Bellatrix —responde, y ella usa la Aparición.

A George ni siquiera le importa el razonamiento detrás de eso. Su mente está en una única cosa: Mia.

Aparecen en el Ministerio, en una sala oscura de la que George nunca había oído hablar antes. Están en las escaleras, iluminados por una luz espeluznante que proviene de un arco en la parte superior de los escalones.

Fred comienza:

—¿Has mordido a...?

—Sí, a Bellatrix —dice Briar en voz baja, en caso de que haya alguien más en la habitación—. Porque necesitaba una forma de distraerla para escapar y, obviamente, la bruja no se ha dado cuenta de que una mordedura de hombre lobo no hace nada cuando uno no está transformado. A decir verdad, es algo kinky...

George la mira extrañado.

—... Vamos a buscar a los demás.

Buscar a los demás resulta mucho más fácil de lo esperado, porque una serie de golpes y hechizos chirriantes provienen de una puerta al pie de las escaleras. Los tres intercambian una mirada antes de que Briar tome las manos de Fred y George y Aparezcan en otro lugar.

Aparecen en una sala oscura, el brillo de un tanque verde crea luz. Las cejas de Briar se fruncen; George ve a su hermano y hermana pequeños al mismo tiempo que Fred, y ambos corren hacia ellos. Harry está agachado junto a Ron, sosteniendo una bola de cristal en sus manos.

—¿Por qué tienes...?

—¡Es sobre mí y Voldemort! —dice Harry—. ¡Esto es lo que buscan!

George mira a su hermana pequeña, que ha sido golpeada por un hechizo aturdidor. Junto a ella, Ron se ve igual de herido. Fred intenta recoger a Ron y George va con Ginny. Mientras lo hace, alguien más aparece a su lado.

—Lo siento mucho, pasó antes de que pudiera reaccionar, intenté apartarla...

Mira a Mia, que parece haber estado llorando. George siente que lo inunda el alivio al verla finalmente. Y lo poco que le molesta todo lo demás: no se centra en los mortífagos que los persiguen, ni en su propia vida en peligro. Está pensando en su hermana pequeña, una niña que apenas conoce...

Él la ama mucho.

—No es culpa tuya —murmura.

Se miran durante un minuto. Si fuera otro momento, George diría lo feliz que está de verla, lo agradecido que está de que esté bien. Pero Mia se da la vuelta, mirando hacia la puerta, deseando salir.

—Tienes que llevarla a ella y a Ron a casa —dice ella.

—Lo sé —mira a Fred—. Tenemos que irnos.

Fred comprueba rápidamente que Briar esté bien antes de que junto a su gemelo se pongan de pie, cargando a sus hermanos menores. Mia lo observa en silencio y George le dice:

—Volveré inmediatamente por ti.

Pero Mia frunce el ceño.

—... ¿Por qué?

—Porque...

—Mataron a mi mejor amigo, no —dice Mia, ya poniéndose de pie.

¿Qué le pasa? ella piensa, alejándose de todos ellos. Ha pasado las últimas horas luchando contra estos bastardos, ¿por qué se iría ahora? ¿Quién va a detenerlos si se dan por vencidos y huyen? Sigue habiendo mortífagos sueltos, las personas detrás de la muerte de Cedric siguen lastimando a los niños. No se irá hasta que estos niños, menores que ella y heridos estén a salvo.

—Hay oficinas por aquí —señala Briar—, podemos llegar a las chimeneas y usar la red flu.

—Yo los detendré —dice Mia.

La cabeza de George gira.

—No lo harás.

—¡Ni siquiera estabas allí cuando Umbridge se volvió loca, no puedes hablar! —le grita ella. Se vuelve hacia Harry—. ¡Tienes que irte ya!

—Yo también me quedaré —dice Holly, encogiéndose de hombros—. Sé lanzar Crucio.

—Encantador —una sonrisa se extiende por el rostro de Mia.

Los demás se van: Briar, corriendo con Harry y Neville y la profecía por el pasillo, George y Fred regresan a casa en breve. Mia mira a Holly, que parece mucho más preparada de lo que Mia estará jamás. Holly debe haberlo notado, porque le sonríe suavemente.

—Estás enojada, ¿verdad?

—Sí —contesta Mia.

—Bien —dice Holly—. Usa cada pequeña ira que has tenido por ciertas personas. No me importa cómo, saca una Emilia Salvatore si quieres, pero eso es lo que los detiene. Tener algo que te importa, algo por lo que luchar. Ellos no lo tienen.

Mia no quiere pensar en cómo una quinceañera ya ha llegado a ese tipo de conclusión, pero mantiene el pensamiento en mente. Piensa en su propia madre, cómo cuando tenía su edad dejó que sus poderes emocionales tomaran el control, y eso fue lo que la salvó de su malvado padrino. Siente que le arden las manos, todo a su alrededor empieza a temblar.

Bellatrix aparece primero, cuya mirada cae directamente sobre Mia.

La pequeña Mia Black.

Pero todos los pensamientos de enojo que sintió durante el último año se desvanecen y el terror se apodera de ella. El tanque a su lado continúa temblando, el corazón de Mia latiendo con fuerza en su pecho. Ha olvidado todos los hechizos que aprendió, trata de pensar en algo, cualquier cosa ...

—¡Crucio!

Bellatrix se retuerce en el suelo, chillando de dolor. Mia mira atónita a Holly, que se oculta en las sombras para protegerse de los amigos de sus familiares. Pero, en su distracción, Mia mira hacia abajo y ve la mano de Bellatrix, aferrándose alrededor de su tobillo. Grita y salta hacia atrás, los tanques al lado de Mia explotan. El vidrio se hace añicos por todas partes, el agua arroja a Mia a un cajón del escritorio y hace que se golpee la cabeza. Ve a Holly, el vidrio cubre sus brazos. Mia trata de acercarse, de ayudar, pero la cabeza le late con fuerza, le duele...

Y entonces, todo se vuelve negro...

... Lo siguiente que sabe es que hay silencio. Holly ha desaparecido. Mia se pone de pie lentamente, la habitación sigue girando. Puede escuchar gritos y hechizos siendo lanzados en algún lugar cercano. Encuentra su varita y respira.

¡MIA! ¡MIA!

George entra como un rayo y se detiene cuando la ve. Mia lo mira, los dos congelados por un momento; Mia siente el alivio recorrer todo su cuerpo, su corazón se duplica, como si volviera a la vida por primera vez en un año. Piensa en el año pasado, cómo fue él quien la encontró después de la muerte de Cedric, cómo ha estado allí para ella desde entonces, cómo la ha cuidado una y otra vez. Ni siquiera hablan y, sin embargo, aquí está, corriendo a través de una trampa mortal para encontrarla. Esto es lo que debía suceder. Se suponía que nunca terminaría con Cedric, ni con nadie más. Por primera vez en su vida, puede verlo con claridad. George es para ella. George es el chico que quiere...

Ella ama a George.

No lo piensa dos veces antes de correr a sus brazos. Sus labios chocan con una ferocidad que Mia nunca había sentido antes. Lo ama, lo ama, lo ama.

Él la sostiene en sus brazos con fuerza y se aparta para mirarla.

—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? Te sangra la cabeza...

—Tranquilo, estoy bien —dice ella—. ¿Qué ha ocurrido?

—La Orden está aquí, Fred y yo los llamamos, pero no hice mucho más antes de encontrarte...

—Te amo —espeta ella.

George abre la boca para responder, pero hay una explosión detrás, casi cegando a Mia. Aprieta los ojos para refrescarlos rápidamente, ya pensando en sus padres, en sus amigos.

—Vamos —toma la mano de George.

—Mia —George no se mueve, deteniendo a Mia en seco. Ella lo mira, confundida—. Yo también te amo.

Siente que se le hincha el corazón.

—¡Pues no significará nada si terminamos muertos!

Comienzan a correr por el pasillo hacia las explosiones de hechizos. Mia se detiene derrapando, el pasillo se abre a un salón enorme y una escalera en espiral alrededor de las paredes que conduce a la salida. Hay mortífagos y miembros de la Orden por todas partes, y un gran arco azul en el centro.

Mia y George intercambian una mirada antes de separarse. Mia ve a un mortífago en duelo con Archie en la escalera y ella lo desarma, las llamas se enroscan alrededor de sus piernas mientras cae por las escaleras. Archie corre hacia ella, los dos luchan espalda con espalda contra dos mortífagos que se parecen sospechosamente a un Crabbe y Goyle mayores.

—¿Imaginaste que iba a pasarnos estos cuando nos hicimos amigos este año? —quiere saber Archie, gritando por encima del ruido.

—Oh, sí —dice Mia, rodando los ojos—. ¡Porque estaba en lo más alto de mi lista de deseos para sexto año!

Los dos terminan separándose, Mia defendiéndose de otro mortífago. Se está acercando al arco, tratando de mantener la distancia en caso de que haya algo malo. A mitad de la escalera, su madre está peleando contra Lucius Malfoy; su padre, por otro lado, está más cerca de ella, defendiendo a Harry. Mira a su alrededor mientras alguien más la nota.

—Tú no otra vez —se burla alguien.

El corazón de Mia se detiene.

Bellatrix se mueve a través de la pelea, su mirada enfocada en la hija de su primo, sus ojos entrecerrados como un animal mirando a su presa.

Presa del pánico, Mia grita:

¡PAPÁ!

Pero sus gritos hacen que Emilia mire hacia arriba, justo a tiempo para no esquivar la última maldición de Lucius.

Una luz verde se proyecta sobre las escaleras y el cuerpo de Emilia cae hacia atrás.

Mia tropieza. Bellatrix la mira, a la joven que debería importarle porque son familia, pero rápidamente aparta la mirada. Mia sigue la mirada de Bellatrix hacia Sirius, de pie, congelado, junto al arco. Se da la vuelta mientras Bellatrix levanta la mano. Antes de que pueda detenerla, la adulta grita la misma maldición que mató a su madre y la luz verde apuñala a Sirius en el pecho.

Todo se ralentiza. Mia cae al suelo, viendo el cadáver de su padre caer en el arco, desapareciendo. Mira el cadáver de su madre, que yace a metros de ella. La carcajada de Bellatrix resuena en sus oídos. La estancia se está llenando de agua, con las lágrimas que Mia no puede llorar todavía, mientras observa a Bellatrix pasar por su lado, corriendo alegremente por las escaleras. Mia siente que todo su cuerpo se entumece, su sangre hierve. Voy a matarla.

Y lo dice en serio.

Se pone de pie, sintiendo como si su visión se hubiera vuelto roja. Corre tras Bellatrix, cualquier mortífago que intente interponerse entre ellas estalla en llamas. Mia ni siquiera se ve a sí misma corriendo escaleras arriba, sintiendo como si estuviera flotando hacia la mujer que mató a su padre.

¡EH! —le grita a Bellatrix, llegando a la parte superior de la escalera.

Bellatrix se da la vuelta, sonriendo.

—¿La Bebé Emilia ya extraña a sus padres? ¿A su mejor amigo? Si quieres, puedo hacer que veas a Diggory...

El fuego arde en el vestido de Bellatrix, rápidamente llegando hacia su torso. Grita en sorpresa, soltando su varita, que Mia agarra y rompe, arrojándola más allá. Bellatrix se tambalea hacia atrás, el fuego a punto de llegar a su corazón...

—¿Qué estás haciendo, Mia? —George la agarra.

¡Mató a mi padre! —dice Mia, apartando sus manos de él—. ¡Lo mató, merece morir! ¡La quiero muerta, quiero a Malfoy muerto, quiero a Voldemort muerto, no tengo a nadie por culpa de ellos!

¡Vas a acabar muerta!

¡No si llego primero!

Pero George la agarra de nuevo. Antes de que Mia pueda discutir, se Aparece en otro lugar. Está en un campo y se imagina que es la casa de los Weasley. Se aparta de George, con ganas de gritar.

¡¿Qué has hecho?! —chilla—. Quería que le doliera, los quería a todos...

Tropieza, rompiendo en violentos sollozos. George la atrapa y trata de alejarlo, antes de que el llanto incontrolable se vuelva demasiado para ella y finalmente se derrumbe en su pecho.

Su madre está muerta. Su padre está muerto. Toda la historia de su familia, uno de los apellidos más prestigiosos entre los magos británicos, fue destruida por su propia mano. Bellatrix Lestrange, de soltera Black, mata a Sirius; el marido de su hermana, Lucius, mata a Emilia.

La antigua y más noble casa de los Black está tan muerta como los padres de Mia, por quienes no deja de llorar durante horas y horas. Su corazón se siente destrozado, toda su vida en ruinas. No tiene familia, ni padres. ¿Qué hace ahora? Tenían una casa, dos con Grimmauld Place. ¿Son de ella ahora? ¿Cómo se supone que regresará al colegio el próximo año, con el peso de todo el linaje de su familia sobre sus hombros?

Lentamente, mientras la noche avanza penosamente hacia la mañana, el llanto de Mia se detiene. Su corazón no se repara, sino que se endurece.

Mia Black ama muchas cosas. Cuadros del Renacimiento, la película muggle Pulp Fiction (¿has visto una narrativa tan jodida?) y a George Weasley, pero nada de eso importa ya.

No, tiene trabajo que hacer ahora. Los mortífagos han destruido a su familia y no queda nadie para vengarla. Mia necesita mejorar su magia defensiva, sus duelos, todo para ayudarla a luchar contra esos monstruos que la destrozaron. Y, un día, se encontrará nuevamente frente a ellos, y no solo los matará, sino que también ganará.

Después de todo, es la más noble.

parece el final pero no, aviso porque queda un capítulo y un one-shot especial kkkkk.

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