xxv. Most Noble

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twenty-five most noble



PERO ESE NO FUE EL FINAL, no, el final es cuando tenga las cabezas de Bellatrix Lestrange, Lucius Malfoy y Peter Pettigrew (Harry le contó lo que pasó en el cementerio) en una estaca. El final es un largo camino, dos años más de Mia esperando amargamente el día en que pueda vengar a sus padres y a Cedric. Se escapa los fines de semana para encontrarse con Remus Lupin y mejorar su magia defensiva. Se convierte en una mejor estudiante, una mejor bruja, para prepararse para cuando todo esto estalle.

Y ese momento está llegando.

27 DE JULIO DE 1997

MIA ESTÁ DE PIE en la cocina de La Madriguera, una fresca brisa de verano flota en la casa. Se sienta junto a Ginny y la señora Weasley; los demás han ido a recoger a Harry en una misión de la Orden denominada 'La batalla de los siete Potters'. La magia de Mia todavía se considera impredecible, es decir, creen que si entra en pánico, alguien se incendiará, por lo que no se le permite ir. En cambio, se sienta y espera, preocupándose por sus amigos.

Briar vuelve a la habitación. Tampoco se le permitió unirse: les preocupaba que tuviera una visión en pleno vuelo, y si los mortífagos estaban cerca, sabrían que era ella. Se sienta junto a Mia y le entrega un helado del congelador.

—¿Cómo lo llevas? —cuestiona, empujando el hombro de Mia.

Mia levanta una ceja.

—¿Por qué estás tan alegre?

—Por el hecho de si mi prometido se va a morir —dice Briar, y se ríe de tal manera que se cree a sí misma.

Esa es otra cosa, querido lector: Briar y Fred se comprometieron el verano anterior, provocando la discusión más grande conocida en La Madriguera. Mia y George se habían separado en ese momento, por lo que Mia se enteró del evento de boca de alguien, como un avistamiento del Monstruo del Lago Ness susurrado entre los aldeanos siglos después. Aparentemente, la Señora Weasley amenazó con matar a Fred, quien tuvo que esconderse en la tienda de bromas durante dos semanas antes de calmarse; sin embargo, la calma fue el resultado de un evento aún más catastrófico: Bill Weasley le propuso matrimonio a una mujer francesa, mejor conocida como Fleur Delacour, la mejor amiga de Briar y campeona de Beauxbatons en el Torneo de los Tres Magos.

—No se morirá —suelta Mia.

—Si alguien muere bajo la poción multijugos, ¿se queda disfrazado para siempre? Creo que moriré si Fred muere siendo más bajo que yo...

Ginny se da la vuelta para mirar a Briar.

Ella silba.

—Para vuestra tranquilidad, nadie morirá esta noche. Es una tontería alegre de mi parte. A menos que estén planeando matar a alguien.

Ginny sale, claramente todavía molesta por el breve comentario. Aparentemente, tuvo una relación de corta duración con Harry el año pasado, antes de que él volviera a estar con Holly. (Estos últimos dos años no ha sido más que drama, Merlín. Mia está agradecida de ser proactivamente célibe. Se ve que si no tienes sexo durante seis meses, te vuelves virgen, eso es lo que escuchó en un programa muggle. Mia se acostó accidentalmente con Cormac —NO preguntes, lo lamenta tanto como tú— en Navidad, así que técnicamente se le acabó el tiempo. ¡Mia es virgen otra vez! Qué días tan maravillosos.)

De todos modos, volvamos al punto original. Ginny está molesta por toda la situación, porque aparentemente la especie de hermano de Mia es parte de una trampa.

—Bueno, al menos nadie se muere —dice la señora Weasley, levantándose. Lleva puesto su suéter con la 'M' que siempre hace feliz a Mia cuando lo ve. La Navidad pasada, se dio cuenta de que nadie le tejía un suéter a la señora Weasley, así que fue a la tienda más cercana a su departamento y se quedó despierta toda la noche tejiendo uno. George rogó volver a estar con Mia al día siguiente (ella dijo que no).

—Quedan un par de Cornettos de frambuesa, por si quiere —le dice Briar a Molly. Desde el desastre del compromiso, Briar ha estado caminando sobre hielo delgado con Molly... Ella intenta remendarlo trayendo comida que le gusta a la señora Weasley. Mia no cree que Briar deba esforzarse tanto (la señora Weasley odia a Fleur, así que las cosas no pueden ser peores para Briar), pero Briar se niega a dejar de hacerlo.

—No quiero, gracias —responde la señora Weasley, que sería una respuesta razonable para cualquier otra persona, pero la falta de entusiasmo hace que Briar se encoja visiblemente decepcionada.

Cuando la señora Weasley sale, Briar gime.

—No creo que vuelva a gustarle nunca más —dice, sacudiendo la cabeza avergonzada—. Voy a morir.

—No vas a morir —dice Mia, rodando los ojos.

—De hecho, sí —termina su Cornetto y salta para cerrar la puerta de la sala. Camina de regreso hacia Mia, sonriendo suavemente—. George estaba preguntando por ti antes.

—... ¿Y?

—Preguntaba si tenías pareja para la boda de Fleur —dice Briar, luciendo traviesa. La boda es la próxima semana, algo de lo que Mia es dolorosamente consciente. Terminó convirtiéndose en la sastre del vestido de novia vintage de Fleur, lo que dio como resultado que a Mia también le dieran todos los trajes de dama de honor y padrino. (Fue particularmente incómodo cuando George se puso los pantalones y dijo que le quedaban demasiado ajustados.)

Mia resopla.

—Prefiero ahogarme que acercarme tanto a un hombre ahora mismo.

Briar le da una mirada divertida.

—... ¿Ni siquiera a George?

Especialmente a George —dice Mia—. Lo hace demasiado complicado. Y he tenido tantos novios en el colegio que ahora disfruto tener un tiempo a solas.

—Él no se muere, para que lo sepas.

Mia mira hacia arriba, confundida.

—Sé que no debería decirlo, pero si eso es lo que te detiene...

—No lo es —dice Mia—. Es que no estoy interesada en este momento.

La verdad es que Mia está asustada. Pasó mucho tiempo sola, no se siente preparada para renunciar a esa paz (o tranquila amargura... esperando acabar con los asesinatos de sus padres y su mejor amigo... de todos modos). ¿Cuál es la prisa? Especialmente si él no va a morir, ¿cuál es el punto de precipitarse en una relación que podría ser la última? ¿Qué pasa si se juntan y hay otro compromiso que hará explotar a la señora Weasley? Tiene toda su vida para hacer eso. Le gustaría otro año, al menos, de estar sola.

—Él no tiene pareja para la boda —dice Briar.

—Vale —contesta Mia.

Briar se da por vencida y vuelve a hablar sobre sus respectivos atuendos para la boda. Ella es dama de honor y tiene un bonito vestido rosa de seda que encontró en París. Mia compró un vestido morado, uno un poco demasiado transparente para una boda normal, pero Fleur le dio permiso, aparentemente Briar dijo que no deberían matar la visión de Mia. Además, Fleur es en parte Veela, así que no es como si le llamara la atención.

El sol comienza a ponerse afuera mientras Briar intenta aligerar el ambiente poniendo algunos discos muggles. Siempre está alegre con lo que pasa, lo que Mia espera que sea una buena señal para el futuro. Mia abre su copia de Vogue para pasar el tiempo, y empieza a ponerse nerviosa porque tardan mucho.

Finalmente, llega el primer Potter.

Mia se pone de pie de un salto cada vez que aparece alguien, y se hunde silenciosamente en el sofá cuando se da cuenta de que no es George. Harry llega segundo, lo que significa que la preocupación de Mia se centra rápidamente en George. El objetivo de este disfraz era mantener a Harry a salvo, pero ¿George...? Sabe que Briar trata de mantener las cosas ligeras, pero se dio cuenta de que se estaba poniendo nerviosa antes por algo. Entonces, Mia espera a George, sus manos comienzan a temblar.

La puerta se abre de nuevo.

Mia se pone de pie y esta vez es George. Su corazón da un vuelco, pero rápidamente sus ojos se posan en la sangre que gotea por su cabeza. Se queda en silencio, casi aturdida, al ver a alguien a quien ama herido, mientras la señora Weasley se apresura a acostar a George en el sofá.

—¿Qué ha ocurrido? —pregunta Briar a su padre, que está allí con George.

—Snape —dice Remus, frunciendo el ceño—. Conseguimos esquivar a la mayoría, pero no a él... ¿Cómo estás, George?

—He estado mejor —responde, arrodillándose por el dolor. Su madre intenta reparar la herida con magia, pero empeora las cosas; George grita de dolor, maldiciendo en voz alta. Mia siente lágrimas acumulándose en sus ojos y rápidamente sale del salón.

Se hace el día siguiente cuando todos los demás finalmente llegan y comienzan a caminar hacia sus habitaciones designadas. Ojoloco fue asesinado, algo que Briar sabía, pero no se dio cuenta de que era hoy, lo que hizo que todos se quedaran a tomar un par de copas antes de retirarse por la noche. Mia, antes de Aparecerse en casa, regresa al salón para recuperar su revista Vogue.

—¿Ningún 'buenas noches'?

George abre un ojo hacia ella y sonríe débilmente.

Mia pone los ojos en blanco.

—¿Cómo está tu oreja?

—Pues estoy seguro que está disfrutando de su nuevo hogar allí abajo. Aparte de eso, estoy bien. El whisky de fuego ha adormecido un poco el dolor. ¿Cómo estás tú?

—¿Pierdes una oreja y me preguntas cómo estoy yo?

—Soy muy amable —responde él, encogiéndose de hombros.

Mia se arrodilla en el suelo junto al sofá, apoyando los brazos junto a él. George le sonríe; se da cuenta de que olvidó lo dulce que era su sonrisa.

—¿Por qué te fuiste cuando vine?

Mia le frunce el ceño.

—... Pensé que sería un estorbo.

—Bueno, si pierdo otra parte del cuerpo me gustaría que estés allí para agarrarme de la mano —dice George—. Aunque espero que no vuelva a suceder. Ya estoy bastante dolorido para ello.

Mia le sonríe. Se inclina hacia delante y le besa la mejilla.

—Descansa un poco, tonto —susurra.

—Yo también te quiero —dice, antes de que ella se aparezca en casa.


1 DE AGOSTO DE 1997

MIA LLEGA TEMPRANO a la Madriguera para la boda de Bill y Fleur, con un mini kit de costura en la mano mientras va a ver cómo están las chicas. Briar termina sentando a Mia para maquillarla, insistiendo en qué necesita un mejor rubor que el que llevaba (no tenía puesto.) Mia sale mirando directamente del libro de maquillaje de Kevin Aucoin, lo cual no es necesariamente algo malo. Se mira en el espejo y piensa que se ve bonita. Sin embargo, reajusta la flor morada en su cabello para que quede mejor al otro lado.

Baja las escaleras para ver si puede ayudar con algo más. Encuentra a George de pie en la cocina, comiendo una tostada. Él la mira y comienza a ahogarse.

Los ojos de Mia se abren como platos, pero antes de que pueda ayudar, él tose la tostada y la escupe a la basura. Ella aprieta los labios. Ew.

—Lo siento, me has pillado con la guardia baja. Que guapa estás.

—Gracias —Mia sonríe, sonrojándose—. Tu también.

George pone una mano en su corazón.

—¿Me veo guapo? Eres demasiado amable.

—Perdedor —dice ella—. Aunque tu corbata está hecha una mierda, ven aquí.

George avanza arrastrando los pies, masticando el último trozo de tostada. Mia mira hacia arriba, arreglando su corbata. Puede oler su loción para después del afeitado, están así de cerca. A Mia le encanta ese olor. A veces tiene la tentación de comprar velas de sándalo, solo para que su casa huela a hombre.

—Hueles bien.

Lo hace, lo admitirá: ahora que no tiene padres que le compren los regalos de Navidad, se volvió un poco loca en Oxford Street el anterior diciembre. Eso incluía un recibo considerable de Boots, junto con la botella más grande de un perfume Mugler. Dice que es bueno para el medio ambiente porque es recargable, por lo que en realidad es bueno que haya gastado tanto dinero en él.

—Mierda —susurra ella—, iba a decir lo mismo. Me estás robando los cumplidos.

—Pensaré alguno mejor la próxima vez —George sonríe.

Mia lo mira y contempla por un minuto, cerrando el espacio entre ellos. Oye pasos, así que se aleja para tomar un café.

La boda es hermosa; Mia se sienta en la parte de atrás, sintiéndose incómoda por estar al frente. Fleur flota por el pasillo con el vestido de novia vintage al que Mia se ha encariñado. Al final de los votos, sueltan pétalos rosas y azules como confeti, y Briar agita su varita a sus espaldas. Se despejan las sillas, creando mesas y, por supuesto, una pista de baile.

Rápidamente decide que Briar, siendo la dama de honor (y el padrino siendo su casi cuñado), participó en la música, porque algunas canciones muggles fueron interpretadas con un arpa. Jura que escucha Angel Eyes de ABBA en un momento, justo cuando ve a Briar y Fred bailando juntos. Mia suspira.

A veces, desearía tener eso. Sabe que las bodas hacen que cualquier chica soltera se sienta triste después de un tiempo, por lo que desvía su atención del chico del que está miserablemente enamorada y se enfoca en los profiteroles y el vino frente a ella. Sabe que podría invitar a salir a George, pero tiene miedo. ¿Y si le pasa algo? Briar podría estar equivocada. Puede saber que él muere y mentirle. Mia no quiere arriesgar nada. No puedes lastimarte si estás solo... En la misma medida, quiere decir.

A medida que la tarde se convierte en noche, el arpista se cambia por DJ Briar (sus propias palabras). Una chica rubia con flores en el pelo sigue corriendo hacia un conjunto de altavoces, intercambiando mixtapes que ha compilado para la noche. Dreams by The Cranberries comienza a sonar, mientras alguien se sienta junto a Mia.

—Hey —dice Harry.

Mia le sonríe.

—Si buscas profiteroles, me los he comido todos.

—No, estaba buscando un pastel de chocolate.

—Buena elección —Mia asiente—. ¿Qué tal has estado?

—Bien, supongo —dice Harry encogiéndose de hombros—. Tan bien como puedo estar... Ahora que Dumbledore no está, ¿quién más está para ayudar?

—Papá habría sabido qué hacer —murmura Mia—. Es una pena. Mamá solía decir cuánto disfrutaba las fiestas... —mira a su alrededor, a todos en la pista de baile, a Remus y Briar bailando juntos, riendo alegremente—. Si alguna vez necesitas un lugar en el que quedarte, Grimmauld Place tiene la puerta abierta.

—Gracias —dice Harry, con una suave sonrisa—. ¿Cómo...?

Alguien toca a Mia en el hombro. Salta y mira hacia arriba y George se desliza en el asiento vacío a su lado.

—Lo siento, Harry —dice George—. Mia, no has bailado en toda la noche. Vamos, por favor.

Mia suspira, dándose por vencida. George le sonríe, toma su mano y la lleva a través de las mesas. Cuando Dreams termina, comienza a sonar una versión ralentizada de Lay All Your Love on Me. Ella pone sus brazos alrededor del cuello de George mientras él apoya sus manos en su espalda.

—¿Cómo estás? —mira su oreja, todavía vendada de la otra noche.

—Aún dolorido —dice George—. Mañana me voy al Vaticano.

Mia niega con la cabeza. Mira por encima para ver a Archie bailando nerviosamente con Hermione. Él mira hacia arriba y le sonríe emocionado.

—Ahora vives justo al lado del Callejón Diagon, ¿verdad? —pregunta George.

Mia asiente.

—Sí... quiero abrir una tienda de ropa cuando todo termine.

—¿En serio?

—Ajá —responde Mia—. Soy la heredera de dos fortunas familiares de sangre pura, tengo tanto dinero que siento que debería pasar mi vida haciendo algo que disfruto. Así que compré una tienda. Voy a vivir en el piso de arriba. pero con lo que os pasó a vosotros hace unas semanas... —(contexto: los mortífagos siguen explotando el Callejón Diagon, lo que hace que Mia desconfíe de abrir una tienda ahora mismo)—, voy a espera un poco antes de abrir. Pero tengo años para viajar, comprar mucha ropa vintage increíble para la tienda y hacer mis propias cosas también.

George sonríe.

—Si alguna vez quieres consejos sobre negocios, ya sabes a quién llamar —le dice y le guiña un ojo. El corazón de Mia se acelera—. Y si vives cerca de mí, hay algunas calles muggles por ahí que son bastante geniales. Si quieres, puedo enseñarte los alrededores.

—Sería bueno, sí —dice Mia, y lo dice en serio.

La canción termina, haciendo la transición a Fantasy de Mariah. Briar, que desde entonces se ha hecho un moño al estilo de Pamela Anderson, comienza a bailar salvajemente con Fleur, dando vueltas. Mia se ríe y George también la hace girar, sujetándola con facilidad.

Habría sido la boda perfecta, si no fuera por los mortífagos que aparecieron a las nueve.



1 DE MAYO DE 1998

LA BODA SALIÓ BIEN AL FINAL — nadie resultó herido, gracias a Merlín, ya que Harry, Ron y Hermione escaparon antes de que los mortífagos los atraparan. Pero comenzó el más gris de los otoños y el más largo de los inviernos. De hecho, cuando las flores de primavera florecieron en 1998, no se sintió nada positivo. El cielo permaneció gris, como sis supiera el mal que se cierne sobre el Mundo Mágico.

Mia entra al piso de arriba de Sortilegios Weasley con una bolsa de compras de alimentos. No lo malinterpreten: no está pasando nada divertido, simplemente era peligroso que la hija de Sirius Black viviera sola. (Aunque, entre nosotros, Mia y George hicieron sus propias travesuras después de la boda... Aparentemente, el hecho de que los mortífagos aparecieran hizo que Mia ansiara perder su virginidad por segunda vez.)

—Esta es la última vez que voy a por leche; la próxima vez que estés cuatro días sin comprar leche nueva, te transformaré en una vaca y te venderé a McDonalds —dice Mia. Se detiene en seco cuando ve a Briar.

—¡Cariño, estás en casa! —George sonríe.

—No soy...

—Eres tan fácil de molestar —dice, y luego comienza a hurgar en la bolsa de Tesco que ella dejó.

Mia se lleva la mano a la cara.

—Desearía no estar tan cerca de ti.

George suelta una carcajada y se mete patatas fritas en la boca.

—Sé que me amas.

No —dice Mia, con demasiada pasión.

Le quita las patatas fritas. Iba a comérselas y ver Pulp Fiction esta noche, pero él ya se ha comido la mitad de la bolsa. Sus planes se han arruinado.

George se las quita y se deja caer en el sofá. Mia le frunce mientras él le sonríe felizmente.

—Sabes, es una pena que no fueras del mismo año que nosotros en el colegio —dice George—. Creo que podríamos haber sido amigos.

—¿En serio? —Mia toma un puñado de papas fritas—. ¿Qué pasa con Cedric?

—Vale, vale —dice George, pensando en ello de nuevo—. Si no hubiera ocurrido lo del partido de quidditch, creo que nos hubiéramos llevado bien. Podríamos haber sido amigos... ¡míranos a ti y a mí ahora! Te veo más que a mi propio gemelo.

—Solo porque está siempre en casa de Briar —dice Mia. Se quita los zapatos, salta y los guarda en el zapatero que compró para la puerta principal. Después de una semana de dormir en el sofá (querido lector: George renunció rápidamente a su cama, así que ahora duerme en el sofá-cama, Mia en su habitación), se hartó de los zapatos que los chicos dejaban tirados por ahí.

Hablando del diablo: hay un crack y Briar y Fred aparecen en medio del piso. George levanta la mano para saludar.

—Hola... —Briar sonríe, pero su voz está temblando.

Mia frunce, acercándose lentamente.

—¿Estás... bien?

—Estoy bien —dice Briar, y olfatea.

Sus ojos están vidriosos, como si hubiera estado llorando. Toma la mano de Fred, ambos igualmente ansiosos. Mia vuelve a mirar a George. No está segura de cómo sucedió, pero ahora, cuando Mia busca comodidad en una habitación, su mirada se dirige directamente a George. Y él también: intercambian una mirada confundida mientras él se pone de pie.

—El padre de Briar acaba de hablar con nosotros —dice Fred—. Tenemos que ir a Hogwarts.

—... ¿Por qué?

—Harry está en camino.

A Mia se le cae el estómago. Sabe lo que significa: el pasado, sin importar cuántos años, se acumula hasta este momento. Ellos contra los mortífagos. Sabía que iba a suceder pronto, de todos modos. Harry, Ron, Hermione y Holly (es una larga historia, una que Mia no conoce) irrumpieron en Gringott hace un par de días y sacaron al dragón, dejando inquieto al Callejón Diagon.

Esa fue la única noche que Mia y George compartieron cama; demasiado asustada para estar sola, los mortífagos deambulando por la calle toda la noche, había cruzado la habitación de George para dormir en el sofá-cama. Sin embargo, cuando abrió la puerta él estaba de pie. Durmieron juntos en su cama, sin tocarse, pero fue reconfortante.

—Vale... vale —Mia se pasa los dedos por el pelo.

George mira a su gemelo y a su mejor amiga con el ceño fruncido.

—¿Por qué estáis tan nerviosos? —le da a Fred una mirada divertida—. Briar no está embarazada, ¿verdad?

—Oh...

—Ay, Dios, que lo está —gime George.

—¡No es eso! —dice Briar, poniendo sus manos en alto en defensa—. Eso no va a pasar hasta dentro de mucho, ¡pero el 2 de mayo es un día importante! Mucha gente va a morir... Me preocupa, ¿de acuerdo? No quiero que nadie se muera.

Mia piensa en Cedric y frunce.

—Tengamos cuidado —dice Mia.

Los cuatro se arreglan. Mia se cambia a algo un poco más práctico (unas Doc Martens de plataforma y la chaqueta de cuero de su padre que ella encanta para que las maldiciones reboten), antes de Aparecerse en Hogsmeade y colarse en su antigua escuela. Esto es todo, piensa para sí misma, pensando en su objetivo de matar a Bellatrix, Pettigrew y Malfoy.

Se ahorrará los detalles sangrientos. O, al menos, las peores partes. No necesitas saber sobre Lavender Brown, destrozada por Greyback, pero ¿Peter Pettigrew, el que mató a Cedric y, a su vez, a Mia, hace tantos veranos? Le gritó que fuera amable con el mejor amigo de su padre, a lo que ella respondió: "Porque tú hiciste lo mismo cuando mataste a Cedric, ¿no?" ¿O Bellatrix, que estaba a un hechizo de matar a la señora Weasley cuando Mia la maldijo justo en su marchito corazón?

No llegó a Lucius, principalmente porque el resto de los Malfoy parecían arrepentidos. Cuando vio a Holly, se disculpó por su tío y dijo que la familia estaba tan destruida como los Black ahora.

La cosa es que Mia no se sintió mejor después de matarlos. Sintió alivio, pero no libre. Su corazón seguía abrumado porque sus padres se habían ido para siempre, junto con su mejor amigo...

... Pero lentamente, se dejó curar.



VERANO, 1999

EL NÚMERO DOCE DE GRIMMAULD PLACE fue una gran casa alguna vez. Pero, bueno, esto fue antes; el hijo mayor fue repudiado y luego asesinado; el segundo hijo perdió la vida tratando de destruir un Horrocrux; y, finalmente, los padres estiraron la pata. Ahora, el hijo mayor está muerto, junto con su ángel en forma de esposa y el elfo doméstico que una vez correteaba por los pasillos. Ahora todo lo que queda es Mia Black, la última descendiente de la antigua y más noble casa de los Black, y estos espíritus malignos.

Mia deja su bolso al pie de las escaleras. Pasó el invierno remodelando el lugar, planeando convertirlo en una especie de pensión. Cualquier niño como su padre, que tenía una familia con puntos de vista diferentes, podría quedarse aquí durante las vacaciones de verano en lugar de esperar que sus amigos lo ayuden. Espera tenerla funcionando para el próximo septiembre, y Remus dijo que ayudaría con los niños, ayudándolos con los deberes si lo necesitan. Lo han llamado la Casa de los Merodeadores.

Ha empacado lo último de su familia en esta casa, y se acerca a la chimenea, usando la Red Flu para transportarse de regreso al Callejón Diagon. Sale, deja la bolsa al lado de la mesa de café y desciende la escalera de caracol hasta la tienda de bromas. El negocio ha estado en auge, incluso más que antes, desde que terminó la guerra, tanto que están en conversaciones para hacerse cargo de la tienda de bromas en Hogsmeade. Mia se abre paso entre la multitud, haciéndose más pequeña a medida que se acerca la hora de cierre, y encuentra a George hablando con un cliente.

—Oye, ¿qué le recomendarías a un chico con el color de cabello más violento...?

George se da la vuelta y la levanta, haciéndola girar.

—Unas gafas de sol —dice con una sonrisa. Mia suelta una carcajada, mientras él la vuelve a sentar—. Estaré en quince minutos, ¿quieres esperar arriba?

—Estoy bien —Mia devuelve la sonrisa.

No están juntos, han tenido un par de contratiempos desde el año pasado, pero están creciendo a un ritmo constante. Mia ha tenido tiempo de recuperarse al igual que George. Y, a lo largo de todo, se han tenido el uno al otro para pasar momentos tranquilos, especialmente con el largo compromiso de Briar y Fred que resultó en que se mudaran, y el entrenamiento de Archie para ser sanador mientras visitaba a Hermione los fines de semana. (Deberías haber visto la forma en que la besó después de la batalla. Mia lloró lágrimas de alegría.)

George cierra la tienda y Mia se sienta detrás del mostrador, ayudando con las existencias mientras él cobra por el día. La mira, sonriendo suavemente.

—Eres brillante.

Mia levanta una ceja.

—¿A qué viene eso?

—No hay razón para pensar eso de ti —dice George.

Mia sonríe.

—Yo sí lo pienso.

Él ríe.

—¿Ah, de verdad?

—Sí —asiente fingiendo ser seria. Pero comienza a reírse, algo que no creía que pudiera hacer desde de Cedric, cuando George se acerca a ella y la sienta sin esfuerzo en el mostrador. Él se queda frente a ella. Piensa en cuando eran más jóvenes, cómo se sentaba en las lecciones y pensaba en cómo se sentirían sus manos, cómo la besaría. Ahora, desea que simplemente lo haga.

Mia pone sus manos sobre sus hombros, jugando ligeramente con su cabello.

—Aún te amo, lo sabes —dice en voz baja.

Ella lo mira y sonríe.

—Yo también.

George se inclina y la besa, sosteniéndola con tanta fuerza que podría levantarla del mostrador. Ella envuelve sus brazos alrededor de su cuello, sus piernas alrededor de su torso. Se separan por un momento, George le coloca un mechón de cabello detrás de la oreja.

No sabe cómo describir esto. Siente como si sus emociones estuvieran por fin en paz. Siente que todo con George es un círculo completo. Detesta la idea del destino, en serio, si ella tiene sentimientos, las estrellas no tienen nada que ver, pero joder. Con George es como si algo divino hubiera intervenido.

Y Mia Black, en toda su vida soleada pero sombría, nunca se ha sentido tan feliz.

THE END

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