❁; capítulo diecinueve

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Louis está a punto de volverse loco.

Y no, no está exagerando. Él en verdad se encuentra en el ojo del huracán, siendo sacudido por una desastrosa ráfaga de estrés que nació a raíz del estúpido examen de cálculo que debe presentar en una hora.

Sus apuntes no son los mejores del grupo, pero leerlos es la única opción que tiene para estudiar la extensa variedad de temas que ha visto en el último parcial. A pesar de su desorden en cada página y de su caligrafía poco legible, reconoce que eso de pegar notas adhesivas con palabras clave de las lecciones que se le complicaron ha sido una excelente idea, aunque no lo suficiente como para sentir que tiene la oportunidad de aprobar sin ningún tipo de complicación.

Se halla sumamente nervioso porque no quiere suspender la asignatura, lo que menos desea es acabar en los horribles cursos de recuperación y tampoco planea perderse los entrenamientos por ir arrastrando una mala calificación en su historial académico.

La institución siempre se ha preocupado por el buen desarrollo de los alumnos, brindándoles actividades extracurriculares y deportivas como complemento a su formación; sin embargo, para ser parte de ellas, una de las condiciones más importantes que la preparatoria impone es mantener un promedio decente y no tener materias reprobadas.

Louis tiene la obligación de no descuidar sus clases o de lo contrario, puede ser suspendido del equipo hasta que sus calificaciones vuelvan a ser óptimas.

Ya le sucedió una vez, justo cuando no logró sacar una buena nota en trigonometría y como consecuencia, tuvo que asistir todas las tardes a las sesiones extraordinarias de la materia, las cuales le impidieron presentarse a sus entrenamientos por algunas semanas.

No tiene en mente volver a pasar por ahí, así que ha establecido no salir de la biblioteca hasta que su cerebro se digne a trabajar como es debido y gracias al cielo, Harry se ofreció a auxiliarle en lo que pudiera.

Quizá no van en el mismo grado, pero las sugerencias que le hace sobre técnicas de estudio son de mucha ayuda.

—Oye, amor, ¿qué dice aquí?

Louis echa una mirada al párrafo que su novio señala y estrecha los ojos, tratando de descifrar lo que él mismo escribió.

—Una función es diferenciable en "x", si existe su derivada en "x", llamándose derivación al procedimiento para calcular la derivada —masculla, rascándose la ceja derecha con el dedo meñique—. La derivada de una función también es una función.

Al oír la confusa definición, las pestañas del rizado aletean pausadamente.

—¿Eso qué significa?

—No lo sé, yo tampoco entendí —masculla, mordiendo con ansia la parte superior de su lapicero—, creo que es la explicación de la fórmula que viene en el post-it.

—¿Y sí sabes como aplicarla?

—Más o menos, los ejercicios que el profesor puso en clase no estaban tan difíciles.

Harry asiente despacio, un tanto asustado ante el panorama de lo que deberá aprender el próximo año.

Esos problemas serán para su yo del futuro, así que por el momento los dejará a un lado.

—Bueno, entonces agrégala al formulario —sugiere, retirando la tapa de su resaltador en color rosa—. Es la última, ya revisé todos tus apuntes del parcial y ya no hay más.

—Te juro que es mucha información para mi cerebro —Suelta un resoplido desalentado—. No sé que voy a hacer.

—Tienes que relajarte, eso es lo primero que debes hacer.

—¡Eso intento! Pero me tiene muy estresado que el examen valga el cien por ciento de la calificación.

Después de subrayar un par de líneas importantes en la libreta de cálculo, el menor alza la cara para contemplar a Louis con una sútil expresión de comprensión y extiende el brazo por encima de la mesa, buscando sujetarlo de la mano.

—Todo va a ir bien, amor —expresa, al ofrecerle una suave caricia en los nudillos—. Ya repasaste los temas que vendrán en la prueba, estás haciendo fichas de estudio e incluso armaste el formulario, ¿tú piensas que esto no va a tener una buena recompensa?

Louis se encoge de hombros y su labio inferior sobresale levemente.

—Quiero pensar que sí, es la única materia que me preocupa.

—La vas a pasar con una buena nota, eso te lo puedo apostar —Un bonito hoyuelo se marca en su mejilla luego de elevar solo un extremo de la boca—. Confía en lo que sabes y concéntrate, ¿sí?

—Sí, ratón —Otro suspiro muy profundo, tan profundo que su pecho se hincha con exageración—. Haré lo que pueda.

—Vamos, súper Lou, aún tienes tiempo para darle una revisión a todo.

El par de jóvenes mira hacia el reloj que permanece en uno de los muros de la biblioteca. Faltan exactamente cincuenta minutos para que comience el siguiente período y el castaño siente como si su estómago estuviera pagando los estragos de su nula habilidad en los números.

A regañadientes, regresa la vista al libro de cálculo diferencial que tomó de la estantería y retoma su lectura, rescatando en sus fichas todos los datos relevantes que le pueden ser de utilidad a la hora de resolver los ejercicios que vengan en la prueba.

Harry también continúa con su misión, hojeando una vez más la libreta de su jugador favorito para confirmar que ninguna fórmula haya sido olvidada y marcando con su resaltador los títulos de los temas que posiblemente sean los de mayor valor al momento de calificar.

Gracias al preciado silencio que envuelve la biblioteca durante la semana de evaluaciones, ambos logran concentrarse por completo en la sesión de estudio, al menos hasta que una chica de un posible grado superior se acerca a ellos con un par de libros bajo el brazo.

—Hola, Tommo . Lamento interrumpir, pero creo te están buscando.

El aviso hace que Louis voltee inmediatamente hacia la entrada de la biblioteca, curioso por saber quién es el responsable de la indeseada distracción y su entrecejo se arruga cuando se encuentra no solo con uno, sino con varios rostros conocidos al exterior del lugar.

La duda se define en sus rasgos al observar a Zayn, Niall y a más de la mitad del equipo de fútbol americano afuera, instándolo a salir mediante ademanes desesperados.

—¿Ahora qué sucede? —Se pregunta en voz alta, perplejo ante la visita de sus amigos—. Les dije que hoy no iba a jugar en mi rato libre porque tenía que estudiar...

—¿No crees que les haya pasado algo? —Harry opina enseguida, notando la rareza de la situación—. Parecen asustados.

—No están asustados, seguramente solo quieren el balón, es que yo lo tengo en mi locker.

Oh, entiendo. ¿Quieres que vaya por el y se lo dé a Zayn?

—No, Hazz, tranquilo —susurra con gentileza, extrayendo su manojo de llaves de su sudadera—. Le diré que se encargue, yo no tengo tiempo para ir.

—Bueno, está bien —Humedece sus labios antes de sonreír un poco más amplio—. No te demores.

—No lo haré, ya vengo.

De ese modo, el ojiazul se levanta del asiento, desplazando la silla hacia atrás con un ligero movimiento que apenas interrumpe el silencio de la sala y hábilmente, hace girar las llaves alrededor de su dedo índice mientras avanza hacia la entrada principal de la biblioteca.

Está pensando seriamente en hacerle un reclamo a sus compañeros por hacerle perder valiosos minutos de su último repaso para el examen de cálculo e incluso, considera que no vendría mal aconsejarle a quienes van en su clase que hagan lo mismo en lugar de ir a jugar.

Al final son un equipo y él les desea el éxito tanto dentro como fuera del campo.

—¡Tommo! —Zayn entona en cuanto lo ve cruzar el umbral de la puerta abierta—. ¿Estás ocupado?

Sus cejas se tensan en una línea recta y exhala por la nariz.

—No, para nada, no creas que tengo prueba de cálculo en menos de una hora —murmura con sarcasmo, extendiéndole las llaves de su casillero—. El balón está en los vestidores.

—¿Qué balón?

—El de americano. A eso vinieron, ¿no?

De manera automática, todos niegan al mismo tiempo.

—No, no vinimos por el balón —comenta Niall al sacar un folder beige de su mochila—. Estamos aquí por otra razón.

—¿Y cuál es esa razón? —Su nariz se frunce debido a la intriga provocada—. No me lo tomen a mal, pero en serio estoy terminando de estudiar.

—Lo sabemos, pero tienes que saber esto lo antes posible.

La cabeza de Louis se inclina ligeramente hacia un lado y sus orbes revelan una sombra de desconfianza.

—¿Qué pasa? —insiste—. ¿Sucede algo malo?

—No, no es nada malo —responde el pelinegro con una sonrisita inocente, alargando el brazo hacia Niall para que le entregue la carpeta—. Es que... A ver, sé que estás a punto de presentar el examen más complicado de tu semestre y esto puede parecer inoportuno, pero debes saber que lo más probable es que Oscar te vaya a buscar al salir de tu clase y debes estar prepara-...

—Zayn, para, ¿de qué hablas? —Lo corta de tajo, evitando que finalice su enredada explicación—. ¿Qué tiene que ver Oscar en todo esto?

Honestamente, no entiende un carajo.

Se halla realmente confundido y su desconcierto solo se agrava cuando su amigo le muestra una hoja repleta de nombres diferentes acompañados de varias firmas.

Sin pronunciar ni una palabra, se dedica a leer el contenido de la página y conforme avanza en el texto, su boca se abre y se cierra repetidamente, volviéndose incapaz de articular vocablos que puedan expresar la perturbación que lo está invadiendo.

Le lleva unos segundos asimilar lo que ha leído y es probable que su cara proyecte una sorpresa descomunal, ya que al volver a enfilar al resto de los jugadores, se encuentra con sonrisas enormes que parecen anticipar una posible reacción explosiva de su parte.

—¿Me pueden explicar qué demonios es esto? —pregunta, sin la menor pizca de delicadeza—. ¿Acaso perdieron un tornillo?

—No, Tommo, estamos más cuerdos que nunca —Niall anuncia, cruzándose de brazos—. Estamos hartos de que Oscar nos trate como basura.

—Y en eso estoy de acuerdo, no podemos permitirlo más, ¡pero esta no es la forma! —Repentinamente, siente que el párpado le empieza a brincar—. ¿Se dan cuenta del grave error que están cometiendo?

—No es un error —espeta uno de los tacles ofensivos—. Ya lo conversamos y sabemos que esta es la mejor decisión que podemos tomar.

Un gruñido de exasperación emana de Louis.

—Por Dios, ¡sean realistas! —implora, restregándose la mitad del rostro con la palma abierta—. Oscar ha sido el mariscal durante años y, a pesar de su mala actitud, ha logrado sacar adelante al equipo, ¿qué les hace creer que yo podré hacer lo mismo?

—Vemos mucho potencial en ti, Louis —añade Zayn—, eres de los pocos que de verdad se interesa por las estrategias en el juego, de hecho, eres el único que no se deja llevar por la euforia de los partidos e indirectamente, siempre te encargas de guiarnos a la hora de las jugadas...

—¡Eso no es cierto!

—¡Claro que sí! El entrenador lo ha dicho, siempre repite que tú eres uno de los mejores jugadores, ¿por qué no demostrarlo ahora?

Él suspira fatigado, balanceando su cabeza en negación.

—¡Porque eso no me corresponde a mí! —refuta y sus manos se agitan con una urgencia incontenible—. Además, Oscar me va a crucificar, ¡¿cómo esperan que no me odie?!

—Es un riesgo que debemos tomar por el bien del equipo —Otro de los jugadores puntualiza—: Tú debes ser el nuevo mariscal de campo, todos votamos y lo acordamos.

—¡¿Y por qué no me preguntaron?! De verdad, ¡se les botaron las tuercas!

—¡Porque sabíamos que te negarías! Y si te sirve de consuelo, el entrenador fue quien nos pidió que reuniéramos las firmas de los que estuvieran de acuerdo, y como puedes observar, la mayoría lo aceptó.

Al parecer el ojo de Louis ha cobrado vida propia, ya que no ha dejado de saltar a causa del estrés.

—¿Cómo? —Aturdido, se lleva una mano a la frente—. ¿El coach ya lo sabe?

—¡Sí! Él nos informó que teníamos plazo hasta hoy para entregar la solicitud, y como vamos a llevarla ahora mismo, por eso estamos aquí avisándote —Niall acota su argumento con un ademán—. Como te mencionó Zayn, cuando Oscar se entere, seguramente irá a reclamarte y al menos debes estar enterado de la situación.

—¡Es que están dementes! —Da un pisotón al suelo, antes de cerrar los ojos—. De verdad, ustedes son-...

—¿Amor?

La fortuna le sonríe a todos cuando Harry aparece en el momento exacto, volviéndose la salvación de los muchachos que únicamente anhelan una mejor armonía en el equipo.

Y tal vez muchos rogaban que apareciera pronto, porque un porrista tan lindo siempre es un placer para la vista.

—¡Hazz, hola! —El rubio parlotea con su típica amabilidad—. ¿Cómo estás?

—Hola, Ni —Le responde sonriente, mientras oculta sus manos detrás de la espalda—. Estoy muy bien, ¿y tú?

—Igual, de maravilla.

—¡Me alegro mucho! —dice y con cortesía, hace un gesto de saludo al resto de los presentes—. Por cierto, hola a todos.

Bueno, al ojiazul no le causa gracia que algunos de sus compañeros se vean tan jodidamente emocionados por recibir un "hola" de Harry.

Ha detectado quienes son los que ni siquiera intentan disimular su admiración por el precioso físico de su novio, pero esa información la reservará para después.

Por ahora, tiene un dilema mayúsculo que resolver.

—Ratón, necesito tu ayuda —exclama, con un tono que roza el escándalo—. ¡Acaban de ponerme la soga al cuello!

—¿Por qué? —Lo cuestiona, dubitativo—. ¿Qué ocurre?

—Ve esto.

Harry recibe la hoja membretada, tomándose apenas un par de segundos para leer el contenido redactado y una mueca de estupefacción se pinta en su expresión cuando procesa el propósito de la petición.

Tiene que ahogar su grito de emoción, pues de lo contrario todos serán reprendidos por causar un alboroto en el acceso de la biblioteca.

—¡¿Te postularon como el nuevo mariscal?! —inquiere, con los iris brillantes.

—¡Sí! —refunfuña—. Ahora diles que es mala idea, por favor, alguien más tiene que poner los pies sobre la tierra.

—Es mala idea —repite, escrutando a los jugadores que ya comienzan a lucir inquietos—. ¿Alguien tiene una pluma?

—¡Harry!

—¡¿Qué?! ¿Yo no puedo firmar?

—En teoría no, porque no eres miembro del equipo —dice Zayn, posando una mano en su hombro con pesar—. Lo siento.

—¡No, claro que puedes! —Por el contrario, uno de los receptores se precipita a interceder—: Tú puedes hacer lo que quieras, Hazz, aquí tienes un bolígrafo.

Una pluma retráctil de tinta azul le es entregada al menor y él sonríe, accionando velozmente el botón superior.

—¡Gracias! —Con una señal, le pide a Niall que se de la media vuelta para poder recargarse en su espalda—. ¿Solo pongo mí nombre y firma?

—Ajá, en los espacios en blanco...

Eventualmente, es ahí cuando Louis estalla.

—¡¿Qué les pasa?! —enuncia, irritado—. ¿A nadie le importa mi opinión?

—Claro que sí, amor —Harry le contesta, mientras termina de llenar uno de las líneas con sus datos—. Tú siempre has querido ser el mariscal, este es el puesto que mereces.

—¡Pero no así!

—Se llama democracia, Tommo —Confiado, Zayn explica—, nosotros te votamos, y tú aceptas el cargo, es como en la política.

—¿Y ustedes que saben de política? —Louis se soba ambas sienes—. Por Dios, esto no tendría que estar pasando.

Sí, todo es una locura.

Finalmente, Harry añade un pequeño corazón después de su firma y devuelve el folder con la muestra de apoyo escrita hacia su novio.

—Listo, chicos —Se aparta el cabello de la frente y esboza una sonrisilla gentil—. Ahora, ¿les molestaría hablarlo más tarde con Lou? Tiene un examen que presentar en un rato y debe estar enfocado en eso.

—Claro, nosotros ya nos vamos.

—Ánimo, Tommo —Uno de los muchachos le golpea el brazo de manera fraternal—. No te vamos a dejar solo, Oscar no te hará nada.

—Eso no es lo que me preocupa —Bufa, rodando los ojos y echando la cabeza hacia atrás—, están poniendo al equipo en riesgo.

—Eso es mentira, ya lo verás —Niall concluye con un guiño de ojo, dando por terminada la conversación—. Nos vemos más tarde.

Louis ni siquiera responde a la despedida e ignora el hecho de que todos los jugadores le ofrecen una nueva tanda de sonrisas tímidas antes de marcharse. Fácilmente puede catalogar los gestos como disculpas silenciosas. Y es que en realidad lo son.

¿Qué se supone que haga ahora? Aparte de inquietarse y de arrancarse la piel muerta de los labios con los dientes.

No comprende como acabó parado en la punta de la pirámide y a un pequeño empujón de convertirse en el mariscal del equipo.

Y para colmo, tiene que presentar el infernal examen de cálculo.

—¿Por qué me pasa esto? —susurra, apoyando la frente en el hombro del porrista.

Harry pasa los dedos entre los mechones chocolate de su cabellera.

—Porque eres un excelente jugador.

—Es demasiada responsabilidad para mí —reprocha, rodeando la cintura del menor en un abrazo y ocultando el rostro en el espacio de su cuello—. No sé si estoy listo.

—Lo estás, Lou —Persiste con los toques en su cabello—. Tienes todo para hacer un buen trabajo, ¿por qué lo dudas?

—Porque no es tan sencillo, Oscar es un buen líder, su forma de ser podrá ser cuestionable, pero casi nunca perdemos los partidos...

—Útimamente no ha sido así, tal vez es tiempo de que algo cambie en el equipo.

Sin deshacer el delicado agarre, Louis se incorpora lentamente, distanciándose algunos centímetros de su novio para poder mirarlo directamente a los ojos.

—¿Y tú también supones que ese cambio soy yo? —interroga, con una ceja arriba.

—Así es —Ubica la mano derecha en su torso y tamborilea los dedos sobre la hoddie roja—. Por algo te eligieron, ellos ven lo mismo que yo veo en ti.

Mhn, ya...

—¿Acaso no te entusiasma? Es tu sueño, tu meta en el americano...

—Lo es, pero no sé si estoy realmente preparado para intentarlo —Suelta con toda sinceridad, aflojando su postura—. Me da miedo arruinarlo, ¿qué va a ocurrir si no soy capaz de ser un buen mariscal? Ni siquiera he practicado para estar en esa posición.

—Los entrenamientos te van a ayudar, entraste al equipo sin saber nada y mírate, eres un ejemplo a seguir para los nuevos —recalca, tomándolo con dulzura de ambas mejillas—. No tienes nada que perder.

Un suspiro profundo sale por los labios esbeltos del ojiazul, mientras su mirada implora cierta protección que por suerte, Harry sabe cómo entregarle.

En su pecho hay mil preocupaciones revoloteando, pero también existe un resplandor de felicidad que está luchando por encubrir. La terrible presión que siente le impide disfrutar plenamente de la posibilidad de obtener el puesto que tanto ha anhelado por años.

—... ¿Tú vas a estar ahí si lo echo todo a perder?

—Siempre voy a estar contigo, pero yo sé no será necesario, ya verás que harás un trabajo fabuloso.

—Eres muy optimista.

—Solo digo la verdad —Esboza otra sonrisa cándida—. Y si Oscar se molesta, ni modo, tiene dos trabajos entonces.

—Va a matarme —resopla, aceptando sin remedio el destino que le aguarda—. Los chicos no están equivocados, yo también creo que irá a buscarme al salón.

—Que ni se le ocurra ponerte un dedo encima, porque yo te voy a defender.

El castaño chasquea la lengua, empujando su cuerpo contra el de Harry y ejerciendo una tenue presión para obligarlo a retroceder unos pasos.

Eso de acorralarlo en los muros está volviéndose una costumbre.

Ah, ¿sí? —Enarca una ceja con interés—. ¿Cómo?

—Con esto —exclama, elevando su puño cerrado de forma cómica pero amenazante a la vez—. Y si eso no basta, tengo dos.

Los ojos azules de Louis se entrecierran en los bordes y cediendo a una irresistible atracción, le roba un beso a su porrista.

Pese a que el deseo repentino de devorarle la boca lo abofetea, él se contiene, consciente de que se encuentran en un lugar público.

—Te quiero tanto, ratón —sisea en cambio, antes de rozar sus narices en un tradicional besito esquimal—. Y escucha, quiero proponerte algo.

Los párpados de Harry caen, sus mejillas ya se muestran arreboladas.

—¿Qué cosa?

—Si toca quedarme con el puesto de mariscal, tú tendrás que aplicar para obtener el solo de las porristas.

De repente, su nube de amor es absorbida por un golpe de realidad y en consecuencia a lo dicho, el menor abre los ojos rápidamente.

—No, eso no —Se opone.

—Es lo justo —murmura, asentando un beso más sobre su boca entreabierta—. Siendo sincero, me encantaría que mí novio fuese el estelar en el partido donde sería mi debut, eso sería una gran motivación para mí.

—¡Eso es jugar sucio!

—No lo es, bombón. Y sí ese día decides usar el uniforme completo y ponerte una falda...

—¡Basta!

Aquel respingo avergonzado hace reír a Louis.

—¡Solo decía!

—Pues apágate, porque eso no va a pasar.

—Una lástima, aunque deberías considerarlo.

El menor siente que sus mejillas arden, como si estuvieran a punto de explotar debido al aumento de temperatura que han sufrido.

—Claro, sí —Traga con mucha dificultad y su mirada se torna severa—. Y tú deberías volver a estudiar, tienes como treinta minutos.

—Tienes razón —Larga un bufido—. Después de acabar con esa prueba, Zayn y Niall me van a escuchar, porque estoy seguro de que ellos iniciaron con toda esta tontería.

—No te enojes con ellos... Solo quieren que el equipo salga adelante.

—Pues espero que no se arrepientan después —ruega bajito por su propia alma—. Vamos, tengo que terminar de repasar.

Harry asiente, despeinándose los rizos hacia atrás cuando Louis por fin se retira para continuar con sus deberes académicos al interior de la biblioteca.

Respira. Dos, tres y hasta cuatro veces porque las circunstancias actuales en el equipo de americano le han hecho entrar en una disyuntiva. La idea de participar en la competencia de porristas no había cruzado por sus planes iniciales, él no planeaba elegir esa batalla, pero ahora, está contemplando la posibilidad con una perspectiva diferente.

Mierda, ¿por qué no considerarlo?

A medida que reflexiona sobre ello, valora el potencial de la oportunidad. ¿Qué tan genial sería ser el porrista principal en un partido tan importante para su novio?

Después de un momento, admite que la idea esta vez si suena tentadora.

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hii, besties! ♥︎ espero que disfruten la actualización. nos leemos pronto, gracias por leer la fic. ♡ un besote.

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