❁; capítulo especial

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El primer San Valentín
Harry 16 y Louis 17

—Entonces... ¿Qué debería regalarle a Harry?

—No lo sé, ¿qué le gusta?

Louis pone una mueca pensativa y después de un instante reflexivo, se señala a sí mismo, sonriendo con espontaneidad.

En consecuencia, obtiene un bufido de Zayn y una carcajada de Niall.

—Idiota, aparte de ti —El pelinegro rueda los ojos, antes de tumbarse en el puff de la habitación—. ¿Flores, chocolates...?

Uhm, le gustan los tulipanes —Se toquetea la barbilla mientras intenta recordar—. Y si de dulces hablamos, creo que los bombones pueden ser la mejor opción.

—Bueno, ahí tienes la respuesta —Aporta Niall, quien ya se encuentra sentado a la orilla del colchón—. ¿Por qué te estresas tanto?

—¿Tú pregunta va en serio? —Se escandaliza, moviendo las manos con desesperación—. ¡Es el primer San Valentín que celebramos!

Cualquier novato en el amor estaría preocupado, ¿no?

Louis se encuentra muy agobiado desde hace días, ha pensado cientos de veces en cual sería el obsequio ideal para su novio, pero todavía no encuentra una respuesta que le convenza y el tiempo se le está yendo como agua entre los dedos.

—Tommo, relájate —Zayn se compadece de su intranquilidad—. Lo que sea que le des a Harry, él lo va a amar.

—Es que yo quiero que sea algo especial —masculla, caminando de extremo a extremo en el espacio libre de su recámara—. Y no se me ocurre nada.

—Que desastre eres, ¿ya consideraste un peluche? —El irlandés contribuye.

—Lo pensé, pero le he regalado muchos y su favorito sigue siendo la jirafa que le di hace años.

—¿Y si le haces una tarjeta?

El entrecejo de Louis se arruga y sin dejar transitar por la habitación, observa a su amigo.

—¿Hacerla?

—Sí, hay muchos tutoriales en internet que te pueden servir —agrega, como sugerencia.

—No, soy muy malo para las manualidades —Sin embargo, él descarta la opción por el bien de la humanidad—, seguramente me quedará horrible.

—¿Un globo en forma de corazón?

—¿Y si se pincha?

—¿Un dije con su nombre?

Él truena los dedos, inclinándose por aquella buena alternativa.

—Eso no suena mal...

—¿Una toalla? —arbitrariamente, Zayn añade.

Y gracia a la contribución, el pobre chico se gana dos miradas repletas de rareza.

—Es una broma, ¿no? —Aunque Niall está sonriendo, considera que la idea es pésima.

—No sé, se me vino a la mente —Apunta hacia el armario entreabierto del ojiazul, dónde justamente hay una toalla asomándose—. Bueno, ¿qué hay de un perfume?

El mayor suspira, mordisqueándose el labio para aliviar la ansiedad.

—¿Eso no es muy costoso? —cuestiona, al ser consciente del precio elevado en ese tipo de productos.

Su madre tiene una obsesión por las fragancias y ha visto lo caras que pueden llegar a ser.

—Quizá, aunque no nos has dicho tu presupuesto —alega el morocho, acurrucándose en el suave sillón—. ¿Cuánto tienes?

—A ver, necesito revisar.

Afortunadamente, él se considera una persona sumamente ahorrativa.

No es de los que derrocha, siempre guarda el dinero que sus padres le dan como mesada y lo que le sobra de la escuela, también va directamente a sus ahorros.

Su alcancía tiene la apariencia de un soldado, su padre se la dio y desde entonces, aquel personaje vestido de militar ha sido el cuidador oficial de su dinero.

No obstante, esta vez no contaba con que al quitarle la tapa, únicamente rodarían dos monedas sobre su escritorio.

Oh...

Niall no quiere reírse, pero la escena ha sido tan cómica que no puede contener una risita jovial.

Uff, jamás había visto tanto dinero junto —canturrea, sin disfrazar su tono sarcástico.

—Se nota que tienes un gran hábito por ahorrar, Tommo —Zayn tampoco se limita a bromear.

Tras una exhalación, Louis jala la silla de su escritorio y se deja caer en ella.

Ugh, silencio —Se soba la frente, recordando el motivo de su visible ausencia de fondos económicos—. Me gasté todo en el regalo que le di por su cumpleaños.

—¿De verdad? —La ceja derecha del rubio se alza al cuestionar—. ¿Qué le diste?

—Una caja de música que vio en la tienda de Disney —dice, mientras juguetea con una de las monedas que salió de su alcancía—. Toca las canciones de varias películas.

Siendo honesto, no se arrepiente de haber gastado hasta el último centavo en ese lindo obsequio.

La alegría que vio en el rostro de Harry el día que se lo entregó, no se pudo comparar con nada.

—¡Que monada! Pero por lo visto, eso te llevo a la quiebra.

—Lo sé... —Resopla desanimado y se recuesta sobre su escritorio lleno de hojas sueltas—. ¿Ahora qué hago?

—Pues todavía tienes un par de días para ver tutoriales en YouTube —Con la mano abierta, Niall le brinda dos palmadas en la espalda—. Celebrarán el sábado, ¿no?

—Sí —Su voz es amortiguada por la superficie en la que descansa—. Haremos un pic-nic en su jardín.

—Entonces deberías darte prisa —Zayn recalca—, las tarjetas son laboriosas.

Louis gruñe bajito, sintiéndose atormentado desde ya por su nula habilidad en las manualidades.

Tendrá que hacer una excepción y esforzarse por realizar algo lindo para su ratón.

Todo sea por él.

── •∘°❁°∘• ──

—Mira, aquí hay fruta —Harry señala uno de los refractarios de cristal que hay sobre el mantel—. Mango, sandía, manzana y uvas.

El ojiazul pica varios trozos de la jugosa sandía con el tenedor y los coloca en su pequeño bowl.

—¿Tú la cortaste?

—Así es, también fui yo quién preparó los sándwiches y compré de las galletas que te gustan —anuncia, al destapar uno de los contenedores de plástico.

Al interior del recipiente, se encuentran un montón de galletas con chispas de chocolate.

Las predilectas de Louis.

—Déjame decirte que eres un gran organizador de pic-nics, Hazz —Le informa, antes de llevarse una porción de la fruta que escogió a la boca.

El dulzor de la fruta es fenomenal, y es tan fresco como el clima que les tocó ese sábado.

No es un día soleado, tampoco es un día muy ventoso. Quizá está nublado, pero el frío no cala en los huesos y eso es algo que ambos agradecen, ya que se encuentran disfrutando al máximo su tarde en el jardín.

—¡Gracias! —Le ofrece una cariñosa sonrisa y toma uno de los platos limpios—. Lo que trajiste también me gustó mucho, este panqué de naranja es de mis favoritos.

El pedazo que corta del exquisito postre es generoso y ni siquiera le preocupa parecer un adicto a tan delicioso manjar.

—Lo sé, por eso lo escogí —Se limpia las comisuras con una servilleta, colocando su bowl sobre el mantel de cuadros—. ¿Quieres que te sirva más limonada?

—Sí, por favor.

Él asiente, tomando la jarra transparente que resguarda la bebida preparada y vierte una parte del líquido en los dos vasos que ya se encontraban vacíos.

Luego de eso, se toma un instante para observar a Harry y suspira inconscientemente cuando inspecciona cada una de sus perfectas facciones. A veces se pregunta si su rostro fue tallado a mano, porque la belleza que resalta en su físico es simplemente irreal.

—¿Sabes? Es la primera vez que celebramos San Valentín... —La plática es retomada por el rizado—. Y siento que es raro.

—¿Raro? —Estira el brazo para agarrar una uva—. ¿Por qué?

—Pues se supone que es el día del amor y la amistad, ¿no? Nunca festejamos el ser mejores amigos.

La sorpresa se esparce por el semblante de Louis.

Ha levantado ambas cejas y su sonrisa torcida expresa que jamás había tomado en cuenta ese detalle.

—Oye, tienes razón —coincide, al pellizcarse el labio superior—. La verdad es que no lo consideramos.

—Ya sé —Arroja una risilla inocente, luego de morder su rebanada de panqué—. ¿Ahora se hará tradición?

—A mí me gustaría que lo fuera.

—Entonces que así sea —decreta, al golpear suavemente el césped con el puño cerrado—. A partir de hoy, festejaremos gracias a cupido.

—Perfecto —Concuerda con el reciente convenio—. Y hablando de eso, tengo algo para ti.

Harry tiene la boca llena de pan de naranja cuando lo escucha, así que se apresura a tragar, sin tenerle miedo a morir ahogado.

—¿Para mí? —indaga, luego de pasar bocado y quitándose las migajas que quedaron en su barbilla—. ¿Qué es?

Louis no le da ninguna pista.

Con un suspiro guardado, alcanza la mochila que trajo consigo esa tarde y desliza la cremallera del compartimento principal para sacar la tarjeta que preparó como regalo de San Valentín.

Ehm, no es la gran cosa, pero espero que te guste —murmura con una nota de timidez, extendiendo el presente con sus manos temblorosas—. Yo la hice.

Él está tratando de contener el rubor que amenaza con invadir sus cachetes, mientras aguarda con ansias la reacción opuesta.

Harry permanece callado, absorto en la contemplación de los dibujos que adornan la cartulina rosa y lee las breves notas que el ojiazul ha plasmado en el interior de la tarjeta.

"Gracias por ser mí mejor amigo y mí novio a la vez."

"Me gustas más de lo que te puedes imaginar."

"Eres el ratón más bonito del universo."

La emoción lo embriaga tanto que se ve obligado a cubrirse la boca con una mano, temiendo que el grito de alegría que amenaza con salir pueda alarmar a todos en la cuadra.

—¡Oh por Dios, me encanta! —exclama, pero en lugar de dejarse llevar por la efusividad, se controla para expresar su alegría con decoro—. ¡Es lindísima!

Louis aprieta los labios y desvía la atención al frotarse la nuca.

—Nunca había hecho una manualidad así, creo que no me quedó tan mal...

—Es la tarjeta más hermosa que he visto —dice, mirándolo con gratitud y presiona levemente el regalo contra su propio pecho—. Es de mucho valor para mí que tú la hayas hecho.

El otro carraspea, y aunque su gesto parece indiferente, en el fondo se siente satisfecho porque el esfuerzo invertido ha valido la pena.

—Me alegra que te haya gustado.

—Más que eso —asegura, al depositar su preciada tarjeta en la canasta tejida—. Yo también tengo algo para ti.

Ah, ¿sí?

—Ajá... Extiende tu mano.

Harry es un chico muy detallista.

Esta vez, ha adquirido un peluche muy especial y lo ha personalizado con esmero para añadirle el toque más adorable del mundo.

Ha puesto en manos de su novio un simpático ratón afelpado que compró en el centro comercial y lo peculiar del regalo radica en que el lindo roedor luce una camiseta del equipo de americano.

—Mira nada más... —Louis parpadea, maravillado con la pequeña playera que fue hecha a la medida del peluche.

—Espero que te guste —susurra, deslizando los dedos por la hierba—. Mandé a hacer la camiseta, incluso le bordaron tú apellido y el número que usas.

—Es realmente precioso, lo juro —Apachurra las orejas del animalito, siendo consumido por la ternura que le provoca el detalle—. Es un mini tú.

—¡Sí! Esa es la idea.

—Me fascinó, ¡muchas gracias! Lo pondré en mi casillero.

—¿En tu casillero?

—¡Sí! Así cuando lo abra, siempre te veré ahí.

El ojiverde infla el pecho, manteniendo una sonrisa, y se desliza por los bordes del mantel hasta quedar sentado junto a Louis.

Se observan, sabiendo que no necesitan palabras para expresar lo que sienten, ya que con un solo beso, son capaces de decirse todo.

Últimamente, ese tipo de comunicación es la que más les gusta.

—Feliz día de San Valentín, Lou.

Una segunda unión de sus labios, seguido por una risa compartida que se va con el aire.

—Feliz día, ratón.

── •∘°❁°∘• ──

── •∘°❁°∘• ──

¡He aquí el extra de San Valentín que me pidieron y que les prometí por instagram! 💖 tardó un poco en llegar pero espero les haya gustado. Un besote, nos leemos pronto. ✨️

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