• 76 | Osito

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

»76. Osito«


La respiración de Jungkook se cortó  cuando después de quince minutos caminando a través del pasadizo, un sendero aún más iluminado se mostró frente a ellos, pequeñas farolas ancladas al suelo formaban un amplio camino, revelando a unos metros de distancia un toldo pequeño, hecho de madera artesanal, con una mesa en el centro de éste y dos sillas del mismo material una frente a la otra, encima de dicha mesa yacían manteles de tonos cafés, beiges y vainillas, acompañados de cubiertos y dos platos con lo que parecían postres. El castaño abrió sus ojos de par en par, formando una perfecta 'O' con sus labios a medida que se acercaba más al toldo, Taehyung, quien se había quedado atrás para observar las expresiones del castaño, pasó una mano por sus rizos negros, un poco apenado a la vez que curvaba una sonrisa ladeada.

¿Es demasiado? Tal vez debí pedir algo más sencillo —  Pensó el pelinegro, revolviendo su cabello de un lado a otro y mordiendo su labio inferior en un gesto nervioso, ni siquiera advirtió el momento en el que Jungkook se acercó para abrazarlo por detrás, asustándolo.

"¡Ah!" Taehyung soltó un gritito de sorpresa, Jungkook rió estruendosamente al ver la cara de su hyung descomponiéndose en una mueca de miedo. "Por poco me matas, por Dios santo" Dramatizó Taehyung, llevando una mano a su pecho y exagerando su respiración, el castaño volvió a carcajearse.

"No no, ahora estamos a mano" Aclaró Jungkook, aún riéndose, tomando una de las manos de su mayor para alzarla a la altura de sus labios y dejar un dulce beso en ésta. Taehyung miró atónito al menor mientras éste le soltaba como si nada, dándose vuelta para acercarse a la mesa y tomar asiento en una de las sillas. El mayor permaneció estático en su lugar, no sabiendo qué hacer.

"Ven, osito, o se enfriará el postre" Dijo el castaño desde la lejanía. Taehyung rió, contento —por supuesto que, en condiciones normales encontraría embarazoso ser llamado de esa manera, pero, por Jungkook, el pelinegro estaba dispuesto a soportar el calor en sus mejillas el tiempo que fuera— Al castaño, contrario a su mayor, le parecía sumamente graciosa la forma en la que su hyung quería esconderse para que no le mirara y por eso, posando una mano entre su barbilla y una de sus mejillas, se dedicó a observarlo con verdadero interés una vez que este tomó asiento.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro