SUSAN
Me quedé en la azotea jugando con la espada. La lanzaba todo lo lejos que podía y ella volvía como por arte de magia.
Eddie se había quedado en la fragua, intentando hechizar mi tiara para que se pudiese camuflar como diadema.
-Liberty.- me levanté de un salto y me puse en posición de combate.- Hey, tranquila, que soy yo.
-Hola Arañita.- sonreí un poco y bajé la espada.
-¿Arañita?- preguntó curioso.
-Oh vamos, te llamas Spiderman, no es la primera vez que que llaman así.
-La verdad es que tienes razón. Mi última novia me llamaba Tigre y a veces Arañita.- sonreí.
-Parece una chica maja.
-Lo es. Pero ya ni siquiera se acuerda de mí.- fruncí el ceño.- Hice que el Dr. Strange conjurarse un hechizo para que todo el mundo se olvida des que existía.
-¿Por qué?
-Desvelaron mi identidad.- asentí.
-Oh... Yo por eso no hago amistades. Salvo tú, claro está.- pareció que sonreía bajo la máscara.- Esto no se lo he contado a nadie, pero me fío de ti.
-Gracias, Pecas.- ambos reímos un poco.
-Mi padre es Zeus.
-¿Qué?- se asustó un poco.
-Sip. Los dioses existen, y Taylor Swift es una de ellas.- le miré.- No en serio, es Afrodita, pero se camufla como Taylor Swift.
-Vaya... Quién lo diría.
-Lo sé.- ambos nos quedamos mirando el horizonte, pero me llegó un mensaje a mi móvil.- ¿Qué narices?- pregunté. Eddie no debía escribirme mientras estaba de guardia.
-¿Va todo bien?- leí el mensaje.
-Tengo que irme, lo siento, Arañita.- me levanté y salté, emprendiendo el vuelo en mitad de la caída.
Estuve sobrevolando Nueva York durante quince minutos hasta que llegué a mi piso. Entré por la puerta de abajo y llegué arriba, encontré a Eddie con un chaval que no pasaba de los trece años.
-¿Quién es?- me acerqué al niño.- ¿Te has perdido, tesoro?
-Soy Magnus, tu primo.- me separé.- Mi padre es Poseidón.
-¿La tía Sarah tuvo un hijo?- pregunté a Eddie.
-Al aparecer sí. Ni siquiera mamá lo sabía.
-Ah... ¿Tienes donde quedarte?- le pregunté.
-No, cuando mamá murió en Sokovia, mi padre me cuidó hasta que cumplí los ocho años. Vivo desde entonces en las calles.
-Oh, Dioses... ¿Cómo has sobrevivido?- le abracé un poco.
-Con esto.- Eddie me pasó un bolígrafo. Le quité el capuchón y se convirtió en una espada.- Contracorriente, Efesto se la dió a Magnus cuando llegó a la calle.
-Quédate con nosotros. Tenemos una habitación de invitados.- Magnus me miró.
-Gracias.- sonreí un poco y Eddie y yo preparamos la habitación nueva de Magnus.
-Es pequeña, pero espero que te sientas bien.
-Es perfecto.- abracé de lado al niño
-¿Tienes poderes?- pregunté.- Eres un hijo de un Dios, seguro que tienes.
-El agua se me da muy bien.- señaló.- En todos los aspectos.- sonreí.
-Bien.
-Sé que sois Steel y Liberty. Por eso vine a buscaros. Necesito vuestra ayuda.
-Para qué...
-Es Cronos. Está vivo.
-No es posible, nuestros padres le mataron hace milenios.
-Alguien ha usado el vellocino de oro. Está reviviendo.
-Ya nos ocuparemos de eso mañana, ahora vete a dormir.- le dejé una camisa de Eddie y unos pantalones míos, que le quedarían mejor.
Cerré la puerta y vi a Eddie cruzado de brazos en el salón. Ambos nos sentamos de frente en la mesa y ninguno quiso empezar la conversación.
-¿Podemos creerle?
-¿Has visto la espada?- respondí.- Tenía un tallado de un tridente, y la magia que usa ahora convertirlo en un bolígrafo... Es magia divina.
-Te creo a ti, pero no a él.
-Ed, es un niño.- él se levantó y se metió en su cuarto, dio un portazo y luego, silencio.
Solo se oían los sonidos de la ciudad, hasta que el sonido de la puerta cerrarse a través del pasillo me sobresaltó.
Salí asustada y vi a Peter llorando se taso con la espalda apoyada en la pared. Me acerqué a Eloy puse mis manos sobre sus brazos.
-¿Qué ha pasado?- pregunté.
-No pasa nada. Solo que...- volvió a llorar. Le abracé.
-Está bien, no tienes que contármelo, pero estoy aquí si necesitas cualquier cosa.- él se me quedó mirando.
-Gracias Sunny.- sonreí un poco.
-De nada.- y de repente, el temblor...
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